Que buen número de españoles -el PSOE, la izquierda, los catalanistas, los abertzales, etc.- quieran romper España y dejar de ser españoles no por sabido resulta menos inquietante. Y es que la capacidad de los españoles para destruir la obra de sus mayores es asombrosa. Un creador se inventa un mundo, una empresa, una institución que dura siglos; luego llega un genio que lo deshace en minutos. Muchas veces me pregunto: ¿tenemos los españoles algún gen
defectuoso?¿Conseguirá un político catalán de tercera fumigarse la obra de los Reyes Católicos? Por ahora cuenta con la complicidad de media España, la que vota al PSOE, y el apoyo explícito de buena parte de sus vasallos. Rajadoy no parece haber comprendido que pretender dar un aspecto serio de España para los inversionistas extranjeros y al mismo tiempo consentir que tu país desparezca del mapa no es muy coherente.
Si la iniciativa de Mas sale adelante habrá que reconocerle un papel histórico: conseguir en pocos meses volar en pedazos los sueños de ocho siglos de reconquista, la fundación del primer Estado moderno y 520 años de unión.
El ejemplo de Cajamadrid
Ya comentamos aquí el caso de Cajamadrid, obra del padre Piquer, institución secular controlada y crujida por los políticos madrileños neoliberales que tanto se burlan de Papá Estado. Cuando Papá Estado aporta 26 mil millones de euros de los sufridos europeos para cubrir las vergüenzas de la genial gestión de Bankia, eso aparentemente no le molesta a nadie. El liberal de moda tira de dinero público cuando le acomoda, y ya dijo el poeta: Cajamadrid se ha hundido / Nadie sabe como ha sido... Políticas de invesión en chalets fardones en Miami y préstamos sin interés a amiguetes quizá tengan la culpa pero ya sabéis que en España nadie tiene nunca la culpa de nada.
Somos el país de la Presunta Inocencia y de los chivos expiatorios. Cuando se busca algún culpable de la pertinaz sequía, el rojerío le echa la culpa a la Iglesia Católica, el facherío a los masones, agredimos a algún árbitro de fútbol o algún maestro y aquí paz y después gloria.
Pero no hace falta buscar instituciones, pensemos en tantos negocios familiares levantados por sufridos empresarios que los nietos han acabado fumigándose. Casi no quedan empresas españolas, las mejores se han vendido a inversores extranjeros.
El ejemplo de Méjico
A principios del siglo XIX los españoles americanos destrozaron el mayor imperio del mundo porque pensaban que, una vez independientes, se iban a convertir en potencias, llovería por fin café en el campo y atarían los perros con longaniza. Fíjate lo bien que les fue, que Méjico, antes de cumplirse treinta años de su independencia, consiguió perder la mitad de su territorio (California, Nevada, Utah, Nuevo México y Texas, y partes de Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma, la parte naranja del mapa a la izquierda).
Resulta obvio que a pricipios del siglo XXI los españoles peninsulares van a destrozar España. Ya veremos cómo les irá a las taifas independientes... A veces me pregunto si los españoles tenemos algún gen defectuoso, la capacidad para hacer lo más difícil, dominar continentes y océanos para luego deshacerlo todo.