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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

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lunes, 14 de abril de 2008

Adiós al Ministerio de Medio Ambiente


Un gobierno del PSOE acaba con un Ministerio de Medio Ambiente creado por el PP.

Todos saben que los sapos son grandes filósofos. Con sus labios espesos, sus párpados hinchados y su mirada indescifrable, mi viejo amigo Colás se parece mucho a un senador americano de la vieja escuela, como el Charles Laughton de Tempestad sobre Washington. Colás vive en una charca del Guadarrama y se pasa horas y horas quietecito sobre su nenúfar tomando el sol; sólo se molesta en moverse para zamparse una mosca despistada. Durante todas esas horas de quietud, Colás reflexiona y medita como un yogui en las orillas del Ganges. El otro día me decía el bueno de Colás: “Algo se cuece en Medio Ambiente”, y acto seguido chupó el puro y apuró la copa de coñac. Y, efectivamente, el relativamente nuevo gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero se inaugura con una serie de sorprendentes decisiones, siendo una de ellas la disolución del Ministerio de Medio Ambiente, que pasa a integrarse en el de Agricultura.

Insuficiencia de los clichés "derecha" e "izquierda"

España es el mundo al revés, y un carnaval permanente. No me diga nadie que había previsto que algún día Almería iba a saciar la sed de Barcelona. Los que sabían que la derecha española es golpista, y militarista, ¿se olían acaso que Aznar suprimiría el servicio militar obligatorio? Los que sabían que nuestra derecha es machista y paternalista, ¿cómo se explicaron que las primeras mujeres en presidir el Congreso y el Senado fueran, respectivamente, Rudi y Aguirre, abominables criaturas del Partido Popular? Finalmente, se supone, también, que la derecha española, ese cáncer de la civilización, se come cada mañana un filete de oso panda mientras arrasa el último hayedo para poner en su lugar un campo de golf y una estación de esquí. ¿Quién iba a decir que con el mismo gobierno Aznar surgiría el Ministerio de Medio Ambiente? Fue la primera de sus ministras, doña Isabel Tocino quien, por cierto, firmó el protocolo de Kioto.
Mira tú qué cosas, ahora resulta que el segundo gobierno Rodríguez Zapatero ha suprimido el Ministerio de Medio Ambiente, incorporándolo a un Superministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación, Medio Ambiente y de los Grandes Expresos Europeos. Para disimular le han puesto el Medio Ambiente delante, ahora el engendro se llama Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, que de entrada es una solemne tontería puesto que el medio rural y el marino son parte del medio ambiente general. Es como hacer un Ministerio de la Fruta, las Peras y los Higos.

Regreso al pasado

Se trata de un virtual regreso al pasado: antes del primer gobierno Aznar, las funciones y competencias que asumiría más tarde Medio Ambiente estaban dispersas entre el Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, y el Ministerio de Agricultura. Aquel Ministerio verde vino al mundo, cargado de esperanzas, un 5 de mayo de 1996. Unas semanas más tarde, un real decreto de 21 de junio precisaba sus competencias en materia de conservación de la naturaleza y parques nacionales. Vale la pena recodar las que son o más bien fueron:

  • Formulación de los criterios básicos para la ordenación de la flora, la fauna, los hábitat y ecosistemas naturales; elaboración de disposiciones generales en relación con dichas materias, así como la coordinación con las Comunidades Autónomas para su aplicación.
  • Estudio e inventario de los espacios naturales, de las especies amenazadas, de los ecosistemas y elaboración del banco de datos de la naturaleza, al objeto de mantener y reconstruir el equilibrio biológico y establecer planes coordinados de recuperación de la flora y fauna silvestres, en colaboración con las Comunidades Autónomas.
  • La declaración de impacto ambiental, en los términos previstos en la legislación vigente.
  • Realización de estudios y estadísticas en materia de conservación de la naturaleza
  • La elaboración, en colaboración con el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, de las disposiciones generales relativas al desarrollo sostenible del monte.
  • La elaboración, en colaboración con las Comunidades Autónomas, de los planes y programas de restauración hidrológico-forestal, reforestación y preservación y mejora de la cubierta vegetal.
  • La colaboración con las Comunidades Autónomas para la elaboración de planes de lucha contra incendios y realización de las actuaciones que correspondan en esta materia.


Leídos esos artículos, ¿habrá quien dude todavía de la necesidad y oportunidad de crear y mantener el Ministerio de Medio Ambiente? El efecto de los referidos artículos fue temperado al diapasón de algunas resoluciones judiciales en el tema de los Parques Nacionales, y algunas reformas posteriores, pero en esencia, se conservó hasta que el día de ayer, Moncloa decidió acabar con él. El pretexto para finiquitar un Ministerio que sólo habrá vivido doce años es la política del agua, dicen los sabios. Que es como decir que la última titular del Ministerio no se ha debido lucir al respecto, ¿no?

Despolitización de la ecología

El final del Ministerio es también la guinda al proceso de despolitización de la ecología, el entierro de una identificación abusiva entre ecología e izquierda. Ya nadie se va a creer que la actitud política respecto de la naturaleza venga definida por derechas e izquierdas. Y eso es bueno, porque la visión partidista de las cosas sólo puede beneficiar a los pescadores en aguas turbias; al contrario, la superación de la perspectiva partidista permite que nos fijemos en los resultados concretos y en los proyectos singulares desarrollados o abortados a nivel local o nacional. La ecología ya no es de izquierdas, lo cual no significa que sea de derechas. Sencillamente, hay políticas acertadas y desacertadas, hay ministros o consejeros eficaces y otros desastrosos; las ardillas no votan por Zapatero ni los urogallos por Rajoy.
La única sombra sobre nuestra optimista perspectiva son los efectos de la memez autonómica: la Generalitat quiere obligar a que las oropéndolas hagan pío pío en catalán y el Sr. Touriño pretende convertir Lugo en puerto de mar a golpe de decreto. Los ministerios con competencias sobre el suelo, el aire y las aguas se encuentran desarmados ante nuestra genuina imbecilidad constitucional; en el fondo andar cosiendo y descosiendo ministerios no es más que una treta para disimular el fracaso rotundo de la administración territorial de nuestro manicomio nacional.
Lo único que puede interesarnos ya de la política medioambiental es lo concreto: en materia de Medio Ambiente hay que ser como Santo Tomás y poner el dedo en la llaga... Se marchó Narbona, cuya gestión se puede resumir en la disolución del Ministerio. Après moi le déluge, habrá pensado doña Cristina. Pero no hay diluvio, no, sino pertinaz sequía. Cruzo los dedos para que la flamante superministra Espinosa no permita que se demore por más tiempo el Parque Nacional de Guadarrama, un parque que la mejor España viene reclamando desde hace noventa años. Es la última oportunidad...

Luis Español Bouché
Publicado el 14.04.2008 en Asturias Liberal