Cada generación tiene su ración de desastres y
horrores. Mi generación no vivió las Guerras Mundiales ni la Guerra
Civil que traumatizaron a mis padres y
abuelos. En cambio, le tocó vivir dos grandes desastres, el de la droga
que arrasó tantos barrios y el terrorismo. Los niños de ahora no saben
lo que era aquella España sin taquillas en las estaciones, con el conteo
de atentados. Había varias bandas terroristas, el Grapo que destruyó
California 47, donde yo iba a comer tortitas calientes y helados, y
sobre todo estaba la ETA.
La ETA no hubiera sido más que una mancha de sangre en nuestra historia si no fuera por la estructura civil de aquellos desalmados que contaban en su Mordor natal con el apoyo de miles de orcos sanguinarios. Tenían su sindicato, sus curas, sus obispos, su periodico, Egin, y su partido, Herri Batasuna, hoy llamado Bildu.
Para mí Bildu es la ETA, son los amigos de ETA, los cómplices de ETA, los propios etarras reconvertidos, los que homenajean a los etarras. Cualquiera que se acerque con la mano tendida a esos asesinos, para mí, ha muerto. A mí me caía bien el obispo Munilla pero después de sus loas a la basura Setién, el obispo de ETA, Munilla ha muerto. Como han muerto todos los que siguen defendiendo a este gobierno.
Sabía que la Gran Sabandija había alcanzado otros acuerdos con la ETA. Que había firmado su primera victoria contra Rajoy -nada menos que la conquista del poder- con ayuda del escaño etarra. Que había firmado acuerdos de gobierno con ETA en Mordor y en Navarra.
Anteayer nos enteramos de un acuerdo tripartito ETA-PSOE-Podemos para reformar la reforma laboral a cambio de facilitar quince días más de estado de alarma. ¡Nuestro cautiverio colectivo ha contado con la ayuda de la ETA!
Yo no me olvido. Y para mí, todos los votantes socialistas que no renieguen de su partido y todos sus amigos en los medios, han muerto. No quiero saber nada de ellos. Que se vayan de mi vida. Yo, esta mañana, quiero recordar a los niños asesinados y heridos por la ETA, unos de tantos, los de Vic. Y quiero poner la foto de la rata inmunda que preside Bildu, el etarra Arnaldo Otegui, sujetando en sus manos empapadas de sangre el pacto firmado con el PSOE y Podemos.
Supongo que a la nueva generación, a los que no han vivido los años de plomo, estas palabras mias les parecerán incomprensibles porque la única verdad de esta vida es que los muertos se callan y sus asesinos pueden hablar.
La ETA no hubiera sido más que una mancha de sangre en nuestra historia si no fuera por la estructura civil de aquellos desalmados que contaban en su Mordor natal con el apoyo de miles de orcos sanguinarios. Tenían su sindicato, sus curas, sus obispos, su periodico, Egin, y su partido, Herri Batasuna, hoy llamado Bildu.
Para mí Bildu es la ETA, son los amigos de ETA, los cómplices de ETA, los propios etarras reconvertidos, los que homenajean a los etarras. Cualquiera que se acerque con la mano tendida a esos asesinos, para mí, ha muerto. A mí me caía bien el obispo Munilla pero después de sus loas a la basura Setién, el obispo de ETA, Munilla ha muerto. Como han muerto todos los que siguen defendiendo a este gobierno.
Sabía que la Gran Sabandija había alcanzado otros acuerdos con la ETA. Que había firmado su primera victoria contra Rajoy -nada menos que la conquista del poder- con ayuda del escaño etarra. Que había firmado acuerdos de gobierno con ETA en Mordor y en Navarra.
Anteayer nos enteramos de un acuerdo tripartito ETA-PSOE-Podemos para reformar la reforma laboral a cambio de facilitar quince días más de estado de alarma. ¡Nuestro cautiverio colectivo ha contado con la ayuda de la ETA!
Yo no me olvido. Y para mí, todos los votantes socialistas que no renieguen de su partido y todos sus amigos en los medios, han muerto. No quiero saber nada de ellos. Que se vayan de mi vida. Yo, esta mañana, quiero recordar a los niños asesinados y heridos por la ETA, unos de tantos, los de Vic. Y quiero poner la foto de la rata inmunda que preside Bildu, el etarra Arnaldo Otegui, sujetando en sus manos empapadas de sangre el pacto firmado con el PSOE y Podemos.
Supongo que a la nueva generación, a los que no han vivido los años de plomo, estas palabras mias les parecerán incomprensibles porque la única verdad de esta vida es que los muertos se callan y sus asesinos pueden hablar.