Ayer me compré cierta cantidad de chorizo en lonchitas, de ese que llaman cular -qué ordinariez- pero que está que te mueres de rico. El chorizo, como la oreja a la plancha o los callos posée virtudes no sólo afrodisiacas -últimamente todo lo que como resulta terriblemente afrodisiaco- sino claramente inspiradoras.
Leyendo los inteligentísimos comentarios a mi anterior entrada, debo reconocer -por duro que parezca- el fracaso de mi propuesta: millón más millón menos, vender títulos nobiliarios sólo reportaría ochenta millones de euros en una legislatura, mucho menos de lo que la chusma saliente se gastaría en un mes en traducir las obras completas de Fidel Castro al quechua, desarrollar la fabricación de condones vitaminados para el Tercer Mundo, o enseñar el concepto de sostenibilidad para la lapidación femenina en el marco de la Alianza de Civilizaciones. Reflexioné durante varias horas, a medida que engullía mis lonchitas y cuando por fin llegué al final del proceso, se hizo una luz en mí. ¡Ordeñemos a los chorizos! Si la venta de títulos nobiliarios es una práctica del siglo XVII, por lo menos avancemos algo en el tiempo, hasta los años de la Revolución Francesa.
¿Recordáis cómo empezó esta crisis?
Unos presuntos banqueros colocaban en el mercado unos títulos que representaban opciones sobre chicles usados, hipotecas imposibles de cobrar, apuestas sobre carreras de camellos, en fin lo que los expertos llaman ingeniería financiera.
Los mismos presuntos -presunto es en portugués el nombre del jamón, o sea, carne de cerdo- se dedicaron a dar facilidades a los pobres infelices que se iban a hipotecar, que buscaban un nido para poder echar una canita y tener chiquitos y que firmaban lo que les pusieran por delante.
Los presuntos sabían muy bien que los infelices que firmaban no iban jamás a devolver el préstamo pero claro, el negocio estaba garantizado: pagaba durante varios años y luego se quedarían ellos con el bien en garantía. Daba igual el valor del piso, la hiena que concedía el crédito sonreía "además, el mercado está en alza, podrían ustedes revender mañana el piso al doble de su valor".
Otros miserables, agazapados en los gobiernos, la gente seria y enterada de la bolsa, del Banco de España etc., sabiendo perfectamente de qué iba el asunto, y que habían estudiado en la facultad la famosa crisis de los tulipanes, dejaron hacer, dieron su consentimiento. Naciones enteras se dirigieron al abismo al paso alegre de la paz.
No todos han perdido
Sabemos lo que ocurrió: Occidente se hundió, las Bolsas se derrumbaron pero todos no perdieron con el cambio. Algunos se han hecho muy ricos. Promotores, banqueros, autoridades municipales que especularon con el terreno o con las autorizaciones administrativas: muchas pirañas sacaron su jugoso bocado de una generación entera expoliada y arruinada. Miles y miles de fallidos, miles y miles de embargos, pero el que pegó su dentellada vive ahora feliz, agazapado en la obscuridad, royendo su gran trozo de queso. Húndase el mundo mientras no me quiten a mí lo mío...
La amenaza de la Segunda Desamortización
Como estos tíos han dejado el Estado en la más absoluta ruina, se habla de la segunda desamortización, de vender lo público. O sea, rematar el latrocinio con un colosal saqueo. ¿Quién tiene dinero ahora para comprar lo que era público? Los mismos que han trasquilado el Estado.
La verdad es que antes de empezar a vender los cuadros del Museo del Prado o convertir el Retiro en un solar, sería interesante estudiar otras formas de financiación. Propongo los Bonos GASPACHO, GArantizados Sobre el PAtrimonio de los CHOrizos.
Un instrumento financiero fiable
Los bonos GASPACHO pueden constituirse en brevísimo plazo, a golpe de decreto.
1. Expropiación general de TODOS los bienes de los miembros de consejos de Administración de Bancos y Cajas de Ahorro intervenidos y de TODOS los bienes de los Alcaldes y concejales de Ayuntamientos en quiebra. Nos referimos, claro está, a los ediles que provocaron la situación, no a los que la heredaron.
Todos esos bienes constituyen una fenomenal pelota de bienes inmobiliarios -pisos, chalés, jacuzzis, pistas de paddle- y de bienes muebles -automóviles, rolex, joyas, acciones de clubes deportivos, barcos de vela, atraques- etc.
2-Recuperación internacional de fondos. Cualquier país en el que un ciudadano español tenga una cuenta cifrada puede quedarse con la mitad de la suma de la cuenta, compartiendo la otra mitad con el Estado español. Así, si el antiguo miembro del Consejo de Administración de la Caja de Ahorros de San Millán de la Polvorosa tiene dos milloncitos en Suiza, el Gobierno Federal Suizo pilla un millón y el gobierno español otro millón. ¿Se va a resistir el gobierno Suizo a semejante oferta? ¡No! Ellos también andan cortos de cuartos.
3. Titulización del momio. Todos esos bienes representan un patrimonio colosal pero no inmediatamente liquidable. No puedes vender en 24 horas lotes de cien mil rolex, y nadie va a comprar tres mil jacuzzis de golpe. Por otra parte la recuperación internacional de cuentas cifradas etc. es un proceso medianamente largo por muchas facilidades que concedamos.
Entonces lo que vamos a hacer es emitir títulos garantizados sobre ese momio. Haciendo una estimación a la baja -considerando los bienes muebles en la cuarta parte de su valor y los inmuebles en la tercera parte de su precio de mercado actual y estimando la recuperación de sólo un 5% de los fondos ilegalmente exportados de España- lanzamos los Bonos GASPACHO. Un instrumento financiero totalmente fiable y confiable. A medida que vayamos liquidando, poco a poco, los bienes incautados, el Estado irá cancelando los títulos y devolviendo a los inversores su dinero más los intereses correspondientes.Como los bienes habrán sido estimados muy a la baja, al venderse poco a poco se generarán resultados extraordinarios. El producto, financieramente hablando, es mucho más sano que la basura que durante años circuló por los mercados.
Precedente histórico
El precedente histórico serían los asignados creados por la República francesa sobre los bienes expropiados del clero durante la Revolución. Fue un fracaso sonado porque se emitio mucho más papel que el valor de los bienes y por otras dificultades que sería excesivamente largo detallar, pero ese fracaso permitió a los revolucionarios salvar su República en un momento en que estaban financieramente ahogados y en guerra contra toda Europa. No debemos repetir la Historia sino aprender de ella: tenemos la obligación de sobrevivir, de dar una oportunidad a nuestra generación; no podemos andarnos con tonterías. En cualquier caso, consciente de mis obligaciones ante Dios y ante la Historia, comparto esta genial idea con todos vosotros a ver si conocéis a gente del Gobierno y que se inspiren...