Tengo todos los vicios y todas las debilidades, pero como no voy de putas, no me interesa ir de turista a Cuba.
Los que hacen negocios con el castrismo
Sin duda los hoteleros y demás empresarios españoles que participan de ese gran negocio que es el turismo sexual en la macrocárcel caribeña están encantados con la dictadura de los hermanos Castro. Ya se sabe que los gángsters comunistas y los peores capitalistas están hechos para entenderse sobre la base de la esclavitud humana. Recordemos que a Lenin y Stalin los apoyaron algunos millonarios que querían el petróleo de Bakú y el oro de Kolimá. Tres millones de esclavos murieron en Kolimá sacando el oro y los diamantes que ahora duermen en Suiza, y los chinos esclavos del comunismo producen zapatos que cuestan muy poquito pero hacen ganar un muchito a honestos capitalistas... Nada nuevo bajo el sol.
La única razón decente que se me ocurriría para que un español fuera a esa gigantesca mentira, a esa cárcel dentro de una cárcel que es la Cuba castrista sería la de ayudar a los mártires de la libertad cubana, esos valientes que se atreven, allí y ahora, a enfrentarse a las barbudas sabandijas, sus paniaguados y sus hitlerjugend. Eso es, precisamente, lo que hizo Ángel Carromero, que fue a ver al hombre que podía haber liderado una posible transición cubana, el noble y valiente Oswaldo Payá y a su compañero Harold Cepero, que en paz descansen.
Oswaldo y Harold no tienen nada que temer del tiempo
Oswaldo y Harold, no os conocí, permitid que os tutée desde la más rendida admiración. Han apagado vuestras voces pero vuestro ejemplo sigue vivo y algún día las Universidades y las Escuelas de una Cuba libre llevarán el nombre de Oswaldo Payá y Harold Cepero; algún día podremos decir a vuestros hijos, que son todos los cubanos de bien, lo mismo que Séneca le escribió a
Marcia:
"Léese, admírase a tu padre, nuestras manos y corazones lo reciben; ya no tiene nada que temer del tiempo, y muy pronto se habrá olvidado todo lo de sus verdugos, hasta sus crímenes, que fue lo único que les conquistó fama". Sí, algún día del castrismo sólo recordaremos sus crímenes, sus espías, sus amigos y un Museo del Comunismo en la Habana ilustrará a los turistas acerca de medio siglo de terror; Fidel y su hermanito tendrán su estatua en el
Parque de los Verdugos.
Secuestrado desde julio
Tras pasar medio año en las mazmorras cubanas, el español Ángel Carromero sin duda se prepara a pasar las Navidades más siniestras de su vida. Secuestrado por los sátrapas cubanos, sometido a Dios sabe qué maltratos o drogas, ve pasar los meses y conoce en vivo y en directo los brillantes resultados de la estrategia de Rajadoy y García Margallo, esos genios: "seamos discretos".
Si el gobierno español hubiera actuado inmediatamente y no con esa parsimonia y pasmación que caracteriza al rajoyismo, si los jóvenes cachorros del PP hubieran defendido a su compañero y boicoteado el turismo cubano, principal origen de las divisas que ingresan en sus cuentas las sabandijas castristas, Carromero habría salido de Cuba en las siguientes 24 horas del "accidente" que se llevó por delante las vidas de Oswaldo y Haroldo. Los terroristas y los secuestradores sólo entienden la política del garrote. Sigamos siendo discretos y Carromero se pasará cuatro años más en Cuba, aunque espero equivocarme en esto, deseo fervientemente equivocarme; ¡nada me gustaría más que equivocarme!
Esperar para no desesperar
¿Qué estará haciendo ahora mismo Ángel Carromero? Esperar.
Esperar confiando en que las palabras de su abogado no sean en vano: "Ángel, vamos a ver si te sacamos ya, vamos a hablar con Don Importante, lo tuyo lo lleva el Ministro en persona, el Embajador, el Cónsul, Fulano te apoya, Mengano tiene que ver a Perengano, el próximo mes, la próxima semana, mañana, dentro unos meses", yo que sé.
En esperar consiste la vida del preso. Esperar ayuda a no desesperar, a no hundirse. Esperar día tras día, esperar hora tras hora, a tener alguna noticia, esperar a que algún día te vayan a buscar, te saquen de tu pesadilla diaria y te devuelvan al mundo libre, al mundo en que no tienes que pedir permiso para comer o hacer pis, o pasear o leer lo que te dé la gana; el mundo en que puedes abrir todas las puertas, y no tienes que rendir cuentas de tus actos a nadie; el mundo en que puedes perderte una noche con los amigos en una tasca, o callejear por tu barrio, o pasarte cinco horas andando por el Retiro con un euro en el bolsillo, sin que nadie te moleste, sin sentirte grabado, sin sentir que a lo mejor te ponen cosas en la comida... El mundo de la libertad.
Síndrome de Estocolmo
Yo no dudo que gente con buena voluntad se crea de verdad eso de las virtudes de la discreción. A eso se le llama Síndrome de Estocolmo o también Síndrome del Norte. Es la idea de que los secuestradores son gente razonable, de que hay que entenderlos, que tienen sus razones, y que por lo tanto debemos pagarles el tributo que exigen. ¡En el fondo son buenos, lo hacen por nuestro bien!
La perversión de ese sistema consiste en que en lugar de situar la responsabilidad del secuestro en el secuestrador, lo que haces es responsabilizar al inocente, al comunicador, a la familia. "No digas nada, que retrasarás la liberación". Así nos culpabilizamos todos menos los culpables de verdad, el Sauron cubano y su Saruman fraterno.
España nada debe al régimen de Cuba. Es exactamente al revés: quien tiene que pagar una indemnización millonaria a Angel Carromero y a la familia de Oswaldo Payá es el régimen asesino, el régimen liberticida y canallesco que lleva medio siglo martizando a los cubanos.