Vuelvo a ocuparme de mi blog

De paso recupero artículos míos en los desaparecidos portales suite101.net y asturiasliberal.org o artículos borrados de la versión electrónica de abc, preservados por archive.org o por la memoria caché de google.

LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

lunes, 29 de julio de 2024

El control de las asociaciones

"la historia de la democracia es, también, la historia de sus enemigos, siendo el primero de todos el desinterés de los votantes, y luego todos los trucos que se despliegan, en el marco asociativo, para subvertir la libertad de elección, como son el sindicato de votantes, la delegación de voto, el acceso asimétrico a la información, o el aprovechamiento de la brecha digital".

El fraude previsto, anunciado y perpetrado en Venezuela, nos recuerda que una cosa es la democracia y otra las apariencias de democracia. Lo que realmente garantiza la fiabilidad de un resultado son cuestiones prácticas que permiten saber cuántas personas, de verdad, han apoyado esta u otra candidatura: cómo se constituyen las candidaturas, cómo se garantiza el recuento, cómo se forman las mesas electorales, cómo se computan los datos, el trato que se da a la oposición y a las minorías, y, por encima de todo, la libertad de información al respecto, que sin libertad de prensa las demás libertades son pura teología.

Pero siguiendo el consejo de Góngora, no vamos a tratar aquí "del gobierno del mundo y sus monarquías", sino de esas pequeñas repúblicas constituidas por las asociaciones culturales o recreativas, llámense casinos, círculos, liceos o ateneos. La vida política es la expresión de la vida social, y en ella tienen un papel importante esas asociaciones, cuya existencia misma descansa sobre la tensión entre gobernabilidad y participación, cabeza y corazón. De una parte, la vida real con sus reuniones, debates, actos culturales, conferencias, concursos, lecturas, exposiciones, juegos, y certámenes; del otro la dirección burocrática y económica que enmarca la vida real, potenciándola o acabando con ella. Obviamente, la actividad social debe estar regida por normas que le den forma, por libérrimas que sean. Las reuniones tienen horarios, hay turnos de palabra, se deben guardar determinadas formas; todo juego tiene sus reglas y el respeto a la norma, ya sea interna o legal, es la base y la esencia de la convivencia. En consecuencia, todas las asociaciones tienen estatutos, una asamblea, unas reglas internas —además de la ley general— y una junta directiva, económica o de gobierno que sirve para gestionar, ordenar y representar la asociación.

En las grandes asociaciones españolas, siempre mandan los mismos
En España la mayor parte de sus asociaciones o clubes tienen a su cabeza a la misma gente, año tras año, porque los asociados no quieren o no pueden inmiscuirse en su dirección. De una parte, eso se debe a que con frecuencia existen personas entusiastas que son el alma de la asociación y el origen de sus iniciativas, y, lógicamente, les dejamos actuar; de otra parte, falta cultura democrática y sobra pereza, así que muchos prefieren dejar hacer y no enterarse de lo que sucede de puertas adentro; y es una pena, porque la vida asociativa es un entrenamiento para la vida pública. Si no eres capaz de exigir que la elección de la junta directiva de tu club o asociación favorita sea mínimamente democrática o razonable, ¿cómo vas a entender siquiera los primeros elementos de la gramática electoral? Porque el liberalismo, entendido como escuela de libertad, más que una doctrina, es un talante y un sentimiento; el espíritu democrático nace y se desarrolla en la vida familiar y social.

Procesos fallidos de renovación
Todas las asociaciones, por peculiares que sean, deben tener formas de renovación de sus juntas directivas inspiradas en el principio democrático. Pero la historia de la democracia es, también, la historia de sus enemigos, siendo el primero de todos el desinterés de los votantes, y luego todos los trucos que se despliegan, en el marco asociativo, para subvertir la libertad de elección, como son el sindicato de votantes, la delegación de voto, el acceso asimétrico a la información o el aprovechamiento de la brecha digital. Vamos a verlo con más detalle.

Abstencionismo
El desinterés de los socios se traduce en su falta de participación.En algunas sociedades culturales y recreativas de importancia se comprueba fácilmente que ejercen su derecho al voto menos del 30% de los socios. A veces la participación no llega al 20%.

Sindicación del voto
Los entornos abstencionistas favorecen algo tan evidente y perfectamente legítimo como la sindicación del voto: una facción de socios puede tomar sistemáticamente el control si se pone de acuerdo en votar siempre lo mismo y a los mismos en las elecciones internas de la institución. Si en una asociación de tres mil socios votan quinientos y el sindicato de votantes mueve trescientos votos, el sindicato controla la asociación. Así, si quieres ser candidato a algo, no tienes que convencer al conjunto de tus consocios sino al sindicato, es decir, a sus responsables, que te pondrán o no en sus listas, listas que, inevitablemente, ganarán. Si te presentas por tu cuenta, serás barrido. La sindicación del voto es a las asociaciones lo que los partidos al Estado, instrumentos de la conquista y el reparto del poder, una forma de organizar la libertad y también de subvertirla. El primer problema que nos plantean esos sindicatos electorales es que son imposibles de erradicar. ¿Cómo puedes evitar que un grupo de socios se ponga de acuerdo? Por otra parte, la existencia de un sindicato de votantes obliga a los posibles competidores a crear el suyo, única forma de desbancar a los primeros. La sindicación, como toda enfermedad nefasta, es contagiosa.

Voto delegado
Otro enemigo principal son las llamadas “delegaciones de voto”, que, en teoría, permiten a un socio delegar en otro, en caso de enfermedad o ausencia. Reuniendo delegaciones de voto, sucede que un grupo se incrusta durante años en el poder a base de pedir a sus adeptos las dichosas delegaciones, hasta el punto de que, en un importante club de Madrid, dos socios llegaron a contabilizar más de cien delegaciones cada uno, ¡más que socios presentes físicamente en la asamblea! La delegación es lo contrario de lo que se busca en una votación democrática y secreta, que cada cual elija sin presión de ningún tipo lo que más le apetece. Puede moralmente aceptarse la delegación de quien, realmente, no puede asistir a una reunión y delega en otro, pero no de forma habitual; pero existe otro tipo de delegación, totalmente inmoral, la de quien, desarrollando alguna actividad en la asociación, quiere mostrar su perruna fidelidad a los que mandan —que pueden potenciar o sabotear su actividad— así que les delega el voto, renunciando a su derecho a votar a cambio de la expectativa de favores o tratando de conjurar futuras represalias. No cabe hablar aquí de delegación sino de prostitución del voto. Además, existe el problema de la comprobación de una delegación de voto y de las cortapisas que se pueden introducir al respecto. Los que certifican la validez de una delegación, ¿apoyan a una candidatura o son neutrales?  Entramos en el pantanoso terreno del fraude.

Acceso asimétrico a la información
Finalmente, tenemos a otro enemigo de la democracia interna en las asociaciones en el acceso asimétrico al votante, que consiste en que los que están al mando les niegan a las candidaturas alternativas el acceso a los datos de los demás socios, con pretexto de proteger su intimidad. La vigente ley de protección de datos se pensó para evitar que las grandes empresas pudieran poner en almoneda nuestros datos personales, pero con frecuencia se utiliza para negar a los socios la posibilidad que la expresada ley les reconoce (art. 14.2) de acceder a la documentación de la asociación, lo que incluye, por ejemplo, la relación actualizada de socios. Mientras que los responsables de las juntas directivas tienen, fuera de las horas de trabajo del personal, acceso libre a ordenadores o ficheros y pueden copiar datos personales de los socios, como son las direcciones, teléfonos o correos electrónicos —que la ley lo prohíba no impide que se haga—, se les niega a sus posibles rivales el acceso a esos mismos datos. Eso les permite a los que mandan ponerse en contacto con la masa social a través de sus teléfonos o correos mientras que los demás candidatos no pueden. Así, las candidaturas cocinadas por una junta directiva suelen ganar, porque disponen, de facto, de una información más completa y práctica que sus competidores, condenados a las tinieblas y al rechinar de dientes.

Aprovechar la brecha digital
Por otra parte, la brecha digital es una realidad. Si los que mandan en una asociación creen que los socios más veteranos no les van a votar, y que no usan corrientemente las herramientas digitales, pueden anunciar a bombo y platillo que en aras de la salvación del planeta renuncian al papel para comunicarse con los socios, privilegiando la comunicación electrónica, manteniendo a los veteranos al margen de la vida asociativa. Se trata de una manifestación más del edadismo, ¡con pretextos ecológicos!

Judicialización y decadencia
Al final, la imposibilidad para los socios de controlar de forma efectiva sus asociaciones se traduce en la judicialización de sus procesos internos o en el abandono de los socios, por puro cansancio. Y el control durante años, lustros o décadas de las instituciones, siempre degenera en corruptelas y en mediocridad: si vas a ser elegido, año tras año, ¿qué aliciente tienes para hacer las cosas bien?

Apunte final
Los países son mucho más que sus Estados y la sociedad civil mucho más que la vida oficial. Por eso, debemos reflexionar sobre esa realidad, el control de grandes e históricas asociaciones culturales o clubes de España por una minoría que se mantiene al frente durante años, sin solución de continuidad, porque la vida asociativa es una escuela de ciudadanía, y la educación, en sentido amplio, es la base del éxito de cualquier sociedad.

lunes, 4 de septiembre de 2023

AMANDO DE MIGUEL


Hoy el mundo es menos interesante, es menos libre y más esclavo de lo vigente. Porque hemos amanecido sin Amando de Miguel.
Sabía que no estaba bien: la última vez que nos vimos me dijo que le habían detectado cierta falta de Fe y, sonriendo, precisó, "de hierro. Fíjate, Luis, me inyectan hierro y lo que pone en la etiqueta es Fe+". El pasado 15 de julio nos mandó a sus fans unas columnas suyas precisando "Estos son los últimos artículos. Ya, no puedo leer ni escribir. Gracias por la acogida", artículos que delataban una indudable tristeza por el devenir español. Uno se titula Angustias del escriba sentado y se inicia con estos términos, que anunciaban su estado: "Después de medio siglo de emborronar cuartillas, el escriba sedente se considera agotado. No es porque el hontanar de ideas baje seco; sigue manando, gracias a Dios. La desazón proviene de la sospecha de estar escribiendo las últimas piezas de mi ajetreada vida. Es una cuestión de resistencia física. Alguna vez tendría que suceder. Si bien se mira, he escrito demasiado."
No, sin duda el querido Amando no ha escrito demasiado, pero sí muchísimo. Decenas de miles de artículos y más de un centenar de libros son testigos de su capacidad de trabajo.
Modelo de independencia, era cualquier cosa menos un provocador, un enfant terrible; él prefería invocar la reflexión apacible pero ingeniosa. Los franquistas le hicieron pasar un tiempo en la cárcel y en arresto domiciliario. De hecho ganó su cátedra estando en la cárcel, en 1971. Eso no quita para que, naturalmente, los antifranquistas sobrevenidos de nuestro pijerío lo tildaran de facha, algo natural en una sociedad tan profundamente enferma como la española en que los nenes de los altos cargos del Régimen van de redentores sociales. Lo cierto es que la España Oficial nunca se fió de él, y la Academia Española no tuvo la inteligencia de acogerlo entre los suyos, a pesar de la importancia que Amando dio al idioma en sus trabajos. ¡Allá ellos!
Amando era producto de la meritocracia, aprovechando el sistema de becas para progresar, así que un chiquito de Pereruela acabó estudiando sociología con Juan Linz en Estados Unidos y durante muchos años conoció el éxito profesional.


Le hirió profundamente el horror de una secta que golpéo su vida familiar y vivió la angustia de los que no podían pagar su hipoteca, resolviéndose a vender su biblioteca. Creo que la única vez en mi vida en que he lamentado no tener un duro ha sido cuando no pude echarle una mano a Amando.
Conmigo siempre fue la amabilidad personificada, sabía de mi profunda admiración por su carácter y su obra, pero no me debía nada, ni era yo alumno suyo ni tengo nada que ver con la Sociología. Una vez le pregunté si quería honrarme presentando un libro mío, en el Casino de Madrid, y allí estuvo don Amando, hablando con esa facilidad pasmosa de los grandes profesores, ante un público encantado y asombrado. Ni siquiera aceptó que le invitara a cenar o le pagara un taxi...

martes, 4 de julio de 2023

POR UN VOTO TRANQUILO

Fuente: El País
 No debiera importarle a nadie por quién votáis, si votáis en blanco o si os abstenéis, y a mí menos que nadie.
 Mi única sugerencia al respecto: quitadle hierro al asunto, porque el tremendismo nos hace vulnerables. Hay gente siniestra que quiere acabar con los países occidentales. Recordemos que el 11 de marzo de 2004 hubo quien decidió votar con dinamita y enlutar unas apacibles elecciones generales. Organizaron una matanza para aprovechar nuestras divisiones, para ahondar en ellas.
 Lo de llamar "doberman" al PP, buscar "tensionar," o decir que si Vox gobierna vamos a volver a la Edad de Piedra, nos hace vulnerables. Insistir en que si vuelve a ganar una coalición presidida por Pedro Sánchez, España desaparece del mapa o se convierte en provincia marroquí, también nos hace vulnerables. Se puede opinar sobre todo, con gracia, con talento, pero no mostrar los dientes y explicar que una convocatoria electoral es como un duelo de los Inmortales y que sólo va a quedar uno vivo.
 Por mal que os caiga un candidato, no lo satanicéis. Descalificar no sólo es perjudicial, también es inútil, porque las urnas hablan por todos. Hablan más fuerte que los tanques, más fuerte que la dinamita...No es digno de la honesta y admirable sociedad española convertir los argumentos en injurias. Además, a las víctimas del terrorismo les debemos el sencillo homenaje de nuestra serenidad.
 La mejor forma de conjurar que alguien quiera aprovechar nuestras divisiones, consiste en parecer unidos, a falta de estarlo...
 Todos juntos, somos invencibles, no esperemos a que nos vuelvan a poner una bomba para recordarlo.

miércoles, 28 de junio de 2023

¡ADIÓS, COCHECHITO, ADIÓS!

Foto: Rudolf Stricker (Wikipedia)

Ya sabéis que en la Era Tontísima, que es el tiempo en que nos ha tocado vivir, los que te hablan de la sostenibilidad y de luchar contra la obsolescencia programada son la misma manga de mentecatos -léase Dioses del Olimpo- que luego te obliga a separarte de coches en perfecto estado de funcionamiento. Son la misma tropa que persigue el tabaco pero quiere legalizar la marihuana, porque no sólo no tienen sentido común, sino que -y eso es más peligroso- carecen por completo de sentido del ridículo o de sentido del humor...

Como ya os he contado alguna vez, el Ayuntamiento de Madrid desató sus ukases contra mi valiente cochechito que no se metía con nadie, que contaminaba menos, a sus venerables 27 años, que muchos coches modernos y chanchipirulis mucho más potentes, y a mi pobre utilitario le habían condenado a no poder entrar ya en Madrid ni circular por la M-30, a pesar de que pasaba la ITV con nota. La gerontofobia de nuestros jóvenes líderes -que no saben que algún día ellos también tendrán canas- se nota en las leyes que jubilan a los grandes profesores, las leyes de suicidio asistido para matar a los viejos y las leyes para renovar el parque móvil. El santo y seña de lo oxigenado es ser joven, ser nuevo, ser imbécil, ser inútil...

Con pretextos medioambientales, conducir vuelve a ser un asunto de ricos porque para tener coches con la etiqueta C y una plaza de aparcamiento, hace falta un pastizal. El coche ha dejado de ser la ilusión de las clases medias del franquismo, cuando la gente se apuntaba a una lista para que le concedieran el derecho a comprarse un 600, y vuelve a ser un artículo de lujo.

Yo, dada mi naturaleza rebelde y mi fobia al poder, había conservado mi coche, por si algún día pedía para él la categoría de Vehículo Histórico, puesto que en agosto de 2025 cumplía 30 años de su primera matriculación. No ha sido posible; el otro día alguna de esas ratas inmundas que viven de parasitarnos a los demás, le robó el catalizador, que por lo visto es un robo muy frecuente ahora, porque la chorizada ha descubierto que en los catalizadores hay metales preciosos, y a esa caterva depredadora le da igual destrozarte el coche si pueden llevarse unos euros; imagínate, gente que roba el cobre de los cables que alimentaban en luz un hospital, lo que le pueden preocupar las congojas de los que no somos millonarios... Vamos, que la sabandija me dejó sin coche. Imagino que cuando ya no circule ningún coche porque todos se hayan quedado sin catalizador, los Dioses del Olimpo tomarán alguna medida, pero lo dudo, porque gente a la que le preocupa tantísimo la antiheteropatriarcalidad ecofeminista del pepinillo en vinagre o el impacto de género de la ducha teléfono, dudo que le desvele cualquier atisbo de realidad.
Así que con gran dolor de mi corazón ayer le dije adiós a mi cochecito, y sobre todo al recuerdo de los viajes que hemos hecho juntos... Era una máquina, era un cacharro, pero tenía algo humano, le había puesto nombre y cuando le pones nombre a las cosas, ya son algo menos cosas...
Ayer vino a recoger el coche el Sr. Paco, de un desguace -el coche llevaba tanto tiempo aparcado que se quedó sin batería- y me quedé asombrado por la soltura del tal Paco manejando la grúa y el coche, como si fueran fichas de dominó... ¡Allez, hop! Le dije adiós a mi coche, que a estas horas ya estará, pobriño, desguazado y chatarreado... Una etapa de la vida se ha cerrado, pero eso tampoco le importará a nadie, porque para los Dioses del Olimpo -léase la manga de mentecatos- nuestras vidas, nuestras cuitas, nuestros curros, nuestras hipotecas o nuestros coches carecen de importancia, y la niebla del incienso lo oculta todo... Imagínate si nuestros garrulos habituales van a entender el jeroglífico sentimental de Lamartine, "Objets inanimés avez-vous donc une âme, qui s'attache à notre âme et la force d'aimer ?"

martes, 20 de junio de 2023

¡La maldad de los franceses!


 Publica el diario ABC un artículo de Israel Viana cerca de cómo maltrataron los franceses a los republicanos españoles. Es un texto modélico acerca de cómo se crean o mantienen las leyendas negras, en este caso la leyenda negra antifrancesa en España. Debiera publicarse en papel amarillo, como la bilis.
En primer lugar, hay que englobar a todos los franceses en una etiqueta negativa y adjudicarles un prejuicio antiespañol. El titular es ejemplar al respecto: "Así trataron los franceses a los refugiados españoles en la posguerra: «Son tribus primitivas y sucias»".
No recuerdo haber oído en Francia hablar de España como de tribus primitivas y sucias, pero es posible que algún chiflado tuviese problemas con España igual que un tal Luis Zahera recogió un Goya diciendo que "siempre había querido matar un francés". Imagínate si algún periodista francés toma la noticia y publica en Le Figaro que los españoles quieren matar franceses... Es lo que pasa cuando se convierte alguna afirmación particular en categoría general, para denigrar.
El periodista nos aclara que "Los exiliados que cruzaron los Pirineos al final de la Guerra Civil, lejos [de] encontrarse una acogida cariñosa, fueron hacinados en campos de internamientos y tratados como «animales invasores, escoria y vándalos peligrosos»".
El artículo no insiste acerca de qué huía ese medio millón de españoles. ¿Por qué tantísimas personas lo dejaron todo, sus propiedades, sus tierras, su familia, metieron cuatro enseres en una maleta de cartón y se lanzaron sobre malos caminos a cruzar el Pirineo en pleno invierno? Hombre, a lo mejor les parecía mejor el vinagre franchute que las mieles de Franco, la gente es así de rara, se informa mal, se asusta sin necesidad, no entienden bromas como las ingeniosas intervenciones de Queipo de Llano en Radio Sevilla, aquello de que "Nuestros valientes legionarios han enseñado a los rojos lo que es ser hombres. De paso también a las mujeres de los rojos que ahora, por fin, han conocido hombres de verdad y no a castrados milicianos. Dar patadas y berrear no las salvará".
Fueron tan malos malísimos los pérfidos gabachos con los "republicanos" españoles, que el 98% del exilio español, terminada la II Guerra Mundial, se encontraba no en Gran Bretaña, ni en Estados Unidos ni en Suiza, sino en Francia, fijateee. Qué pésimo gusto tenían esos españoles, de verdad, que pudiendo volver a España con su familia, sus bienes y recuperar su trabajo, preferían la precariedad del transterrado, vivir en el infierno francés en lugar del paraíso español...
Quizá es que Franco dio una pista cristalina acerca de sus intenciones alentando que su amigo Adolf asesinara a miles de compatriotas españoles en Mauthausen y otros campos. No existen precedentes de que un Estado permita que sus aliados exterminen a sus compatriotas.
Ah, claro, que los rojos no eran españoles, siempre se me olvida...

domingo, 11 de junio de 2023

Fanatismo de sustitución


Leo en El País un artículo sobre las declaraciones de dos historiadoras que quieren descolonizar el museo de América. La destrucción de cualquier tipo de historia a manos de los ideólogos con sus leyendas negras a mano, no es más que el reflejo de la sustitución de unos prejuicios por otros. Se sustituyen las leyendas negras tradicionales contra los negros, los asiáticos o los colonizados por otras leyendas negras no menos absurdas contra los blancos, los europeos o los cristianos, un hecho que no es más que la expresión misma de la imbecilidad de nuestra especie. Lo primero que hicieron los cristianos cuando tras el Edicto de Milán dejaron de perseguirlos, fue convertirse en perseguidores de quienes les habían perseguido... Un día se denigra a los homosexuales y hoy todo heterosexual es sospechoso de homofobia; se minusvaloró a las mujeres y hoy todo varón es sospechoso de ser poco menos que un violador; otro día se perseguía a los judíos y luego a los que no son sionistas los llaman antisemitas. ¿Homo sapiens? ¡Menudo chiste! Homo imbecilis, más bien. Julián Juderías no daría abasto hoy día...

lunes, 12 de abril de 2021

Nuestra deuda con la II República


En breve, se cumplen noventa años de la proclamación de la II República. Albergo un inmenso respeto por quienes quisieron ver en la II República una esperanza de cambio. Y desde luego que hubo un cambio: cinco años y medio después de proclamarse, estallaba la más traumática de las guerras civiles. Un fracaso inmenso, que no permitían presagiar el talento y la energía de quienes, como Clara Campoamor, quisieron construir una república liberal y libre.
Hace unos años, vísperas de otro 14 de abril, tuve el honor de acompañar en el plató de la Hora Cultural a Carmen Martínez Pineda, autora del más extraordinario estudio sobre la Censura durante la II República, y resumí la verdadera aportación de aquel régimen a nuestro acervo político: nos enseñó lo que NO había que hacer y, en ese sentido, iluminó a los padres de la Transición.
Durante la II República:
-no hubo libertad de prensa.
-no hubo limpieza electoral.
-algunos partidos políticos estaban armados hasta los dientes, y la violencia "política" más sanguinaria no tuvo una respuesta adecuada.
No pensé en añadir que, además, no existió la libertad de culto; que se persiguió la religión católica durante la "revolución de Asturias" y que a raíz de la nada clara victoria del Frente Popular, se asesinaba a curas y monjas o se pegaba fuego a iglesias y conventos. El resultado de todo ello fueron la guerra civil y la interminable dictadura del general Franco.
Durante la Transición se garantizaron la libertad de culto, la libertad de prensa, la limpieza electoral -no creo que existan muchos países con más limpieza electoral que España- y los únicos violentos que tuvimos desde 1978 han sido los terroristas de Grapo y de la ETA -el FRAP se autodisolvió antes- unos grupúsculos de extrema derecha responsables de asesinatos como la matanza de Atocha y que se multiplicaron por cero tras el fracasado 23-F y otros grupos terroristas menores de corte nazionanista y de extrema izquierda como Terra Lliure o Resistenza Galega.
En consecuencia, podemos afirmar que debemos a la II República el habernos vacunado contra el extremismo y la violencia, contra la ausencia de libertad de prensa, contra los pucherazos electorales, contra la falta de libertad religiosa, contra la impunidad de los asesinos... El tiempo dirá si esa vacuna nos inmuniza para siempre.

domingo, 10 de enero de 2021

Carta abierta al Capitán Haddock

Le Crabe aux pinces d'Or
ed. 1976, pág. 16

Por un artículo de Olivier Delcroix, en Le Figaro, me entero de que ayer se cumplían ochenta años de tu aparición, mi querido capitán Haddock, en el suplemento "Jeunesse" de Le Soir, diario belga controlado en aquel momento por los nazis. Yo no leí esa versión, ni soy coleccionista de los antiguos tebeos de Tintín. Me gustan más las versiones que leí de niño, ya todas retocadas o redibujadas, que aquellas primeras viñetas...
¿Qué te podría decir, querido Capitán de los días en que has acompañado e iluminado mi infancia? ¿Qué te puedo contar de cómo te veo, de cómo me río, de cómo me conmuevo cuando pienso en ti?
De niño me he divertido mucho con tus misteriosas palabrotas que no insultos, tus Bachibouzouk, tus Mille Sabords, tus Moules à Gaufres, tus Tonerre de Brest, pero de mayor me interesas todavía más.
Le Crabe au Pinces d'Or fue mi primer contacto con el alcoholismo y su redención: tú, mi pobre capitán vivías sujeto a una botella, estabas borracho al fugarte del Karaboudjan, con Tintín; te emborrachaste de nuevo en el bote salvavidas, donde las musas perversas del alcohol te sugirieron quemar los remos; te emborrachaste en el hidroavión y le arreaste un tremendo botellazo a Tintín, provocando un accidente... Décadas más tarde un buen amigo me habló de la labor admirable de Alcohólicos Anónimos y descubrí a muchos hermanos tuyos, que se redimen todos los días diciendo las palabras mágicas "Hola, soy Laura, y soy alcohólica", "hola soy Manuel y soy alcohólico". Quizá lo más bello que hizo jamás Hergé fue contar tu historia, de cómo caído una y otra vez, te levantabas, querido Capitán, siempre a una sola copa de volver a recaer... Quizá también para Hergé, que no fue precisamente un héroe de la resistencia belga, tú venías a cristalizar lo que él era, un hombre con debilidades, y Tintín lo que quería ser, vete tú a saber...
Tintín a veces le parece demasiado perfecto a mi alma imperfecta, pero si por algo Tintín entrará en la Gloria será sin duda por ser amigo de sus amigos, por hacerlos mejores de lo que son: es el amigo de Tchang, de Zorrino, de los Dupond Dupont, del gran Tournesol, de Milou, pero, sobre todo, es tu amigo, Capitán. Es tu ángel bueno, que amablemente, sin soltarte sermones, te da el buen ejemplo y cuando le ofrecen una copa, contesta siempre "jamais d'alcohol, vous savez". Tintín, con verdadero amor, hace lo posible para ayudarte a vencer los demonios de tu adicción...
Y tú, Capitán, eres la única familia de Tintín, el señor mayor que de algún modo compensa en ese pobre huérfano eternamente joven la ausencia de padres, de hermanos o de un amor... Tintín ha llenado ese tremendo vacío familiar con el afecto que depara a sus amigos. ¿Y qué mejor hijo que aquel que se convierte en padre espiritual de sus mayores, convenciéndoles de comportarse bien?
Y, tú, mi Capitán, eres un hombre agradecido. Lo pudemos todos leer en Tintin au Tibet: ninguna obra de la literatura corriente puede expresar, como esa, toda la devoción y toda la lealtad que le has brindado a tu simpático redentor. Un San Pedro marítimo, aunque no pescador sigue a su Maestro a través de las cordilleras del Himalaya... Cuánto pudor, cuánto afecto, cuanto amor verdadero... Suena raro decirlo así, el gallo canta tres veces, pero tú, Haddock, sigues allí, junto a tu Tintín, protestando, refunfuñando, haces amago de marcharte, te marchas, pero al final siempre regresas y hasta estás dispuesto a cambiar tu vida por la suya. Eres el mejor amigo del mundo, Capitán, y un modelo para mí. Bon anniversaire, cher Capitaine, que Dios te bendiga y que cumplas muchos más, ¡mille sabords!

lunes, 5 de octubre de 2020

Un silencio atronador

Quino
La nación fantasma

Ocurre con frecuencia que observamos la existencia de naciones vivas con gobiernos fantasma; en España sucede lo contrario, tenemos un gobierno hiperactivo ante el que no existe una respuesta, una alternativa o siquiera una educada protesta. Ante la más grave amputación de nuestras libertades, ante unos pastores enloquecidos y ensoberbecidos, se ha impuesto el silencio de los corderos, que es el más ruidoso de los silencios, el silencio de una sociedad amedrentada o indiferente, de unos medios cómplices, de unas instituciones caducas... Ya no somos los actores de nuestra propia vida política, nos han dejado fuera de la función, no contamos, ni siquiera como público del gallinero... Nuestro silencio es el eco mudo de la muerte de las instituciones que pueden y deben amparar nuestras libertades: ¿dónde está el Rey? ¿Qué hacen los tribunales? Podemos añadir, ¿qué alternativa ha articulado la oposición a lo que nos gobierna? ¿Cómo es que los medios no destacan la ilegalidad bajo la que vivimos? España es una gran nación, una sociedad viva, pero una comunidad política muerta.

Medidas ilegales
Jairo Vargas (Público)

Cualquiera que, no digo que sepa derecho, sino que sepa leer, y entienda que existe una jerarquía normativa, puede comprobar por sí mismo repasando los artículos 19 y 55 de la Constitución la total ilegalidad de las medidas que se acaban de adoptar limitando el derecho de millones de madrileños a la libre circulación por el conjunto del territorio nacional. Algo que se suma a la ilegalidad del confinamiento general de marzo-junio que exigía la declaración del estado de excepción, y no el de alarma.


Ana García (Voz de Galicia)

 La humillación de las fuerzas del orden

 Esas medidas ilegales se traducen en coerción policial, aplicando un inicuo régimen de sanciones. Y siento una pena inmensa por los miembros de las fuerzas de seguridad, por los policías y guardias civiles a los que se obliga a aplicar normas ilegales. Cuando has dedicado toda tu vida a hacer cumplir la ley, a ponerte a la orden de los jueces, la mayor humillación que pueden hacerte es convertirte en agente de la opresión. Hoy nos multan, contra todo derecho; ¿qué harán mañana nuestros policías y guardias civiles cuando les ordenen disparar contra el pueblo, contra su propia gente? Porque la tiranía tiene muchos grados, y empieza cuando los gobiernos se saltan las leyes que han jurado cumplir; hoy nos atemorizan con multas, mañana, quizá, será a balazo limpio o a golpe de morteros. Vamos de cabeza a un régimen antidemocrático. Y al contrario de aquel personaje de George Lucas, podremos afirmar "así muere la libertad, con un atronador silencio".

viernes, 22 de mayo de 2020

Mi memoria histórica

Cada generación tiene su ración de desastres y horrores. Mi generación no vivió las Guerras Mundiales ni la Guerra Civil que traumatizaron a mis padres y abuelos. En cambio, le tocó vivir dos grandes desastres, el de la droga que arrasó tantos barrios y el terrorismo. Los niños de ahora no saben lo que era aquella España sin taquillas en las estaciones, con el conteo de atentados. Había varias bandas terroristas, el Grapo que destruyó California 47, donde yo iba a comer tortitas calientes y helados, y sobre todo estaba la ETA.
La ETA no hubiera sido más que una mancha de sangre en nuestra historia si no fuera por la estructura civil de aquellos desalmados que contaban en su Mordor natal con el apoyo de miles de orcos sanguinarios. Tenían su sindicato, sus curas, sus obispos, su periodico, Egin, y su partido, Herri Batasuna, hoy llamado Bildu.
Para mí Bildu es la ETA, son los amigos de ETA, los cómplices de ETA, los propios etarras reconvertidos, los que homenajean a los etarras. Cualquiera que se acerque con la mano tendida a esos asesinos, para mí, ha muerto. A mí me caía bien el obispo Munilla pero después de sus loas a la basura Setién, el obispo de ETA, Munilla ha muerto. Como han muerto todos los que siguen defendiendo a este gobierno.
Sabía que la Gran Sabandija había alcanzado otros acuerdos con la ETA. Que había firmado su primera victoria contra Rajoy -nada menos que la conquista del poder- con ayuda del escaño etarra. Que había firmado acuerdos de gobierno con ETA en Mordor y en Navarra.
Anteayer nos enteramos de un acuerdo tripartito ETA-PSOE-Podemos para reformar la reforma laboral a cambio de facilitar quince días más de estado de alarma. ¡Nuestro cautiverio colectivo ha contado con la ayuda de la ETA!

Yo no me olvido. Y para mí, todos los votantes socialistas que no renieguen de su partido y todos sus amigos en los medios, han muerto. No quiero saber nada de ellos. Que se vayan de mi vida. Yo, esta mañana, quiero recordar a los niños asesinados y heridos por la ETA, unos de tantos, los de Vic. Y quiero poner la foto de la rata inmunda que preside Bildu, el etarra Arnaldo Otegui, sujetando en sus manos empapadas de sangre el pacto firmado con el PSOE y Podemos.
Supongo que a la nueva generación, a los que no han vivido los años de plomo, estas palabras mias les parecerán incomprensibles porque la única verdad de esta vida es que los muertos se callan y sus asesinos pueden hablar.

lunes, 30 de diciembre de 2019

Españoles sin España, una esperanza

Fuente: ABC, artículo enlazado.

La identidad española sobrevivirá a la destrucción del Estado español.

Un artículo de ABC de hace cuatro años se hacía eco del hallazgo de una moneda de dos mil años de antigüedad, acuñada en Segovia, que llevaba las mismas siete letras de la vieja ciudad castellana. Y es que las cosas más arcanas a veces permanecen, en el duro metal de las monedas o en el durísimo acero de la memoria colectiva y heredada, superando el tráfago de los siglos... Tengo infinita simpatía por griegos, judíos y armenios que han demostrado a lo largo de dos milenios que las identidades podían sobrevivir a pesar de la destrucción de los Estados o de la persecución religiosa. La creación del Estado griego, en el siglo XIX, la independencia de la República de Armenia en 1991 o la creación del Estado de Israel en 1948,  tras los sendos genocidios experimentados por armenios y judíos, demuestran que la voluntad de permanencia supera con creces cualquier adversario cuando existe una base cultural o religiosa sólida. Y es que, como publiqué en alguna ocasión, el patriotismo es una historia de amor, y el amor permanece a pesar de todos esos odios que acompañan al nacionalismo.

La destrucción programada de España -me refiero al Estado español- con la anuencia y el aplauso de la España oficial y la complicidad de las autoridades políticas y judiciales europeas, no sé si se completará en esta legislatura o en las siguientes. Pero tengo fe y esperanza en los españoles, en la lengua española y en la identidad española que persistirá a pesar de que el Estado español es harto probable que acabe destruido por unos insensatos. Si el Estado español probablemente desaparezca en breve, España como realidad, sobrevivirá a todas las fantasías separatistas, a toda la locura de nuestras izquierdas, y a todas las divisiones de nuestras derechas.

Mi propio apellido tiene mil años y es muy anterior a la España unida de los Reyes Católicos, es de origen provenzal languedociano como demostró en un ya clásico artículo Aebischer, y surgió en el sur de Francia -quizá por la zona de Domezain- sin duda para denominar a lugareños que provenían de la península y cuyos descendientes regresaron a España como vasallos de los vizcondes de Bearn y de los reyes de Aragón...

Fuente: artículo a pie de página
He sentido una honda emoción, esta mañana, al leer un viejo artículo del Faro de Vigo que hablaba de unas monedas que yo desconocía, acuñadas en Sicilia durante el II siglo antes de Cristo, con la leyenda HISPANORUM. Fueron acuñadas por los descendientes de mercenarios hispanos que quisieron recordar su origen, en la lejana Sicilia. Gente oriunda de la Península mucho antes de que existiera nada parecido a un Estado español, quiso recordar su origen, su patria chica en un mundo en que no existían naciones sino ciudades e imperios.

Quizá este año que viene presida el Alcibíades socialista la destrucción del Estado español como lo conocíamos, o se inicie un nuevo proceso constitucional que acabe con la locura separatista respaldada por el desastroso modelo territorial. No lo sé. No soy optimista al respecto, porque el haber entregado la educación a los separatistas ha consistido en regalarles nuestro futuro. Pero nuestra lengua, tan perseguida en la España peninsular y en Baleares, sobrevivirá probablemente en las Américas, y nuestra identidad permanecerá. Millones de españoles con pasaporte extranjero se tomarán las uvas con otros relojes que no serán el de la Puerta del Sol, millones de extranjeros de origen español imitarán a aquellos magníficos republicanos que durante su largo exilio celebraban la Navidad añorando su patria natal, algo que plasmó Carlos Semprún en el título de su novela, L’An prochain à Madrid (1975), “El año que viene en Madrid”.

Os pongo un enlace (aquí) con la página donde podéis descargaros un fascinante artículo de Luis Amela Valverde sobre esas monedas sicilianas, por si fuera de vuestro interés.

jueves, 30 de agosto de 2018

Iglesia de los mejores, iglesia de las mujeres


También en el ámbito eclesiástico los mejores pueden ser mujeres
No es por tocar narices, pero cuando veo la gestión que del tema de la pederastia -algo residual pero real- hace mi Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana, me pregunto de verdad por qué se emperran esos sabios (?) varones en impedir que las mujeres sean sacerdotes. Estimo que no lo van a hacer peor que los varones, como ha sucedido en todos los ámbitos en que las mujeres hacen cosas antes reservadas al sexo feo.
Yo lo que sé es que las pocas parroquias que conozco están vivas gracias a señoras que no sólo van a Misa sino que mantienen viva toda la estructura parroquial participando en todo y ayudando a todos. Da la casualidad de que toda mi vida he trabajado con mujeres y para mujeres y he tenido más jefas que jefes, y que mis asesores espirituales y consejeros son personas del bello sexo, mira tú qué cosas, más razonables y mejores amigas que muchos tíos que conozco. No creo que la calidad del alma dependa de tener la próstata más gorda. Siempre he deseado para mi Iglesia y para cualquier organización humana que me interese mínimamente, que la dirijan los mejores. Y los mejores no tienen por qué oler a chotuno, también pueden oler bien. Si os fijáis, entre mujeres y mejores sólo hay una vocal.
Pero no hay peor sordo que el que no quiere oír, quien se cierra las trompas de Eustaquio para no oír las de Falopio, pensando que son las de Jericó...
 
La foto que ilustra estas líneas es la de un Sínodo sobre la Familia en el que participaron toda una serie de varones solteros y de cierta edad. No digo más.

domingo, 25 de febrero de 2018

Vuelta a casa


Tarde en la Biblioteca Nacional, recabando textos que usaré para mis propios trabajos. Escritos que se insertarán en mis escritos, citándolos, eso sí, que una cita no es un saqueo sino un homenaje y un reconocimiento. Nuestras obras son humildes ladrillos que se insertan en la gigantesca pirámide que empezó hace miles de años en un lugar de Mesopotamia… Pones un ladrillo que se apoya sobre otros y algún día alguien usará tu ladrillo para poner encima el suyo.
Hacía tiempo que no iba a la querida BN. Todos son amabilidad y sonrisa, las camareras, las guardias de seguridad, el personal de la Biblioteca del que faltan muchos que conocí, que se han jubilado; ahora son otros los que sirven los libros. Me hacen sentir en casa. Me da igual tener que pasar, por milésima vez el control de seguridad, el escáner, siempre el mismo rollo, supongo que necesario. Ya no es una obligación molesta, es un rito de paso, una estación del más gozoso de los viacrucis. Porque sin duda Dios estará en cada sonrisa, en cada hoja que cae de un árbol, en cada estrella del Cielo, en cada átomo del Universo; pero Dios está sobre todo en las Bibliotecas. Aunque viviera mil años y leyera un libro al día, no llegaría a leer ni una fracción de los libros que tienen aquí guardados... La Biblioteca representa el verdadero Cosmos, todo lo bueno, todo lo malo, todo lo que los hombres han escrito, versos penosos y versos admirables, toda clase de textos sagrados o perversos, las primeras ediciones de Mein Kampf, las obras de Sade, las cartas de amor de Marie Curie, los Elementos de Euclides, las obras de Salgari y las de Proust, manuales, diccionarios, guías técnicas, clásicos de ayer y hoy… ¡Todo! Y es una totalidad abierta. Todos los días llegan nuevos libros, las últimas novedades por vía del Depósito Legal, y ejemplares donados o comprados… Una Biblioteca en un país libre donde no existe la censura también representa la Libertad. Nadie es tan libre como un lector en una Biblioteca, decidiendo de todos los libros del catálogo cuál va a leer hoy… El santo de Asís se emocionaba ante la Creación, hermano sol, hermana luna, hermano lobo, hermana agua, hermana muerte, yo me emociono ante la Biblioteca, donde aguardan todas las creaciones posibles a que alguien las lea...
Hoy he estrenado un libro que ha esperado setenta años a que alguien lo leyera. Estaba intonso. Un libro de 1938. Setenta años o quizá menos –quizá es el fruto de una reciente donación- esperando en un anaquel a que alguien lo pidiera. Lo llevé al control para que allí despegaran las hojas. Mis dedos han recorrido esas páginas vírgenes. Olía todavía a tinta, no diré que fresca, y al polvillo que generan los minúsculos parásitos que barrenaron algunas hojas…
Si no me falla la memoria entré por primera vez en mi casa allá por el año 1995. Todavía me acuerdo del número de carné de aquel entonces... Hoy vi un montón de amigos y conocidos leyendo, concentrados en sus trabajos. Me gustaría tomarme un café con todos y cada uno, preguntarles qué hacen, qué escriben, qué preparan, pero no quiero molestarlos. Están tan maravillosamente concentrados en sus labores... Con otros te topas en el pasillo o son ellos los que te saludan, pero no les dices nada, ¡van a leer! ¡Les esperan sus libros!
No sé qué están estudiando o leyendo, pero la única cosa que puedes hacer por un estudioso es ¡dejarlo en paz!
¡Asombraros! En el tercer milenio todavía hay gente que lee, todavía hay gente que goza de ese milagro que permite que un autor que ya no existe si no es en la Gloria, se comunique con nosotros. Quevedo lo dijo mejor que nadie: Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos, oyendo con los ojos a los muertos.

Patriotismo: una historia de amor

El patriotismo es al nacionalismo lo que un koala a una hiena: ambos son mamíferos y tienen cuatro patas, pero ahí se acaba el parecido, o como sentenciaba el admirable Romain Gary, Le patriotisme c’est l’amour des uns, le nationalisme c’est la haine des autres. El nacionalismo es un monstruo conocido, al que los juristas, ensayistas e historiadores han dedicado ríos de tinta y por el que los nacionalistas han derramado océanos de sangre. Hablemos pues del patriotismo, que es algo bien distinto, puesto que consiste en una auténtica historia de amor.
El Diccionario de la Real Academia Española sólo ofrece dos acepciones de patriotismo, ambas congruentes, escuetas y muy interesantes si afilamos el lápiz. La primera es “Amor a la patria”. La segunda es “Sentimiento y conducta propios del patriota”. Así que el patriotismo es una historia de amor, y el amor exige una conducta porque obras son amores y no buenas razones.

El patriotismo es amor, decimos. ¡Pero hay muchos tipos de amor! Hay amores obsesivos, propios del que para amar necesita cargar al amado de cadenas. Ese sería el patriotismo de los que creen que amar a España consiste en esclavizarla.

Hay amores desesperados: el de quien profesa un amor que sabe imposible, como el infeliz desechado por su amor. Son los patriotas de las patrias perdidas en el tiempo, los exiliados que amaron la España a la que no pudieron volver, o los que, todavía hoy, aman la España de Franco o la de la II República, sin calibrar que el tiempo lo devora todo y el recuerdo de todo; que el amor es presencia y si no es presencia, es dolor.

Hay amores constructivos y sanos, el de quien busca crear una familia, entablar un proyecto, que sueña con compartir un amor, con amar y ser amado. Ese es el patriotismo inteligente de tantos millones de españoles que todas las mañanas salen a trabajar y darse de martillazo con la vida, que se casan, que tienen hijos y los crían y los quieren; que pagan sus impuestos, que se ocupan de sus padres mayores, que dedican su tiempo libre a los demás. España existe exclusivamente gracias a esos millones de españoles que dan sin contar, que sostienen nuestra sociedad, que edifican el presente. Y da exactamente igual que sean conscientes o no de que son patriotas, de que griten o no griten “¡Viva España!”. No por ello dejan de amar a España; y es que hay amores expansivos que vocean su esperanza y su entusiasmo por las plazas y por encima de los tejados, amores que ni pueden, ni quieren ni saben ocultarse; pero también hay amores tímidos y discretos, casi vergonzantes, pero no por ello menos intensos o menos auténticos.

El amor no tiene por qué ser exclusivo. Puedes amar a tu patria chica, a tu patria grande que es España, a tu patria enorme, la Hispanidad y a tu patria absoluta, la Humanidad. No son amores incompatibles, en absoluto. Sólo un mentecato puede pensar que no puedes amar a la vez Barcelona, Cataluña y España. ¡El amor es generoso!

Menos clara es la definición que nos da el mismo diccionario de la RAE de “patria”. La patria sería la “tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos” y en una segunda acepción, el “lugar, ciudad o país en que se ha nacido”. Así, en patria confluyen dos realidades, lo que viene dado y no podemos cambiar —allí donde nos nacieron— y los afectos o sentimientos que tengamos al respecto.

El patriota español es el español que ama a España. Que la patria sea una condición dada, anterior, como el lugar del nacimiento, explica que no llamemos compatriotas a quien ama a España sin ser español, como los hispanistas, maravillados desde hace siglos por nuestro ser, nuestras letras o nuestra historia, o como los millones de turistas que nos visitan y vuelven todos los años. Nos quieren, pero no los llamamos compatriotas porque no son españoles de condición, aunque sin duda muchos de ellos merecerían serlo.

Si compañero es, etimológicamente, quien comparte el pan conmigo, entonces compatriota será quien comparte patria conmigo. Pero mi compatriota no tiene por qué ser patriota. Muchos de nuestros compatriotas no son patriotas. Al contrario, muchos españoles odian serlo y los peores son los separatistas. Si el patriotismo es una historia de amor, el separatismo es un relato de odio, en estado puro. Es la peor forma de odio, la del que se odia a sí mismo y aborrece aquello que le vincula a los demás. El separatista no quiere que le demos algo a él sino que pretende quitárnoslo a todos; el único derecho que reivindica consiste en despojarnos de los nuestros sobre territorios que él considera suyos en exclusiva. El separatista es idéntico al chiflado que roba un cuadro de un museo, donde él también lo puede ver y disfrutar como todos los demás, y se lo lleva a su casa para ser él el único en contemplarlo. Su placer consiste precisamente en privarnos a los demás de ese derecho; y, por lo tanto, no debemos permitírselo. Nunca.

Publicado en El Español el 05.06.2017

lunes, 29 de mayo de 2017

Madrid ignora a Julián Juderías


El Ayuntamiento de Madrid,  envuelto en sus harapos, desprecia cuanto ignora; así que el Consistorio madrileño, con los votos de Ahora Madrid, Ciudadanos y Psoe ha ignorado en bloque las distintas propuestas acerca del callejero efectuadas por el grupo municipal del Partido Popular. Algunas de esas propuestas eran muy interesantes, como la que pretendía recordar la egregia figura de Julián Juderías (1877-1918), el autor de La Leyenda Negra, un ensayo sobre la imagen negativa de los españoles, que ha disfrutado de inaudito y prolongado éxito —los ensayos son el género más perecedero del mundo editorial— y que, por desgracia, no parece haber perdido un ápice de actualidad a pesar del tiempo transcurrido: los españoles seguimos mirando nuestro propio pasado con ojos deformados por una visión sesgada y negativa, basada en datos erróneos. El clásico de Juderías iniciaba una nueva disciplina, la imagología, y  es quizá el primer trabajo en hacer hincapié en el mensaje y no en el mensajero.

De este modo, los madrileños hemos perdido —¿hasta cuándo?—la oportunidad de corregir uno de los olvidos más escandalosos y sangrantes del callejero de la capital. Para más Inri, el año que viene se cumple un siglo de la muerte de don Julián y este mismo año se conmemora  el centenario de la segunda edición de su clásico, que es el texto que desde entonces se reproduce, y que suponía una gran ampliación sobre la primera edición, de 1914. Una ocasión perdida, sí, y quizá no se presente otra.

Ya que parece imposible que la patria chica de Juderías , la ciudad donde nació y murió, le dedique una calle o siquiera una placa, quizá la administración regional pueda o sepa recordar su nombre para bautizar una escuela, o una estación de metro; quizá su patria grande, España, y su patria enorme, la Hispanidad, sepan honrar de algún modo, en el próximo centenario de su muerte, a uno de nuestros más distinguidos regeneracionistas, que ha dejado una obra impresionante en el ámbito de la sociología y de la historia, amén de valiosas traducciones e interesantes estudios literarios.

Si Julián Juderías levantara la cabeza, dudo que le preocupara el nulo interés de Madrid y España por uno de sus hijos más ilustres. En cambio se alegraría de que, en gran parte gracias a estudios suyos como Los tribunales para niños: medios de implantarlos en España (1910), existan hoy día los Juzgados de Menores. Juderías murió pocos meses antes de que se aprobara la ley que creaba un marco jurídico específico para los menores (1918).

A Juderías le preocuparía mucho más que Occidente siga aceptando la prostitución y el tráfico de personas. Recordemos que combatió incansablemente esa forma de esclavitud por medio de libros, folletos y campañas. En cambio, los inmensos progresos realizados en España en el ámbito laboral y social le habrían maravillado especialmente a él, vinculado durante media vida al Instituto de Reformas Sociales, el gran laboratorio de medidas sociales de la Restauración. Feminista a machamartillo, Juderías estaría encantado de saber el papel que desde hace un siglo ha ido conquistando la mujer española, en todos los ámbitos. Él escribió que el feminismo “se convertirá, a no dudarlo, en uno de los factores más poderosos del progreso, y nada tendría de extraño que después de ser nosotros deudores de la mujer por tantos conceptos, le debiésemos una libertad más o, a lo menos, un nuevo aspecto de la libertad”.

Recordemos que, como historiador, algunos trabajos suyos fueron rompedores, y no sólo su famoso ensayo negrolegendario. Por ejemplo su España en tiempos de Carlos II fue calificada por la Revue de Synthèse Historique —origen de la Escuela de los Annales— con estas palabras: “hay que agradecerle [al Sr. Juderías] haber planteado la cuestión como había que hacerlo, rompiendo claramente con la historia biográfica y política. Ha emprendido una obra de síntesis nunca hasta ahora intentada y que creemos que aclara mucho la historia del siglo XVII español”.

Siempre pionero e innovador, le debemos estudios monumentales acerca de los más vulnerables, aquellos de los que nadie habla, los ignorados, la infancia delincuente, las prostitutas. Como buen regeneracionista, al lado de la exposición desapasionada de la realidad que estudiaba, proponía algún remedio: fue, por ejemplo, autor del primer ensayo sobre lo que hoy llamamos “microcréditos”.


En cualquiera de los casos, la mejor forma de tributar un homenaje a Julián Juderías consiste en leerlo.  Muchos lo leen, sin saberlo, en las obras de sus innumerables plagiadores e imitadores, cada vez que hojean las páginas de un refrito sobre la imagen de España o Gibraltar. De los libros de Juderías que hoy se encuentran en el mercado, La Leyenda Negra sigue siendo imprescindible. Leamos al menos ese admirable estudio, como grata expiación de la ignorancia municipal, y aprendamos a querernos un poquito más.