El estudio del pasado sólo tiene interés si permite comprender mejor el presente. Pero claro, para acordarse del pasado, hay que ejercer la memoria y hay mucho personal olvidadizo que necesita urgentemente rabos de pasa.
En la entrada anterior mencionaba, cogiendo como ejemplo lo sucedido con Cristo, cuán voluble es el público en sus amores, sobre todo cuando la opinión publicada no hace los deberes para recordarle las cosas.
Un buen ejemplo de esa desmemoria es la asombrosa trayectoria de Mitterand. François Mitterand a cuyo lado Maquiavelo y Montesquieu venían a ser los primos tonticos del pueblo, era un hombre de derechas que aspiró y consiguió liderar la izquierda y tomó el poder en virtud de la histórica puñalada de Chirac a Giscard en las elecciones del 81. La puñalada dictada por el afán de protagonismo es una vieja costumbre de la derecha, por cierto, basta ver lo sucedido en Asturias, sin ir más lejos, donde abundan más los cuchillos cachicuernos que los puñales dorados.
En la entrada anterior mencionaba, cogiendo como ejemplo lo sucedido con Cristo, cuán voluble es el público en sus amores, sobre todo cuando la opinión publicada no hace los deberes para recordarle las cosas.
Un buen ejemplo de esa desmemoria es la asombrosa trayectoria de Mitterand. François Mitterand a cuyo lado Maquiavelo y Montesquieu venían a ser los primos tonticos del pueblo, era un hombre de derechas que aspiró y consiguió liderar la izquierda y tomó el poder en virtud de la histórica puñalada de Chirac a Giscard en las elecciones del 81. La puñalada dictada por el afán de protagonismo es una vieja costumbre de la derecha, por cierto, basta ver lo sucedido en Asturias, sin ir más lejos, donde abundan más los cuchillos cachicuernos que los puñales dorados.
Pero volvamos al bueno de Fransuá... Éranse que se eran los primeros meses de la Quinta República francesa, nacida de la tragedia argelina. Mitterand
tenía a sus espaldas un pesado pasado de relaciones con Vichy y amistades
ultraderechistas; un pasado inmediato de gran capitoste de la Cuarta República
-fue once veces ministro en distintos gobiernos- y un muy horrible pasado -que ahora descubren algunos asombrados como si fuera el virgo de Visanteta- como ministro de Justicia en plena guerra de Argelia: guillotina, linda guillotina, guillotina, yo te engrasaré... El bueno de Fransuá necesitaba urgentemente un remozado de fachada y un tal Pesquet, antiguo diputado, se puso en
contacto con él y le ofreció nada más y nada menos que llevar a cabo un
atentado falso para relanzar su popularidad. Mitterand no se mojó pero
se dio por enterado del oportuno aviso y no dió parte a la policía... Cuando llegó el día acordado, los "terroristas"
dispararon contra el coche vacío de Miterrand quien se había refugiado
en los jardines del Observatoire.
Mitterand se convirtió en héroe
nacional y al cabo de unos días, todos alababan su valor físico y su
habilidad al haber esquivado las balas de los pistoleros. Mas hete aquí
que el tal Pesquet reveló que el atentado era un farol, que lo había
montado de acuerdo con Mitterand como probaban unas cartas que el propio
Pesquet se había remitido a sí mismo, con detalles del atentado y que hizo abrir por un fedatario.
Así que Pesquet, en realidad, lo
que parecía perseguir y desde luego consiguió, al menos durante varios años, fue acabar con
la carrera de Mitterand, desacreditándolo. En pocas horas, don Fransuá pasó de la condición de glorioso héroe revestido por la coraza luminosa del valor a
la de asqueroso gusano vilipendiado. Dicen sus biógrafos que
la única vez en que llegó a pensar en el suicidio, fue durante aquellos
días...
No diré que Mitterand fuera inocente: había mentido al juez y tuvo que
tragarse sus palabras, pero también era víctima. Pensaba engañar al
público y el engañado fue él: su supuesto cómplice era su peor enemigo. Su situación moral es la de la víctima del timo de la estampita, que es cualquier cosa menos inocente, pero a la que le han
birlado los cuartos...
Moraleja: si te pasas de listo, acabarás escabechado.
Moraleja: si te pasas de listo, acabarás escabechado.
Mi admirado Luís.
ResponderEliminarGracias no por refrescarme la memoria, si no por darme una lección de historia que desconocía absolutamente.
Me se mejor la española.
Pienso que si el Sr. Mitterand, no sabía de la naturaleza enemiga y ladina de su "consejero", o si no tenía a alguien a su lado para avisarle " ojo con este listo que va a por ti"
¡¡¡Con la de asesores que tienen nuestros gobernantes!!!!.
Esto, me trae a la memoria dos cosas, una es un cuento de cuando yo era pequeñita, y decía la moraleja "ciertas amistades son peligrosas".
La segunda es que mi madre me advirtió "no te fíes de nadie". Pues eso.
Un abrazo
Mª Jesús
Pues no tenía ni idea de este suceso.
ResponderEliminarDescribe muy bien al personaje.
¿Qué no daría un Rubalcaba, por una jugada parecíida? ¿Y el anterior Presidente? ¿a cuantos conocemos que venderían su alma al diablo por un atentadillo de nada?
Pues te has quedado corto mi querido tocayo. El tal Fransuá tiene otra anterior que riéte tú de Fantomas.
ResponderEliminarHe de recordar, recuperar, y enviarte la aventura milonguera de su huída alucinante (literalmente), de sus perseguidores vichistas cuando ostentaba la Dirección General de Prisioneros de Guerra en el régimen del Marechal, y accedió a ser admitido en la Resistencia.
Esa es de novela. Con un episodio de huída a través de los tejados y recalada en un cafetín, cuya dueña por cierto desmintió rotundamente el relato de nuestro Fransuá el Temerario.
Como se dice bajo El Carbayón, "pa'mear y no'char gota"