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Las cigüeñas de Dumbo... |
En París es donde nacen los niños, en la Fábrica de la Cigüeña. Normalmente a las cigüeñas los catalanes les salen igual de bien que los madrileños, los congoleños o los esquimales. Cuando les sale mal un catalán, hop, lo tiran al muladar. Y ahí, por degeneración espontánea, surge un pequeño monstruo, el catetalán, que habla raro, sólo dice gilipolleces y tiene cuentas numeradas en paraísos fiscales.
La gran pregunta: ¿cómo conseguir que el catetalán nazca como los demás catalanes? ¡A las cigüenas no las puedes engañar! ¡Son buenas y sabias! Saben perfectamente la diferencia entre un catalán y un catetalán...
El secreto está en el Buitre Desplumado. Un buitre mu feo y mu malo, que de vez en cuando se hace pasar por cigüeña, para vengarse de Dios que lo hizo Buitre y no Cigüeña, que todavía no hay operaciones de cambio de género entre las aves del Cielo.
Y así, padres inocentes crían y quieren al niño que les deja el Buitre, pensando que es un catalán genuino de primera calidad como el de su cuñada o el de su vecino del tercero. Y el niño crece y se desarrolla y los padres no entienden bien qué pasa, por qué el niño les suelta discursos, les acusa de darle pocos potitos y luego los roba en la nevera, y los esconde en el salón debajo de su sofá diferencial, al que llama Suiza...
Y el catetalancito piensa, emocionado, que algún día podrá independizar su sofá dentro del salón y comerse él solo los cientos de potitos caducados que ha ido robando en la nevera...
Y colorín colorado, este cuento no sé si ha terminado.
O a lo mejor, como dice mi amiga Rosa, no ha hecho más que empezar...
O a lo mejor, como dice mi amiga Rosa, no ha hecho más que empezar...
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