Seguimos hablando de la abdicación de don Juan Carlos y del advenimiento de Felipe VI, uno de cuyos títulos es el de Católico, otorgado por Alejandro VI (el Papa Borgia de la Leyenda Negra) a doña Isabel y don Fernando, y renovado en 1517 por León X en la persona de Carlos I. Don Felipe y doña Letizia serán, desde el momento de su proclamación, Sus Católicas Majestades.
España sigue siendo profundamente cristiana
Puede llamar la atención, ahora que está de moda el laicismo que un jefe de Estado sea Católica Majestad. En el Reino Unido la reina Isabel II es Defensora de la Fe y cabeza de la Iglesia Anglicana, y no pasa nada.
Lo que sí es cierto es que España ya no es el país en que Alfonso XIII leía la consagración de nuestra patria al Sagrado Corazón de Jesús, en el mismo Cerro de los Ángeles que sería "fusilado" volado y desmontado sólo 17 años más tarde por los milicianos de la cristofobia.
Ciertamente, la Casa Real ha conservado algunas prerrogativas de tipo religioso como la ofrenda al Apóstol que se celebra en Santiago, el día del santo, o mantiene tradiciones como el uso del palio.
No diremos como Azaña en 1931 que España ha dejado de ser católica a lo largo de los 39 años de reinado de don Juan Carlos, porque no es verdad. Todas nuestras instituciones, incluso las que parecen más alejadas de nuestra fe, nacen de la cultura cristiana, que en España lo empapa todo hasta el punto de que hay ateos confesos que se reconocen como de cultura católica. Los españoles siguen siendo generosos y solidarios, como quedó manifiesto en los terribles momentos del 11-M, en que el pueblo español mostró lo que es y lo que podría llegar a ser. España sigue siendo el país del mundo más entusiasta a la hora de donar órganos gratuitamente y la vivísima indignación que causan en la población española los casos de corrupción que se conocen indica que no todo está perdido, que esta gran nación no se ha prostituido ni malbaratado, que existe una esperanza de renovación y purificación de los hábitos políticos, porque en su inmensa mayoría los españoles siguen siendo el pueblo honrado y trabajador que han sido a lo largo de los siglos y no se han dejado desmoralizar en todos los sentidos que entraña la palabra.
España es menos católica
España sigue siendo profundamente cristiana
Puede llamar la atención, ahora que está de moda el laicismo que un jefe de Estado sea Católica Majestad. En el Reino Unido la reina Isabel II es Defensora de la Fe y cabeza de la Iglesia Anglicana, y no pasa nada.
Lo que sí es cierto es que España ya no es el país en que Alfonso XIII leía la consagración de nuestra patria al Sagrado Corazón de Jesús, en el mismo Cerro de los Ángeles que sería "fusilado" volado y desmontado sólo 17 años más tarde por los milicianos de la cristofobia.
Ciertamente, la Casa Real ha conservado algunas prerrogativas de tipo religioso como la ofrenda al Apóstol que se celebra en Santiago, el día del santo, o mantiene tradiciones como el uso del palio.
No diremos como Azaña en 1931 que España ha dejado de ser católica a lo largo de los 39 años de reinado de don Juan Carlos, porque no es verdad. Todas nuestras instituciones, incluso las que parecen más alejadas de nuestra fe, nacen de la cultura cristiana, que en España lo empapa todo hasta el punto de que hay ateos confesos que se reconocen como de cultura católica. Los españoles siguen siendo generosos y solidarios, como quedó manifiesto en los terribles momentos del 11-M, en que el pueblo español mostró lo que es y lo que podría llegar a ser. España sigue siendo el país del mundo más entusiasta a la hora de donar órganos gratuitamente y la vivísima indignación que causan en la población española los casos de corrupción que se conocen indica que no todo está perdido, que esta gran nación no se ha prostituido ni malbaratado, que existe una esperanza de renovación y purificación de los hábitos políticos, porque en su inmensa mayoría los españoles siguen siendo el pueblo honrado y trabajador que han sido a lo largo de los siglos y no se han dejado desmoralizar en todos los sentidos que entraña la palabra.
España es menos católica
Sí es cierto, en cambio, que en España hay una crisis permanente entre la fe que las personas afirman de puertas afuera y la coherencia con que la viven de puertas adentro, o, si preferís, entre los arranques de un momento y la vida diaria. De ahí que hayamos pasado de ser una nación mayoritariamente católica, joven y con familias numerosas, a un país que aborta igual o más que sus vecinos, y que como tantos estados europeos ha iniciado su climaterio demográfico. Somos un país de viejos, en que la población oriunda será sustituida por los hijos de inmigrantes con otra cultura y otro credo. La Casa Real no parece haber permanecido al margen de los hechos.
Aunque todos y cada uno de los príncipes se hayan casado dentro de la Iglesia Católica y hayan bautizado a sus hijos, no debemos hacernos excesivas ilusiones acerca de la coherencia de su vida íntima con los requisitos de su fe. El divorcio de doña Elena no es esencialmente distinto al de tantos otros ciudadanos españoles, es un signo de los tiempos...
La importancia de los símbolos
La importancia de la religión en un asunto político como la monarquía es fundamental, que por eso la corona real viene rematada por una Cruz. No se trata de volver al viejo concepto del Altar y del Trono, unidos por los siglos de los siglos, sino de aceptar que el prestigio nace de elementos que nada tienen que ver con lo racional. Una monarquía que se basara sólamente en textos constitucionales, duraría menos de diez minutos. El prestigio de la monarquía nace de los cuentos que nos contaron de niños: ¡las niñas quieren ser princesas! y la primera imagen de la monarquía que tenen los niños son los Reyes Magos...
Si pretendemos racionalizar en exceso una institución como la Monarquía, la mataremos seguro. Y tenemos que mantener cierta distancia con los monarcas para que conserven algo de misterio. España es la Sevilla donde los Seises le bailan al Santísimo o se celebra el Rocío, es el Misterio de Elche, es la Catedral de Valencia con su Santo Cáliz, el Monasterio de San Juan de la Peña y Nuestra Señora de Europa, bendiciendo el Mediterráneo desde su santuario de Gibraltar...
Aunque todos y cada uno de los príncipes se hayan casado dentro de la Iglesia Católica y hayan bautizado a sus hijos, no debemos hacernos excesivas ilusiones acerca de la coherencia de su vida íntima con los requisitos de su fe. El divorcio de doña Elena no es esencialmente distinto al de tantos otros ciudadanos españoles, es un signo de los tiempos...
La importancia de los símbolos
La importancia de la religión en un asunto político como la monarquía es fundamental, que por eso la corona real viene rematada por una Cruz. No se trata de volver al viejo concepto del Altar y del Trono, unidos por los siglos de los siglos, sino de aceptar que el prestigio nace de elementos que nada tienen que ver con lo racional. Una monarquía que se basara sólamente en textos constitucionales, duraría menos de diez minutos. El prestigio de la monarquía nace de los cuentos que nos contaron de niños: ¡las niñas quieren ser princesas! y la primera imagen de la monarquía que tenen los niños son los Reyes Magos...
Si pretendemos racionalizar en exceso una institución como la Monarquía, la mataremos seguro. Y tenemos que mantener cierta distancia con los monarcas para que conserven algo de misterio. España es la Sevilla donde los Seises le bailan al Santísimo o se celebra el Rocío, es el Misterio de Elche, es la Catedral de Valencia con su Santo Cáliz, el Monasterio de San Juan de la Peña y Nuestra Señora de Europa, bendiciendo el Mediterráneo desde su santuario de Gibraltar...