Vuelvo a ocuparme de mi blog

De paso recupero artículos míos en los desaparecidos portales suite101.net y asturiasliberal.org o artículos borrados de la versión electrónica de abc, preservados por archive.org o por la memoria caché de google.

LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

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martes, 3 de junio de 2014

Sus Católicas Majestades Felipe VI y doña Letizia


Seguimos hablando de la abdicación de don Juan Carlos y del advenimiento de Felipe VI, uno de cuyos títulos es el de Católico, otorgado por Alejandro VI (el Papa Borgia de la Leyenda Negra) a doña Isabel y don Fernando, y renovado en 1517 por León X en la persona de Carlos I. Don Felipe y doña Letizia serán, desde el momento de su proclamación, Sus Católicas Majestades.

España sigue siendo profundamente cristiana
Puede llamar la atención, ahora que está de moda el laicismo que un jefe de Estado sea Católica Majestad. En el Reino Unido la reina Isabel II es Defensora de la Fe y cabeza de la Iglesia Anglicana, y no pasa nada.
Lo que sí es cierto es que España ya no es el país en que Alfonso XIII leía la consagración de nuestra patria al Sagrado Corazón de Jesús, en el mismo Cerro de los Ángeles que sería "fusilado" volado y desmontado sólo 17 años más tarde por los milicianos de la cristofobia.
Ciertamente, la Casa Real ha conservado algunas prerrogativas de tipo religioso como la ofrenda al Apóstol que se celebra en Santiago, el día del santo, o mantiene tradiciones como el uso del palio.
No diremos como Azaña en 1931 que España ha dejado de ser católica a lo largo de los 39 años de reinado de don Juan Carlos, porque no es verdad. Todas nuestras instituciones, incluso las que parecen más alejadas de nuestra fe, nacen de la cultura cristiana, que en España lo empapa todo hasta el punto de que hay ateos confesos que se reconocen como de cultura católica. Los españoles siguen siendo generosos y solidarios, como quedó manifiesto en los terribles momentos del 11-M, en que el pueblo español mostró lo que es y lo que podría llegar a ser. España sigue siendo el país del mundo más entusiasta a la hora de donar órganos gratuitamente y la vivísima indignación que causan en la población española los casos de corrupción que se conocen indica que no todo está perdido, que esta gran nación no se ha prostituido ni malbaratado, que existe una esperanza de renovación y purificación de los hábitos políticos, porque en su inmensa mayoría los españoles siguen siendo el pueblo honrado y trabajador que han sido a lo largo de los siglos y no se han dejado desmoralizar en todos los sentidos que entraña la palabra.

España es menos católica
Sí es cierto, en cambio, que en España hay una crisis permanente entre la fe que las personas afirman de puertas afuera y la coherencia con que la viven de puertas adentro, o, si preferís, entre los arranques de un momento y la vida diaria. De ahí que hayamos pasado de ser una nación mayoritariamente católica, joven y con familias numerosas, a un país que aborta igual o más que sus vecinos, y que como tantos estados europeos ha iniciado su climaterio demográfico. Somos un país de viejos, en que la población oriunda será sustituida por los hijos de inmigrantes con otra cultura y otro credo. La Casa Real no parece haber permanecido al margen de los hechos.
Aunque todos y cada uno de los príncipes se hayan casado dentro de la Iglesia Católica y hayan bautizado a sus hijos, no debemos hacernos excesivas ilusiones acerca de la coherencia de su vida íntima con los requisitos de su fe. El divorcio de doña Elena no es esencialmente distinto al de tantos otros ciudadanos españoles, es un signo de los tiempos...

La importancia de los símbolos
La importancia de la religión en un asunto político como la monarquía es fundamental, que por eso la corona real viene rematada por una Cruz. No se trata de volver al viejo concepto del Altar y del Trono, unidos por los siglos de los siglos, sino de aceptar que el prestigio nace de elementos que nada tienen que ver con lo racional. Una monarquía que se basara sólamente en textos constitucionales, duraría menos de diez minutos. El prestigio de la monarquía nace de los cuentos que nos contaron de niños: ¡las niñas quieren ser princesas! y la primera imagen de la monarquía que tenen los niños son los Reyes Magos...
Si pretendemos racionalizar en exceso una institución como la Monarquía, la mataremos seguro. Y tenemos que mantener cierta distancia con los monarcas para que conserven algo de misterio. España es la Sevilla donde los Seises le bailan al Santísimo o se celebra el Rocío, es el Misterio de Elche, es la Catedral de Valencia con su Santo Cáliz, el Monasterio de San Juan de la Peña y Nuestra Señora de Europa, bendiciendo el Mediterráneo desde su santuario de Gibraltar...


sábado, 7 de mayo de 2011

Saber creer

Madrid amaneció hoy castigado sin su cielo azul. Ayer decían los sabios que iba a llover mucho, muchísimo. No se han colado del todo, sólo han errado en la hora: a las siete la ciudad se desperezaba bajo un cielo blanco y sucio y hace media hora que empezó el prometido diluvio. En mañanas como esta es cuando vienen los nubarrones íntimos a perturbar la luz interior, y durante unos segundos te da por pensar, manía funestísima de la que siempre es preferible huír.

Aprender a creer
Cuando éramos niños, Papá y Mamá tenían las respuestas, y lo sabían todo; más tarde, para las dudas, estaban los Profesores. Luego creces, la vida se lleva por delante cualquier tipo de seguridad y te das cuenta de que el mar es muy grande, tu barquita muy pequeña y que hace ya mucho tiempo que te quedaste sin anclas. De repente ya no sabes creer. La vida es muda, Dios no contesta. Frotas todas las lámparas buscando genios consejeros, agotas las plegarias, esperas milagros... Pero estás solo, o crees que estás solo.
Desde San Anselmo, cuántos no habrán  reflexionado acerca del Salmo 14,1: Piensa el necio en su interior: "No hay Dios". Bueno, se puede ser muy sensato y muy ateo. Pero en realidad el sensato es el que sabe que la creencia en las cosas importantes -no digamos en Dios- exige un acto de fe, es un triple salto mortal en el vacío.

La ceguera que ilumina
Si te ennovias y te casas, tienes que tener fe en ella o en él, tienes que tener fe en la familia en la capacidad para superar los malos ratos y los tragos amargos. Si inicias unos estudios, si te preparas para una profesión, tienes que tener fe en el sistema económico y en que habrá un futuro para ti. También sabes que puedes llevarte una decepción; pero te arriesgas.
Todo lo importante es cuestión de fe,  la fe es un motorcito que nos permite levantarnos por la mañana y salir a currar o a estudiar porque nos imponemos una obligación: sobrevivir, pagar las facturas. Sin fe en el futuro, no hay presente posible, y la ceguera de la fe nos permite sobrevivir a la realidad, y, además, cambiarla.

El pesimismo es la puerta del fracaso
Os voy a confesar algo: soy un tío raro. Por lo menos en España. Y digo que soy un tío raro porque me confieso demócrata y liberal -debemos quedar tres o cuatro- lo cual no me obliga a gran cosa como no sea pensar que no sólo los demás existen sino que también tienen derecho a existir. ¡Fijatee! Eso significa que creo que la gente es capaz de lo mejor -no solo de lo peor- y que se pueden cambiar las cosas ¡e incluso mejorarlas! Vamos, un revolucionario para lo que se estila hoy día.
El espíritu democrático nace del optimismo, y el optimismo es esencialmente cristiano y por lo tanto occidental; en cambio el fatalismo y el pesimismo son las dos caras de una misma moneda llamada fracaso. El fracaso tiene muchos nombres: socialismo, integrismo, conservadurismo, prohibicionismo; son las doctrinas del miedo. No existe mejor forma de fracasar que renunciar al éxito, que pensar que el fracaso es nuestro destino. Todos los que interiorizan leyendas negras, los que se creen la propaganda negativa, acaban poniéndose ellos mismos la zancadilla, como los eternos perdedores de su provia vida que se obstinan en decir "no podré" y... ¡acaban dándose la razón!
Eso ocurre en el amor: hoy día muchas parejas creen -porque se lo han dicho y lo han interiorizado- que la ruptura y la disolución del amor están en la naturaleza de las cosas. La verdad, es que cuando te lo repiten un número suficiente de veces supongo que te crees cualquier cosa: la base de cualquier creencia, positiva, negativa o del Atleti es la repetición y la autoargumentación. La conclusión del pesimismo es la muerte: los niños troceados en la barriga de sus madres, un país de solteros y amargados, plagado de viejos; un país sin esperanza.
 
El enemigo del espejo
Apuestas por tu vida, por tu amor, por tu fe o bien apuestas contra tu vida, contra tu amor, contra tu fe. Todo es irreal pero lo convertimos en real en virtud de nuestras creencias, hasta el punto de que no resulta difícil incurrir en el solipsismo y pensar que nada existe fuera de uno mismo. Y el solipsismo es un error. La vida es lucha, luego no estamos solos. Al final debes pelear, a muerte; si quieres ver a tu adversario, búscate un espejo.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Napoleón no existió, la ciencia lo demuestra


Los debates entre fe y ciencia suelen nacer de la incomprensión de los límites respectivos del conocimiento

¿Necesito a Dios para hacerme el café?
Esta mañana me tomé un café como me gusta, solo, negro y abundante. Puse agua en la cafetera, no la puso Dios. Puse café molido en el filtro, no lo puso Dios. El café salió humeante de su filtro y se derramó en la jarra. No lo puso Dios. Conclusión: Dios es innecesario para hacerme un café.
Eso sí, podría añadir que el café sabía como Dios y que como todas las mañanas di gracias a Dios por todo, incluido por el café.
Leo en la portada del ABC electrónico que Stephen Hawking, el famoso genio inglés, ha descubierto que Dios no figura en ninguna fórmula de la física cuántica, nuclear, subatómica o miramebiana. Efectivamente, el conocimiento de Dios es perfectamente innecesario para explicar cómo se forman las estrellas, al igual que es perfectamente prescindible para explicar cómo me hago el café.

La Ciencia y la cocina
Las fórmulas de los científicos son, básicamente, recetas de cocina; la Ciencia trabaja con los hechos y le gusta aquello que es comprobable y repetible. A veces incluso consiguen una teoría para explicar los hechos. El científico es como al Hannibal Smith del Equipo A, le gusta que los planes salgan bien, y que los huevos fritos no se agarren a la sartén.
¿Por qué saben los científicos que los gases se licuan a medida que desciende la temperatura y vamos alcanzando el cero absoluto? Porque siempre que se ha hecho, es exactamente lo que ha sucedido. Una y otra vez. Que se trate de un gas noble o proletario, si consigues robar energía al gas -es decir, enfriarlo- el gas se licua.
¿Por qué no cocemos un pollo durante tres días a fuego alto ni durante diez minutos a fuego bajo? Porque la experiencia demuestra una y otra vez, siempre, que en el primer caso el pollo se quema y en el segundo se queda crudo. Y nada de ello tiene que ver con Dios.
Epistemológicamente no hay diferencia entre afirmar que los gases se licuan al acercarse al cero absoluto o que un huevo cocido durante más de veinte minutos se pone duro.
A veces las cosas no salen redondas, porque el cocinero soy yo y la elaboración del pollo asado acaba generando explosiones devastadoras y nubes de humo que cubren Madrid y eclipsan el Sol; también ocurren cosas raras si el científico es Mirameba: el pobre Paco usualmente ve unicornios en su habitación o ratones coloraos al otro lado del microscopio. Vamos, no llegaré a decir que Mirameba está chiflado, a pesar de vivir en el sanatorio de Ciempozuleos, pero reconozco que participa de una visión alternativa de la realidad. Incluso esas excepciones a la regla no son en absoluto inexplicables: en mi caso hay una explicación clarísima y es que Dios me concedió diez salchichas de Frankfurt en lugar de dedos.
Pretender la demostración científica de la existencia de Dios es perfectamente inútil: no existe ningún experimento que empiece por pelar gallinas o poner uranio en una probeta y que al final produzca no sé cuántos gramos de Dios a la plancha o a la riojana.
Dios está totalmente ausente de las ecuaciones de la Física y la afirmación de Hawking es absolutamente congruente y no entiendo bien qué clase de debate se quiere abrir ahora.

La Historia y el conocimiento indirecto
La historia de la Creación, la historia del hombre, nuestra historia reciente, no es materia de conocimiento directo. No tengo bolas de cristal para mirar el pasado ni puedo imaginar un experimento para demostrar que Napoleón perdió Waterloo. Usamos el carbono 14 para fechar cosas, con sus limitaciones; nos basamos en testimonios, reconstruimos verdades y hechos a partir del estudio crítico de las fuentes.
El conocimiento que tengo de la batalla de Waterloo o de Napoleón no es el mismo tipo de conocimiento que me dan la Física o el recetario de Arguiñano. Tampoco puedes producir a Napoleón en una probeta, y no significa que no existiera.

¡Napoleón no existió!
En el siglo XIX se quiso empezar a dudar de la existencia de Jesús a partir del estudio comparado de las religiones: la resurrección de Jesús era un mito basado en la de Osiris, etc. Un genio local, el Sr. Jean-Baptiste Pérès (1752-1840), profesor de matemáticas y de física, magistrado y conservador de la biblioteca municipal de la ciudad francesa de Agen, publicó en 1835 un opúsculo famoso que se reeditó más tarde con el subtítulo primero y luego el título De cómo Napoleón nunca existió, en francés Comme quoi Napoléon n'a jamais existé. El enlace es con una versión seis lustros posterior a la primera. Los que sepáis francés, lo disfrutaréis como lo disfrutó en su día Anatole France, un ateo con sentido del humor que cita ese opúsculo en sus obras.
En conclusión, deducir que Napoleón no existió porque no usé a Napoleón para hacerme el café por la mañana, es una chorrada equivalente a pretender que Dios no existe porque no figura en las ecuaciones de la física. A quien le interesen estos temas, le recomiendo escuchar al padre Carreira, físico jesuita que las explica mucho mejor

viernes, 27 de agosto de 2010

La derrota del ateísmo

El cruel programa ateológico ha fracasado

Sumergirse en Marx
Encabeza este blog una serie de márximas, perdón, de máximas, entre las cuales una muy marxista, me refiero a la de Groucho Marx, el del bigote pintado, que siempre me ha gustado más que el otro Marx, el de la auténtica barbaza.
Hace unos días me sumergí en puro marxismo, en el sentido más literal que puede darse a un bautismo. Marx es uno de los viales de la Universidad Autónoma de Madrid, y allí -o para ser más exactos, en Freud casi esquina con Marx- está la piscina de verano. Es una piscina algo triste, sin árboles, pero la piscina misma es excelente y fresquita.
Quizá esta entrada es consecuencia de aquel chapuzón en honor de quien inspiró una doctrina tan humana como la comunista, con sus cien millones de muertos; digo humana porque si matar es humano, me reconoceréis que el comunismo y el marxismo todo han sido humanísimos... Y sorprende menos que el ex-rector de la UAM y actual ministro de Educación  hiciera doctor honoris causa al Sr. Carrillo. Humano, muy humano...

El callejero de la UAM
Naturalmente la calle de Marx fue aprobada por el Ayuntamiento de Madrid donde manda el Partido Popular, siempre tan coherente en sus manifestaciones, junto a otros nombres de filósofos y científicos, entre los cuales sólo se incluyeron los nombre de tres españoles:  la mejicana Sor Juana Inés de la Cruz y dos antiguos profesores de la Autónoma, el científico Nicolás Cabrera -tío de la ministra- y el jurista Francisco Tomás y Valiente, asesinado por la ETA. Y es que Cajal o Severo Ochoa eran poca cosa, pienso, para la Autónoma, habiendo un Nicolás Cabrera. Y en el campo del derecho, el padre Vitoria o Gumersindo de Azcárate merecían ser olvidados... Podeís ver aquí el mapa del referido callejero.
Como somos así de listos, los genios de la Autónoma no dieron calle a San Agustín o Santo Tomás, ni a Ortega, ni a Marías, ni a Mariana, ni a Unamuno, pero sí a Confucio que ha tenido un papel tan importante en la cultura occidental -sobre todo en la española- y cuya visión de la mujer era tan moderna y esclarecedora: "Tal es la estupidez del carácter de la mujer que en todas las cuestiones le incumbe desconfiar de sí misma y obedecer al marido". San Pablo, al lado de Confucio, era un liberal... Para compensar, mujeres hay otras dos, además de Sor Juana Inés, que son Marie Curie, la descubridora del Radio, y Safo, la inspiradora de toda clase de sabrosas tortillas y ricos bollos. No hay ninguna otra española, aparte de la monja mejicana: Pardo Bazán o Clara Campoamor debían parecer demasiado burguesas.

La fe como consuelo y elemento vertebrador
Volviendo a Marx, me gustaría reflexionar acerca del fracaso espectacular del marxismo en su obsesión por desterrar la religión y la superstición.
No sé cuál será vuestra visión de la religión; la mía  -no me refiero a mi fe y a mis vivencias personales- es la de un fenómeno humano digno del máximo respeto, que da esperanza a la gente, que permite educar a los niños y estructurar la sociedad. Todos los chiquitos del mundo necesitan cariño, besos, abrazos, un par de azotes, y algo de fe sin la cual resulta difícil enfrentarse a una vida dura, breve y que acaba peor que fatal.
Un mundo sin fe es un mundo sin esperanza y allí donde los sicópatas han impuesto el ateísmo oficial, la gente no ha sido más feliz, y la sociedad se ha desvertebrado.
Ya decía en este sentido el muy cleroclasta Voltaire en una epístola famosa "Si Dios no exitiera, habría que inventarlo" y ponía a caldo al autor o autores anónimos de un clásico del ateísmo, Los Tres Impostores, reeditado y refundido por el barón de Holbach, autor de El Cristianismo desvelado. Holbach, como tantos otros hijos de las Luces pensaba ser original y chanchipiruli con su ateísmo para minorías y en el prefacio de su obra, tras expresar su más profundo desprecio por el pueblo ignorante, escribe con ejemplar candidez: (no hace falta traducción): 

Ne sont-ce pas des idées religieuses et surnaturelles qui firent regarder les souverains comme des dieux ? C’est donc la religion qui fit éclore les despotes et les tyrans
Así que según el iluminado Holbach sería la Religión la responsable de la tiranía y la divinización de los reyes. Pues mira tú qué cosas, en el orbe marxista ocurrió exactamente al revés: se rindió culto a los mayores tiranos, monstruos que mataron millones en nombre del ateísmo. Así que le podríamos decir a Holbach, nada científicamente, "Tas colao con el carrito del helao". El error de Holbach es semejante al de los que decían que el Real Madrid era "el equipo del Régimen". Era exactamente al revés: el Régimen se volvió madridista cuando el Madrid empezó a ganar Copas de Europa. Pues ocurre lo mismo con la política y la fe; son los Tiranos los que han utilizado la fe, no al revés.

El corazón de un mundo sin corazón
Karl Marx -cristiano de la Iglesia luterana- reconocía que la religión es el corazón de un mundo sin corazón, aunque él abogaba por suprimirla en un texto famoso de su Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. Como mis conocimientos de la lengua de Goethe no  me permiten ni pedir un par de huevos fritos con arroz, uso la siguiente traducción de la Dr. Angélica Mendoza -a partir de la versión italiana- publicada por la Editorial Claridad de Buenos Aires.

La miseria religiosa es, al mismo tiempo, la expresión de la miseria real y la protesta contra ella. La religión es el sollozo de la criatura oprimida, es el significado real del mundo sin corazón, así como es el espíritu de una época privada de espíritu. Es el opio del pueblo.
La eliminación de la religión como ilusoria felicidad del pueblo, es la condición para su felicidad real. [...] La crítica de la religión desengaña al hombre, el cual piensa, obra, compone su ser real como hombre despojado de ilusiones, que ha abierto los ojos de la mente; que se mueve en torno de sí mismo y así en tomo de su sol real. La religión es meramente el sol ilusorio que gira alrededor del hombre hasta que éste no gire en torno de sí mismo.
La tarea de la historia, por lo tanto, es establecer la verdad del acá, después que haya sido disipada la verdad del allá. Ante todo, el deber de la filosofía, que está al servicio de la historia, es el de desenmascarar la aniquilación de la persona humana en su aspecto profano, luego de haber sido desenmascarada la forma sagrada de la negación de la persona humana. La crítica del cielo se cambia así en la crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho, la crítica de la teología en la crítica de la política.
El texto de Marx es original -aunque se remontara a pensadores del siglo XVIII- e interesante, como todo lo que escribía (en este blog reproduzco su filípica contra Simón Bolívar que extraigo del formidable portal marxists.org). No entiendo por qué hay gente que se sorprende de que personas de formación o simpatías marxistas quieran acabar con los sentimientos religiosos. ¡Pues claro que quieren! ¡Si lo decía su Santo Patrón! ¡Si estaba en el programa! Habría que saber, claro está, en qué sentido empleaba Marx el término eliminar al referirse a la religión.
El fracaso del programa ateológico
El siglo XX vio el alfa y el omega de ese programa ateológico de Marx. Sus seguidores llevaron a la práctica los deseos del maestro -o lo que ellos creyeron ser tal- a base de destruir templos y aniquilar vidas (La foto es de la iglesia de Santa María, en Villena). Hoy el marxismo no es más que un nombre más para una antiquísima y proterva institución: la Tiranía. Marxistas son los sátrapas de China que han implantado el comunismo capitalista, sistema que ignora los derechos del hombre y del trabajador y donde reina el más absoluto desprecio por la vida; marxista es el régimen de Corea del Norte, donde todos los recursos de la nación están al servicio de los caprichos de una dinastía familiar. El socialismo fascista y el socialismo marxista tienen el raro y no sé si envidiable privilegio de constituir los movimientos más homicidas creados por el hombre. No sé si Marx, de volver a nacer, vería complacido u horrorizado la influencia de su obra, que yo no puedo ver más que como semillero de injusticias.
En ese sentido, los marxistas estuvieron a punto de solucionar los problemas del mundo sin corazón, arrancándoselo de cuajo, por medio del exterminio: nadie negará el valor epistemológico del genocidio: ¡muerta la Humanidad desaparecen sus problemas! De haber vivido Stalin unos años más el Imperio Soviético hubiese regresado a un estado primigenio y preterantrópico, 22 millones de kilómetros cuadrados sin un solo habitante, el paraíso de todos los ecologistas: pajaritos haciendo pío pío, castores, osos y tigres siberianos.
La adoración de estatuas y momias, contradicción del marxismo
Marx no quiso aceptar que adorar e idolatrar son condiciones humanas, que si le quitas Dios al hombre buscará dioses en otros hombres, ya sean futbolistas, actrices, modelos de alta costura o tiranos. Todavía hay quien hace cola en Moscú para desfilar ante el momificado fiambre de Lenin y tributar su homenaje ante el asesino de cientos de miles; una pena que no exhiban ya a Stalin, asesino de millones, en su propia pirámide.
En Corea del Norte, todo está al servicio del Ungido, el Querido Líder Kimg Zong Il, hijo del Estimado Líder Kim Il Sung. En Mansudae podéis contemplar el puro producto del marxismo a la salsa coreana. Una estatua gigantesca de Kim Il Sung bañada en oro ante la que se inclinan los coreanos...
Estados ateos que convirtieron en Dioses a hombres cuyo currículum puede resumirse y medirse en miles de metros cúbicos de sangre derramada, en decibelios de alaridos de los torturados...
Como la sangre de los mártires es semilla de cristianos, la reconstrucción de Rusia tras la pesadilla comunista ha ido pareja con el renacimiento de la fe ortodoxa y en toda la Europa mártir la gente abarrota las iglesias que están vacías de jóvenes en España. Y es que no hay nada como una temporada sumergido en el marxismo para volverse cristiano de veras. En cambio, en España el nacionalcatolicismo sólo produjo curas comunistas y obispos etarras.
Sic transit etc.