Vuelvo a ocuparme de mi blog

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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

jueves, 26 de abril de 2012

Ansiedad, flexiones y reflexiones

De Mingote, ¿de quién si no?

Nuestro destino no es nuestro
La tragedia griega visualiza la realidad de que nuestro destino sólo en parte depende de nosotros. Muchos problemas no dependen de uno. La vida da las patadas y nosotros somos su pelota favorita: un declinar brutal de la salud; un familiar accidentado; un padre reducido a un guiñapo por una embolia; una crisis económica general o un gobierno de choris y mentecatos que acaban con tu floreciente negocio; un hijo que te sale rana o que tu amor se case con otro. Son circunstancias graves o trágicas que coinciden en un punto: no dependen de ti sino de otros, del azar, de la Naturaleza, del Gran Dios Rana Señor de Todos los Charcos, de qué sé yo...

Sufrimiento por impotencia
Durante un tiempo, ante la tragedia que sufrimos, desarrollamos algún tipo de culpabilidad, de sentimiento ambigüo: el padre del hijo golfo se pregunta en qué falló su educación; el novio abandonado se pregunta qué hizo mal; el que sufre un accidente en coche se pregunta de quién fue la culpa, y así todo... En realidad la mayor parte de los problemas nos los impone la vida, esa recontracabrona retorcida, y su solución, en el raro supuesto de que la tenga, no depende de nosotros.

Dos problemas en lugar de uno
Lo que sí depende de nosotros es no complicarnos todavía más la existencia. Si dejas que un problema te afecte hasta el punto de producirte ansiedad e insomnio, entonces tienes dos problemas. Porque la ansiedad y el insomnio no sólo son perfectamente inútiles sino que resultan perjudicales; no te van a solucionar nada, son un problema extra que añadir al anterior. Así de sencillo. Dos en uno, como los detergentes de la tele.

Parches que no remedios
Hay formas de luchar contra la ansiedad y el insomnio: la tradicional es mamarte bien mamado, pero da resaca y acabas fumigándote el hígado y lo que te queda de cerebro o generas el famoso tripón cervecero, así que a los dos problemas de partida -el problema original, más la ansiedad- le añades tres, cuatro o cinco más. ¡Menudo negocio!
Otro remedio es la bulimia: comes como una bestia, y con la barriga tensa como un tambor el cerebro manda mensajes de felicidad. Dopamina pura. Pero como luego te sientes culpable y la balanza del cuarto de baño se queja lo suyo, no es un remedio recomendable aunque sí preferible a otros, más tóxicos y menos reversibles.
Entre esos últimos tienes la opción pastillera, eso que los brujos de bata blanca llaman ansiolíticos o hipnóticos, vamos, tranquimicinas y sobamuchotol. De hecho, a veces ocurre que no hay más remedio que pasar por el aro farmacéutico si el golpe es brutal y repentino. El problema de las pastillitas es que aunque evitan que te suicides o que te fulmine un infarto, tampoco son una panacea: te afectan la memoria, por ejemplo, y te restan espontaneidad. Te dejan más o menos tontico, más o menos lento, más o menos pasmado.
Otro remedio no inócuo pero mucho menos insano es el azúcar, que tiene la gran virtud de que algunos de sus efectos -la euforia- son muy parecidos a los del alcohol, y de hecho los alcohólicos que deciden no beber recurren a veces al dulce cuando sienten ganas de arrearse un lingotazo. Así que si te tomas algo de dulce por la noche, cuando estás peor, sueltas algo de vapor y duermes, pero tienes que lavarte bien los dientes y si acudes a ese remedio con excesiva frecuencia, puedes generar otros problemas como desarrollar el culo azucarero que es la versión posterior -y con frecuencia femenina- del tripón cervecero que suele ser un territorio  masculino.

La Oración de la Serenidad
Los más de veinte millones de personas que en en todo el mundo han dejado de beber gracias a Alcohólicos Anónimos, rezan cada día la bien llamada Oración de la Serenidad cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos -puede verse aquí un resumen histórico en inglés- pero que realmente ha sido reacuñada y divulgada por los grupos de A. A.

Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia

Las flexiones y los problemas
Ora et labora, dijo San Benito. Asi que demás de esa magnífica oración, abogo por una forma mucho más razonable y práctica de acabar con las tristes reflexiones como son las alegres flexiones. No conozco ningún problema que se resista a la gimnasia. Cuando estoy particularmente acabado, con el alma desollada y la esperanza despellejada, y siempre que no tengo a mano un perolo de macarrones gratinados con queso, recurro a las flexiones. Desde esa óptica, los problemas se pueden catalogar en distintas categorías:
- los que desaparecen con quince flexiones abdominales
- los que exigen al menos veinte flexiones bien hechas.
- los que superan las treinta flexiones

No es necesario que el ejercicio sean abdominales, se puede uno torturar de muchos modos igual de sanos: una caminata de hora y media, apacible, por Madrid, también permite mandar a paseo -nunca mejor dicho- tristezas y obsesiones. Que como decía la gran canción de Mecano: "Hay qué pesado, qué pesado, siempre pensando en el pasado, no te lo pienses demasiado, que la vida está esperando".

7 comentarios:

  1. No conocía esa oración.

    De hecho hace mucho tiempo que no presto atención más que a las oraciones subordinadas, que es donde suelen estar la mayor parte de las trampas de la retórica.

    Pero esa... me suena.

    Y me suena muy bien porque en cierta manera resume, en clave piadosa, uno de esos pocos principios que me orientan algo en mi errar por la siempre misteriosa existencia.

    Es un axioma que tal vez ya te haya expresado alguna vez, perdóname la insistencia en caso de que así sea.

    Se trata de tratar de distinguir inexcusablemente entre dos cosas que a menudo se confunden. La fatalidad y el problema.

    La primera, como su nombre sugiere NO tiene solución y todo esfuerzo por intentar encontrarla, y que está emparentado con la quimera de la inmortalidad, provoca frustación y una grave pérdida de tiempo y de esperanza.

    El segundo es consecuencia directa de la anterior y SÍ tiene solución, pues la existencia de esa solución es la que determina su naturaleza de "problema". Y, aunque a veces no lo parezca, cada problema es personal e intransferible y no tiene más que UNA solución.

    Si a veces parece haber varias salidas es porque, no siendo capaces de aislarlos, superponemos varios problemas sintetizándolos en uno solo. Suele suponer un notable retraso en la búsqueda de una verdadera resolución del conflicto, sino una agravación del mismo.

    Lo que llamamos problemas colectivos no son más que la reunión de múltiples problemas personales reunidos por el efecto de una fatalidad general.

    Por ejemplo, una catástrofe natural (terremoto) o la provocada por una estúpida paranoia colectiva (guerra). Pero en ambas la búsqueda de una solución tiene que ver con la supervivencia. O sea con cada vida concreta.

    La fatalidad se relaciona con cada uno de nosotros mediante el lenguaje de los problemas (salvo en el caso de la muerte).

    Cuando llueve demasiado, está claro que no podemos hacer nada respecto del meteoro. Pero sí del problema que provoca, y en virtud del cual nos sentidos relacionados con él; afectados por él.

    El problema no es que llueva, que es la fatalidad, el problema es que nos moja o nos inunda. Y para eso encontramos soluciones. Como son el paraguas o los pantanos.

    Si caemos en el frecuente error de creer que Dios juega a los dados, juego al que suele conocerse con el nombre de "destino" y que es una aparente "explicación" que encierra toda la magnitud de nuestra angustia ante lo inevitable de nuestra muerte garantizada, si es así, solo es deseable que quien lo haga encuentre el consuelo que busca.

    Ese consuelo es la solución a un problema (angustia) provocado por una fatalidad (la muerte).

    Por mi parte, solo trato de resolver con un cierto espíritu deportivo los galimatías en los que mi fatal naturaleza se entretiene en enredarme.

    Gracias por plantear sin dramatismo esta cuestión clave.

    La cuestión.

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    1. Lo más divertido del asunto, es que estamos subidos en un barquito de papel que un niño puso en un canalillo. Nuestro destino es la alcantarilla (Murcia) pero como no sabemos el día ni las circunstancias, nos levantamos por las mañanas con entusiasmo.

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  2. Mi admirado Luís.
    Has descrito la depre (o a veces tristeza aguda, no confundir) a la perfección.
    Es cierto que la vida nos trae problemas añadidos y ajenos que nos afectan, pero por que pensar ¿Que he hecho mal? ¿Por que no son los demás los que se equivocan?
    Mi problema es el miedo a lo que pueda pasar, que la mayoría de las veces, no pasa, pero....
    La terapia del azúcar/ alcohol, pues no, y la de las flexiones, pues tampoco, odio el deporte, y no he pisado un gimnasio en mi vida, personalmente, me quito las tristezas limpiando cristales, lavando cortinas o barriendo un jardín (el mio, no el Retiro) aunque este lloviendo, así, cansadísma, se van los problemas.
    De los problemas pasados, pasados están, lo malo es que no se olvidan y se recuerdan con diferentes sentimientos a elegir, pero lo futuro, es tremendo, te puedes montar unos cirios mentales que luego salen ojeras y que ni esas maravillosas cremas anti arrugas anunciadas por quinceañeras, te quitan.
    En fin, que lo de los cristales funciona, garantizado
    Un abrazo
    Nefermaría

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    1. Mi admirada Nefermaría, la verdad es que los métodos que podemos usar se distinguen en dos categorías: los que funcionan y los que no. Si el tuyo te funciona, albricias. Miraré a ver si limpio un poco mi pocilga, quiero decir mi habitación. A lo mejor me funciona y todo...

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  3. Esa oracion me la ensenaste en una de mis peores horas. No voy a olvidarla. da resultado

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  4. Y... ¿si quedamos para dar un paseo por los Madriles? A veces compartir esa actividad también ayuda y a ambos dos. Yo creo que deberías imponerte retomar la pluma (con perdón, tu ya mentiendes), que tienes el blog de lo más aburrido y a todos nosotros como los polluelos en el nido, con el pico abierto esperando que nos eches algo que devorar con ansiedad.

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  5. Creo recordar que en otro post hablabas de los orgasmos producidos por el ejercicio. Si es que vale lo mismo pa un roto que pa un descosido.
    Beso
    Sylvia

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