Yo no sé por qué los políticos del PSOE y los del PP valenciano odian la Navidad y quieren prohibirla. Si, precisamente, el mayor problema de España es que nuestra edad mental colecdtiva no pasa de los seis años y aquí siguen muchos confundiendo la política con la carta a los Reyes Majos. "Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar, me
gustaría una sanidad de purísima madre como la clínica Mayo de
Rochester, pero gratis total, y también unos colegios de élite donde los críos jueguen al
polo en sus ratos libres. También me gustarían unas autopistas como las de Alemania, que hagan el Tajo navegable hasta Aranjuez y que Madrid sea puerto de mar. Atentamente, Inocencio Sánchez del Capullo".
No creáis que exagero, los españoles no solemos entender cómo funcionan las cosas y por lo tanto nadie suelta un euro para las organizaciones políticas. La excusa es que los partidos roban y por lo tanto no necesitan mis euros cuando en realidad es exactamente al revés: como los partidos no tienen ingresos, acaban financiándolos empresarios dudosos, gangsters de Las Vegas, dueños de abortorios o el Señor de los Ladrillos de turno. Y de repente se aprueban leyes esdrújulas que nadie entiende.
Te voy a contar un secreto de grado 69: a la gente se la soplan tus problemas o los míos, en términos generales y también en particular. Si quieres un abogado que te defienda, lo pagas. Y pagas al procurador y al perito, y al traductor jurado y al notario. No esperas que nadie dedique sus horas y sus días a tu caso, a tus intereses concretos, a tus puñeteros pleitos familiares, por tu cara bonita.
¿Cuánto has dado a tu partido este año? Ah, ¿que no tienes partido? Y tú, criatura, pretendes que un tío que no te conoce de nada, defienda TUS intereses by the face.... ¡De ilusión también se vive!
Claro, me dirás que para eso les paga el Estado, que si las subvenciones, etc. Pero vamos a ver, ¿tú quieres elegir a tu abogado o te conformas con el de oficio? Antes de preocuparte por lo que hacen o no hacen los políticos respecto de TUS intereses, pregúntate qué haces tú al respecto. Y no me llores. Y no te extrañes de que corporativamente los partidos sean máquinas de colocar gente al servicio de quienes los financian. Y basta, si no has entendido esto a la primera, no lo entenderás en la vida...Te voy a contar un secreto de grado 69: a la gente se la soplan tus problemas o los míos, en términos generales y también en particular. Si quieres un abogado que te defienda, lo pagas. Y pagas al procurador y al perito, y al traductor jurado y al notario. No esperas que nadie dedique sus horas y sus días a tu caso, a tus intereses concretos, a tus puñeteros pleitos familiares, por tu cara bonita.
¿Cuánto has dado a tu partido este año? Ah, ¿que no tienes partido? Y tú, criatura, pretendes que un tío que no te conoce de nada, defienda TUS intereses by the face.... ¡De ilusión también se vive!
Sinceramente Español, a veces no te entiendo.
ResponderEliminar¿Estás realmente postulando con el bote del Domund para los partidos políticos?
¿pretendes convencerme de que los pobres partidos, inanes de las contribuciones de sus protegidos, caen irremediablemente en manos inadecuadas?
Pues verás, para mí, las manos inadecuadas son aquellas que se arrogan la potestad -que inexplicablemente les ha caído de no sé que cielo- de obligarme a tragar sus falacias para adolescentes analfabetos, no solo sin contar con mi legítima opinión marginal, sino en la certeza de que poseerla es una intolerable estravagancia, propia de arrogantes individualistas.
Los partidos, lo mismo que cualquier otra asociación dedicada al "bien común", en el momento que sobrepasan una nómina de más de cuatro participantes es "une bande de cons" como toton George aclaró oportunamente en su día.
Yo reclamo mí derecho a ser tratado justamente y con respeto por mis conciudadanos, sobre todo, A PESAR de los partidos políticos. Reclamo mi inalienable derecho a NO SER representado por nadie que no sea mí propia sombra, y esta no siempre.
La permanencia de una caduca inconveniencia como son los partidos es la prueba fehaciente de la lentitud en el progreso de la mente humana.
Y ese, y no otro, es el motor que nos conduce a la libertad y la responsabilidad.