Vuelvo a ocuparme de mi blog

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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

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miércoles, 13 de noviembre de 2013

Los coches buenos, ¿van al Cielo?

Tengo muy claro que mi coche es buenísimo, así que tiene que ir al Cielo. Pero, ¿cómo será el Cielo de los coches? ¿Un lugar donde la gasolina nunca se acaba? ¿Una interminable autopista donde correr a toda mecha? A lo mejor es al revés, un lugar donde los coches se quitan las ruedas por la noche y descansan, por fin, contando motocicletas para conciliar el sueño.... Hablando de motocicletas, si un coche es masculino y una moto es femenina, los ángeles de ese Cielo ¿serán coches o serán motos? No puedo dormir con tantas dudas...

3 comentarios:

  1. Creo que debes volver a avisar de tus artículos, es la mejor manera de que nos enteremos de que has sacado la pluma a pasear ;)

    Abrazos.

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  2. Hay que visitar a los amigos Juanma. Incluso cuando no te avisan de que están. Porque están. Lejos , a veces, como las estrellas. Pero como estas, están. Y mí querido tocayo acaba de sugerirme un pensamento inédito con su estimulante comentario de hoy. Pero ese, precisamente, es el papel dos intelectuales de verdad, como es mí amigo. Estimular, sacudir la modorra de sus congéneres.
    Y al hilo de su poema, acabo de reflexionar sobre esos objetos tan singulares que son lo coches, vistos de una cierta carátula especial del poliedro de la vida.
    Siepre he adquirido coches de segunada mano, exceptuando el último (ya tiene 17 años, y eso es un detalle significativo, por ser el último, y seguramente el definitivo).
    Siempre fueron de segunda mano, porque eran piezas industriales que tuvieron un significado peculiar en su momento, que no era el mío.
    El primero, comprado con el primer dinero que obtuve de forma autónoma, era un coche de sport inglés. Una auténtica pieza de la era gloriosa de la ingeniería británica. Triunph TR3.
    Siguieron otros, ya americanos, después de darme cuenta que los yankis eran los auténticos inventores del automovil (de serie, claro) Ford Maverik; Ford Torino, como el de Eastwood; Chevrolet Van; Lincoln Continental; Jeep CJ7 y GMC Suburban.
    Auténticos paradigmas, cada uno de ellos, de su época.
    Y al preguntarme porqué, la única respuesta convincente es doble. La primera parte es sencilla.Yo nunca necesité un coche para trabajar; ni siquiera para viajar. Eran homenajes al diseño, a la excelencia de la creatividad ingenieril. Objetos estéticamente seductores.
    Y, desde luego, cualquier cosa menos vulgares. La segunda es psicológicamente más compleja. No me atrevo a aventurar una tesis al respecto. Pero me pregunto si no tendrá relación con el hecho de que nunca me interesaron los objetos de deseo de la mayoría.
    La feministas me crucificarán una vez más, pero con ese otro sujeto de deseo, que han sido las mujeres en mí vida, me ocurrió lo mismo. Los estándares habituales nunca me atrajeron. Se suponía que las bellezas oficiales lo eran en base a una opinión unánime de carácter estético. Nunca formé parte de esa nómina. Me gustaron las, llamémolas, "especiales".
    Ah! y, por supuesto, también de segunda mano. Todos ellos y ellas irán sin ningúna clase de duda al cielo. Yo, al menos, allí les espero.

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  3. Juanma, al final tu segundo apellido se fija en mi pluma.
    Tocayo, eres de las escasas personas con suficiente lucidez para reconocer que la base de la conducción y de la adquisición de automóviles es el placer. Placer estético, placer de dominio, placer del viaje... Conductor nóvel a pesar de mis años siento un entusiasmo de neófito. Supongo que se me pasará. Y comprendo perfectamente tu pasión por los coches que inevitablemente se traduce en un sentimiento peculiar hacia las señoras: su parachoques, el airbag de serie, la carrocería, en fin, todos esos detalles. Quizá lo más entrañable de un viejo coche son esos tics que cada uno se sabe de "su" automóvil, si la palanca de cambios tiene demasiado juego o el embrague duro o demasiado blando... Un coche es un mundo y conducir una forma de viaje al interior de uno mismo.

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