Vuelvo a ocuparme de mi blog

De paso recupero artículos míos en los desaparecidos portales suite101.net y asturiasliberal.org o artículos borrados de la versión electrónica de abc, preservados por archive.org o por la memoria caché de google.

LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

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miércoles, 13 de noviembre de 2013

Los coches buenos, ¿van al Cielo?

Tengo muy claro que mi coche es buenísimo, así que tiene que ir al Cielo. Pero, ¿cómo será el Cielo de los coches? ¿Un lugar donde la gasolina nunca se acaba? ¿Una interminable autopista donde correr a toda mecha? A lo mejor es al revés, un lugar donde los coches se quitan las ruedas por la noche y descansan, por fin, contando motocicletas para conciliar el sueño.... Hablando de motocicletas, si un coche es masculino y una moto es femenina, los ángeles de ese Cielo ¿serán coches o serán motos? No puedo dormir con tantas dudas...

viernes, 15 de abril de 2011

El Cielo de Madrid

Despertarse antes que el sol y ver amanecer en el Retiro: un programa vital. Los fantasmas de la noche se subliman de golpe cuando el sol va cogiendo carrerilla. Un cielo azul, espectacular, droga dura de la que no puedes prescindir al cabo de los años.
La identidad de Madrid no es la Puerta de Alcalá, ni el Palacio de Oriente, ni las torres inclinadas de Kio, ni Cibeles, ni Neptuno. Mi DNI, mi ADN es el cielo azul, azul, azul en el que se pierden los ojos.
Madrid con lluvia es una interesante figura teórica, un concierto de música contemporánea, de esos en que el autor busca desagradar al público y que le aplaudan al final, ¡genial, genial! Yo soy un clásico: prefiero el Vals de las Olas, las torrijas bien gordas, perderme en Roma, y pasear por el Retiro. Y Madrid es el sol, a ver cuando tenemos un Gobierno en condiciones que obligue a que llueva sólo por la noche, cuando no molesta.
Ese sol de Madrid, me diréis que también brilla en otros lugares. No lo dudo; la misma obra se estrena y reestrena en otros lugares, La Luz de España no es más que otra versión de La Luz de Grecia o La Luz de Italia, sin duda. Pero la función la veo aquí, y me aboné a este palco hace muchos años.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Imaginar a Dios, imaginar el Cielo

¿Cómo os imagináis a Dios? ¿Y el Cielo?

Todas las culturas han tratado de pintar la Trascendencia, al Dios Único o a los diez millones de dioses de la India. Dioses con cara de Mono o de Elefante, Dioses griegos atléticos marcando chocolatina en el mármol, Dioses nórdicos armados de la cabeza a los pies y haciendo el bestia.
A Dios hay quien incluso se lo imagina como un monstruo de espagueti volador, pero bueno, es que hay gente muy rara a la que le gusta la cerveza tibia o conducir por Madrid. Mirameba me confesaba que él creía haber visto a Dios entre dos electroshoks, y que le parecía un gran conejo rosa con un tambor, pero yo creo más bien que justo antes de que le soltaran los voltios vio un anuncio de Duracell.
Yo no consigo ponerle cara a Dios, aparte de la de Jesús, y a veces me complace imaginarlo como un Gran Tahur muy parecido a Juan Tamariz, con una inmensa chistera barajando cartas, seiscientas a la vez; Dios me guiña el ojo y me pide que me siente a su mesa, y siempre hace trampas a mi favor, y me sirve ases y reyes de los muchos que se le caen de las mangas o se le derraman del sombrero. ¡Anda, pero si tengo póker y escalera de color! ¡Qué mano más rara! En el fondo la vida consiste en saber jugar las cartas que te tocan y darte cuenta de cuándo tienes un par de ases.
Decía Julián Marías que uno de los problemas del cristianismo consiste en la gran imaginación de los artistas para pintar el Infierno pero la escasa creatividad para imaginar el Cielo. Te vas al museo del Prado y ves unos demonios muy vistosos, como marisco de colores a los pies del San Miguel del Maestro de Zafra.
En cambio los cielos de los artistas son terriblemente tediosos -con la excepción de El Bosco- y suelen mostrar un Dios normalmente barbudo -por lo visto Dios no sabe que existen las maquinillas de afeitar- sentado todo el día en un trono entre nubes rodeado de Ángeles silenciosos y santos tocando el arpa, francamente, no parece muy atractivo.
De hecho, Ramón Menéndez Pidal le preguntó a Julián Marías si a su juicio, llegaría a ver en el Cielo los juglares. Yo estoy seguro de que don Ramón está ahora mismo pasándoselo pipa en un Cielo medieval, tomando nota de las vocales deformadas de un trovador y hablando con el mismísimo Campeador. Y don Julián, con su Lolita, y con el chiquito que se le murió, vaya Vd. a saber lo que estará planeando, tras esa discusión con Unamuno y Plotino en el Ágora celeste.
Sin duda el Cielo debe ser maravilloso y como tal un lugar divertido y lo que aquí es pecado allá estará autorizado. A la monjita nonagenaria que entrega el alma le sorprenderá sin duda renacer como un bombón quinceañero vestido sólo de espuma y saliendo como Venus de una gran almeja. Los que sean castos en este mundo quizá en el otro se divertirán mucho, a calzón quitado; además en el Cielo no hay SIDA ni enfermedades raras.
No te digo la alegría de los ateos contumaces que tras cerrar los ojos para siempre, pensando en su aniquilación y en la Eterna Nada que les aguarda, de repente ven a San Pedro, sonriente, con un pedazo de llave en la mano y a su Ángel de la Guarda que les coge de la mano y se los lleva a descubrir las maravillas de la Eternidad.
En el Cielo tiene que haber perros, lógicamente, porque todos los perros van al Cielo -de los gatos no estoy tan seguro- y también hay extraordinarias bibliotecas con kilométricas estanterías cargadas de libros, y cines en que las películas no estén cortadas, y la verdad es que el Cielo se tiene que parecer mucho al Retiro cuando te paseas con la chica de la que estás tonto perdido; se tiene que parecer a un amanecer entre sábanas, cuando tienes todavía las neuronas en standby y sientes a tu lado la tibia presencia de tu amor.
Tengo días en mi memoria que no me importaría repetir una y otra vez, y supongo que a los demás os pasará algo parecido. Pues el Cielo son mil millones de trillones de días parecidos, y las sábanas están siempre como recién hechas, siempre huelen a limpio y con un toque de lavanda.
El Cielo tiene que ser como si tuvieras un Billete para Cualquier Vuelo en  régimen de Gratis Total por Europa y por el Mundo, en que puedas visitar Praga, Florencia o París sin tener que hacer cola ni despelotarte bajo el arco detector ni problemas de delayed, ni las butacas son para enanos anoréxicos, ni te dan ganas de hacer pis justo en el momento del despegue. En el Cielo sobra tiempo y no envejeces, así que puedes estudiar lo que te dé la gana y ser fontanero durante diez años, vulcanólogo otros treinta, y si te apetece le pides al Jefe que te haga ángel durante un par de millones de años y te vas de galaxia en galaxia visitando mundos y ayudando al personal.
Y, sobre todo, puedes comer lo que quieras, cuando quieras y cuanto quieras, y no te pones malo ni engordas; y puedes fumar lo que té la gana sin que nadie te dé el coñazo.
O quizá es mejor no tratar de imaginar cómo será el Cielo y esperar aquel deseado principio tras el seguro final, y que sea Dios quien nos dé la sorpresa. Seguro que vale la pena.