Vuelvo a ocuparme de mi blog

De paso recupero artículos míos en los desaparecidos portales suite101.net y asturiasliberal.org o artículos borrados de la versión electrónica de abc, preservados por archive.org o por la memoria caché de google.

LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

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viernes, 22 de mayo de 2020

Mi memoria histórica

Cada generación tiene su ración de desastres y horrores. Mi generación no vivió las Guerras Mundiales ni la Guerra Civil que traumatizaron a mis padres y abuelos. En cambio, le tocó vivir dos grandes desastres, el de la droga que arrasó tantos barrios y el terrorismo. Los niños de ahora no saben lo que era aquella España sin taquillas en las estaciones, con el conteo de atentados. Había varias bandas terroristas, el Grapo que destruyó California 47, donde yo iba a comer tortitas calientes y helados, y sobre todo estaba la ETA.
La ETA no hubiera sido más que una mancha de sangre en nuestra historia si no fuera por la estructura civil de aquellos desalmados que contaban en su Mordor natal con el apoyo de miles de orcos sanguinarios. Tenían su sindicato, sus curas, sus obispos, su periodico, Egin, y su partido, Herri Batasuna, hoy llamado Bildu.
Para mí Bildu es la ETA, son los amigos de ETA, los cómplices de ETA, los propios etarras reconvertidos, los que homenajean a los etarras. Cualquiera que se acerque con la mano tendida a esos asesinos, para mí, ha muerto. A mí me caía bien el obispo Munilla pero después de sus loas a la basura Setién, el obispo de ETA, Munilla ha muerto. Como han muerto todos los que siguen defendiendo a este gobierno.
Sabía que la Gran Sabandija había alcanzado otros acuerdos con la ETA. Que había firmado su primera victoria contra Rajoy -nada menos que la conquista del poder- con ayuda del escaño etarra. Que había firmado acuerdos de gobierno con ETA en Mordor y en Navarra.
Anteayer nos enteramos de un acuerdo tripartito ETA-PSOE-Podemos para reformar la reforma laboral a cambio de facilitar quince días más de estado de alarma. ¡Nuestro cautiverio colectivo ha contado con la ayuda de la ETA!

Yo no me olvido. Y para mí, todos los votantes socialistas que no renieguen de su partido y todos sus amigos en los medios, han muerto. No quiero saber nada de ellos. Que se vayan de mi vida. Yo, esta mañana, quiero recordar a los niños asesinados y heridos por la ETA, unos de tantos, los de Vic. Y quiero poner la foto de la rata inmunda que preside Bildu, el etarra Arnaldo Otegui, sujetando en sus manos empapadas de sangre el pacto firmado con el PSOE y Podemos.
Supongo que a la nueva generación, a los que no han vivido los años de plomo, estas palabras mias les parecerán incomprensibles porque la única verdad de esta vida es que los muertos se callan y sus asesinos pueden hablar.

lunes, 5 de marzo de 2012

La milésima parte de un céntimo

En la India existe un templo, el de Karni Mata, "la Madre del Milagro", donde se adora a las ratas. Todos los días a unas ratas les dan de comer su tributo de leche, y los fieles meten los dedos en los cuencos donde las ratas beben, y luego se los lamen, entusiasmados; ¡toma higiene! Así, comulgan con la divinidad. Sería demasiado fácil decir que la bella ciudad de Estrasburgo tiene también un templo de Karni Mata, que se llama Tribunal de Derechos Humanos, que le da en sacrificio su plato de leche a los etarras. Pero a pesar de que en etarra entran todas las letras de rata, no me gusta compararlos. La rata no ha elegido ser rata y es un bicho asqueroso,  pero inocente. El etarra, en cambio, es el producto de una elección, el resultado de una vocación.

Los veinte mil euros más obscenos
Si yo quisiera ganar 20.000 euros tendría que currar ni se sabe cuánto tiempo. Otros, para ganar 20.000 euros, sólo tienen que insultar al Rey.
Si no entendéis por qué lo digo, os informo de que el conjunto de ciudadanos españoles llamado España ha sido condenado a indemnizar con 20.000 euros al etarra Arnaldo Otegui. Entre los españoles condenados estoy yo, estás tú, están los familiares de las víctimas de ETA, gente que también paga impuestos para dotar a Arnaldo Otegui de un buen pellizco. Calculo que de esos 20.000 euros, si tengo en cuenta mis contribuciones al Estado y el conjunto del dinero público, me toca a mí pagarle a Otegui la milésima parte de un céntimo. No es mucho, no; pero me sigue pareciendo demasiado. Nunca la milésima parte de un céntimo me pareció tan cara.

Derecho a insultar
Lo más curioso es el motivo de la sentencia: el Tribunal de Derechos Humanos ampara el derecho de Otegui a insultar razonablemente al Rey y difamar a España. Así, un Tribunal nacido para luchar contra la tortura y los abusos del poder se pone al servicio de la libertad de expresión de los asesinos y de quienes les amparan, protegen y justifican.

domingo, 22 de enero de 2012

Don Camillo en Mordor

Mordor se divide en tres provincias: Álava, Guipuzcoa y Vizcaya

La inmensa dignidad personal de Santiago Abascal le ha llevado a renunciar a un escaño de diputado en el Parlamento Vasco, una entidad grotesca que ha pasado por vergüenzas como la de ver al etarra Arnaldo Otegui en su comisión de Derechos Humanos. Ya describíamos en la entrada "Elecciones a la vasca, el peculiar concepto que de la democracia tienen los orcos que dominan la negra tierra de Mordor. El Partido Popular en el País Vasco acabará siendo absorbido por el PNV porque es cada día menos capaz de hacer un discurso firme y rupturista con las huestes del Señor Oscuro. Ya han conseguido que se vayan Abascal y María San Gil: ¡brillante, tíos, os habéis lucido!
Me alegro por Abascal, que así no se se mancha en el triste albañal de la política vasca. No nos engañemos, el verdadero problema vasco no es ETA; es el miedo a ETA, es la complicidad con ETA. Hace unos días fingían los donostiarras una nada espontánea alegría en San Sebastián para su fiesta patronal y las cámaras que transmitían la tamborrada omitían enfocar los cartelones de presoak kalera y demás propaganda filoetarra. Es una realidad freudiana, digna de una tesis en siquiatría: la negación de lo obvio. En vascongadas las elecciones son inútiles porque quien manda son los etarras, sus amigos y protectores. Por cierto, si puedo asistiré el próximo jueves al funeral de Gregorio Ordóñez y de las demás víctimas de ETA.

Una obra extraordinaria
Al ver lo de Abascal, he recordado una historia de Don Camillo que viene como anillo al dedo. Un año sí y otro también, me engolfo en la lectura de los Don Camillo de Giovanni Guareschi, una de las obras más interesantes del fenecido siglo XX. Don Camillo es un texto enjudioso, de abundantes recursos y divertido -lo más importante- que ofrece la profundidad disimulada de lo inmediato y accesible; consiste en una colección de episodios cortos cuyos protagonistas principales son el cura del pueblo, Don Camillo, y el alcalde comunista del pueblo, Peppone. Fue una historia que surgió en la prodigiosa mocha de Guareschi en un momento dado y en unas circunstancias dadas: la Italia de la posguerra, con un partido comunista fortísimo. El centenario de Guareschi pasó en España sin pena ni gloria, si exceptuamos la publicación de sus Don Camillo en Homo Legens.

Historia de un crimen
En uno de los episodios, los comunistas del pueblo se convencen de que las escuadras fascistas van a resurgir de un momento a otro. Se arman y se preparan para vender caro su pellejo y surge de repente la noticia: a Smilzo, uno de los suyos, lo han encontrado inconsciente junto a su coche, con la cara ensangrentada. Deciden responder a lo que parece un atentado así que unos veintitantos comunistas van a casa de un tal Pazzi al que consideran reaccionario. En un momento dado, Pazzi saca una pistola, para defenderse, y uno de los comunistas, no se sabe cuál, dispara y lo deja seco. Entre los comunistas está Peppone, el Alcalde del pueblo, al que no le hace maldita gracia el asesinato de Pazzi. Regresan, desorientados; nadie sabe qué ha pasado. Luego se enteran de que a Smilzo no lo había atacado nadie, sencillamente había reventado un neumático recauchutado y la goma le había acertado en toda la cara, dejándolo sonado. Peppone está que trina, pero tiene que aguantarse.

El silencio cómplice
A todo el pueblo le aterroriza tener que aceptar los hechos: nadie quiere enterarse de que a Pazzi lo han asesinado y de que entre los asesinos está el alcalde, ¡nada menos! El jefe de los carabineros se cosca de la verdad, claro está, pero se calla bien callado mientras prosigue sus indagaciones. Mientras tanto hay quien hace correr el rumor de que Pazzi se ha suicidado...
Don Camillo, el párroco, es un hombre valiente y se entera de lo sucedido. Así que lleva la contraria a todos, y publica sus dudas acerca del crimen en su modesto boletín parroquial. Un desconocido intenta asesinar a Don Camillo, mientras que Peppone, también oculto, intenta cargarse al tirador, porque quiere proteger a Don Camillo.
La historia es muy interesante, porque el protagonista de verdad no son ni Don Camillo, ni Peppone, ni el pobre Pazzi; el protagonista es el miedo, el miedo que lleva los hombres a cometer las peores estupideces y a revolcarse en su vileza. Don Camillo habla normalmente con el gran crucifijo de su altar y en un momento dado, Cristo y él mantienen este diálogo, que traduzco malamente al español, y que podría aplicarse a lo sucedido en el País Vasco durante tantas décadas:
Ed. Homo Legens

— Es el miedo —contestó Cristo— Te tienen miedo.
— A mí?
—A ti, don Camillo. Y te odian. Vivían calientes y tranquilos dentro del ovillo [capullo] de su vileza. Sabían la verdad, pero nadie podía obligarles a saberla, porque nadie había dicho públicamente esa verdad. Tú has actuado y hablado de tal modo que ahora deben saber la verdad. Y por eso te odian y te tienen miedo. Tú ves a esos hermanos que como peleles obedecen a las órdenes del tirano y les gritas: “¡Despertad de vuestro letargo, mirad a la gente libre: comparad vuestra vida con la de la gente libre!” Ellos no te lo agradecerán sino que te odiarán y si pudiesen te matarían, porque tú les has obligado a acordarse de aquello que ya sabían pero que por amor a la vida sosegada fingían no saber. Ellos tienen ojos pero no quieren ver. Ellos tienen oídos, pero no quieren oír. Ellos son viles pero no quieren que nadie les diga lo viles que han llegado a ser. Tú has desvelado una injusticia y has puesto a la gente ante este grave dilema: si callan, aceptan el abuso; si no lo aceptan tienen que hablar. Resultaba tan cómodo no enterarse... ¿Te sorprende todo esto?
Don Camillo extendió los brazos:
— No —dijo— Me soprendería si no supiese que por haber querido decir la verdad a los hombres, os clavaron en una cruz. Pero me duele, sencillamente.

Ed. Mondadori
El original italiano
“È la paura” rispose il Cristo. “Essi hanno paura di te.”
“Di me?”
“Di te, Don Camillo. E ti odiano. Vivevano caldi e tranquilli dentro il bozzolo della loro viltà. Sapevano la verità, ma nessuno poteva obbligarli a sapere, perché nessuno aveva detto pubblicamente questa verità. Tu hai agito e parlato in modo tale che essi ora debbono saperla la verità. E perciò ti odiano e hanno paura di te. Tu vedi i fratelli che quali pecore, obbediscono agli ordini del tiranno e gridi: “Svegliatevi dal vostro letargo, guardate la genti libere: confrontante la vostra vita con quella delle genti libere!” Ed essi no ti saranno riconoscenti, ma ti odieranno e, se potranno, ti uccideranno, perché tu li costringi ad accorgersi di quello che essi già sapevano ma, per amor di quieto vivere, fingevano di non sapere. Essi hanno occhi ma non vogliono vedere. Essi hanno orecchie ma non vogliano sentire. Sono vili ma non vogliono che nessuno dica loro che sono vili. Tu hai resa pubblica una ingiustizia e hai messo la gente in questo grave dilemma: se taci tu acceti il sopruso, se non lo acceti devi parlare. Era tanto più comodo poterlo ignorare, il sopruso. Ti stupisce tutto questo?”
Don Camillo allargò le braccia.
“No” disse. “Mi stupirei se non sapessi che, per aver voluto dire la verità agli uomini, voi siete stato messo in croce. Me ne dolgo semplicemente.”

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un artículo de Alfonso Ussía



Me mandó el amigo Mario Ruiz un artículo de Alfonso Ussía.
A Ussía siempre lo han tachado de "fascista" nuestros deficientes -no quiero insultar a la Izquierda llamándolos izquierdistas-, vaya Vd. a saber por qué, como si la justa y deseada vehemencia tuviera que ver algo con la visión del orden político o como si el espíritu democrático tuviera que reclutarse entre los pichacortas del pensamiento débil. ¿Fascista? Qué sabrán esos correveidiles del poder, qué carallo es un fascista... Si quieren ver a un fascista, que se miren al espejo. Como soy más que jacobino un Gran Inquisidor en algunos temas -especialmente en lo que toca a la protección de la infancia-  no coincido con Ussía en muchas de sus manifestaciones. Ni falta que hace. Yo no habría defendido al duque de Feria como hizo él en un artículo. Tampoco me gusta que él se autotilde de facha en alguna ocasión, para burlarse de los mencionados deficientes. No debes asumir el lenguaje del adversario; nunca, ni siquiera para ridiculizarlo.
Así que dicho esto, debo añadir que Ussía es el epígono de tantos valientes periodistas españoles que siempre han sabido quiénes eran los buenos y quiénes los malos, y no confunden al asesino con su víctima. Tengo una gran admiración, por José Luis López de la Calle y José María Portell que pagaron su independencia con la vida, por Carlos Herrera, Martín Prieto, el recordado y admirado Antonio Herrero, Luis Herrero, Luis del Olmo, Jiménez Losantos; sí, ellos se han portado muy bien y han dado voz a las víctimas en la época en que nadie las recibía. Y soy injusto porque no recuerdo ahora a las decenas, a los cientos de periodistas menos conocidos pero tan valientes como ellos. En ese cuadro de honor falta Iñaki Gabilondo que se traía a las mamás de los etarras a su programa por Navidad, para explicarnos lo mal que lo pasaban sus asesinos hijos. Por eso Gabilondo me caía mal mucho antes de que se inventara el kamikaze del 11-M...

Nadie puede negar el valor de los periodistas españoles. Serán interesados algunos, otros no pensarán como yo, otros ni siquiera merecen el nombre de periodistas y se dedican a organizar saraos televisivos, insultando a cambio de estipendio o meneando con un palo el albañal de las tertulias, pero en mi corazón he levantado un monumento de oro y marfil a la Prensa Española. Mira que yo leo poco los periódicos y apenas escucho la radio y la tele, para no amargarme el día, pero ¿cómo no expresar rendida admiración por quienes no callan por más que con el dedo les señale un pistolero ya la nuca o ya la frente? En España opinar es jugársela y en particular en ese trozo de España que son las desdichadas provincias vascongadas.

Ussía ha tenido, tiene y probablemente seguirá teniendo en este sentido una trayectoria encomiable, al igual que Mingote, ese monumento vivo del talento que en lugar de quedarse en casa a contar los buenos euros de sus derechos, desde hace décadas viene denunciando la cobardía y el fanatismo de una sociedad enferma: el País Vasco.

Es la primera vez -y sin duda la última- que pongo el artículo de otro en mi blog, pero creo que expresa perfectamente lo que siento así que cuelgo el primero de sus párrafos. Espero que no me mande su autor al cobrador del Marqués de Sotoancho para pedirme derechos de pernada.

 ASQUEROSO

Me parece asqueroso que se tome en serio una llamada «conferencia de paz» organizada por los amigos de los terroristas. Me parece asqueroso que el Gobierno de España no haya tratado de impedir el insulto y la farsa. Me parece aún más asqueroso que el Gobierno de España, como ha reconocido José Blanco, conociera la asistencia de los más altos dirigentes del PSE-PSOE a la ignominiosa reunión. Me parece asquerosa la actitud del «Lehendakari» López y la del inefable Jesús Eguiguren, el socialista más cercano a Batasuna. Me parece asqueroso que los que matan hablen de la paz, cuando la única paz que ellos han conseguido es la de mil tumbas en los cementerios de España. Me parece asqueroso que el PNV apoye la falacia. Me parece asqueroso que un sector de la iglesia vasca persista en su afán de establecer equivalencias entre los asesinos y sus víctimas. Me parece asqueroso que el PSOE albergue su única esperanza de recuperación electoral en un comunicado de la ETA. Todo me parece asqueroso.

El artículo íntegro, puede leerse aquí.



martes, 1 de noviembre de 2011

Sólo la víctima puede perdonar... si quiere.

 

En 1996 llegó al poder José María Aznar -¡quince años ya!- y con la ilusión de todos los que por primera vez pisan las espesas alfombras de Moncloa, él y su equipo cayeron en la misma y recurrente estupidez en que incurrieron sus antecesores y que cometería, de nuevo, su sucesor: pensar que se podía conversar con fieras infrahumanas como los etarras.

Años de claudicación
Estaba yo por aquel tiempo profundamente decepcionado con un PP que para alcanzar la mayoría de investidura se había rendido a los nacionalistas catalanes, tras una negociación durante la cual se había agotado toda la vaselina de las farmacias de Madrid.
Desde aquel momento, el PP aceptó la oficial persecución de los hispanohablantes en Cataluña, traicionaba un modelo viable de España y se entregaba a la locura presupuestaria de los pujolets. Incluso le regalaron a Pujol la cabeza de Alejo Vidal Cuadras, para que se entretuviera en la bolera.
Durante aquellos primeros años, para mí Aznar y su partido eran el presidente y socios de la Asociación de Amigos de Judas Iscariote cuyo único entretenimiento consiste en contar monedas, de treinta en treinta. Aznar incluso había adoptado el idioma de los malos y no hablaba de ETA sino del Movimiento Vasco de Liberación, (vídeo aquí).
Supongo que Aznar se dejaba llevar por su sincero deseo de acabar con la excepción española, es decir,  décadas de terrorismo. La misma ilusión que sufrió luego Rodríguez Zapatero o que experimentaron antes Felipe González con sus argelinas conversaciones, y antes que él Calvo Sotelo y Suárez. Al fin y al cabo, Aznar sabía muy bien con quién hablaba puesto que había sufrido en propia carne un atentado de la ETA, siendo todavía jefe de la oposición y sólo salvó el pellejo gracias al blindaje del coche. Me impresionó, por cierto, su serenidad tras el zambombazo.
Durante 1997 y 1998, el Gobierno del PP se empecinó en mandar mensajes equivocados mientras que Eta mataba, y mataba, y seguía matando, entre otros a Miguel Ángel Blanco o a los esposos Jiménez Becerril. Sin embargo en noviembre de 1998 Aznar seguía diciendo "Por la paz y por sus derechos no nos cerraremos, sino que, por el contrario, nos abrimos a la esperanza, al perdón y a la generosidad, y por la paz pondremos lo mejor de nuestra parte para hacerla definitiva con la ayuda y la esperanza de todos" (vídeo aquí). ¿Perdón? ¿Generosidad? Al oír esas palabras, yo reventaba de pura rabia...

La Ley de Partidos y el homenaje a las víctimas
Más tarde Aznar recapacitó y empezó una política de ayuda y de reconocimiento a las víctimas de los terroristas a los que los gobiernos anteriores del PSOE y la UCD ni siquiera se dignaban recibir. Yo colaboraba lo que podía con la AVT y Aznar me empezó a caer bien por primera vez el día en que vi que se sacaba el pañuelo para enjugar las lágrimas de una pobre señora rota por la emoción, que recogía una medallita en recuerdo de su esposo asesinado.
Tras el atentado de Santa Pola en que murieron dos personas, una de ellas una niña, Aznar fomentó una Ley de Partidos que suponía la ilegalización de las organizaciones que no eran más que la proyección electoral de la siniestra banda.
Me dio mucha pena que un hombre que, finalmente, había asestado grandes golpes a la banda terrorista, tuviera que marcharse en las circunstancias en que se marchó, con el mayor atentado de la historia de Europa y doscientos muertos. Me caía y me cae bien; y por eso no entendí sus días de amor y rosas con Gadafi cuando todavía no han recibido ninguna explicación "oficial" las víctimas del atentado de El Descanso, que fue cosa probablemente financiada por Gadafi, patrocinador y mecenas de grupos como Yihad Islámica.
El final deseable de la ETA
Pero no adelantemos acontecimientos; situémonos a principios de 1997. Como siempre los curas, obispos y políticos vascos hablaban de paz y de perdón; yo notaba -los hechos me dieron la razón- que existía mucho capullo en Moncloa dispuesto a equivocarse, one more again. La posibilidad de que el PP claudicara en eso como había claudicado en el tema catalán, no era una fantasía sino una amenaza muy real.
Para que os hagáis una idea de mi estado anímico por aquel entonces, os confesaré que soñaba con acompañar a Virgilio a los infiernos, para visitar la ardiente piscina de pez y azufre que espera -nadie lo dude- a los obispos y curas vascos -la hipocresía no tiene redención- y soñaba con montar guillotinas a vapor para descabezar de una vez a la ETA, sus bombas y sus sobras, un remedio radical para exterminar de raíz aquellas sabandijas. De vez en cuando me dan arranques jacobinos y me pongo el gorro frigio, perdone Vd.
Ahora he cambiado de opinión, creo que ningún verdugo debe ensuciarse las manos con la sangre de un etarra; y siguiendo las directrices de un sapientísimo amigo, creo que lo que hay que hacer con esas alimañas es encerrarlos de por vida en un calabozo hasta que el Ángel de la Muerte pase a visitarles. Eso sí, para ahorrar presupuesto -que mantener un tío en la cárcel sale caro- les ofrecemos una pastilla de cianuro una vez al mes, para que ellos mismos sean, cuando quieran, el brazo ejecutor de su destino. ¿Que no se la toman? Estupendo, hasta el mes que viene, Iñaki, cuídate.

Una carta al director
Corría el año 1997, era un 12 de enero y ABC publicó una carta al director del menda, una cartita sin importancia pero cuyo texto -cambiado por el periódico pero fiel esencialmente al contenido original- podría republicarse una y otra vez, cambiando sólo la fecha. Decía el texto de la cartita:
Sr. Director, En Francia, durante el verano de 1944, verano de Liberación y también de Depuración, en las calles de Tolouse se podía leer un cartel que rezaba lo siguiente: "Perdonar a nuestros propios verdugos es alcanzar una suprema grandeza. Perdonar a los verdugos de los demás es cometer un crimen contra la justicia; es convertirse en el cómplice de la infamia; es un atentado contra el honor de la Nación". Medio siglo después, estas palabras no han perdido un ápice de actualidad. Luis Español.

Los hermanos Karamazov
Un solo apunte más; los autores del cartel sospecho que se inspiraron en la novela Los hermanos Karamazov. Ivan Karamazov, el dramático representante del humanismo ateo, le refiere a su hermano Alejo (Aliocha) la tremenda historia de un general que había hecho despedazar un niño por la jauría; y luego añade:
No quiero que la madre perdone al verdugo: no tiene derecho a hacerlo. Le puede perdonar su dolor de madre, pero no el de su hijo, despedazado por los perros. Aunque su hijo concediera el perdón, ella no tiene derecho a concederlo.
Y yo grito, ¡Viva Kamarazov! leñe, y repito que "perdonar" a los etarras es cometer un crimen contra la justicia, es hacerse cómplice de una infamia y un atentado contra el honor de España.

sábado, 14 de mayo de 2011

Elecciones a la vasca


Mesa electoral en el País Vasco:
Presidente y vocales usan el mismo modelito
No hay  urnas... ¿para qué?
 Cuando decimos que España es una democracia, hay que hacer una importante salvedad: el país vasco. Allí la democracia es una pura entelequia; quizá en Bilbao que es una gran ciudad se asentó algo más el sistema democrático, pero desde luego en la mayor parte de los pueblos del país vasco, no existe nada parecido a mínimos requisitos para que se celebren unos comicios en libertad.
Por eso me ha molestado tanto la sentencia del Tribunal Constitucional que aquí comentaba permitiendo el regreso de ETA a los Ayuntamientos vascos. ¿De verdad era necesario que ETA regresara  a las instituciones? ¿Les parecía poco el perenne acojone que se vive en esas infelices provincias, patria natural del crimen, donde la bajeza humana y la cobardía institucional tienen su natural asiento?

Hace unos días hablaba con mi amigo Paco de su experiencia como apoderado en un pueblo vasco, durante unas elecciones.

- Imagínate el cuadro Luis. Durante horas, yo sentado y calladito en una sala con un par de mesas electorales. Allí no había interventores del PSOE ni del PP -nadie se la juega- sólo apoderados que, como yo, veníamos de Madrid. El colegio estaba custodiado, es un decir, por la erchancha.
En un momento dado quisieron hacer una trampa -nada grave, es que no les salían las cuentas porque eran muy burros- y entonces les hablé claro "si hacéis eso, impugno la mesa". Hubo un grato intercambio de opiniones. Luego uno de los que estaban sentados en la mesa,que llevaba la camiseta de presoak kalera, miembro de la mesa, sacó una cámara de fotos y me hizo una foto. "Ya tengo tu cara".
- Eso asusta... ¿Y tú que hiciste?
- Ya sabes Luis que soy un hombre pacífico y razonable. Así que agarré aquel cabrón por el cuello, le arranqué de la mano su cámara que tiré por la ventana del local, y cuando me disponía a darle un puñetazo, intervino la erchancha.
- ¿Los erchanchos no intervinieron cuando el hijoputarri te amenazó?
- No. Debían tener cosas más importantes que hacer...
- ¿Cómo terminó la cosa?
- Pues terminó con que yo al final estaba en la calle y detrás mío iban una pandilla de ratas insultándome. Ya sabes lo valiente que son esa gente en manada
-Sí, la versión aberzale de las pandillas futboleras. Uno por uno, se acongojan, pero en grupo son todos muy valientes.... ¿Y tú qué hiciste?
-Me reuní con un par de compañeros del partido, y fuimos a cenar. Pero la manada seguia detrás.
- ¿Y los erchanchos?
- Ellos estaban para custodiar el colegio electoral no para custodiarme a mí.
- ¡Ah! ¿Conseguiste cenar?
- Pues no fue facil. Entrábamos en un bar y de la manada decía alguien algo en vasco, vaya usté a saber qué, y el tío del bar nos decía que no nos podían atender... Al final sí encontramos un sitio en el que nos dejaron comer algo. Luego la manada me siguió hasta el coche.
-O sea, que identificaron tu coche...
-Sí. De todos modos una vez en Madrid cambié la matrícula. No hay que dar facilidades... Y ahora tengo otro coche.

Como me lo contaron, lo cuento, y sé que es verdad. Os ahorro mis comentarios. Lo que nunca he entendido es para qué existen una Junta Electoral Central o unos partidos nacionales que llevan treinta años sin impugnar, de un modo sistemático, cualquier proceso electoral que se celebre en semejantes condiciones.

viernes, 6 de mayo de 2011

Los payasos son gente respetable

No sé por qué se empeñan en llamar payasos a los magistrados del Tribunal Constitucional.

Los payasos son gente respetable, sobre todo los que tienen gracia. El buen payaso practica un humor blanco, elemental, muy accesible, de golpes, gritos y bofetadas, sorprende y emociona y a los niños les encanta porque lo entienden. Y no sólo a los pequeños, también a los que peinamos canas. Son impresionantes las imágenes del beato Karol tronchándose delante del payaso Japo. Tengo un inmenso afecto por Charlie Rivel, que me hacía reír a carcajadas; conservo un gran cariño por la familia Aragón y los grandes Fofó y Miliki; me encantan las pelis cortas de Charlot -las largas son más cansinas- y todavía más las de Harold Lloyd. El Gordo y el Flaco me han hecho sonreír, y casi reviento de risa la primera vez que vi a Mister Bean preparándose una ensalada, tumbado en el sillón del dentista o subiéndose a un trampolín. Y no os cuento los excelentes ratos que me han hecho pasar doña Rogelia, Eugenio, o Juan Tamariz.
Por eso me fastidia tanto que llamen payasos a esos sapientísimos, doctísimos y excelentísimos señores magistrados del Tribunal Constitucional -que Dios guarde- cimas de la Ciencia Jurídica, castálida fuente de inmarcesible doctrina, alfa y omega de toda justicia,  tan majos ellos que bendicen el regreso de ETA a las instituciones permitiendo que se presente a las elecciones, para que puedan recibir jugosas subvenciones y acceder a los censos electorales. Vale tíos, ¡os habéis lucido! Y por más que lo intento, la verdad, no consigo verle la gracia al asunto.

martes, 19 de enero de 2010

Gregorio Ordóñez, 15 años después

Breve memoria de Gregorio Ordóñez, asesinado hace quince años por la ETA.

Hoy, en Madrid, se va a celebrar, como todos los años, un acto emotivo en memoria de Gregorio Ordóñez. En un parque céntrico, ante un pequeño grupo de amigos, fieles y adheridos, se pronunciarán unas palabras. Más tarde, reunidos en una Iglesia, muchos rezaremos recordando a todas y cada una de las víctimas del terrorismo. El pretexto de ese homenaje es que el 23 de enero de 1995 ETA asesinó a Gregorio Ordóñez. Han pasado ya quince años...

Memoria contra impotencia

Ante la muerte, todo es dolor e impotencia. ¿Qué podemos hacer por una víctima? Ni podemos ni queremos compartir su dolor ni su sufrimiento. ¿Qué queremos decir cuando afirmamos que nos solidarizamos con una víctima? ¿Nos toca algún fragmento de la bala que acabó con su existencia? ¿Nos cortamos un dedo en honor de quien perdió una pierna? Lo único que podemos hacer respecto de quien lo ha perdido todo, incluso la vida, es mantener viva su memoria, mantener vivo el respeto que nos mereció y nos seguirá mereciendo. Recuerdo aquella memorable sentencia de Séneca, ninguneando a los verdugos de Cremucio Cordo: “nuestras manos y corazones lo reciben; ya no tiene nada que temer del tiempo, y muy pronto se habrá olvidado todo lo de sus verdugos, hasta sus crímenes, que fue lo único que les conquistó fama”. Gran verdad; el tiempo devora las famas prestadas, y a medida que el recuerdo de los verdugos se hunde en la fosa excremencial del olvido, la limpia trayectoria de sus víctimas aparece más brillante y auténtica. El olvido es la expresión definitiva de la muerte; recordando a Gregorio Ordóñez mantenemos vivo el rescoldo de su memoria y hablamos en nombre de quien ya no tiene voz, porque su boca llena de tierra se deshace en el camposanto.
No tuve el honor de conocer a Gregorio Ordóñez, no era uno de sus íntimos, los que le llamaban Goyo; de ahí que me sirva de las frías hemerotecas para estas pinceladas en memoria suya, y quien quiera más detalles puede acudir a la Fundación Gregorio Ordóñez.

Un político precoz

Gregorio Ordóñez fue un político precoz. Con 24 años, en abril de 1983, encabezaba la lista de Alianza Popular para el ayuntamiento donostiarra. El domingo 17 de aquel mes los proetarras irrumpieron en la campaña electoral; se cebaron con la mesita que los peperos habían colocado, como otros partidos, en la plaza del Buen Pastor de San Sebastián, junto a la Catedral. A Gregorio Ordóñez, y a sus compañeros, les pegaron, les rompieron la mesa y les quemaron las octavillas. Democracia a la vasca. Declaraba horas después Gregorio a ABC: “Está demostrado que, al menos en Guipúzcoa, no hay ni libertad ni democracia. Hoy hemos sufrido en nuestro propio cuerpo el fanatismo de ETA y de quienes con ella simpatizan”. A pesar de todo, Gregorio obtuvo su concejalía.
Ordóñez era un tipo raro, en el País Vasco, porque hace falta ser raro para pedir democracia y respeto en aquel sangriento manicomio. Otra de las cosas raras que pedía Gregorio era que ondeara la bandera de todos los españoles en Ajuria Enea… ¡Imperdonable! Ordóñez representaba a esos valientes militantes del PP, que por el hecho de pertenecer a ese partido, por el hecho de ser militantes o candidatos, tenían que superar el miedo, miedo a que les quemaran el coche, a perder el trabajo o la vida… El País Vasco, incluso hoy, no sabe qué es la libertad porque sus calles pertenecen al terror.
En el Ayuntamiento donostiarra fue Gregorio, durante varios años, concejal delegado de Turismo; quería dar del País Vasco y de San Sebastián una imagen distinta, vender el idílico cromo de una tierra apacible entre montes verdes y olas azules, una imagen pura, no mancillada por la lacra terrorista donde los pajaritos hacían pío pío y los bañistas recorrían La Concha a lomos de delfines. El pobre Gregorio incluso montó una "promoción fin de semana" para dar a conocer la capital guipuzcoana. Sí, Gregorio Ordóñez apostaba por un País Vasco amable de pinchos humeantes y Maite yo no te olvido. Pero era inútil, las bestias de ETA aborrecían a Gregorio Ordóñez precisamente más todavía por el amor que el concejal tenía por su Donosti. Para el nazi, el peor judío era el que hablaba alemán y tocaba a Beethoven; para los nazionanistas vascos, el peor maketo es el maketo que tiene simpatía por lo vasco. Es el más peligroso...
En octubre de 1990 el PP consiguió un representante en la cámara autonómica vasca. Era por aquel entonces el PP un partido insignificante en aquellas provincias, apenas el sexto en número de sufragios. Aquel año, Herri Batasuna resultó el partido más votado, con 79.228 votos y el PP consiguió pasar de 13.258 a 21.580 votos. El candidato electo del PP fue Gregorio Ordóñez...
Pasaba el tiempo; ETA seguía matando y mandando mucho, pero la sociedad vasca empezaba a hartarse. Ordóñez y otros héroes modestos del PP iban haciéndose camino en pueblos y villas controladas por los batasunos; en abril de 1991 el PP había multiplicado por dos sus candidaturas, y presentaba listas en fortalezas aberzales como Rentería, Hernani, Pasajes y Usurbil…
Gregorio siempre estuvo del lado de las víctimas. Cuando ETA asesinó al guardia civil Francisco Robles, Gregorio se quejó de las clamorosas ausencias en el funeral. Dijo, “me duele no haber visto en el funeral ni al Ministro del Interior, ni al Consejero del Interior, ni al obispo, ni al alcalde de San Sebastián o alguien de su equipo”. Faltaba mucho, todavía, para que determinada gente aprendiera a ponerse del lado de las víctimas en lugar de buscar justificaciones para los verdugos. Faltaban sólo unos años, también, para que el funeral fuera en honor de Gregorio. El político sabía muy bien qué era ETA, y la definió claramente: “en el País Vasco, resto de España y mundo entero, ETA es un grupo criminal organizado, que sólo busca la extorsión y la destrucción en beneficio propio”.
Gregorio era consciente de que en el País Vasco no existe la libertad. Cuando el secuestro del ingeniero Julio Zamora, Gregorio y su mujer, embarazada, exhibieron lazos azules con la forma de una A (por “Askatu”, libertad en la lengua del terror) y fueron agredidos a puñetazos por simpatizantes aberzales. Poco tiempo después llegó la agresión definitiva.
Era el 23 de enero de 1995, y Gregorio Ordóñez se encontraba en el bar La Cepa, un clásico de San Sebastián, en compañía de cuatro amigos, entre los que se contaba María San Gil. Un etarra se acercó por detrás, y sin mediar palabra le descerrajó a Gregorio un tiro en la cabeza. María San Gil salió corriendo detrás del etarra, inútilmente.
Tras su muerte, el sanedrín episcopal se rasgó las vestiduras, el PNV compró su ración de cebollas, se vertieron lágrimas de cocodrilo, se pronunciaron palabras insentidas, se escribieron artículos más o menos oportunos.
 

De toda aquella farragosa expresión de hipocresía, podría recordar algunos excelentes textos, escritos con la razón y con el corazón... Recuerdo uno particularmente acertado de Jiménez Losantos, que con gran lucidez destacaba la heroica condición de Gregorio Ordóñez, y vale la pena repetir esas palabras, perfecto epitafio para nuestro concejal:
“Nos han matado a un compatriota. Han hecho nacer a un héroe. Los héroes modernos no se hacen en las batallas ni en los campos de fútbol. Un héroe en el País Vasco es el que cada mañana sale de su casa con el miedo al hombro y hace su vida, dice lo que piensa, habla lo que siente y defiende lo que cree justo como si no corriera peligro de muerte, como si por ser libre no corriera peligro de dejar de ser, de morir, al menos, a esta vida. Gregorio Ordóñez ha sido, era y es un héroe contemporáneo […]”
Se puede decir más alto, pero no más claro.
Luis Español Bouché