En Madrid, cuando no quieres ver a un pelmazo no lo ves. En un pueblo pequeño, ¿qué haces? No puedes fingir que no lo ves, ni contarle que no estás en casa, no hay huida posible, tienes que aguantar al pelmazo, o pegarle un tiro.
En Madrid, a pie, paseando por el Centro o por la ciudad moderna, es muy fácil perderse adrede: ¿qué hay más allá de la calle del Cordón? ¿Cómo evoluciona Caleruega, dónde acaba Ronda de Sobradiel? En un pueblo pequeño sabes exactamente dónde está cada cosa, cada piedra, cada calle, cada cardo y cada cabra. Y no te apetece salir.

La vida es ya bastante dura, corta y absurda como para, además, pasarla en un confín minúsculo, encerrado en una burbuja de acontecimientos previsibles y previstos. Mi pregunta es, ¿cómo cáspita se puede vivir en un pueblo puediendo vivir en Madrid? ¿Qué clase de pervertidos viven en los pueblos? Me diréis que la gente puede ser feliz en el campo, que Heidi al final se casará con Pedro. Y digo yo, si Heidi se cansa de Pedro, ¿qué pasa? ¿Se consuela Pedro con Niebla? ¿Se liga Heidi a su abuelo? ¡Odio los pueblos!