La Policía Nacional ha detectado un importante tráfico ilegal de tigretones
Los años de la droga
Los años setenta fueron difíciles para el Liceo Francés: hubo alertas falsas de bomba y bombas de verdad, y aparte de las amenazas de la ETA, del Grapo y de la ultraderecha, toda la España escolar empezó a sufrir el bombardeo mucho más letal de la droga. En algunos barrios de Madrid la gente que me lleva tres o cuatro años son una rareza porque murió toda esa generación a golpe de pico y no precisamente abriendo zanjas: la zanja se la abrieron ellos solitos. Recuerdo que un locutor de Radio las Aguilas me confesó que sus amigos de juventud -¡todos!- se estaban pudriendo en algún camposanto y que en el barrio no quedaba gente de su edad.
En el Liceo estábamos superpotegidos del Mal porque de la seguridad no sólo se ocupaban los guardias o la policía sino que los señores de mono azul de mantenimiento o jardinería estaban pendientes de que no se nos colara ningún demonio en el Paraíso y formaban una cohorte angélica más que sumar a la de los arcángeles profesionales.
Yo era amiguete de uno de ellos, un tipo admirable que te manejaba la podadera, la calefacción industrial o los cuadros eléctricos con la misma soltura. Era un señor alto, grande y con puños como sacos de patatas; su conversación me fascinaba: me hablaba de cuánto tarda en fraguar el hormigón armado, de cómo se enciende la luz por sectores y no todas a la vez y cosas así que me parecían entonces y me siguen pareciendo ahora mucho más interesantes que el contenido habitual de la prensa. Y supongo que a él le haría gracia tener un joven y atentísimo auditorio.
Un camello mal informado pretendió un día pasar costo a los niños para ampliar su negocio de cara al futuro. Mi amigo trincó al camello y le metió tal paliza que lo dejó medio muerto, a Dios gracias, que a los traficantes hay que ablandarlos como al pulpo, machacándolos a conciencia. Fijaros si la protección era discreta, que me enteré del asunto de la paliza años después, que la mejor seguridad es la que no se ve.
Estábamos protegidísimos, repito, pero había alguna excepción: durante los recreos se acercaba un señor a la verja y nos vendía manzanas cubiertas de caramelo rojo.
Supongo que la manzana venía de un árbol que no había sido descontaminado en autoclave y que contendría toda suerte de pesticidas, metales pesados y excrecencias de gamusinos mutantes; el azúcar sería del tipo ultracaries reforzado y el colorante rojo sin duda alguna cancerígeno y judeomasónico internacional.
Pero claro está que le comprábamos al buen señor sus manzanas, y también churros y porras elaborados en vaya Vd. a saber qué aceite -y lo del aceite era un tema serio, que poco tiempo más tarde España vivió la tragedia del aceite de colza desnaturalizado- y otros productos peligrosísimos como pipas, chicles, tiras de regaliz y conguitos.
Y os preguntaréis, ¿por qué este gordo inmundo nos habla de sus batallitas escolares? ¿Tan pocos temas de actualidad hay que tenemos que recurrir a sus aventuras en el Liceo?
Pues el tema surge de los proyectos de Trinidad Jiménez, la versión cañí y cañera de la Señorita Rotenmeyer que torturaba a la pobre Heidi; la sucesora de Elena Salgado quiere erradicar la bollería industrial de los colegios: adiós Pantera Rosa, Bony, Bucanero, Bollicao, Donuts o Tigretones, adiós conservantes, colorantes, edulcorantes y demás perniciosos Enemigos de la Salud.
A la Gran Penitenciaria, con esa lógica inherente al Demenciato, le parece chanchipiruli que a una chiquilla de 16 años le corten a cachos el niño que lleva en la tripa pero en cambio ve como peligrosísimo el consumo de Bimbollos, nuevas Armas de Destrucción Masiva de los neobushistas de la Progesía. Salgado un día te deja sin tabaco y otro día Jiménez te quita el pastelito. La verdad es que a las Caudillas del Nuevo Orden me las imagino muy bien vestidas de Miss Látigo y Nanny Azotes castigando culos pecadores, que en el fondo la lógica interna del PZOE es "Quien bien te quiere te hará llorar"; y no sólo llorar, también rabiar, maldecir y blasfemar.
Recuerdo la primera vez que en la Biblioteca Nacional observé que señores adultos y canosos se dedicaban a fumar a escondidas en los retretes como si tuvieran catorce años. Salgado produjo regresiones brutales que fascinarían a Freud... Si a Jiménez le pone dar a mí no no me ape recibir. Así que con la ayuda inapreciable de Mirameba estoy organizando la primera red de tráfico de Tigretones.
Recuerdo la primera vez que en la Biblioteca Nacional observé que señores adultos y canosos se dedicaban a fumar a escondidas en los retretes como si tuvieran catorce años. Salgado produjo regresiones brutales que fascinarían a Freud... Si a Jiménez le pone dar a mí no no me ape recibir. Así que con la ayuda inapreciable de Mirameba estoy organizando la primera red de tráfico de Tigretones.
He adquirido inmensas existencias de Tigretón, Pantera Rosa y Bony para disponer de material. Los venderemos al triple, con un margen comercial del 660% pero eso sí, bajo cuerda.
Si en el próximo curso veis a un señor con gabardina y gafas oscuras acercarse a la verja del colegio de vuestros niños es posible que en lugar del habitual pederasta del barrio descubráis a un extraordinario traficante de Tigretón. Nuestra red todavía no está montada así que si queréis ganaros una pasta, poneros en contacto con nosotros por nuestro servicio habitual de tortugas mensajeras.