El universo es esférico y se expande. La prueba, mi tripa; antes sólo parecía que estaba de siete meses y ahora diríase que el parto es inminente, que voy a dar a luz a trillizos oncemesinos... ¡Ya dan pataditas! Terribles, las Navidades. Me encantan, me pongo morado, hasta arriba, para celebrar el cumple del niño Jesús, su onomástica y la Epifanía. Jo, qué bueno estaba el roscón que me casqué ayer; y no te digo el que me aticé anteayer, ¡que era 6 de enero! En esa gloriosa fecha, hasta mis más conspicuos amigos republicanos se vuelven monárquicos por unas horas y gritan que viva Melchor, viva Gaspar y viva Baltasar, que además de reyes majos no tienen yerno. Una pena que las Navidades no duren seis meses más, pero bueno, todo tiene un final y ahora toca guardar el Nacimiento y las bolitas del árbol, medirse el colesterol, quitar las guirnaldas, en fin, el final de fiesta.
Este año, pásate al cejing
Resolución de año nuevo, ¡voy a cambiar de vida! ¡Que sí!
Esta mañana inicié mi sesión de deporte de alto riesgo con una sesión de cepilling. Levanté el cepillo de dientes con la mano derecha, uno-dos, uno-dos, así tres series de diez. Y luego con la otra mano. ¡Puf!
A mediodía no comí a dos carrillos, sino que alterné: mastico con la derecha, y luego con la izquierda.
También separo los dedos de las manos, uno-dos, uno-dos...
Pero lo más difícil es el cejing. Levantar las cejas, uno-dos, uno-dos, diez veces. A Groucho le salía muy bien, mejor que a mí. ¡Estoy reventado! Me voy a comer un perolo callos para reponerme. Mañana empiezo los abdominales. ¡Que sí!
Pero lo más difícil es el cejing. Levantar las cejas, uno-dos, uno-dos, diez veces. A Groucho le salía muy bien, mejor que a mí. ¡Estoy reventado! Me voy a comer un perolo callos para reponerme. Mañana empiezo los abdominales. ¡Que sí!