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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

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jueves, 16 de agosto de 2012

En fraude entran las cinco letras de Freud

Reconozco que tengo poca estima por los sicólogos y siquiatras en general. Los hay sin duda fantásticos como el Dr. Esquerdo, perfecto modelo de persona humana -permítaseme el pleonasmo, que yo me entiendo y vosotros también- pero otros parecen más bien manipuladores profesionales y no es casualidad que algunos de los monstruos balcánicos más sanguinarios como aquella famosa bestia, Radovan Karadžić, fueran siquiatras, con postgrado en la Universidad de Columbia, ¡toma ya! Antes de organizar sus pequeño genocidios locales, Radovancito se dedicaba a tratar depresiones y a animar futbolistas. Supongo que en breve se pondrá en huelga de hambre y lo nombrarán alcalde de San Sebastián.
Algunas de las peores personas y más manipuladoras que he conocido son sicólogas. De lo cual infiero, sin necesidad de leer libros gordísimos, que se puede estudiar el alma ajena siendo un perfecto desalmado. Y los siquiatras me dan miedo: al servicio de los comunistas en Rusia, amigos de lobotomías y electrochoques, no me cabe duda de que Sade, de haber podido, hubiese elegido ser siquiatra. Así que no pretendo ser objetivo al hablar de Freud. 
Que no digo que Freud no tuviese algún mérito. Es indudable que Freud, al colocar la sexualidad en el centro de muchos problemas sicológicos, ayudó a entender mejor determinadas patologías o estados anímicos. Pero el papel de Freud en la historia de la sicología, no sé yo hasta que punto puede calificarse como positivo. Y no me refiero sólo a su errado amor por la cocaína que no dudó en utilizar para curar pacientes morfinómanos a los que convirtió en farloperos crónicos.

¡Los jóvenes árabes embrutecidos por la masturbación!
Por casualidad hoy leyendo un texto de Arrabal, Le Roman, pour quoi faire?, me encuentro con un rebuzno de Freud que creo que poca gente conoce en España. Resulta que el propio Freud, el 7 de febrero de 1912, aseguró ante un auditorio de sicoanalistas que "la masturbación es nociva, como lo demuestra el embrutecimiento de los jóvenes árabes dado que la practican sin ninguna inhibición". ¡Arsa, ele mi niño! [texto original: "Freud lui-même, le 7 février 1912, assura devant un auditoire de psychanalystes que "la masturbation est nocive comme le prouve l'abrutissement des jeunes Arabes dû au fait qu'ils la pratiquent sans aucune inhibition"]. Hay gente que se preocupa por el descarado racismo de Tintín pero que no se imaginan los prejuicios y lugares comunes de grandes intelectuales.


El Comité del Anillo
¿Cómo alguien como Freud pudo alcanzar la posición y el prestigio de los que gozó? Pues aparte de sus indudables cualidades, lo más lamentable es que disfrutó de una especie de secta a su servicio, el Comité Secreto o del Anillo -a sus miembros Freud les daba un anillo para fortalecer la idea grupal- que se formó hace justo cien años, en agosto de 1912. Dicho grupo de presión lo montaron algunos de sus discípulos y amigos, con el objetivo de conquistar puestos de poder y de desacreditar a Jung. Se conservan las cartas que se dirigieron unos a otros. Otro día os lo cuento. Quién sabe si cuando Tolkien ideó la Comunidad del Anillo de su Lord of the Rings a lo mejor había oído hablar del grupito de Freud... No olvidemos que Tolkien era un señor listísimo que trabajaba en la Universidad y que estaba al tanto de todo. Vaya Vd. a saber si en la mente de Tolkien el malvado Sauron usaba diván...

miércoles, 1 de junio de 2011

Freud y los pepinos

El profesor Rolf Sturmbannhahn, de la Universidad de Tubinga, ha anunciado el descubrimiento de una obra inédita de Freud, "Kurze Erklärungen über die Krümmung der Gurke" -en cristiano Breves consideraciones acerca de la curvatura del pepino- que revela la gran inquietud del maestro vienés por la recurrente presencia del pepino en la idiosincrasia del Super-yo colectivo centroeuropeo. Es una obra de juventud, de cuando todavía el padre del sicoanálisis cuidaba a su clientela a base de farlopa y en algunos extremos recuerda la tesis de Karen Owen.
El estudio de Freud debe mucho a un predecesor francés, "Le rôle de la banane dans la pathologie amoureuse" de Ferdinand de Salconar, gran estudioso de la influencia de los vegetales en la obra de Arcimboldo y autor, a su vez de una tesis doctoral sobre Pipino el Breve, padre de Carlomagno.
 Precisamente, Jacques Lacan ya denotaba que quizá la obsesión sexual de Carlomagno se derivaba de aquel mote de su padre, esposo de Berta del Gran Pie. Empeñado en demostrar que de breverías nada y que a él, en cambio, se le conociera por Magno, tuvo el padre de Europa seis mujeres legítimas y unas cuarenta concubinas, lo cual no llamaría la atención en un príncipe musulmán pero siempre resultó algo curioso en un monarca cristiano y además santo -en Francia hubo durante siglos una fiesta de Saint Charlemagne-.
Notaba Lacan que el fenómeno de Carlomagno respecto de su padre es exactamente contrario a la anulación sufrida por Luis XIII ante la infinita fertilidad de Enrique IV de Borbón, empeñado en demostrar que Bourbon y embourber tienen un mismo origen. Hoy día se calcula que nueve millones de franceses descienden del muy rijoso Enrique IV, que con democrático criterio conoció en el más bíblico sentido tanto a las sofisticadas damas de su corte como a las más sencillas campesinas. El más verde monarca europeo llegó a confesar -mienten algunos- que "hasta que cumplió cuarenta años, creía que aquello era un hueso", lo cual tiene más mérito si consideramos que no se bañaba más de tres veces al año y su mujer lo llamaba afectuosamente "el chivo" no tanto por sus aficiones como por su nada embriagador aroma a chotuno.
Su hijo, Luis XIII, fue un tímido sexual del que no se sabe bien si le gustaba la carne o el pescado, pero practicar no practicaba; quizá la panspermia de su padre le puso el cimborrio a media asta... Algo de Enrique IV le ha quedado a los dirigentes de Francia, ya que sus presidentes Giscard y Mitterand no pasarán a la historia por su castidad. Giscard, además, en sus momentos de íntima locura se pone su peluca de Luis XV -salidísimo monarca- del que por lo visto desciende por la mano izquierda.
En Alemania, Austria, y en general en todo el mundo germánico, hay una obesión por lo español desde que el señor Jellinek le puso a los coches de la casa Daimler el nombre de su hija Mercedes. Esa obsesión se traduce en la manía de llamar Apotekhe las farmacias mallorquinas, que hace falta ser gilipollas. La obsesión es consecuencia de una confusión lamentable en la que incide Freud en el manuscrito recién descubierto cuya traducción nos brinda nuestro generoso amigo el distinguido germanista japonés Ken Naboduro:

Alemania es patria del luteranismo, confesión sexualmente confusa puesto que ya se sabe lo del amor luterano un día por el útero y otro por el ano, a fuerza de dar y tomar los alemanes han acabando siendo cristianos que adoran a los árboles y transmiten a sus hijos su pánico al pepino. En los cuentos de nuestra infancia -prosigue Freud- el Coco era un Español cargado de pepinos. El espíritu castrador del protestantismo se traduce, también, en la obsesión de asar las salchichas. La salchicha, cuerpo eminentemente fálico, sufre en Alemania un proceso inquisitorial, un verdadero tormento en el agua hervida o a la plancha.

Solo queda por añadir que de aquellos polvos vinieron estos lodos y que la leyenda negra del pepino español en Alemania se deriva directamente de una patología psicosexual cuyos rasgos ya había adivinado Freud en este trabajo cuya autenticidad ha sido corroborada por todos los especialistas.