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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

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lunes, 29 de mayo de 2017

Madrid ignora a Julián Juderías


El Ayuntamiento de Madrid,  envuelto en sus harapos, desprecia cuanto ignora; así que el Consistorio madrileño, con los votos de Ahora Madrid, Ciudadanos y Psoe ha ignorado en bloque las distintas propuestas acerca del callejero efectuadas por el grupo municipal del Partido Popular. Algunas de esas propuestas eran muy interesantes, como la que pretendía recordar la egregia figura de Julián Juderías (1877-1918), el autor de La Leyenda Negra, un ensayo sobre la imagen negativa de los españoles, que ha disfrutado de inaudito y prolongado éxito —los ensayos son el género más perecedero del mundo editorial— y que, por desgracia, no parece haber perdido un ápice de actualidad a pesar del tiempo transcurrido: los españoles seguimos mirando nuestro propio pasado con ojos deformados por una visión sesgada y negativa, basada en datos erróneos. El clásico de Juderías iniciaba una nueva disciplina, la imagología, y  es quizá el primer trabajo en hacer hincapié en el mensaje y no en el mensajero.

De este modo, los madrileños hemos perdido —¿hasta cuándo?—la oportunidad de corregir uno de los olvidos más escandalosos y sangrantes del callejero de la capital. Para más Inri, el año que viene se cumple un siglo de la muerte de don Julián y este mismo año se conmemora  el centenario de la segunda edición de su clásico, que es el texto que desde entonces se reproduce, y que suponía una gran ampliación sobre la primera edición, de 1914. Una ocasión perdida, sí, y quizá no se presente otra.

Ya que parece imposible que la patria chica de Juderías , la ciudad donde nació y murió, le dedique una calle o siquiera una placa, quizá la administración regional pueda o sepa recordar su nombre para bautizar una escuela, o una estación de metro; quizá su patria grande, España, y su patria enorme, la Hispanidad, sepan honrar de algún modo, en el próximo centenario de su muerte, a uno de nuestros más distinguidos regeneracionistas, que ha dejado una obra impresionante en el ámbito de la sociología y de la historia, amén de valiosas traducciones e interesantes estudios literarios.

Si Julián Juderías levantara la cabeza, dudo que le preocupara el nulo interés de Madrid y España por uno de sus hijos más ilustres. En cambio se alegraría de que, en gran parte gracias a estudios suyos como Los tribunales para niños: medios de implantarlos en España (1910), existan hoy día los Juzgados de Menores. Juderías murió pocos meses antes de que se aprobara la ley que creaba un marco jurídico específico para los menores (1918).

A Juderías le preocuparía mucho más que Occidente siga aceptando la prostitución y el tráfico de personas. Recordemos que combatió incansablemente esa forma de esclavitud por medio de libros, folletos y campañas. En cambio, los inmensos progresos realizados en España en el ámbito laboral y social le habrían maravillado especialmente a él, vinculado durante media vida al Instituto de Reformas Sociales, el gran laboratorio de medidas sociales de la Restauración. Feminista a machamartillo, Juderías estaría encantado de saber el papel que desde hace un siglo ha ido conquistando la mujer española, en todos los ámbitos. Él escribió que el feminismo “se convertirá, a no dudarlo, en uno de los factores más poderosos del progreso, y nada tendría de extraño que después de ser nosotros deudores de la mujer por tantos conceptos, le debiésemos una libertad más o, a lo menos, un nuevo aspecto de la libertad”.

Recordemos que, como historiador, algunos trabajos suyos fueron rompedores, y no sólo su famoso ensayo negrolegendario. Por ejemplo su España en tiempos de Carlos II fue calificada por la Revue de Synthèse Historique —origen de la Escuela de los Annales— con estas palabras: “hay que agradecerle [al Sr. Juderías] haber planteado la cuestión como había que hacerlo, rompiendo claramente con la historia biográfica y política. Ha emprendido una obra de síntesis nunca hasta ahora intentada y que creemos que aclara mucho la historia del siglo XVII español”.

Siempre pionero e innovador, le debemos estudios monumentales acerca de los más vulnerables, aquellos de los que nadie habla, los ignorados, la infancia delincuente, las prostitutas. Como buen regeneracionista, al lado de la exposición desapasionada de la realidad que estudiaba, proponía algún remedio: fue, por ejemplo, autor del primer ensayo sobre lo que hoy llamamos “microcréditos”.


En cualquiera de los casos, la mejor forma de tributar un homenaje a Julián Juderías consiste en leerlo.  Muchos lo leen, sin saberlo, en las obras de sus innumerables plagiadores e imitadores, cada vez que hojean las páginas de un refrito sobre la imagen de España o Gibraltar. De los libros de Juderías que hoy se encuentran en el mercado, La Leyenda Negra sigue siendo imprescindible. Leamos al menos ese admirable estudio, como grata expiación de la ignorancia municipal, y aprendamos a querernos un poquito más.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Charles Lummis, hispanista e hispanófilo

En su honor la ciudad de Los Ángeles celebra el Lummis Day


Mientras que hoy día se contrapone el indigenismo político con la cultura española, en la obra de Lummis se encuentra una idéntica exaltación de indios y españoles.

Se pueden encontrar en suite101 sendos artículos dedicados al mundo del hispanismo francés, el Liceo Francés de Madrid, Maurice Legendre o la Casa Velázquez.
Además del hispanismo galo, existen otros hispanismos e hispanistas, como los norteamericanos, entre los que sobresale Charles Lummis (1859-1928).

Hispanista, hispanófilo e indigenista

Cuando nació Charles Lummis, en 1859, y durante las primeras décadas de su existencia, se produjo en los Estados Unidos la destrucción de los pueblos indios. El genocidio no hubiera sido posible de no existir un total desprecio por la cultura de los llamados pieles rojas. Por otra parte la visión de España y de lo español quedaba condicionada por la Leyenda Negra, que envenenaba las mentes más preclaras del mundo anglosajón.
Lummis fue, al respecto, una brillante excepción: le debemos una riquísima colección de artículos y fotografías del sudoeste de los Estados Unidos y estudios sobre distintas culturas indias; fue también un apasionado hispanista e hispanófilo.
En su honor se celebra hoy día en San Francisco el Lummis Day, festival de la muticulturalidad, concepto éste algo vago pero no precisamente desagradable. El personaje merece nuestra atención.

Elementos biográficos

Charles Fletcher Lummis era un wasp de la costa Este. Recibió la mejor educación posible, en Harvard. En aquellos días publicó, con gran éxito, sus primeros poemas y fue compañero de promoción de Teodoro Roosevelt. Pero rápidamente dejó de asistir a clase, se casó y se hizo periodista, en Cincinatti.
En 1884 recibió una oferta de Los Angeles Times, periódico de la gran urbe californiana que en aquel tiempo sólo tenía 12.000 vecinos. Lummis cubrió a pie las 3500 millas a lo largo de 143 días de caminata invernal particularmente dura bajo las copiosas nevadas de Nuevo México. A pesar de romperse un brazo, empezó allí su pasión por el mundo indio y español. Publicó el relato de su deambular en 1892, con el título A Tramp Across the Continent.
Durante las décadas posteriores, se convirtió en el gran estudioso de los indios Pueblo y el infatigable defensor de los Hopi; también fundó el Landmarks Club of Southern California, asociación que se empeñó en preservar las misiones españolas creadas por Fray Junípero Serra. Fue durante varios años bibliotecario municipal de la ciudad de Los Ángeles, estableció el Southwest Museum que abrió sus puertas en 1914 y su casa de El Alisal acabó siendo la sede de la Historical Society of Southern California.

Los pioneros españoles

Hoy día apenas se menciona la existencia del libro de Lummis, The Spanish Pioneers, verdadero canto de amor a la empresa española en América, obra empapada con la idea de heroísmo de Carlyle. Lummis admiraba de la cultura española la escasa importancia que reviste en ella el racismo, tan inherente al mundo anglosajón de su tiempo. Así, el prefacio de Lummis empieza con estas líneas:
"Porque creo que todo joven sajón-americano ama la justicia y admira el heroísmo como yo, me he dedicado a escribir este libro. La razón de que no hayamos hecho justicia a los exploradores españoles es, sencillamente, porque hemos sido mal informados. Su historia no tiene paralelo; pero nuestros libros de texto no han reconocido esta verdad, si bien ahora ya no se atreven a disputarla. Gracias a la nueva escuela de historia americana vamos ya aprendiendo esa verdad, que se gozará en conocer todo americano de sentimientos varoniles. En este país de hombres libres y valientes, el prejuicio de la raza, la más supina de todas las ignorancias humanas, debe desaparecer [...]".
Fue Juan Cebrián el responsable de financiar la traducción, por Arturo Cuyás, de The Spanish Pioneers que no se ha vuelto a editar en los Estados Unidos desde 1963.
Para más detalles véase el trabajo del autor de este artículo Leyendas Negras y la obra de Mark Thompson American Character.

 Publicado originalmente en el desaparecido portal suite101.net, el 17 de noviembre de 2009 y recuperado el 28 de noviembre de 2016.
Puede leerse aquí una copia en archive.org

martes, 10 de noviembre de 2009

Juan Cebrián, España en los Estados Unidos

El madrileño que construyó ferrocarriles en EE.UU.

 Dos ingenieros españoles, el madrileño Juan Cebrián Cervera (John C. Cebrian) y su socio y amigo el catalán Eusebio Molera, impulsaron la imagen de España en Norteamérica

Juan Cebrián Cervera nació en Madrid en tiempos de Isabel II, un 24 de agosto de 1848 y murió en la misma ciudad un 20 de febrero de 1935, durante la II República. Podríamos pensar que su vida transcurrió en la tórrida capital de las Españas; pues no, la mitad de su vida la pasó en los Estados Unidos donde fue el principal pilar del hispanismo. Ingresó en 1863 en la Academia de Ingenieros Militares de Guadalajara. Terminó sus estudios en 1868 siendo promovido a teniente de dicho cuerpo. Llega la revolución de septiembre de ese año, y en 1869 Cebrián obtiene la licencia absoluta al mismo tiempo que su compañero de academia, Eusebio Molera, un catalán de Vic al que le unirá una entrañable amistad hasta el final de sus días. Salieron juntos de España, rumbo a Nueva York, con la ambición de prosperar con su talento. Y vaya si lo consiguieron.

Cebrián, ingeniero

En 1870 se trasladará Cebrián a San Francisco, California, donde se empleará como ingeniero de la Dirección de Faros de la Costa del Pacífico, y de 1871 a 1873 Cebrián, por encargo de la Compañía del Ferrocarril Transcontinental del Norte del Pacífico (Northern Pacific Railroad Co.) se ocupó del trazado de su extremo occidental desde las Montañas Rocosas hasta Portland y Seattle. A partir de 1888 dirigirá importantes empresas industriales, estableciendo su propio despacho de ingeniería. En los EE. UU. empezó a utilizar el “Juan C. Cebrián”, anteponiendo, a la moda americana, su primer apellido la inicial del segundo.
Molera y Cebrián patentarán en España, entre 1879 y 1883 mejoras en motores, mejoras en el alumbrado por la electricidad, un sistema de impresión microscópica y los aparatos para leer dichas impresiones,así como calderas solares para aprovechar el calor del sol con el fin de generar vapores de tensión aplicables como fuerza motriz.
Traumatizado por la guerra entre España y los EE.UU., sus dos patrias, financió proyectos que favorecieran la imagen de España en el país norteamericano. Trató sin éxito de implicar en ello a Juan Valera. Sólo en 1914, con la aparición de la obra "La leyenda negra" de Julián Juderías verá satisfecho su deseo. Hizo traducir al español y regaló a bibliotecas e individuos la famosa obra de Charles Lummis The Spanish Pioneers, y financió también la reedición de 1917 del libro de Juderías, que supone una gran ampliación sobre el original de 1914.

Cebrián, mecenas del hispanismo

El papel de Cebrián fue fundamental a la hora de aproximar las universidades de Berkeley y la Central, hoy Complutense, así como en proporcionar una base económica a las actividades de los hispanistas norteamericanos. Cebrián donó numerosas y valiosas obras españolas a las bibliotecas de las universidades de Berkeley y Stanford, a la del Metropolitan Museum de Nueva York, la del Art Institute de Chicago y también a la Biblioteca de la Escuela de Arquitectura de Madrid donde su donativo de 4.000 obras se considera el origen de la divulgación en España de las tipologías constructivas internacionales del primer tercio del siglo XX.
También aportó Cebrián su ayuda financiera a la edición de las obras completas de Cervantes, que acometieron Rudolph Schevill y Adolfo Bonilla San Martín. Permitió igualmente la generosidad de Cebrián, Archer Huttington y Rafael Fabián que se publicara la Grande general Estoria de Alfonso X por parte de Antonio García Solalinde.

Principal mecenas de la Hispanic American Historical Review, fue Cebrián copresidente, junto con Archer Huntington, de la American Association of Theachers of Spanish. Cebrián es con Juderías y Lummis uno de los tres grandes propagandistas de la imagen de España en el primer tercio del siglo XX.

Mecenas de San Francisco

En unión de su amigo Molera, costeó Cebrián el monumento a Cervantes en el Parque Golden Gate de San Francisco, obra del escultor hispanoamericano José Joaquín Mora y erigió la primera iglesia española en aquella ciudad, desde los tiempos de las Misiones de San Junípero Serra. Precisamente, en 1932, tres años antes de morir y a pesar de que habían mermado sus caudales compró Cebrián la casa mallorquina donde naciera el padre Junipero y la regaló a la ciudad de San Francisco en California.

Latino versus hispano

Fue Cebrián el primero en hacer campaña contra la absurda expresión "América Latina", campaña a la que se sumarían Ramón Menéndez Pidal y el ya citado Bonilla San Martín. Entre otras iniciativas suyas subrayemos la propuesta de cambiar el nombre de la Península Ibérica por Península Hispánica. El caso de Molera y Cebrián, un madrileño y un catalán, socios, amigos y colegas, desmiente también la fanática visión del catalanismo, presentando lo catalán como contraposición de lo español, o la nueva locura que pretende enfrentar a los estadounidenses de origen hispano con los de origen anglosajón. La trayectoria de Cebrián infunde un mensaje de esperanza: la inteligencia siempre derrotará a los degenerados frutos de la ignorancia.

 Artículo publicado originalmente en el desaparecido portal suite101.net, el 9 de noviembre de 2009 y recuperado el 28 de noviembre de 2016.
Puede leerse aquí una copia en archive.org