Mayo, en Madrid, tiene el encanto de los parques, y sabe a amor.
El domingo pasado, El Capricho estaba impresionante y hoy he podido comprobar que en la Rosaleda del Retiro ya tenemos rosas. El césped se puebla de parejitas devorándose a besos.
Esta tarde vi a dos chiquillas dándose piquitos y se les notaba a la legua que estaban locas perdidas la una por la otra: es Primavera. Me dije que en algo, por lo menos en eso, hemos mejorado. Somos más tolerantes que nuestros abuelos y ves bajar dos tíos por la Gran Vía cogidos de la mano o dándose un beso y nadie les dice nada.
El amor de verdad no entiende de tiempo, como esa pareja de esqueletos que los arqueólogos encontraron en Mantua, abrazados para la eternidad. Una pareja probablemente fallecida hace cinco o seis mil años, y los enterraron juntos, así, abrazaditos, como debieron vivir. Sientes envidia por ese símbolo del amor que desafía el paso de los siglos y recuerdas aquel poema magnífico de Quevedo rematado con el famosísimo "polvo seré, más polvo enamorado".
Madrid tiene sus ritmos y sus tradiciones. La feria del Libro empezará a finales de mayo y ya en el Paseo de Coches empiezan a levantarse las casetas blancas y las tiendas que albergarán presentaciones, exposiciones y demás chorradas oficiales.
Mayo son también los domingos de primeras comuniones. En los parques ves niñas vestidas de princesitas y niños disfrazados de almirante, son las víctimas del atroz mal gusto de sus padres pero te pones de buen humor: los niños están contentos, y se ríen y juegan y hacen el bestia y los mayores les acompañan.
Los sábados tocan bodas. Todo el mes de mayo y junio jóvenes parejas dan el paso. Se atreven a comprometerse en un mundo sin compromisos, y se arriesgan en un universo cada vez menos seguro. ¡Olé por ellos! Ese día, ese gran pedazo de día, todas las novias son las más bonitas y las más guapas del mundo mundial.

¡Que Dios les ayude y sepan escucharlo! ¡Que tengan suerte! ¡Que se quieran y se respeten! ¡Que tengan niños! Hacen falta muchas narices para traer niños al mundo y criarlos y quererlos. Y que nunca, nunca, nunca cedan a la repugnante moda de las separaciones, el desamor, y el engaño. Que conserven la alegría toda la vida. Que mantengan lejos a las arpías urdemalas, a los sicólogos de tres al cuarto y demás gente de mal vivir.
Por toda Madrid ves parejitas con su traje de novios que se hacen fotos o se filman en el Retiro o frente a la Puerta de Alcalá. Pelín sobreactuado, demasiado documento gráfico, te gustaría que estuviesen más sueltos... Pero bueno, si las fotos les permiten recordar sus votos, mejor que mejor.
El sábado pasado vi de lejos la boda de un militar, sus compañeros le hicieron el paseillo con los sables de gala levantados: tradiciones. Cuando ves a tanto niño comulgante y tanta novia de casorio, te dices que algunas cosas no cambian, que las estructuras profundas, los biorritmos y las esencias de España, siguen allí; menos intensas que en el pasado, pero al acecho; que si tuviéramos un líder, un gran país se levantaría a galope en el teatro de la Historia.
Bueno... Si tú lo dices...
ResponderEliminarAmén.