Escribió Philipón de Abdera, hace casi dos mil años, tras madura reflexión: "la vida es corta y acaba mal" pero como lo dijo en griego clásico pocos se enteraron.
No conozco a nadie que no esté lleno de problemas, y lo que a.p.t.c.
precisamente, cuando sales, es dejar los problemas en casa y pasar un
buen rato y hacer tonterías o a lo mejor cosas nuevas y distintas. Pero
eso hay gente que no lo entiende.
Pasión por uno mismo
Hay personas que consiguen calcinar cualquier tipo de ilusión o de alegría: están los sicópatas, los amargados y sobre todo los pelmazos, los que necesitan hablar de sus enfermedades, de sus problemas domésticos y laborales, de sus pequeñas tragedias íntimas, de sus frustraciones, de sus quiero y no puedo, de su apasionante pasado, de su inmarcesible futuro y lo suyo no es hablar, es más bien un derramarse, una catarata interminable y nada castálida que surge del pozo ilimitado de su ombligo.
Fíjate que yo soy charlatán y me enrollo como una persiana, pero procuro hablar de temas variados. Esos verdaderos y auténticos peñazos sólo tienen un tema favorito, una letanía, un motivo recurrente una y otra vez repetido: yo, yo, yo, yo, yo... Son el yo-yo que viaja en egoleta. Su tema favorito son ellos mismos, su único tema, más bien, y como dice Rodríguez Cañada todas las noches hacen el amor con su ego. Onfálicos perdidos.
Una interminable danza del vientre
Al cabo de un rato surge una revelación en tu mente: "¿Qué pinto yo escuchando este pestiño?" Rápidamente, el castigo se convierte en ruido de fondo, en zumbido molesto pero prescindible y ya no escuchas en absoluto, tu mente se concentra en cualquier otra cosa, la muerte de los Comuneros; menuda chavala está cruzando ahora; anda, qué moto más chula; que no se me olvide quedar con Rafael para el palo de Hacienda; jo, ¿cómo voy a pagar la pre-Itv, la Itv y el seguro? ¡Odio el mes de junio! Anda, mira, qué bonita esa fachada, nunca me había fijado; desde luego para lo que cobran estos tíos el café ya podrían comprar algo mejor que este robusta de mala muerte; qué curioso, no sabía que las acacias olieran tan bien.. ¡Ah, claro, es que estamos en mayo!
Mientras tanto el tío sigue ofreciendo sus palabras al mundo, es decir, vertiéndolas sin piedad sobre ti y tú, educadamente, sigues moviendo la cabeza en signo de asentimiento y de vez en cuando emites algún tipo de ruido como "Sí", "Claro". "Qué barbaridad". "Pobrecito" . "Me alegro". "Bien". Cuando el rollo es excesivo, te impacientas, quieres huír, largarte, o morirte de una vez para dejar de sufrir y piensas espantado: "Dios mío, le he dado mi teléfono´móvil, ¿me llamará otra vez?". Y es que me han enseñado a perdonar, pero cada día me cuesta más disculpar a los que me hacen perder el tiempo.
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