El viernes pasado unos amabilísimos amigos republicanos me invitaron a mí, poco amigo de cambios -monárquico en España y republicano en Francia- a hablar en un programa de radio que defiende la forma republicana de gobierno en nuestra patria.
Al contrario de otros comunicadores que se caracterizan por su incapacidad para escuchar argumentos distintos a su credo o a sus obsesiones, mis amigos tuvieron el buen gusto de no cortarme mientras ponderaba la existencia en España de una democracia tan buena o mala como la de la mayoría de los países occidentales (véase la entrada anterior), subrayaba el papel de don Juan Carlos en la Transición o las conexiones entre la idea de monarquía y la psicología colectiva, que desde la infancia nos nutren con imágenes de reyes y todas las niñas quieren ser princesas.
Me pareció muy bonito que en un país caracterizado por el fanatismo, la mente en forma de embudo y la capacidad para despreciar al otro, existan personas que no le tengan miedo a la funesta manía de pensar. La grabación puede oírse aquí, y resulta muy instructiva. Me sentí tan a gusto como un gorrión en la fuente. A todos, gracias.
Gracias a ti. Por cierto ha llamado gente de Murcia y de otros sitios diciendo que quieren oírte hablar de Clara Campoamor.
ResponderEliminarAh, qué bien... Ya sabes que siempre puedes contar conmigo.
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