El Apóstol Santiago debía estar algo despistado ayer, víspera de su gran fiesta. Setenta y siete muertos de golpe son muchos.
Me gusta mucho de España la extraordinaria capacidad para solidarizarse. Colas de gente para donar sangre. Me recuerda tanto el 11-M. Qué gran país si tuviera líderes...
El mundo oficial como siempre cauteloso y lento no sabe "oficialmente" qué sucedió. Los medios, como siempre, gustan de respuestas inmediatas. "El tren iba al doble de velocidad, no, al triple, no a doscientos, a trescientos". ¿Quién da más?
A los que mandan y a sus portavoces les gusta "controlar los tiempos" y diseñar la actualidad. Se iba a dar la gran y estupenda noticia de que hemos bajado de seis millones de parados. Olvídate de la noticia. Los equipos de informativos prepararon especiales fantásticos para cubrir las JMJ, olvídate del tema, y no van a nacer más príncipes ingleses. Y es que las tragedias se imponen solas. Os diré un secreto: no controlamos nada de nada.
Dentro de unos días o unas horas empezará el espectáculo político, Aznar asesino, Nunca Mais, etc. investigación, responsabilidades, y naturalmente el show no permitirá llegar a ninguna conclusión pero habrá interpelaciones parlamentarias, bla, bla, bla que no interesarán a nadie salvo a sus autores y a los comentaristas de actualidad.
Lo sórdido de verdad empezará en septiembre, tras las vacaciones judiciales de agosto. Demandas civiles. Demandas penales. ¿Quién paga los platos rotos? Las compañías de seguros empezarán a discutir si estos muertos, estas piernas y estos brazos valen tanto, a qué compañía le corresponde cubrir la enorme factura, etc. Las defensas y acusaciones particulares se agarrarán a una esperanza cifrada en millones de euros, y poco a poco se olvidará todo y nadie se acordará de los muertos y heridos, salvo sus familias, claro está.
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