Vivimos hoy día un activo proceso de merdificación, cuya conclusión sólo puede ser lo siguiente a lo peor. ¿En qué consiste la merdificación? Básicamente en convertir en mierda cualquier ser o ente valioso. Merdificar las instituciones, las constituciones, las leyes, la política, la comunicación, la fe, la unidad de España, las víctimas del terrorismo...
Hay gente que usa la palabra mierdificación para referirse a la
degeneración de lo bueno y de lo bello. Yo prefiero emplear
merdificación conservando el latino original "merda" que está más cerca del pedantesco neologismo "merdificatio". Merda
pertenece a la primera declinación: merda, merdae, merdae, merdam,
merda, merda que en plural da merda, merdarum, merdis, merdas, merdis,
merdae. Preciso que de latín no tengo ni papa y que si escupo latinajos de vez en cuando es para dármelas de sabiondo y disfrazar mi natural estulticia con las túnicas robadas a los clásicos.
Me gustaría que algunos sensatos fueran capaces de detener el proceso. "Cuanto peor mejor" no es ninguna estrategia, ni una razón para vivir, ni siquiera para sobrevivir. Me gustaría que el nuevo año nos trajera un activo proceso de desmerdificación. No pido más sol, sino menos sombras, para que en el fondo de la caja no deje de lucir la tímida luciérnaga de la esperanza.
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