No tengo prácticamente fotos de mí. De los últimos treinta años no creo
que tenga más de un par de docenas de fotos, si llega. Y lo terrorífico no es ver cómo
cambia uno sino cómo cambian los demás. Los demás ¡que son otros! ¡Son
otros otros! Ves esa chavala que te gustaba o aquel amigo con el que
cerrabas aquel café, y que hace lustros o décadas que ya no ves... Y piensas en la gente que ves ahora y no hay ni uno solo de los que veías antes. Y de
repente, sientes miedo. Miedo de verdad...
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