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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

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martes, 21 de septiembre de 2010

La Biblioteca enjaulada

Una verja moderna afea la escalinata de la Biblioteca Nacional

El odio a lo bello y a lo bueno pensabais, pobres ignorantes, que se llamaba satanismo. Pues no; la calofobia o pulcrofobia -no sé qué término será más adecuado- es el nuevo nombre que se le da a la arquitectura (con a minúscula).
En el Diccionario Secreto de Los Que Mandan (Ed. Belcebú) están algunos de los términos adecuados para la comprensión de las avanzadas ideas estéticas de ediles, ministros y demás Chusma Horteril. En primer término está la voz tal y como la usan los Anormales y en segundo término su significado en el mundo real, de la gente normal que no se mete con nadie.
Bueno = Caro
Hacer = Perpetrar
Reforma = Desastre o Estropicio
Reformar = Desfigurar
Nuevo = Feo y/o Inútil
Y así todo. Siempre que oigo o leo noticias de que se ha aprobado un presupuesto para reformar algo, me echo a temblar... No falla. Después de la abominación de los armadillos de cristal en la Puerta del Sol, de los focos de estadio en la Plaza de la Independencia y otras aberraciones que sería larguísimo relatar, Madrid estrena una nueva monstruosidad: no sé qué genio ha conseguido encarcelar la escalinata de la Biblioteca Nacional. De la propia información de la BN deducimos que la verja durará al menos mientras se prolongue la "remodelación de la fachada". Suponemos que será temporal. Como las obras en España son eternas, ¿será también eterna la ignominiosa prisión de los libros? ¿Durará lo que duraron los andamios de San Francisco el Grande, las obras de la Capilla del Obispo, las de Sol? ¿Cuándo recuperarán su libertad nuestros escalones? Cualquiera que sea su delito, ¿tendrá fecha de prescripción?
Esa escalinata es una de las más populares perspectivas de Madrid, y allí se fotografían cada año millones de turistas. Qué hermosa imagen, la de la Biblioteca convertida en caja fuerte, en jaula de los libros... ¡ojo que muerden! Si es que ya lo decíamos al hablar de los censores de blogs, los libros los carga el diablo, y su destino ideal es una cárcel.
A las estatuas de Cervantes y Lope no se les va a acelerar el pulso por ese nuevo insulto al buen gusto; al fin y al cabo, ambos fueron huéspedes de algún calabozo, y un par de barrotes más  no van a asustarles; Vives y Nebrija se dedican a meditar, pero ¿qué dirán el Rey Sabio y San Isidoro? Están más cerca de la verja infamante y sin duda añorarán a las adorables turistas que sonríen siempre junto a sus pedestales. A lo mejor es por eso: la sonrisa es sospechosa en un país cada vez más siniestro.
El pobre Cervantes es que no da ni una. Una bruja mala convirtió el encantador jardincillo en su honor frente al Congreso de los Imputados, en un pesado mazacote de granito; ya sólo falta que derriben su estatua en la Plaza de Expaña -España, antes del Estatut- para preparar dignamente el IV Centenario de la segunda parte del Quijote (2015) y el de la muerte de su autor (2016).
Empecemos por los libros, pronto seguiremos con los lectores. ¡A la jaula, pecadores, a la jaula!
La pobre Biblioteca está gafada, y ya comentamos el increíble cese de Milagros del Corral. El próximo paso será convertir a nuestra Madre y Partera en sucursal del Corte Inglés o en un aparcamiento. Tiempo al tiempo, todo se andará.