Los comentarios sobre la crisis provocan ataques masivos de tedio
Ya os hablé de mi viejo amigo el profesor Mirameba, Académico Corresponsable, que se hizo famoso con su exigencia de ponerle índices onomásticos a las guía telefónicas y que conoció viajando por el mundo a toda clase de pioneros y ateneístas. Uno de sus contactos más significados fue el famoso neurocirujano de Alabama Joe Kerrollow, que pensaba que el tedio es la primera causa de mortalidad, así que inventó el coñazómetro, (en inglés boringmeter) un aparato destinado a medir el grado de aburrimiento de un auditorio. La base técnica del aparato sigue siendo un misterio, aunque el principio físico no varía mucho de cualquier otro dispositivo capaz de captar, ampliar y medir radiación electromagnética.
Por lo visto la energía disipada por los bostezos es muy superior a lo que la gente cree y además de la señal audible se concentra mucha energía en la frecuencia JOK, una ventana muy angosta del espectro.
La escala JOK
El malvado Königsberg, inefable inventor del orgasmatrón (1973) plagió descaradamente el invento de Kerrollow. Todos sabemos que un bostezo es como un orgasmo, pero al revés, así que Königsberg se limitó a invertir las polaridades.
A raíz de aquel escándalo se inició un desdichado pleito judicial que terminó con la fortuna y las esperanzas del primer coñazólogo que recuerde la Historia del Conocimiento. Lo único que ha quedado de su obra es la Escala de Kerrollow (en Inglés joke scale) que viene a ser el equivalente a la de Richter en el ámbito del aburrimiento y que en primer lugar se refirió a la reacción del público que asistía a un festival de cine eusko-chino con doblaje al madroso. La película elegida para calibrar el aparato fue El Suicidio de Bergman, homenaje al gran maestro sueco, y la innovación del argumento consistía en que los actores en lugar de hablar se expresaban mediante sombras chinescas. Sólo para decir “Hola Mariano, ¿qué tal? Yo muy bien Pepeluí, ¿y tú?” necesitaban diez minutos dado que la mitad del repertorio eran mancos que sólo disponían de sus muñones, y la otra mitad ciegos que no sabían donde estaba la pantalla. La película, muy cortada, dura seis horas, pero hay quien afirma haber sobrevivido a la versión completa.
En cualquier caso la escala del buen doctor se graduaba de este modo:
1. ligeros bostezos
2. bostezos descarados y numerosos
3. parte del público resopla y mira el reloj. Algunos se levantan y se van.
4. al menos la mitad del público se queda traspuesta. Abren y cierran alternativamente los ojos. Otros vomitan.
5. la sala se divide entre los que duermen descaradamente con la boca abierta y roncando mucho y los que tiran objetos al escenario.
6. varios miembros del público han sufrido un ataque de locura. A otros les sangran los oídos. Indicios de pérdidas neuronales.
7. licuefacción cerebral masiva.
8. la totalidad de los asistentes ha muerto.
9. No se sabe qué hay más allá del 8, entramos en el campo de la fe: ¿Sabe Dios por qué es Dios? ¿Desde cuándo? ¿Quién se lo chivó? ¿Es la leche el epifenómeno del café, o el café el epifenómeno de la leche? ¿Hay algo más allá de los Euromillones? ¿Existe vida inteligente en la Sexta?
1. ligeros bostezos
2. bostezos descarados y numerosos
3. parte del público resopla y mira el reloj. Algunos se levantan y se van.
4. al menos la mitad del público se queda traspuesta. Abren y cierran alternativamente los ojos. Otros vomitan.
5. la sala se divide entre los que duermen descaradamente con la boca abierta y roncando mucho y los que tiran objetos al escenario.
6. varios miembros del público han sufrido un ataque de locura. A otros les sangran los oídos. Indicios de pérdidas neuronales.
7. licuefacción cerebral masiva.
8. la totalidad de los asistentes ha muerto.
9. No se sabe qué hay más allá del 8, entramos en el campo de la fe: ¿Sabe Dios por qué es Dios? ¿Desde cuándo? ¿Quién se lo chivó? ¿Es la leche el epifenómeno del café, o el café el epifenómeno de la leche? ¿Hay algo más allá de los Euromillones? ¿Existe vida inteligente en la Sexta?
Los políticos más aburridos del cosmos
Mirameba, entre dos electroshocks, es un tío muy razonable. Él piensa que una tesis doctoral de historia económica centrada en la producción de garbanzos en el Alto Ampurdán podría dar algo más de 4, pero sin llegar nunca a 5 en el boringmeter. Yo creo haber leído cosas peores a lo largo de mi vida, infumables rollos babilónicos y pestiños apenas imaginables. Por obligación, claro está. Cada vez que he incurrido en lecturas forzosas pero bien pagadas me han salido tres canas y ahora soy un proyecto de Copito de Nieve. Sin embargo nada, absolutamente nada, consigue aburrirme tanto como los comentarios sobre la crisis, dignos de figurar en la Guía del Ocio de las Bárdenas Reales. Me pregunto cuánto puntuaría en el coñazómetro, ¿iría más allá del 5? ¿llegaría al 8? Después de oír una vez más las mentiras de toda la vida, surfeo con el mando zapeando a todo zapear. Cada vez que veo a Pepiño, Sebastián, la Vice o el Iluminado abriendo la boca, ¡zas! película al canto, o serie de televisión.
No estoy dispuesto a jugar a la ruleta rusa con lo que me queda de neuronas aguantando cinco minutos más de un espectáculo tan inútil como antiecológico. ¡Árboles y más árboles convertidos en propaganda, en artículos sesudos de analistas y monólogos de monclólogos!
Pero vamos a ver, ¿tiene alguien la menor duda de que nos gobierna un atajo de anormales? ¿Será verdad que a estas alturas todavía hay zapateristas convencidos?
El final del coñazómetro
El otro día tuve la mala idea de intentar medir lo aburrido que era un debate en televisión donde se abordaba la actual crisis y sus posibles soluciones. Activé el coñazómetro, encendí el televisor, sintonicé el programa y me marché, raudo y veloz, para que no me afectara. Regresé al cabo de media hora, y por toda la casa olía a chamusquina. El gran invento de Kerrollow echaba todavía humo, como si algo, dentro, se hubiera quemado… Se ha perdido para siempre. “Fuera de calibre”, me dijo un técnico, “está irrecuperable”. Me hubiese gustado ceder el aparato al Museo de las Ciencias, pero ya no es más que un amasijo de metal y plástico carbonizado. Descanse en paz. Sirvan estas líneas de sentido homenaje a su creador.
Luis Español Bouché
Eres un genio, Luis. Un genio de verdad.
ResponderEliminarFdo.: Carmelo, el ultramontano con el que a veces (hace ya tiempo que no) arreglas el mundo en la cafetería Santander.
O meu caro amigo, nao te falta razao em tudo o que estas a dizer, muito melhor o carnaval onde invitote a venir. Aqui te lemos muito
ResponderEliminarO teu tucayu!
Je, je...
ResponderEliminar¿Y si los tuvieras de jefes? ¿Cómo se portaría el Kerrollow un día de trabajo? Dime, dime, me muero de ganas de saber si se han hecho investigaciones al respecto...
Saludos,
Funcionata
Ludovico, desde luego y como siempre te digo aquello de que "tienes una pluma" cuya fama te precede (a mayor gloria de la literatura), ahora bien, por aquello de aportar ideas ¿pudiste llegar a aplicar el coñazómetro a los discursos de los Rajoy, Cospedal, Montoro...? Los menciono a título de ejemplo de aquellos preclaros profetas del "arrepentios, arrepentios, el fin está cercano" que suenan como otros predecesores no muy lejanos en la memoria. Ya me mandarás los resultados que te dio el experimento (si llegaste a hacerlo).
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarJorge, el único político honrado fue Aznar el día en que se le escapó ante un micrófono abierto el Vaya coñazo que he soltado
Funcionata: ¿qué te puedo decir? En un negociado de nuestra administración es fácil que la aguja del coñazómetro se rompa al salirse de escala, no quiero imaginar las mañanas de tantos infelices preguntándose la diferencia teológica entre la poliza redonda y la póliza cuadrada...
Estoy Bouche BE! En todos sus sentidos.
ResponderEliminar;-))
Siempre he admirado que seas capaz de escribir tanto sin decir nada y que resulte tan entretenido. Total, para decir que te aburre la crisis eres capaz de parir una surrealista parrafada con la que nos mantienes a todos atentos... ¡sublime!
ResponderEliminarEnhorabuena, gañán.
No voy a entrar en el fondo de la entrada. Me limitaré a celebrar el estilo, que encuentro tan ameno como deslumbrante. Es usted un buen escritor y creo que, desde hoy, puede contarme entre sus lectores.
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