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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

domingo, 27 de noviembre de 2011

Vender títulos nobiliarios

Mi buen amigo el profesor Mirameba, académico corresponsable, es hombre de natural modestia y no alardea de la nobleza de su antiquísima prosapia vascongada. Todos sabéis que los Mirameba de Mirarriba descienden en directa línea de la Casa de Bergalegre, señores de Gonorrea y condes del Órdago, merced carlista reconocida por Franco y sublimada por su sucesor, nuestro actual monarca.
Mirameba en el fondo es un romántico pelín fetichista y me confesó una vez que sentía celos del Gran Duque que le calzaba a Cenicienta la zapatilla de cristal. Yo le contesté -quizá algo procaz, Vds. perdonen- que más celos me daba el Príncipe, que se calzaba a Cenicienta... Para qué engañarnos, la Monarquía conserva su magia, que se asienta en los cuentos de hadas y en el Mus, donde mandan los reyes. Y como la nobleza está a la sombra de la Corona, es lógico que le toque un poco del polvo de Campanilla, dicho sea sin aviesas interpretaciones, que os conozco.

Títulos disputados
Mientras que los que poseen pacíficamente un título que heredan de sus mayores no le dan ninguna importancia al asunto ni hablan de ello, los que no lo tienen, sobre todo los parientes más allegados  se reconcomen a veces de rabia pensando en lo mucho que les gustaría ser califa en lugar del califa o marqués en lugar del marqués. Sin salir de Madrid conocemos al respecto verdaderos casos patológicos a cuyo lado Iznogud es un puro aficionado, y como la gente es cobarde en general y mezquina en particular, en lugar de decirse las cosas a la cara y darse de bofetadas para luego reconciliarse y hacerse amigos -que es lo sano, como hacen los chicos en los colegios- prefieren recurrir a métodos torticeros, utilizan abogados y procuradores y, en los casos más desesperados, rehabilitan mercedes nobiliarias extintas y olvidadas.
En este sentido, confieso que admiro a los expertos en derecho nobiliario, capaces de encontrar algo parecido a un camino en el bosque de normas, una y otra vez reformadas, y de sentencias perennemente contradictorias de los altos Tribunales que acaban entendiendo -es un decir- de estos temas: Supremo, Constitucional y Estrasburgo. El derecho nobiliario español se ha convertido en algo tan complicado con todas las reformas y sus remiendos, que ya nadie se aclara. Y claro, el desorden sólo sirve para ganancia de extraños pescadores y para que se peleen a muerte familias enteras.

Los títulos todavía tienen algo de predicamento
Como todo lo que toca de lejos o de cerca a la Monarquía, los títulos todavía valen algo, y prueba de ello es que hay gente dispuesta a pagar una pastita por titularse duque, conde, marqués. Luego tienen un valor objetivo al margen de cualquier otra consideración.
Normalmente la vía para obtener un título consiste en heredarlo, algunos pocos consiguen del Rey una nueva concesión -hoy día son gente de mérito, artístico o futbolístico o grandes empresarios- y otros pocos se molestan en obtenerlo por medios esdrújulos. Así, el ejemplar empresario Ruiz Mateos adquirió un título -Marqués de Olivara- en la República de San Marino, ¡toma ya!, y consiguió que se lo autorizara para su uso en España don Pío Cabanillas, ministro de Justicia del último gobierno de la UCD
Otros reciben títulos pontificios a base de pagar la luz del Vaticano durante un año, por ejemplo, y luego tramitan la autorización para su uso en España.
Finalmente están los falsificadores, y casos hay bien conocidos de personas que han casado muertos y convertido primos en abuelos para conseguir filiaciones adecuadas. Quien quiera entretenerse un rato con estos asuntos puede leerse el muy recomendable ensayo de Antonio Pérez Henares, Nobles y Plebeyos.

La justicia no está para las tonterías
Nada de esto tendría la menor importancia si no fuera por el peso que los pleitos y demandas por causas nobiliarias y reclamaciones de mejor derecho están haciendo correr a la justicia. Con el atasco judicial que vivimos, unido a la locura furiosa tantas veces acreditada de los jueces, no resulta edificante que tenga un señor magistrado que dedicar su atención a si en función del Fuero del Bailío o la tarantela siciliana Trasibundo del Copete tiene mejor derecho que su prima Gorgona del Frenillo al título de Marqués del Real Orgasmo (con G. de E.).

Suprimir los títulos no es una solución
La supresión de los títulos no ahorraría dinero. En Francia se intentó varias veces y se tuvo que renunciar por las complicaciones legales. Me explico: suprimir un título supone que le quitamos cualquier tipo de reconocimiento legal. Y ahí empiezan los problemas. Viene uno que firma libros como Conde de Campoenorme o registra Duque de Altobuque como marca de vinos, chorizos y condones. Si el título sólo existe en su imaginación -como el de Gran Almirante de las Barcas del Retiro- nada hay que decir al respecto. Pero si el título de Altobuque lo llevó antes otra familia durante siglos, entonces ¡Houston, tenemos un problema! Y llegan los pleitos; y al final acabas teniendo jueces y fiscales ocupados en asuntos que, francamente, son de muy limitada utilidad pública. Así que en Francia se concede al título la misma protección que al apellido, y punto. En Italia y Alemania han optado por soluciones parecidas así que se trata de cuestiones en las que impera el Derecho Civil.

Sacar cuartos para Hacienda
Probablemente os habréis percatado de que esa pandilla nos ha dejado en la ruina más absoluta y de que hay menos euros en las arcas públicas que neuronas en el cerebro de un adolescente.
Ahora que vamos a estrenar nuevo gobierno, sugiero públicamente la posibilidad de obtener réditos de la vanidad. Me refiero a la posibilidad de poner a la venta nuevos títulos. Y venderlos caros.  Milloncito de euros por ser duque, quinientos mil por un marquesado, doscientos mil por un condado, cien mil por un vizcondado, cincuenta mil por una baronía. Todos los años  Hacienda debiera decidir cuántos títulos vender, por ejemplo veinte ducados, treinta marquesados, cincuenta condados, etc. Sacaría algo más de veinte millones de euros, al año. Dinero de verdad, contante y sonante a cambio de humo. Un gran negocio para una Hacienda exhausta. Y en el fondo, siempre ha sido muy rentable eso de vender humo, que se lo digan a la secular Tabacalera que tuvo hasta una marca de Ducados.

Precedentes históricos
Esa venta de títulos tiene numerosos precedentes. Algunos de los reyes españoles, como don Carlos II, para beneficiar instituciones como un monasterio, le concedían algún título para que lo vendieran y se lucraran con el producto de la venta. En Francia Luis XIV para financiar sus guerras llegó a vender cargos que ennoblecían a sus adquirientes y hasta distribuir cartas patentes de nobleza en blanco que permitían a sus compradores alcanzar la feliz condición de quienes pertenecían al estamento nobiliario. Así que no estamos proponiendo nada que se salga de la más estricta ortodoxia.


Un reglamento que prestigie la cosa nobiliaria
También podría Hacienda recuperar títulos históricos basados en criterios de decencia. Me explico: el que adquiriese las nuevas mercedes, o el que ostentara las ya existentes, debiera, de entrada carecer de antecedentes penales y estar al corriente de sus obligaciones fiscales, del pago de la Seguridad Social de sus empleados, etc. Por el hecho de adquirir un título, tu hacienda debe ser transparente para la Administración y tus actos inmaculados a los ojos de la sociedad.
Eso prestigiaría el título, sabrías que si una señora es condesa o un señor es marqués, de entrada, no te van a engañar, ni a estafar, ni a meter mano a tus hijos. En el momento en que cometas una ilegalidad o que dejes de satisfacer tus obligaciones, si te pillan defraudando a Hacienda, contratando a una inmigrante ilegal o haciendo fotos a niños desnudos, tu título revierte al Estado y a ti te borramos de la lista. Y volvemos a subastar la merced mercenaria. Eso sí, a los parientes cercanos se les ofrecería la posibilidad de conservar el título si igualan la puja.
En cualquier caso, con la cláusula moral que apunto, lejos de desprestigiarse el tema nobiliario adquiriría un valor social considerable porque el prestigio no es más que el reflejo de las virtudes, reales o proclamadas y todo estamento que se respete necesita y exige de una regular poda basada en criterios tan sencillos como la honradez.

5 comentarios:

  1. En un país en el que se oyen cada vez más voces que cuestionan la monarquía, parece poco sensato querer poner en valor los títulos nobiliarios.

    Si te digo la verdad es un tema que me importa bien poco. Ya se han encargado muchos nobles de enturbiar su condición y la mayoría del populacho no valoramos sus títulos en la medida de lo que deberían valer o significar. Si con su venta y control, como propones, se sacan cuartos para la "hucha" nacional y se consigue dignificarlos bienvenido sea.

    Pero hasta que eso no llegue no me lo cuentes, no quiero perder tiempo. Para algo soy el Duque de mi portal, el Marqués de mi escalera y el mejor padre de familia de mi casa, sin duda alguna. Y el peor.

    Abrazos.

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  2. Tienes mucha razón en que es un asunto menor pero cuando veo la que se arma en los medios con la boda de la duquesa de Alba me digo que quizá no sea tan menor. ¡Nada de lo humano me es ajeno! Y no me engañes que sabemos todos la prosapia que te gastas aunque no hables de ella y tu bisabuelo sale en las Enciclopedias. El otro día un amigo me ofreció un contacto para conseguir un titulo pontificio por sesenta mil euros. Oye, Marqués del Capullo ¿crees que me iría bien?

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  3. Volvemos al Antiguo y añorado Régimen: venta de títulos, gran solución de los reyes del XVI, XVII y XVIII...y ¿ porqué no de cargos ?
    Ya puestos, volver a las alcabalas, los millones y los consumos.
    Y para finiquitar, a la limpieza de sangre y a la esclavitud.
    ¿ No te parece Louis el Terrible que ya hay demasiada aristocracia (la de la pela y el famoseo) y demasiado becario-trabajo basura ?
    Pues me apunto a ilustrado, tipo Ensenada y los fisiocratas: que paguen más los que más tienen, porque hemos conseguido, gracias a la ínclita socialdemocracia retroprogre, descerebrada e impulsora de causas frikis, que no paguen o lo hagan en cantidades irrisorias.
    Desde hace muchos años, en España la media del asalariado paga el doble de impuestos que la media del empresariado.
    Empecemos por un buen Catastro.
    Y si hay títulos, que sean vitalicios pero no hereditarios, y que recompensen el mérito y el trabajo, no la pasta.

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  4. Se me abren las carnes solo de pensar que, siguiendo tu idea, la ínclita Belén Esteban se pague un título de "Pricesa del Pueblo" con lo que levanta en una de sus colaboraciones en sesudos programas. Ah... que ya la llaman así!
    Sylvia (que no Anonimo)

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  5. Perdón, el apasionado defensor de la modernidad del siglo XVIII, frente a la propuesta neofeudal de Louis el Cruel, no es anónimo, es Agustín. Que conste que soy un topo para estas cosas.

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