Cuando contemplo a una mujer pintándose las uñas de las manos y de los pies, y dejándolas secar, untándose potingues varios, tirándose horas y horas en la pelu o en la esteticién, aliñándose y aderezándose como una ensalada a base de pinturas de guerra, sombras de ojos, lápiz de labios y ni se sabe qué inventos más, me quedo tan asombrado como admirado. ¡Qué paciencia y qué meticulosa ingeniería personal! Pigmalión esculpiéndose a sí mismo... Y todo para estar más guapa, para ella misma, para los demás, incluso para mí... ¡Sí! También yo soy uno de los agraciados espectadores... ¡A mí también me regala su presencia! Cansino tributo, supongo, que no siempre apetece pagar y por eso mismo valoro y agradezco todavía más. Y así, el mundo es más redondo, y en cierto sentido, más luminoso.
El saqueo de los pecios de la "Armada Invencible"
Hace 11 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario