
Un gran coleccionista de envidias
Mario Vargas Llosa tiene muchos enemigos. Le ha tocado vivir una época en que todos los que escribían eran de izquierdas, pensaban que eran de izquierdas, o se lo hacían y luego el abceso gris-cemento del comunismo reventó y la gente se retrató.
Günter Grass, antiguo miembro de las SS, hacía profesión de fe izquierdista -algo muy español, por cierto, que aquí los hijos de los azules otorgan compostelas de antifranquismo y remiendan virgos progresistas- y recuerdo que se dedicó a poner a parir a Vargas Llosa, quien le contestó con una sentida carta. A Vargas Llosa también lo odia mucho la izquierda radical, la del tiro en la nuca, ya que siempre ha estado del lado de las víctimas del terrorismo: los mil muertos de los senderistas vascos o los treinta mil muertos de los etarras peruanos...
Además, a Vargas Llosa le gustan las corridas de toros -lo cual constituye hoy un pecado gravísimo con excomunión reservada a Su Santidad- quizá el único vicio en el que yo no incurro, porque a pesar de que los socialistas están en contra de la tauromaquia, no han conseguido convertirme en taurino, y mira que lo están intentando, ¿eh?
Supongo que a partir de hoy Mario tendrá muchos más enemigos porque claro, un Premio Nobel no se perdona así como así, y más en la Tierra Natal de la Envidia, donde todo hijoputa tiene su asiento, o su cátedra. Y como tiene muchos enemigos, y va a tener todavía más, quisiera contar algo bueno de él.
No tenéis por qué saberlo todos, pero yo he pasado algún tiempo de mi vida sobando los pupitres de la Biblioteca Nacional, gran matrona de tesis, libros y artículos de todos los que sufrimos graforrea y su derivada, la blogorrea.
Ahora van menos investigadores porque gracias a google books y al hecho de que la fabulosa Hemeroteca Digital es accesible a través de Internet, cada día son más las fuentes disponibles en casita y poco a poco las bibliotecas se van vaciando de lectores y se convierten en nidos de opositores o de pobres de solemnidad que prefieren consultar allí su correo electrónico a tener que abonarse a algunas de nuestras timofónicas.

La Biblioteca también ofrece un Salón General dónde se puede leer prácticamente todo lo que se ha publicado en nuestro idioma desde que Adán inventó la tortilla de manzanas (en el Edén no había patatas americanas).
El Congo de la Biblioteca Nacional
El Salón General de la BN -foto de la izquierda- lo llamamos El Congo, porque todos los negros de España van allí a documentarse para sus negreros. Me refiero a negros y negreros metafóricos, sin relación con la pigmentación.
En España hay muy pocos autores íntegros e incorruptibles. Se me ocurre, a bote pronto, la figura de un Alfredo Gómez Gil, el hombre que hizo descubrir a la España laboriosa y trasterrada con Cerebros españoles en USA; el defensor por antonomasia de los universitarios; recuerdo su artículo "Trata de estudiantes" que no le perdonaron algunos de los figurones -que no figuras- de nuestra intelestualidaz... Pero entre los demás grandes, pocos creen en la honestidad intelectual; la mayoría tienen negros y no dudan en ocultar a sus colaboradores ignotos y esclavos vergonzantes. Así, entre nuestros profesores universitarios, junto a luces deslumbrantes se asientan también los siniestros depredadores del pensamiento ajeno, los proxenetas del alumnado. Si os contara cuántos pretendidos historiadores firman trabajos de otros, ¡y mira que son famosos! ¡Y mira que venden!
No puede haber confianza entre negro y negrero, porque el negrero no tiene el menor interés en promocionar a su negro que lo tiene en sus manos y le puede meter en un lío. Por ejemplo si el negro plagia, el negrero firmará el plagio y será tenido por plagiario. Esa desgracia le ocurrió a Ana Rosa Quintana y a otros negreros ilustres que, naturalmente, no podían aducir para descargar su responsabilidad que en realidad el texto plagiado no era suyo...
La relación del negro con el negrero es puramente nutritiva -por pasta- o bien de naturaleza servil como la de los doctorandos o becarios al servicio del profesor, o la del periodista desconocido que le escribe los discursos al gran capitoste. En Francia es notorio que Henri Guaino le escribió a Sarkozy sus mejores discursos; también hemos evocado la figura del negro de blog, que usan determinados políticos y famosos para mantener vivos sus blogs y perfiles de feisbuc.
La relación del negro con el negrero es puramente nutritiva -por pasta- o bien de naturaleza servil como la de los doctorandos o becarios al servicio del profesor, o la del periodista desconocido que le escribe los discursos al gran capitoste. En Francia es notorio que Henri Guaino le escribió a Sarkozy sus mejores discursos; también hemos evocado la figura del negro de blog, que usan determinados políticos y famosos para mantener vivos sus blogs y perfiles de feisbuc.
¿Cómo se reconoce a un negro?
El negro es discreto. No habla demasiado de lo que hace y jamás evoca para quién lo hace. Pero cuando sabes un poco de estas cosas tardas diez minutos en averiguar qué investiga y a veces consigues saber quién es el comanditario. Ejemplo: ves sobre el pupitre del presunto negro unos libros titulados: Sepúlveda romana, El alcantarillado bajo los Antoninos, Historia de Sepúlveda, Sepúlveda Clásica, Ingeniería civil preislámica en la provincia de Segovia, Historia del Alcorque en Castilla la Vieja, Arqueología Segoviana, Antigüedades Sepulvedanas, Las raíces clásicas del Medioevo: orígenes romanos de la Tierra de Sepúlveda, etc.
Sin necesidad de ser un híbrido de Grissom y Hercule Poirot, concluyes rápidamente que alguien va a publicar un trabajo sobre el alcantarillado en Sepúlveda. Si meses más tardes ves que en la Casa del Cordero o el Hogar Segoviano de turno se presenta el trabajo del ilustre profesor Don Dimas Lapresa sobre el alcantarillado en Sepúlveda, ¡ya conoces el nombre del negrero!
Por caridad cristiana, no le dices nunca al negro "sé qué eres y para quién lo haces" y si algún día coincides con él a la hora de comer o merendar pues hablas del tiempo, de cuánto Tristam Shandy hay en Jacques le Fataliste y que la chica esa de los ojos verdes, sí, la portugesa -una monada, oye- la que estudia el uso de los verbos en la novelística de Michel Butor -que hacen falta ganas- está que se rompe, ¿pero que me dices? ¡Si es del bollo! ¡Si está enrollada con Annita la americanita! ¿Quién? ¿Lesbi-Anna, la chiflada bostoni-Anna? ¡Qué desperdicio! Fíjate, con lo simpática que es... En fin, no somos nada, las tías están locas, por cierto, ¿qué me dices de los seis roscos que le ha atizado el Madrid al Depor? ¡Asómbrate! Lo vi en directo con Jesús que es coruñés hasta las cachas, el hombre -fíjate, nació en la Calle Real- la gracia del Madrid me ha costado treinta euros de vellón, que tuve que invitarlo a cenar, que estaba el hombre muy afectado, vamos, con un cabreo macabeo que no te quiero contar, y bueno, tampoco es para tanto, ¿no? Se supone que el fútbol es un juego...
Antes había más tertulias en la BN y te enterabas de todo pero claro desde que prohibieron el tabaco y BN se convirtió en el acrónicmo de Bajo en Nicotina, pues tampoco es plan sentarte a tomar café en un ambiente impoluto sin esas toses espasmódicas y cavernosas que alimentan toda buena conversación. Echo de menos los "no sabe nada" del profesor Rull o los pitillos de Fernando Redondo... También extraño la sonrisa de Marion, asesinada en los trenes de marzo.
Antes había más tertulias en la BN y te enterabas de todo pero claro desde que prohibieron el tabaco y BN se convirtió en el acrónicmo de Bajo en Nicotina, pues tampoco es plan sentarte a tomar café en un ambiente impoluto sin esas toses espasmódicas y cavernosas que alimentan toda buena conversación. Echo de menos los "no sabe nada" del profesor Rull o los pitillos de Fernando Redondo... También extraño la sonrisa de Marion, asesinada en los trenes de marzo.
Bueno, pues este rollo, viene a cuento de que a las ladillas de biblioteca resulta muy difícil ocultarles la verdad. Todos sabemos quién es quién, si sabe algo y lo que hace. ¿Quiéres indagar algo sobre Osvaldo Soriano o literatos argentinos? Pregúntale a David Prieto. ¿Te interesa algo de Madrid? ¿Consultaste a Caprarella? La protección del patrimonio sumergido: mira, ves ese tío alto con la cartera y el sombrero, es Lancho. Vamos a veeer, gamusinos, dices que te interesan los gamusinos, oye Manolo, no había un tío francés por aquí con una tesis sobre criptozoología, sí, el del Yeti... No, hombre, no, el otro chiflado.
Y no tiene nada que ver con currículums oficiales ni con preferencias políticas. Nadie más diferente en estilo y personalidad que Pepe Esteban y Pío Moa, que piensan tan distinto aunque ambos hayan sido bibliotecarios del Ateneo; bueno, pues también coinciden en una circunstancia más: son los autores de sus libros; lo sé porque los he visto mil y una veces inclinados sobre sus pupitres. Lo mismo puedo decir de Ángeles Rubio o Juana Vázquez y ya en el sexo feo, de Agustín Rodríguez González, Antonio López Alonso, Castrodeza, César Alonso de los Ríos, Clemente Herrero, de Prada, Esdaile, Fernando Puell, Juan Pando ... Podría poner cien nombres más, y entre ellos el de Vargas Llosa, que también ha pasado sus miles de horas en la Nacional. Os lo cuento.:
Y no tiene nada que ver con currículums oficiales ni con preferencias políticas. Nadie más diferente en estilo y personalidad que Pepe Esteban y Pío Moa, que piensan tan distinto aunque ambos hayan sido bibliotecarios del Ateneo; bueno, pues también coinciden en una circunstancia más: son los autores de sus libros; lo sé porque los he visto mil y una veces inclinados sobre sus pupitres. Lo mismo puedo decir de Ángeles Rubio o Juana Vázquez y ya en el sexo feo, de Agustín Rodríguez González, Antonio López Alonso, Castrodeza, César Alonso de los Ríos, Clemente Herrero, de Prada, Esdaile, Fernando Puell, Juan Pando ... Podría poner cien nombres más, y entre ellos el de Vargas Llosa, que también ha pasado sus miles de horas en la Nacional. Os lo cuento.:
Me alegró ver a don Mario en la Biblioteca. Y no fue un solo día; el ahora Nobel hispano peruano estuvo allí meses y meses. Creo, por las fechas, que estaba preparando la Fiesta del Chivo, pero puedo equivocarme. Yo nunca interrumpo a nadie cuando lee y procuro no reconocer a los famosos que quieren pasar desapercibidos, pero un día me crucé con él en la escalera y no pude evitar expresarle mi simpatía por su presencia en nuestro Congo. Sonrió. Comprenderéis que me alegró saber que Vargas Llosa es autor de sus libros, información que quiero compartir con vosotros porque sé que muchos lo admiráis. Doble alegría al saber cuántos hígados van a reventar de ira y cuántos aullidos de despecho se van a oír... ¡Soy malísimo!