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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

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viernes, 13 de noviembre de 2009

La Casa de Velázquez, capital del hispanimo

Allí han trabajado y convivido los principales hispanistas

La Casa de Velázquez, en Madrid, es la institución más importante del hispanismo francés y uno de los mayores centros de investigación de Francia en un país extranjero.

En Madrid, a 300 metros del Arco de Moncloa, se encuentra una institución cuyo nombre exacto es Casa de Velázquez pero quienes la conocen bien suelen decir “Casa Velázquez” o “la Casa” pronunciado a la francesa “lacazá”, con una z más suave que la española.

Origen de la Casa de Velázquez

El origen de esa institución se debe a dos universitarios franceses, dos hispanistas, Pierre Paris, de la Universidad de Burdeos, y Ernest Mérimée, de la de Toulouse, los cuales fundaron respectivamente en 1909 la École des Hautes Études Hispaniques y la Union des Etudiants Espagnols et Français. En el primer caso se trataba de una institución científica, una Escuela basada en las también francesas Escuelas de Roma y de Atenas y en el segundo de una institución de carácter pedagógico que pretendía enseñar el español a los franceses y el francés a los españoles.
Ambas instituciones fueron reunidas en el Instituto Francés, inaugurado en 1913 en la calle del Marqués de la Ensenada, junto al Liceo Francés.
Tres años después la I Guerra Mundial hacía políticamente útil el refuerzo de los lazos entre España y Francia así que cinco miembros del Institut de France —el órgano que reúne a las diferentes Academias de ese país— llegaron a España con la misión de “reavivar la amistad” entre las dos naciones: nada menos que el filósofo Henri Bergson y otros cuatro académicos: el político y escritor Etienne Lamy, secretario perpetuo de la Academia Francesa; el biólogo Edmond Perrier, de la Academia de las Ciencias; Pierre Imbart de la Tour, de la Academia de ciencias morales y políticas; y el músico Charles Marie Widor, secretario perpetuo de la Academia de Bellas Artes. Este último expresó durante una charla en el Ateneo de Madrid el deseo de que los jóvenes artistas franceses viniesen a completar su formación en España, como hacían desde hacía tiempo en Italia.
Aquella sugerencia de Widor fue transmitida a don Alfonso XIII, quien al día siguiente le dijo en persona al primero que aprobaba la idea, que la hacía suya y que él mismo se ocuparía de encontrar un terreno. Pierre Paris acogió con entusiasmo el proyecto puesto que barajaba también la idea de unir en España a las promesas del arte francés con los estudiantes hispanizantes. El Rey consiguió dos hectáreas en el corazón de lo que luego sería la Ciudad Universitaria, allí mismo donde, según se contaba, gustaba de instalarse para pintar Diego Velázquez; de ahí le viene el nombre a la institución.

Construcción y destrucción

El 22 de mayo de 1920 el Rey ponía la primera piedra de la Casa Velázquez cuya inauguración oficial tuvo lugar ocho años más tarde, en noviembre de 1928. Entre otras personalidades, la reunión contó con la asistencia del músico Maurice Ravel, francés universal hijo de una española, que dio un recital.
Nombrado director Pierre Paris, moriría en 1931 cuando empezaba la segunda parte de las obras y le sucedió François Dumas con Maurice Legendre de director adjunto. En 1935 el presidente Alcalá Zamora inauguró la ampliación del edificio y en 1936 el ya presidente Manuel Azaña abría la exposición anual de artistas. La Casa parecía prometida a un gran futuro. Pero 1936 es el triste año en que todos los futuros de España se vieron condicionados y truncados por la Guerra Civil. Situado en el frente de Madrid, el edificio de la Casa fue bombardeado e incendiado. Se conserva todavía la orden de Buenaventura Durruti dando la orden de volar la Casa.

Reconstrucción

Desaparecieron sus mobiliarios, archivo y biblioteca. Se perdieron para siempre las colecciones arqueológicas donadas por Pierre Paris; sin embargo, la institución sobrevivió y se trasladó a Fez en Marruecos, regresando a España al término de la Guerra Civil. Empieza entonces la II Guerra Mundial y sólo la voluntad de Maurice Legendre consiguió reabrirla en un hotelito particular, el número 73 de la calle Serrano, donde permanecería durante 19 años, con un piso y un chalé en el Viso como anejos.
La reconstrucción del edificio de Moncloa se inicia en 1954 y fallece entonces Legendre, sucediéndole Henri Terrasse. La inauguración oficial tiene lugar en 1959. Entre aquel año y 1964 distintas directivas otorgaron a la Casa una personalidad civil y una autonomía financiera. Un Consejo artístico se encargaba de seleccionar a los artistas y un Consejo Científico a los miembros científicos que venían a sustituir la École des Hautes Études Hispaniques.

Una importante actividad

La Casa no solo ofrece residencia y medios a los estudiantes seleccionados, sino que dirige iniciativas como las excavaciones de Baelo Claudia, junto a la playa de Bolonia, aldea de Tarifa, importantísimo yacimiento que en su día ya explorara el propio Pierre Paris. También se destaca la Casa de otros prestigiosos centros franceses en el extranjero por el hecho de que en España se unen en una misma institución la labor científica y la artística que en Italia, por ejemplo, realizan centros separados como la Escuela Francesa de Roma y la Villa Medicis. Añadamos que la Casa tiene sus propias publicaciones y aunque la integración europea y el programa Erasmus han disminuido su importancia relativa, puesto que se han visto extraordinariamente facilitados los viajes de estudio al extranjero y los intercambios de estudiantes, la importancia absoluta de la Casa no ha dejado de crecer.

Integración de generaciones

Una circunstancia curiosa es que varios de los antiguos “pensionados” de la Casa regresaron a Madrid como directores de esa sabia institución. Este es el caso de François Chevalier, de Didier Ozanam, de Jean Canavaggio, de Gérard Chastagnaret y del actual director, Jean Pierre Étienvre. La única excepción a esa “regla” vigente desde 1957 fue el nombramiento como Director de otro distinguido hispanista: Joseph Perez.
Eso demuestra que el palacete de Moncloa ha servido para que se concatenen las nuevas generaciones con las antiguas, en una institución originalísima que no tiene parangón con ninguna otra institución cultural extranjera en España o española en el extranjero.

Artículo originalmente publicado en el desaparecido portal suite101.net el 12 de noviembre de 2009, recuperado el 28 de noviembre de 2016.
Puede leerse aquí una copia en archive.org

jueves, 12 de noviembre de 2009

Hispanistas e hispanismo

El estudio científico de España y de lo español nació en Francia

Francia es sin duda el país más intrínsecamente hispanófilo de Europa. El término "hispanista" es probablemente de origen francés.

España ha sido desde antiguo foco de atención para viajeros y estudiosos. Pocos países y pocas civilizaciones pueden preciarse de haber constituido una categoría propia como objeto de estudio. A finales del siglo XIX se consolidaron distintas voces para expresar ese interés por la lengua, la cultura y las cosas de España, siendo las principales hispanista e hispanismo así como hispanizante, hispanófilo y su contrario hispanófobo.

El término hispanista

Una de las acepciones de hispanista en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua es “persona que profesa el estudio de lenguas, literaturas o cultura hispánicas, o está versada en ellas”. Esta definición no dice que la persona en cuestión tenga que ser forzosamente extranjera, lo que explica que en la Asociación Internacional de Hispanistas sean numerosos los españoles. Por otra parte, el término "estudio" de tan diáfana definición nos permite sospechar que hispanista nació entre estudiosos. Y así es. Hasta ahora se pensaba que la introducción de hispanista en español se debería nada menos que a don Marcelino Menéndez Pelayo, quien en sus "Ensayos de Crítica Filosófica", publicados en 1892, se refirió al “docto hispanista y muy querido amigo mío Morel-Fatio”.
El término francés, hispaniste, sería algo anterior. Antonio Niño descubrió el término francés hispaniste también en un artículo de Alfred Morel-Fatio de 1879, y Jean Lemartinel también notó la presencia de hispaniste en una carta del poeta francés José María de Heredia a Morel-Fatio, ese mismo año.
La Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España permite comprobar en pocos segundos que hispanista, en este sentido, aparece también en 1879, un trece de enero, en un artículo de Felipe Benicio Navarro publicado en Los Lunes del Imparcial, y hablando del mismo Morel-Fatio y difundiendo en el periódico la "Sátira contra el sitio del Escorial" que había divulgado dicho investigador en L'Espagne au XVIème et au XVIIème siècles. Es, por lo tanto, no sólo posible sino muy probable que sea en la obra del erudito francés, en su entorno inmediato o en sus correspondientes donde tengamos que buscar el origen de la acepción del término, que se debió acuñar en 1879, o poco antes.

Hispanistas distintos, miradas diferentes

El interés por España es, desde luego, anterior a Morel-Fatio, y el hispanismo tiene antecedentes más lejanos, como la hispanofilia de determinados literatos: pienso en autores también franceses como Alexandre Dumas y Téophile Gautier, creadores de sendas obras acerca de sus viajes a España que alimentaron una renovación de la visión de España y de lo español, en la línea romántica -sin duda- pero siempre diferenciada.

Hoy día, como ayer, la etiqueta hispanista recubre muy distintas personalidades y vocaciones, pero el nexo común es lo español y España, siendo lo de menos la óptica particular. Se entiende también que no hay por lo tanto una específica mirada francesa o extranjera sobre España sino que hay tantas miradas como hispanistas; los mismos españoles son los primeros hispanistas: ven las cosas con distintas perspectivas en función de sus creencias y de la formación que recibieron; no hay una única mirada española sobre España, hay tantas como españoles que se molesten en mirar.
Entre los españoles se incluye, claro está, a todos aquellos que pertenecen a naciones con lazos tan profundos con España que cuesta considerarlos "extranjeros": hispanoamericanos, filipinos, portugueses y brasileños, judíos sefardíes, etc.; y es que el concepto de Hispanidad es vastísimo y supera cualquier tentativa de circunscribir lo español y lo hispánico a una serie de fronteras físicas.

Hispanistas en Madrid

Como ejemplo de hispanistas distintos y de miradas diferentes, se pueden dar unos pocos nombres de los notabilísimos hispanistas que han pasado por la madrileña Casa de Velázquez: Marcel Bataillon, Georges Bataille, François Chevalier, Robert Ricard, Jean Sarrailh, Pierre Vilar, Didier Ozanam, Guy Beaujouan, René Quatrefages, Jean Pierre Etienvre, Dominique de Courcelles, François Chevalier, Jacques Lafaye, Agustín Redondo, Henry Kamen, Henri Terrasse, Jean Canavaggio y el recientemente fallecido Pierre Chaunu.
Se añaden a estos nombres los de los pioneros del hispanismo francés: Pierre Paris, Maurice Legendre, Ernest Mérimée y el ya citado Alfred Morel-Fatio. Difícil será encontrar un elenco más brillante y de personalidades más diferenciadas en su forma de entender y de estudiar la cultura española.

Otros hispanismos, otros hispanistas

Además del francés, se tiene que tener en cuenta la existencia de un hispanismo de larga tradición científica en los Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Italia, Holanda, Japón, Corea y -cada vez más- en China. Entre los estudiosos de lo hispánico se pueden subrayar la profunda identificación de algunos con España, hasta el punto de haber adquirido nuestra nacionalidad, como Ian Gibson o Gabriel Jackson. Ambos nuevos compatriotas, de respectivo origen irlandés y norteamericano, brindan una visión más bien favorable al bando perdedor de la Guerra Civil; en cambio, Legendre no ocultaba sus preferencias por los vencedores, por poner un ejemplo. Otros hispanistas de lengua inglesa como el clásico Charles Lummis o el también norteamericano Stanley Payne difícilemente se amoldarán a ese tipo de etiquetas.
De ahí lo absurdo que resulta hablar de hispanismo en términos absolutos: existen hispanistas, y cada uno de ellos tiene su propia visión de las cosas, que refleja su personalidad.

Artículo originalmente publicado en el desaparecido portal suite101.net el 11 de noviembre de 2009 y recuperado el 28 de noviembre de 2016.
Puede leerse aquí una copia en archive.org