Francia es sin duda el país más intrínsecamente hispanófilo de Europa.
El término "hispanista" es probablemente de origen francés.
España ha sido desde antiguo foco de atención para viajeros y
estudiosos. Pocos países y pocas civilizaciones pueden preciarse de
haber constituido una categoría propia como objeto de estudio. A finales
del siglo XIX se consolidaron distintas voces para expresar ese interés
por la lengua, la cultura y las cosas de España, siendo las principales
hispanista e
hispanismo así como
hispanizante,
hispanófilo y su contrario
hispanófobo.
El término hispanista
Una de las acepciones de
hispanista en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua es
“persona que profesa el estudio de lenguas, literaturas o cultura hispánicas, o está versada en ellas”. Esta definición no dice que la persona en cuestión tenga que ser forzosamente extranjera, lo que explica que en la
Asociación Internacional de Hispanistas sean numerosos los españoles. Por otra parte, el término "estudio" de tan diáfana definición nos permite sospechar que
hispanista nació entre estudiosos. Y así es. Hasta ahora se pensaba que la introducción de
hispanista
en español se debería nada menos que a don Marcelino Menéndez Pelayo,
quien en sus "Ensayos de Crítica Filosófica", publicados en 1892, se
refirió al “
docto hispanista y muy querido amigo mío Morel-Fatio”.
El término francés,
hispaniste, sería algo anterior. Antonio Niño descubrió el término francés
hispaniste también en un artículo de Alfred Morel-Fatio de 1879, y Jean Lemartinel también notó la presencia de
hispaniste en una carta del poeta francés José María de Heredia a Morel-Fatio, ese mismo año.
La
Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España permite comprobar en pocos segundos que
hispanista, en este sentido, aparece también en 1879, un trece de enero, en un artículo de Felipe Benicio Navarro publicado en
Los Lunes del Imparcial,
y hablando del mismo Morel-Fatio y difundiendo en el periódico la
"Sátira contra el sitio del Escorial" que había divulgado dicho
investigador en
L'Espagne au XVIème et au XVIIème siècles. Es,
por lo tanto, no sólo posible sino muy probable que sea en la obra del
erudito francés, en su entorno inmediato o en sus correspondientes donde
tengamos que buscar el origen de la acepción del término, que se debió
acuñar en 1879, o poco antes.
Hispanistas distintos, miradas diferentes
El interés por España es, desde luego, anterior a Morel-Fatio, y el
hispanismo tiene antecedentes más lejanos, como la hispanofilia de
determinados literatos: pienso en autores también franceses como
Alexandre Dumas y Téophile Gautier, creadores de sendas obras acerca de
sus viajes a España que alimentaron una renovación de la visión de
España y de lo español, en la línea romántica -sin duda- pero siempre
diferenciada.
Hoy día, como ayer, la etiqueta
hispanista recubre muy
distintas personalidades y vocaciones, pero el nexo común es lo español y
España, siendo lo de menos la óptica particular. Se entiende también
que no hay por lo tanto una específica mirada francesa o extranjera
sobre España sino que hay tantas miradas como hispanistas; los mismos
españoles son los primeros hispanistas: ven las cosas con distintas
perspectivas en función de sus creencias y de la formación que
recibieron; no hay una única mirada española sobre España, hay tantas
como españoles que se molesten en mirar.
Entre los españoles se incluye, claro está, a todos aquellos que
pertenecen a naciones con lazos tan profundos con España que cuesta
considerarlos "extranjeros": hispanoamericanos, filipinos, portugueses y
brasileños, judíos sefardíes, etc.; y es que el concepto de Hispanidad
es vastísimo y supera cualquier tentativa de circunscribir lo español y
lo hispánico a una serie de fronteras físicas.
Hispanistas en Madrid
Como ejemplo de hispanistas distintos y de miradas diferentes, se
pueden dar unos pocos nombres de los notabilísimos hispanistas que han
pasado por la madrileña
Casa de Velázquez:
Marcel Bataillon, Georges Bataille, François Chevalier, Robert Ricard,
Jean Sarrailh, Pierre Vilar, Didier Ozanam, Guy Beaujouan, René
Quatrefages, Jean Pierre Etienvre, Dominique de Courcelles, François
Chevalier, Jacques Lafaye, Agustín Redondo, Henry Kamen, Henri Terrasse,
Jean Canavaggio y el recientemente fallecido Pierre Chaunu.
Se añaden a estos nombres los de los pioneros del hispanismo francés: Pierre Paris,
Maurice Legendre,
Ernest Mérimée y el ya citado Alfred Morel-Fatio. Difícil será
encontrar un elenco más brillante y de personalidades más diferenciadas
en su forma de entender y de estudiar la cultura española.
Otros hispanismos, otros hispanistas
Además del francés, se tiene que tener en cuenta la existencia de un
hispanismo de larga tradición científica en los Estados Unidos, el Reino
Unido, Alemania, Italia, Holanda, Japón, Corea y -cada vez más- en
China. Entre los estudiosos de lo hispánico se pueden subrayar la
profunda identificación de algunos con España, hasta el punto de haber
adquirido nuestra nacionalidad, como Ian Gibson o Gabriel Jackson. Ambos
nuevos compatriotas, de respectivo origen irlandés y norteamericano,
brindan una visión más bien favorable al bando perdedor de la Guerra
Civil; en cambio, Legendre no ocultaba sus preferencias por los
vencedores, por poner un ejemplo. Otros hispanistas de lengua inglesa
como el clásico
Charles Lummis o el también norteamericano Stanley Payne difícilemente se amoldarán a ese tipo de etiquetas.
De ahí lo absurdo que resulta hablar de hispanismo en términos
absolutos: existen hispanistas, y cada uno de ellos tiene su propia
visión de las cosas, que refleja su personalidad.
Artículo originalmente publicado en el desaparecido portal suite101.net el 11 de noviembre de 2009 y recuperado el 28 de noviembre de 2016.