Proclamado el Estado de Decepción
Vaya por delante que cuando le voté, sabía que Mariano Rajoy no era Superman, ni Batman, ni el Hombre Elástico, ni la Masa, ni la Mujer Pantera, ni el Hombre Alcachofa. No pretendo superhombres con superpoderes sino gente más o menos normal que no quiera como el Demente ganar la batalla del Ebro al cabo de setenta años y esas cosas raras del Z y zuz mariachiz. La única virtud que le reconozco al Z es que ha destrozado la izquierda española y particularmente esa secular catástrofe llamada PZOE, por eso me gusta tanto.
Pero hay que reconocer que Rajoy sí tiene un superpoder. Es el hombre más aburrido a este lado de la Galaxia. El que busque en su discurso una idea brillante, un verbo ágil, una idea, algo de vida, quizá llegue a decepcionarse. Ayer, oyéndole, mi coñazómetro se derritió echando chispas. Le hemos dado el Poder a Bostezoman, Rolloman, Coñazoman, Tostonman, Boringman, como prefiráis llamarlo. Me lo voy a grabar para los díos de insomnio.
La estrategia del gallego, de cara a las elecciones venía a ser "no prometo nada y así nadie se decepcionará"; espero que no se tire así la legislatura "no tomaré ninguna medida, así nadie se enfadará". Después de siete años y medio de demenciato necesito cambios razonables y no la hábil estrategia de Don Tancredo.
Ni una palabra sobre las cunas vacías
De entrada, ayer el Sr. Rajoy dejó claro que el envejecimiento de la población española no debe ser un problema y que no va a tomar medidas sobre el aborto: ni una sola vez ha pronunciado la palabra nacimiento, envejecimiento o aborto. Podéis comprobarlo vosotros mismos en este enlace.
Los Rajoyboys que le escriben los discursos deben pensar que el objetivo prioritario es un rápido crecimiento económico, recuperar la prosperidad perdida. Me parece estupendo, mi ansia de euros es tan grande como la suya y me parezco a Carpanta ante un pavo de Navidad, babeando de hambre y de codicia, pero la duda que tengo es ¿para quién vamos a crecer, y quiénes van a disfrutar de ese crecimiento venidero? Porque -lo voy a decir bajito, para que no me acusen de rojo fascista, disolvente, judeomasón y de las JONS- somos el país de la OCDE con tasa más acelerada de envejecimiento. Dice el INE en sus proyecciones que "por cada 10 personas en edad de trabajar, en 2049 residirían en España casi nueve personas potencialmente inactivas (menor de 16 años o mayor de 64). Es decir, la tasa de dependencia se elevaría hasta el 89,6%, desde el 47,8% actual" (los detalles, aquí). Así que si los diez españoles tienen todos empleo, tendrán que mantenerse a sí mismos y a otras nueve personas. Mmmh, ¡brillante futuro! Pero para los Rajoyboys eso por lo visto no es un problema y, demográficamente, España está que lo tira. Ni una palabra, nada.

El camino de España o de Francia es el camino de Occidente, y resulta muy atractivo. Es un camino que sabe a libertad, y por lo tanto a prosperidad. Pero en alguna parte del camino, nos hemos equivocado. Hemos fracasado como sociedad porque no tenemos hijos y sin hijos no hay sociedad posible. Y, como recordaba hace cuatro días, nosotros troceamos a nuestros hijos y en sólo un año, sólo en Madrid, hemos pasado por la trituradora del doctor Morín a tantos niños como habitantes tiene Algete. Las generaciones se encadenan a lo largo de siglos y milenios. Pero si se rompe un solo eslabón, si una generación no es capaz de crear otra que le sustituya, la cadena se interrumpe y termina. De nada sirve la eficacia, el desarrollo económico, la enseñanza, si no hay niños que disfruten de esos tesoros, que los aprovechen. O nos encaramos a este toro, o se cierra la plaza.