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De paso recupero artículos míos en los desaparecidos portales suite101.net y asturiasliberal.org o artículos borrados de la versión electrónica de abc, preservados por archive.org o por la memoria caché de google.

LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

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domingo, 22 de enero de 2012

Don Camillo en Mordor

Mordor se divide en tres provincias: Álava, Guipuzcoa y Vizcaya

La inmensa dignidad personal de Santiago Abascal le ha llevado a renunciar a un escaño de diputado en el Parlamento Vasco, una entidad grotesca que ha pasado por vergüenzas como la de ver al etarra Arnaldo Otegui en su comisión de Derechos Humanos. Ya describíamos en la entrada "Elecciones a la vasca, el peculiar concepto que de la democracia tienen los orcos que dominan la negra tierra de Mordor. El Partido Popular en el País Vasco acabará siendo absorbido por el PNV porque es cada día menos capaz de hacer un discurso firme y rupturista con las huestes del Señor Oscuro. Ya han conseguido que se vayan Abascal y María San Gil: ¡brillante, tíos, os habéis lucido!
Me alegro por Abascal, que así no se se mancha en el triste albañal de la política vasca. No nos engañemos, el verdadero problema vasco no es ETA; es el miedo a ETA, es la complicidad con ETA. Hace unos días fingían los donostiarras una nada espontánea alegría en San Sebastián para su fiesta patronal y las cámaras que transmitían la tamborrada omitían enfocar los cartelones de presoak kalera y demás propaganda filoetarra. Es una realidad freudiana, digna de una tesis en siquiatría: la negación de lo obvio. En vascongadas las elecciones son inútiles porque quien manda son los etarras, sus amigos y protectores. Por cierto, si puedo asistiré el próximo jueves al funeral de Gregorio Ordóñez y de las demás víctimas de ETA.

Una obra extraordinaria
Al ver lo de Abascal, he recordado una historia de Don Camillo que viene como anillo al dedo. Un año sí y otro también, me engolfo en la lectura de los Don Camillo de Giovanni Guareschi, una de las obras más interesantes del fenecido siglo XX. Don Camillo es un texto enjudioso, de abundantes recursos y divertido -lo más importante- que ofrece la profundidad disimulada de lo inmediato y accesible; consiste en una colección de episodios cortos cuyos protagonistas principales son el cura del pueblo, Don Camillo, y el alcalde comunista del pueblo, Peppone. Fue una historia que surgió en la prodigiosa mocha de Guareschi en un momento dado y en unas circunstancias dadas: la Italia de la posguerra, con un partido comunista fortísimo. El centenario de Guareschi pasó en España sin pena ni gloria, si exceptuamos la publicación de sus Don Camillo en Homo Legens.

Historia de un crimen
En uno de los episodios, los comunistas del pueblo se convencen de que las escuadras fascistas van a resurgir de un momento a otro. Se arman y se preparan para vender caro su pellejo y surge de repente la noticia: a Smilzo, uno de los suyos, lo han encontrado inconsciente junto a su coche, con la cara ensangrentada. Deciden responder a lo que parece un atentado así que unos veintitantos comunistas van a casa de un tal Pazzi al que consideran reaccionario. En un momento dado, Pazzi saca una pistola, para defenderse, y uno de los comunistas, no se sabe cuál, dispara y lo deja seco. Entre los comunistas está Peppone, el Alcalde del pueblo, al que no le hace maldita gracia el asesinato de Pazzi. Regresan, desorientados; nadie sabe qué ha pasado. Luego se enteran de que a Smilzo no lo había atacado nadie, sencillamente había reventado un neumático recauchutado y la goma le había acertado en toda la cara, dejándolo sonado. Peppone está que trina, pero tiene que aguantarse.

El silencio cómplice
A todo el pueblo le aterroriza tener que aceptar los hechos: nadie quiere enterarse de que a Pazzi lo han asesinado y de que entre los asesinos está el alcalde, ¡nada menos! El jefe de los carabineros se cosca de la verdad, claro está, pero se calla bien callado mientras prosigue sus indagaciones. Mientras tanto hay quien hace correr el rumor de que Pazzi se ha suicidado...
Don Camillo, el párroco, es un hombre valiente y se entera de lo sucedido. Así que lleva la contraria a todos, y publica sus dudas acerca del crimen en su modesto boletín parroquial. Un desconocido intenta asesinar a Don Camillo, mientras que Peppone, también oculto, intenta cargarse al tirador, porque quiere proteger a Don Camillo.
La historia es muy interesante, porque el protagonista de verdad no son ni Don Camillo, ni Peppone, ni el pobre Pazzi; el protagonista es el miedo, el miedo que lleva los hombres a cometer las peores estupideces y a revolcarse en su vileza. Don Camillo habla normalmente con el gran crucifijo de su altar y en un momento dado, Cristo y él mantienen este diálogo, que traduzco malamente al español, y que podría aplicarse a lo sucedido en el País Vasco durante tantas décadas:
Ed. Homo Legens

— Es el miedo —contestó Cristo— Te tienen miedo.
— A mí?
—A ti, don Camillo. Y te odian. Vivían calientes y tranquilos dentro del ovillo [capullo] de su vileza. Sabían la verdad, pero nadie podía obligarles a saberla, porque nadie había dicho públicamente esa verdad. Tú has actuado y hablado de tal modo que ahora deben saber la verdad. Y por eso te odian y te tienen miedo. Tú ves a esos hermanos que como peleles obedecen a las órdenes del tirano y les gritas: “¡Despertad de vuestro letargo, mirad a la gente libre: comparad vuestra vida con la de la gente libre!” Ellos no te lo agradecerán sino que te odiarán y si pudiesen te matarían, porque tú les has obligado a acordarse de aquello que ya sabían pero que por amor a la vida sosegada fingían no saber. Ellos tienen ojos pero no quieren ver. Ellos tienen oídos, pero no quieren oír. Ellos son viles pero no quieren que nadie les diga lo viles que han llegado a ser. Tú has desvelado una injusticia y has puesto a la gente ante este grave dilema: si callan, aceptan el abuso; si no lo aceptan tienen que hablar. Resultaba tan cómodo no enterarse... ¿Te sorprende todo esto?
Don Camillo extendió los brazos:
— No —dijo— Me soprendería si no supiese que por haber querido decir la verdad a los hombres, os clavaron en una cruz. Pero me duele, sencillamente.

Ed. Mondadori
El original italiano
“È la paura” rispose il Cristo. “Essi hanno paura di te.”
“Di me?”
“Di te, Don Camillo. E ti odiano. Vivevano caldi e tranquilli dentro il bozzolo della loro viltà. Sapevano la verità, ma nessuno poteva obbligarli a sapere, perché nessuno aveva detto pubblicamente questa verità. Tu hai agito e parlato in modo tale che essi ora debbono saperla la verità. E perciò ti odiano e hanno paura di te. Tu vedi i fratelli che quali pecore, obbediscono agli ordini del tiranno e gridi: “Svegliatevi dal vostro letargo, guardate la genti libere: confrontante la vostra vita con quella delle genti libere!” Ed essi no ti saranno riconoscenti, ma ti odieranno e, se potranno, ti uccideranno, perché tu li costringi ad accorgersi di quello che essi già sapevano ma, per amor di quieto vivere, fingevano di non sapere. Essi hanno occhi ma non vogliono vedere. Essi hanno orecchie ma non vogliano sentire. Sono vili ma non vogliono che nessuno dica loro che sono vili. Tu hai resa pubblica una ingiustizia e hai messo la gente in questo grave dilemma: se taci tu acceti il sopruso, se non lo acceti devi parlare. Era tanto più comodo poterlo ignorare, il sopruso. Ti stupisce tutto questo?”
Don Camillo allargò le braccia.
“No” disse. “Mi stupirei se non sapessi che, per aver voluto dire la verità agli uomini, voi siete stato messo in croce. Me ne dolgo semplicemente.”

martes, 19 de enero de 2010

Gregorio Ordóñez, 15 años después

Breve memoria de Gregorio Ordóñez, asesinado hace quince años por la ETA.

Hoy, en Madrid, se va a celebrar, como todos los años, un acto emotivo en memoria de Gregorio Ordóñez. En un parque céntrico, ante un pequeño grupo de amigos, fieles y adheridos, se pronunciarán unas palabras. Más tarde, reunidos en una Iglesia, muchos rezaremos recordando a todas y cada una de las víctimas del terrorismo. El pretexto de ese homenaje es que el 23 de enero de 1995 ETA asesinó a Gregorio Ordóñez. Han pasado ya quince años...

Memoria contra impotencia

Ante la muerte, todo es dolor e impotencia. ¿Qué podemos hacer por una víctima? Ni podemos ni queremos compartir su dolor ni su sufrimiento. ¿Qué queremos decir cuando afirmamos que nos solidarizamos con una víctima? ¿Nos toca algún fragmento de la bala que acabó con su existencia? ¿Nos cortamos un dedo en honor de quien perdió una pierna? Lo único que podemos hacer respecto de quien lo ha perdido todo, incluso la vida, es mantener viva su memoria, mantener vivo el respeto que nos mereció y nos seguirá mereciendo. Recuerdo aquella memorable sentencia de Séneca, ninguneando a los verdugos de Cremucio Cordo: “nuestras manos y corazones lo reciben; ya no tiene nada que temer del tiempo, y muy pronto se habrá olvidado todo lo de sus verdugos, hasta sus crímenes, que fue lo único que les conquistó fama”. Gran verdad; el tiempo devora las famas prestadas, y a medida que el recuerdo de los verdugos se hunde en la fosa excremencial del olvido, la limpia trayectoria de sus víctimas aparece más brillante y auténtica. El olvido es la expresión definitiva de la muerte; recordando a Gregorio Ordóñez mantenemos vivo el rescoldo de su memoria y hablamos en nombre de quien ya no tiene voz, porque su boca llena de tierra se deshace en el camposanto.
No tuve el honor de conocer a Gregorio Ordóñez, no era uno de sus íntimos, los que le llamaban Goyo; de ahí que me sirva de las frías hemerotecas para estas pinceladas en memoria suya, y quien quiera más detalles puede acudir a la Fundación Gregorio Ordóñez.

Un político precoz

Gregorio Ordóñez fue un político precoz. Con 24 años, en abril de 1983, encabezaba la lista de Alianza Popular para el ayuntamiento donostiarra. El domingo 17 de aquel mes los proetarras irrumpieron en la campaña electoral; se cebaron con la mesita que los peperos habían colocado, como otros partidos, en la plaza del Buen Pastor de San Sebastián, junto a la Catedral. A Gregorio Ordóñez, y a sus compañeros, les pegaron, les rompieron la mesa y les quemaron las octavillas. Democracia a la vasca. Declaraba horas después Gregorio a ABC: “Está demostrado que, al menos en Guipúzcoa, no hay ni libertad ni democracia. Hoy hemos sufrido en nuestro propio cuerpo el fanatismo de ETA y de quienes con ella simpatizan”. A pesar de todo, Gregorio obtuvo su concejalía.
Ordóñez era un tipo raro, en el País Vasco, porque hace falta ser raro para pedir democracia y respeto en aquel sangriento manicomio. Otra de las cosas raras que pedía Gregorio era que ondeara la bandera de todos los españoles en Ajuria Enea… ¡Imperdonable! Ordóñez representaba a esos valientes militantes del PP, que por el hecho de pertenecer a ese partido, por el hecho de ser militantes o candidatos, tenían que superar el miedo, miedo a que les quemaran el coche, a perder el trabajo o la vida… El País Vasco, incluso hoy, no sabe qué es la libertad porque sus calles pertenecen al terror.
En el Ayuntamiento donostiarra fue Gregorio, durante varios años, concejal delegado de Turismo; quería dar del País Vasco y de San Sebastián una imagen distinta, vender el idílico cromo de una tierra apacible entre montes verdes y olas azules, una imagen pura, no mancillada por la lacra terrorista donde los pajaritos hacían pío pío y los bañistas recorrían La Concha a lomos de delfines. El pobre Gregorio incluso montó una "promoción fin de semana" para dar a conocer la capital guipuzcoana. Sí, Gregorio Ordóñez apostaba por un País Vasco amable de pinchos humeantes y Maite yo no te olvido. Pero era inútil, las bestias de ETA aborrecían a Gregorio Ordóñez precisamente más todavía por el amor que el concejal tenía por su Donosti. Para el nazi, el peor judío era el que hablaba alemán y tocaba a Beethoven; para los nazionanistas vascos, el peor maketo es el maketo que tiene simpatía por lo vasco. Es el más peligroso...
En octubre de 1990 el PP consiguió un representante en la cámara autonómica vasca. Era por aquel entonces el PP un partido insignificante en aquellas provincias, apenas el sexto en número de sufragios. Aquel año, Herri Batasuna resultó el partido más votado, con 79.228 votos y el PP consiguió pasar de 13.258 a 21.580 votos. El candidato electo del PP fue Gregorio Ordóñez...
Pasaba el tiempo; ETA seguía matando y mandando mucho, pero la sociedad vasca empezaba a hartarse. Ordóñez y otros héroes modestos del PP iban haciéndose camino en pueblos y villas controladas por los batasunos; en abril de 1991 el PP había multiplicado por dos sus candidaturas, y presentaba listas en fortalezas aberzales como Rentería, Hernani, Pasajes y Usurbil…
Gregorio siempre estuvo del lado de las víctimas. Cuando ETA asesinó al guardia civil Francisco Robles, Gregorio se quejó de las clamorosas ausencias en el funeral. Dijo, “me duele no haber visto en el funeral ni al Ministro del Interior, ni al Consejero del Interior, ni al obispo, ni al alcalde de San Sebastián o alguien de su equipo”. Faltaba mucho, todavía, para que determinada gente aprendiera a ponerse del lado de las víctimas en lugar de buscar justificaciones para los verdugos. Faltaban sólo unos años, también, para que el funeral fuera en honor de Gregorio. El político sabía muy bien qué era ETA, y la definió claramente: “en el País Vasco, resto de España y mundo entero, ETA es un grupo criminal organizado, que sólo busca la extorsión y la destrucción en beneficio propio”.
Gregorio era consciente de que en el País Vasco no existe la libertad. Cuando el secuestro del ingeniero Julio Zamora, Gregorio y su mujer, embarazada, exhibieron lazos azules con la forma de una A (por “Askatu”, libertad en la lengua del terror) y fueron agredidos a puñetazos por simpatizantes aberzales. Poco tiempo después llegó la agresión definitiva.
Era el 23 de enero de 1995, y Gregorio Ordóñez se encontraba en el bar La Cepa, un clásico de San Sebastián, en compañía de cuatro amigos, entre los que se contaba María San Gil. Un etarra se acercó por detrás, y sin mediar palabra le descerrajó a Gregorio un tiro en la cabeza. María San Gil salió corriendo detrás del etarra, inútilmente.
Tras su muerte, el sanedrín episcopal se rasgó las vestiduras, el PNV compró su ración de cebollas, se vertieron lágrimas de cocodrilo, se pronunciaron palabras insentidas, se escribieron artículos más o menos oportunos.
 

De toda aquella farragosa expresión de hipocresía, podría recordar algunos excelentes textos, escritos con la razón y con el corazón... Recuerdo uno particularmente acertado de Jiménez Losantos, que con gran lucidez destacaba la heroica condición de Gregorio Ordóñez, y vale la pena repetir esas palabras, perfecto epitafio para nuestro concejal:
“Nos han matado a un compatriota. Han hecho nacer a un héroe. Los héroes modernos no se hacen en las batallas ni en los campos de fútbol. Un héroe en el País Vasco es el que cada mañana sale de su casa con el miedo al hombro y hace su vida, dice lo que piensa, habla lo que siente y defiende lo que cree justo como si no corriera peligro de muerte, como si por ser libre no corriera peligro de dejar de ser, de morir, al menos, a esta vida. Gregorio Ordóñez ha sido, era y es un héroe contemporáneo […]”
Se puede decir más alto, pero no más claro.
Luis Español Bouché