Vuelvo a ocuparme de mi blog

De paso recupero artículos míos en los desaparecidos portales suite101.net y asturiasliberal.org o artículos borrados de la versión electrónica de abc, preservados por archive.org o por la memoria caché de google.

LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

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viernes, 23 de agosto de 2013

Francia y España ya no existen

No sé por qué nos preocupan tanto los siete kilómetros cuadrados de Gibraltar llenos de basura gibraltareña cuando España ha dado ya la independencia virtual a Mordor o Cataluña. En San Sebastián no hay una sola bandera española. Hace unos días crucé la frontera entre dos países que no conocía, que se llaman Guipuzcoa y Lapurdu. En la frontera de Hendaya no hay una sola referencia a Francia o España, ni una bandera, nada. Sólo dos cartelitos de color verde "Gipuzkoa" y "Lapurdu" o como se diga en la lengua de los orcos, tampoco me voy a apuntar a un cursillo de lenguas inútiles.
Los malos han ganado. Las víctimas de ETA no han servido para nada, su sangre ha sido olvidada. La cobardía de los sucesivos gobiernos españoles parece haberse contagiado a las autoridades francesas. Nos gobiernan eunucos y anormales.

sábado, 14 de mayo de 2011

Elecciones a la vasca


Mesa electoral en el País Vasco:
Presidente y vocales usan el mismo modelito
No hay  urnas... ¿para qué?
 Cuando decimos que España es una democracia, hay que hacer una importante salvedad: el país vasco. Allí la democracia es una pura entelequia; quizá en Bilbao que es una gran ciudad se asentó algo más el sistema democrático, pero desde luego en la mayor parte de los pueblos del país vasco, no existe nada parecido a mínimos requisitos para que se celebren unos comicios en libertad.
Por eso me ha molestado tanto la sentencia del Tribunal Constitucional que aquí comentaba permitiendo el regreso de ETA a los Ayuntamientos vascos. ¿De verdad era necesario que ETA regresara  a las instituciones? ¿Les parecía poco el perenne acojone que se vive en esas infelices provincias, patria natural del crimen, donde la bajeza humana y la cobardía institucional tienen su natural asiento?

Hace unos días hablaba con mi amigo Paco de su experiencia como apoderado en un pueblo vasco, durante unas elecciones.

- Imagínate el cuadro Luis. Durante horas, yo sentado y calladito en una sala con un par de mesas electorales. Allí no había interventores del PSOE ni del PP -nadie se la juega- sólo apoderados que, como yo, veníamos de Madrid. El colegio estaba custodiado, es un decir, por la erchancha.
En un momento dado quisieron hacer una trampa -nada grave, es que no les salían las cuentas porque eran muy burros- y entonces les hablé claro "si hacéis eso, impugno la mesa". Hubo un grato intercambio de opiniones. Luego uno de los que estaban sentados en la mesa,que llevaba la camiseta de presoak kalera, miembro de la mesa, sacó una cámara de fotos y me hizo una foto. "Ya tengo tu cara".
- Eso asusta... ¿Y tú que hiciste?
- Ya sabes Luis que soy un hombre pacífico y razonable. Así que agarré aquel cabrón por el cuello, le arranqué de la mano su cámara que tiré por la ventana del local, y cuando me disponía a darle un puñetazo, intervino la erchancha.
- ¿Los erchanchos no intervinieron cuando el hijoputarri te amenazó?
- No. Debían tener cosas más importantes que hacer...
- ¿Cómo terminó la cosa?
- Pues terminó con que yo al final estaba en la calle y detrás mío iban una pandilla de ratas insultándome. Ya sabes lo valiente que son esa gente en manada
-Sí, la versión aberzale de las pandillas futboleras. Uno por uno, se acongojan, pero en grupo son todos muy valientes.... ¿Y tú qué hiciste?
-Me reuní con un par de compañeros del partido, y fuimos a cenar. Pero la manada seguia detrás.
- ¿Y los erchanchos?
- Ellos estaban para custodiar el colegio electoral no para custodiarme a mí.
- ¡Ah! ¿Conseguiste cenar?
- Pues no fue facil. Entrábamos en un bar y de la manada decía alguien algo en vasco, vaya usté a saber qué, y el tío del bar nos decía que no nos podían atender... Al final sí encontramos un sitio en el que nos dejaron comer algo. Luego la manada me siguió hasta el coche.
-O sea, que identificaron tu coche...
-Sí. De todos modos una vez en Madrid cambié la matrícula. No hay que dar facilidades... Y ahora tengo otro coche.

Como me lo contaron, lo cuento, y sé que es verdad. Os ahorro mis comentarios. Lo que nunca he entendido es para qué existen una Junta Electoral Central o unos partidos nacionales que llevan treinta años sin impugnar, de un modo sistemático, cualquier proceso electoral que se celebre en semejantes condiciones.

martes, 19 de enero de 2010

Gregorio Ordóñez, 15 años después

Breve memoria de Gregorio Ordóñez, asesinado hace quince años por la ETA.

Hoy, en Madrid, se va a celebrar, como todos los años, un acto emotivo en memoria de Gregorio Ordóñez. En un parque céntrico, ante un pequeño grupo de amigos, fieles y adheridos, se pronunciarán unas palabras. Más tarde, reunidos en una Iglesia, muchos rezaremos recordando a todas y cada una de las víctimas del terrorismo. El pretexto de ese homenaje es que el 23 de enero de 1995 ETA asesinó a Gregorio Ordóñez. Han pasado ya quince años...

Memoria contra impotencia

Ante la muerte, todo es dolor e impotencia. ¿Qué podemos hacer por una víctima? Ni podemos ni queremos compartir su dolor ni su sufrimiento. ¿Qué queremos decir cuando afirmamos que nos solidarizamos con una víctima? ¿Nos toca algún fragmento de la bala que acabó con su existencia? ¿Nos cortamos un dedo en honor de quien perdió una pierna? Lo único que podemos hacer respecto de quien lo ha perdido todo, incluso la vida, es mantener viva su memoria, mantener vivo el respeto que nos mereció y nos seguirá mereciendo. Recuerdo aquella memorable sentencia de Séneca, ninguneando a los verdugos de Cremucio Cordo: “nuestras manos y corazones lo reciben; ya no tiene nada que temer del tiempo, y muy pronto se habrá olvidado todo lo de sus verdugos, hasta sus crímenes, que fue lo único que les conquistó fama”. Gran verdad; el tiempo devora las famas prestadas, y a medida que el recuerdo de los verdugos se hunde en la fosa excremencial del olvido, la limpia trayectoria de sus víctimas aparece más brillante y auténtica. El olvido es la expresión definitiva de la muerte; recordando a Gregorio Ordóñez mantenemos vivo el rescoldo de su memoria y hablamos en nombre de quien ya no tiene voz, porque su boca llena de tierra se deshace en el camposanto.
No tuve el honor de conocer a Gregorio Ordóñez, no era uno de sus íntimos, los que le llamaban Goyo; de ahí que me sirva de las frías hemerotecas para estas pinceladas en memoria suya, y quien quiera más detalles puede acudir a la Fundación Gregorio Ordóñez.

Un político precoz

Gregorio Ordóñez fue un político precoz. Con 24 años, en abril de 1983, encabezaba la lista de Alianza Popular para el ayuntamiento donostiarra. El domingo 17 de aquel mes los proetarras irrumpieron en la campaña electoral; se cebaron con la mesita que los peperos habían colocado, como otros partidos, en la plaza del Buen Pastor de San Sebastián, junto a la Catedral. A Gregorio Ordóñez, y a sus compañeros, les pegaron, les rompieron la mesa y les quemaron las octavillas. Democracia a la vasca. Declaraba horas después Gregorio a ABC: “Está demostrado que, al menos en Guipúzcoa, no hay ni libertad ni democracia. Hoy hemos sufrido en nuestro propio cuerpo el fanatismo de ETA y de quienes con ella simpatizan”. A pesar de todo, Gregorio obtuvo su concejalía.
Ordóñez era un tipo raro, en el País Vasco, porque hace falta ser raro para pedir democracia y respeto en aquel sangriento manicomio. Otra de las cosas raras que pedía Gregorio era que ondeara la bandera de todos los españoles en Ajuria Enea… ¡Imperdonable! Ordóñez representaba a esos valientes militantes del PP, que por el hecho de pertenecer a ese partido, por el hecho de ser militantes o candidatos, tenían que superar el miedo, miedo a que les quemaran el coche, a perder el trabajo o la vida… El País Vasco, incluso hoy, no sabe qué es la libertad porque sus calles pertenecen al terror.
En el Ayuntamiento donostiarra fue Gregorio, durante varios años, concejal delegado de Turismo; quería dar del País Vasco y de San Sebastián una imagen distinta, vender el idílico cromo de una tierra apacible entre montes verdes y olas azules, una imagen pura, no mancillada por la lacra terrorista donde los pajaritos hacían pío pío y los bañistas recorrían La Concha a lomos de delfines. El pobre Gregorio incluso montó una "promoción fin de semana" para dar a conocer la capital guipuzcoana. Sí, Gregorio Ordóñez apostaba por un País Vasco amable de pinchos humeantes y Maite yo no te olvido. Pero era inútil, las bestias de ETA aborrecían a Gregorio Ordóñez precisamente más todavía por el amor que el concejal tenía por su Donosti. Para el nazi, el peor judío era el que hablaba alemán y tocaba a Beethoven; para los nazionanistas vascos, el peor maketo es el maketo que tiene simpatía por lo vasco. Es el más peligroso...
En octubre de 1990 el PP consiguió un representante en la cámara autonómica vasca. Era por aquel entonces el PP un partido insignificante en aquellas provincias, apenas el sexto en número de sufragios. Aquel año, Herri Batasuna resultó el partido más votado, con 79.228 votos y el PP consiguió pasar de 13.258 a 21.580 votos. El candidato electo del PP fue Gregorio Ordóñez...
Pasaba el tiempo; ETA seguía matando y mandando mucho, pero la sociedad vasca empezaba a hartarse. Ordóñez y otros héroes modestos del PP iban haciéndose camino en pueblos y villas controladas por los batasunos; en abril de 1991 el PP había multiplicado por dos sus candidaturas, y presentaba listas en fortalezas aberzales como Rentería, Hernani, Pasajes y Usurbil…
Gregorio siempre estuvo del lado de las víctimas. Cuando ETA asesinó al guardia civil Francisco Robles, Gregorio se quejó de las clamorosas ausencias en el funeral. Dijo, “me duele no haber visto en el funeral ni al Ministro del Interior, ni al Consejero del Interior, ni al obispo, ni al alcalde de San Sebastián o alguien de su equipo”. Faltaba mucho, todavía, para que determinada gente aprendiera a ponerse del lado de las víctimas en lugar de buscar justificaciones para los verdugos. Faltaban sólo unos años, también, para que el funeral fuera en honor de Gregorio. El político sabía muy bien qué era ETA, y la definió claramente: “en el País Vasco, resto de España y mundo entero, ETA es un grupo criminal organizado, que sólo busca la extorsión y la destrucción en beneficio propio”.
Gregorio era consciente de que en el País Vasco no existe la libertad. Cuando el secuestro del ingeniero Julio Zamora, Gregorio y su mujer, embarazada, exhibieron lazos azules con la forma de una A (por “Askatu”, libertad en la lengua del terror) y fueron agredidos a puñetazos por simpatizantes aberzales. Poco tiempo después llegó la agresión definitiva.
Era el 23 de enero de 1995, y Gregorio Ordóñez se encontraba en el bar La Cepa, un clásico de San Sebastián, en compañía de cuatro amigos, entre los que se contaba María San Gil. Un etarra se acercó por detrás, y sin mediar palabra le descerrajó a Gregorio un tiro en la cabeza. María San Gil salió corriendo detrás del etarra, inútilmente.
Tras su muerte, el sanedrín episcopal se rasgó las vestiduras, el PNV compró su ración de cebollas, se vertieron lágrimas de cocodrilo, se pronunciaron palabras insentidas, se escribieron artículos más o menos oportunos.
 

De toda aquella farragosa expresión de hipocresía, podría recordar algunos excelentes textos, escritos con la razón y con el corazón... Recuerdo uno particularmente acertado de Jiménez Losantos, que con gran lucidez destacaba la heroica condición de Gregorio Ordóñez, y vale la pena repetir esas palabras, perfecto epitafio para nuestro concejal:
“Nos han matado a un compatriota. Han hecho nacer a un héroe. Los héroes modernos no se hacen en las batallas ni en los campos de fútbol. Un héroe en el País Vasco es el que cada mañana sale de su casa con el miedo al hombro y hace su vida, dice lo que piensa, habla lo que siente y defiende lo que cree justo como si no corriera peligro de muerte, como si por ser libre no corriera peligro de dejar de ser, de morir, al menos, a esta vida. Gregorio Ordóñez ha sido, era y es un héroe contemporáneo […]”
Se puede decir más alto, pero no más claro.
Luis Español Bouché