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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

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viernes, 19 de marzo de 2010

La vida de un chino

¿Cuánto vale la vida de un chino?
Recuerdo que hace años -demasiados- escribí un ensayito sobre los Estados Caníbales, aquellos en los que los sátrapas no contentos con asesinar a sus vasallos, además se los comían.
El canibalismo es el ejercicio más puro del poder sin límite, la suprema forma de derrota para el vencido: servir de cena al vencedor. El canibalismo nos recuerda que la diferencia entre los hombres y las bestias del campo es apenas un barniz de cultura y otra capa todavía más fina de educación moral.
Por lo demás, cada día entiendo más aquella vieja canción de Roberto Carlos, El Progreso, la del estribillo "Yo quisiera ser civilizado como los animales". A Roberto Carlos le preocupaban las ballenas, en 1979; a mí, en 2010 me preocupan los chinos.
Estados caníbales han sido México bajo los Aztecas, la Alemania hitleriana en que pretendían hacer jabón con el personal y ahora la República Popular China donde los mandamases comunistas no sólo exterminan a los opositores sino que los convierten en piezas de recambio para transplantes.
Un órgano de información casi tan visceralmente asocialista como yo, La Gran Época, no hace sino confirmar un día sí y otro también, el tráfico de órganos organizado por los peores sátrapas de un mundo inmundo en el que el beneficio es el alfa y el omega de todas las cosas: en China se creó la madre de todos los monstruos, el comunismo capitalista, es decir, un régimen en que los derechos de los gobernados y los trabajadore no existen, un mundo sin sindicatos, ni libertad, ni oposición. Mordor. Cuando Google se enfrentó a la dictadura China, ninguna voz, salvo la de Hispalinux, siempre tan clara e independiente, se levantó para aplaudir la iniciativa de la corporación americana. Al contrario, Telefónica se dedicó a atacar a Google al mismo tiempo que la dictadura china, ejecutando una espero que involuntaria pinza: quizá es que los monopolios económicos y los políticos están destinados a entenderse.
Ese régimen que aborrece la libertad como los vampiros a la luz del sol, tiene martirizados a 1300 millones de seres humanos, 1300 millones de chinos cuya vida a nadie le importa como no le importan a nadie los cien millones de seres humanos abortados en la tripa de sus madres o asesinados al nacer por sufrir la grave tara de su sexo.
Y todos nuestros gobernantes, TODOS, han ido a rendir pleitesía a los amos de Pekín: tenían práctica, sus abuelos hicieron lo mismo con el amo de Alemania, en los años treinta. No cambiamos.
En los billetes de dólar está inscrita la expresión "In God we Trust". Por algo será. ¿Cuantos millones de chinos serán inmolados al verdadero Dios de este mundo? ¿Cuántos dólares vale la vida de un chino?