Vuelvo a ocuparme de mi blog

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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

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miércoles, 30 de abril de 2014

Los pasos siguientes

Cautivo y desarmado el ejército carca han alcanzado las tropas progres sus últimos objetivos sociales. Ya no hay debate: los progres han ganado, que digo, triunfado y sus ideas y (des)valores son hoy la base de la ideología dominante. Aceptémoslo. Hoy por hoy el aborto es considerado como un valor moral progresista y la eutanasia tiene cada día más partidarios. Ahora debemos adelantarnos y proponer los pasos siguientes, tan inevitables como lo anterior.

El infanticidio como valor de progreso
Resulta antieconómico el gasto en curar enfermedades infantiles pudiendo trocear a los niños enfermos como troceamos a los que todavía no han nacido. El infanticidio eugénico, aceptado y legalizado ya en Bélgica, es el paso siguiente a la aceptación social, legal y moral del aborto. ¿Qué diferencia hay entre trocear niños diez minutos antes de nacer o diez minutos después de nacer? Legalmente es la diferencia entre el delito de aborto y el delito de infanticidio. Pero ética, moral y lógicamente, ¿qué diferencia hay? Debieran suprimir de una vez todas esas monsergas decimonónicas y aceptar que los padres tienen derecho de vida o muerte sobre sus hijos, al menos hasta que cumplan la edad de razón, no sé, cinco años. ¿Que el niño sale mal? Se le trocea y punto pelota.

Un nuevo modelo de canibalismo sostenible
Resulta aberrante, desde el punto de vista de una economía sostenible, la existencia de inmensos camposantos donde se pudren los restos de nuestros abuelos, ocupando cientos de hectáreas de terreno urbanizable o convertible en zonas verdes.
Por otro lado la incineración de los cadáveres supone un terrible gasto energético absolutamente intolerable a la hora de salvar las ballenas y luchar contra el agujero de ozono.
En consecuencia, la lógica sostenible nos obliga a aprovechar los restos humanos en lugar de enterrarlos o incinerarlos. Hace ya mucho tiempo que aceptamos el canibalismo no digestivo que consiste en aprovechar cachos de muertos para efectuar transplantes. No veo por qué no se puede sacar partido de los fiambres para la alimentación humana. La película "Cuando el destino nos alcance" en inglés "Soylent Green" planteaba la posibilidad de convertir las proteínas y vitaminas de los muertos  en galletas. No es mala idea, pero dejémonos de galletas, ¿por qué no dejar sencillamente que la gente cocine a sus muertos o los ajenos como le dé la gana? Muere un niño en Colmenar, lo meten en una bolsa de plástico y lo llevan a Madrid donde buenos restaurantes te ofrecerán fricasée de niño o jamoncitos de niño en salsa verde. Y podrían incluso surgir especializaciones. Seguro que no sabe igual un niño etiope que un niño bantú o de Murcia. Y los viejos seguro que hay que prepararlos con salsas distintas y cocerlos más tiempo.

Acabar con el tabú del incesto
El incesto fue tabú porque de alguna forma nuestros antepasados vieron que las relaciones de padres con hijos daban pie al nacimiento de tarados. Todo lo que sabemos sobre genética nos dice que no es prudente casar personas que tengan un cercano parentesco, que no es prudente que las madres se tiren a sus hijos ni los padres a sus hijas ni los hermanos a sus hermanas.
De entrada podríamos argumentar que existiendo el aborto liberalizado, esos supuestos peligros no tienen ya razón de ser y que si se acepta el aborto post-natal, pues en caso de producirse niños con taras, los troceamos y punto pelota.
Pero, sobre todo, esta visión del matrimonio no tiene en cuenta la evolución de la sociedad y la existencia de amores zapateros; el incesto gay no es ni siquera contemplado. Ya me diréis que peligro puede traernos desde el punto de vista genético que un padre se tire a sus hijos varones o una madre a sus hijas, o que dos hermanos del mismo sexo se casen por la ley zapatera. En consecuencia, la próxima reforma del Código Civil debe acabar con las prohibiciones legales que nacen de un concepto decimonónico del matrimonio.

viernes, 27 de mayo de 2011

Autoayuda para caníbales

¿Debe un sicólogo ayudar a que un caníbal sea feliz?

No vayáis a pensar que la pregunta es ociosa. Imaginemos un caso, un ejemplo chorra.
Rosario y Manolo se llevan mal, son la pareja tipicalespanich que amanece a voces y se acuesta a gritos. Supongamos, por suponer, que Rosario un día se levanta de malas, asesina a su marido de un certero estacazo, lo corta luego en pedazos y lo asa con la salsa agriculce que sobró de los rollitos de primavera del domingo pasado. Al  dente queda el hombre... Luego Rosario invita a sus amigos a cenar y les sirve los restos bien churruscaditos de su churri convenientemente aderezados de piña y de pimientos.

-"A ver qué os parece este cerdo a la vietnamita; no es fácil conseguirlo pero me lo ha regalado un amigo diplomático".
- "Y Manolo ¿no come con nosotros?".
- "No puede, os pide mil perdones, pero algo me dice que de algún modo estará con nosotros" contesta ella con una gran sonrisa cachonda y llena de dientes justo antes de zamparse lo que debio ser parte de una nalga.

Afortunadamente, a la buena de Rosario acaban pillándola porque alguien tiene la idea de abrir la nevera donde está, rodeada de rabanitos, la cabeza de Manolo con una manzana en la boca y perejil en las orejas.
Gritos, llamadas telefónicas, intervención policial, lavados de estómago para varios comensales y muchas píldoritas de tranxilium para los demás; a la bromista asesina le caerán unos días de cárcel porque la jueza, antiguo miembro del TC apreciará seguramente circunstancias atenuantes: ¡la salsa estaba buena, y la chicha en su punto! Finalmente, después de ganar millones concediendo entrevistas, Rosario acabará por ser elegida concejal en San Sebastián y colorín colorado. Fin del ejemplo chorra.

¿Se puede educar sin culpabilizar?
Mi duda: imaginaos que sóis sicólogos y tenéis que tratar a la ínclita Rosario o al todavía más famoso Doctor Lecter. ¿Debe el sicólogo pensar en el bien social -es decir, en las posibles víctimas- o sólo en el estado mental de su paciente? ¿Debe tratar de hacerle entender que matar es malo, eso no se hace, ¡caca! -aún a costa de culpabilizarlo y por lo tanto de hacer que no se sienta bien- o debe procurar quitarle de encima la pesada losa del remordimiento? En otros términos: ¿debe el comecocos seguir hasta su último extremo el buenrollismo de base y tratar de que el caníbal sea feliz matando y comiéndose al personal? En nuestra fantasía, el terapeuta acabará publicando con gran éxito un manual de autoayuda: "Canibalismo sin complejos" y su secuela: "Cómo legalizar a Bildu y dormir bien por las noches".

Ayudar a que los abortistas superen su trauma

Si eres, como yo, uno de esos carcas fascistas falócratas de mierda (C.F.F.M.) que siguen pensando que matar niños en la tripa de sus madres no es mejor ni más guay que matarlos cuando ya han nacido, comprenderás mejor mis dudas, y es que leyendo un libro de un distinguido sicólogo acerca de la forma de abordar el síndrome post-aborto, me surgió un océano de dudas.
Obviamente, el sicólogo no puede atender a la víctima. La víctima ya no está, así que no sufre...
Ah, me diréis, pero es que en el aborto hay dos víctimas. Muchas veces es cierto: chicas inseguras se someten al diktat de sus parejas, obedecen un código que ellas no eligieron, se inmolan a las ideas de moda, qué sé yo... Hay países en que te obligan a abortar, como China. Pero otras veces no; yo he conocido señoras que habían abortado de jóvenes porque "era demasiado joven" y otras que abortaron más añosas "porque era demasiado vieja"; también está la que abortó porque le venían mal las fechas para no se qué vacaciones. Y no es que sean malas, en absoluto; es que para ellas, el ser humano en gestación es poco menos que un grano. Ellas pueden pensar en el tema mientras se toman un café. En cambio el chiquito o chiquita -a ese estadio de desarrollo vete tú a saber- no tiene la oportunidad de dudar puesto que ni siquiera se le ha permitido existir. Y sigo dudando... ¿me estaré acostumbrando a pensar? ¡Eso duele! No os preocupéis ahora mismo enciendo la tele, entro en estado de abducción y se me pasa...

Nota: Sé que  esta entrada no me va a granjear mucha popularidad, ni me va a dar un premio el alcalde de Getafe, pero la verdad, es que a estas alturas de la feria, me la trae más bien pendulona.

viernes, 19 de marzo de 2010

La vida de un chino

¿Cuánto vale la vida de un chino?
Recuerdo que hace años -demasiados- escribí un ensayito sobre los Estados Caníbales, aquellos en los que los sátrapas no contentos con asesinar a sus vasallos, además se los comían.
El canibalismo es el ejercicio más puro del poder sin límite, la suprema forma de derrota para el vencido: servir de cena al vencedor. El canibalismo nos recuerda que la diferencia entre los hombres y las bestias del campo es apenas un barniz de cultura y otra capa todavía más fina de educación moral.
Por lo demás, cada día entiendo más aquella vieja canción de Roberto Carlos, El Progreso, la del estribillo "Yo quisiera ser civilizado como los animales". A Roberto Carlos le preocupaban las ballenas, en 1979; a mí, en 2010 me preocupan los chinos.
Estados caníbales han sido México bajo los Aztecas, la Alemania hitleriana en que pretendían hacer jabón con el personal y ahora la República Popular China donde los mandamases comunistas no sólo exterminan a los opositores sino que los convierten en piezas de recambio para transplantes.
Un órgano de información casi tan visceralmente asocialista como yo, La Gran Época, no hace sino confirmar un día sí y otro también, el tráfico de órganos organizado por los peores sátrapas de un mundo inmundo en el que el beneficio es el alfa y el omega de todas las cosas: en China se creó la madre de todos los monstruos, el comunismo capitalista, es decir, un régimen en que los derechos de los gobernados y los trabajadore no existen, un mundo sin sindicatos, ni libertad, ni oposición. Mordor. Cuando Google se enfrentó a la dictadura China, ninguna voz, salvo la de Hispalinux, siempre tan clara e independiente, se levantó para aplaudir la iniciativa de la corporación americana. Al contrario, Telefónica se dedicó a atacar a Google al mismo tiempo que la dictadura china, ejecutando una espero que involuntaria pinza: quizá es que los monopolios económicos y los políticos están destinados a entenderse.
Ese régimen que aborrece la libertad como los vampiros a la luz del sol, tiene martirizados a 1300 millones de seres humanos, 1300 millones de chinos cuya vida a nadie le importa como no le importan a nadie los cien millones de seres humanos abortados en la tripa de sus madres o asesinados al nacer por sufrir la grave tara de su sexo.
Y todos nuestros gobernantes, TODOS, han ido a rendir pleitesía a los amos de Pekín: tenían práctica, sus abuelos hicieron lo mismo con el amo de Alemania, en los años treinta. No cambiamos.
En los billetes de dólar está inscrita la expresión "In God we Trust". Por algo será. ¿Cuantos millones de chinos serán inmolados al verdadero Dios de este mundo? ¿Cuántos dólares vale la vida de un chino?