Quino |
Ocurre con frecuencia que observamos la existencia de naciones vivas con gobiernos fantasma; en España sucede lo contrario, tenemos un gobierno hiperactivo ante el que no existe una respuesta, una alternativa o siquiera una educada protesta. Ante la más grave amputación de nuestras libertades, ante unos pastores enloquecidos y ensoberbecidos, se ha impuesto el silencio de los corderos, que es el más ruidoso de los silencios, el silencio de una sociedad amedrentada o indiferente, de unos medios cómplices, de unas instituciones caducas... Ya no somos los actores de nuestra propia vida política, nos han dejado fuera de la función, no contamos, ni siquiera como público del gallinero... Nuestro silencio es el eco mudo de la muerte de las instituciones que pueden y deben amparar nuestras libertades: ¿dónde está el Rey? ¿Qué hacen los tribunales? Podemos añadir, ¿qué alternativa ha articulado la oposición a lo que nos gobierna? ¿Cómo es que los medios no destacan la ilegalidad bajo la que vivimos? España es una gran nación, una sociedad viva, pero una comunidad política muerta.
Cualquiera que, no digo que sepa derecho, sino que sepa leer, y entienda
que existe una jerarquía normativa, puede comprobar por sí mismo
repasando los artículos 19 y 55 de la Constitución la total ilegalidad
de las medidas que se acaban de adoptar limitando el derecho de
millones de madrileños a la libre circulación por el conjunto del
territorio nacional. Algo que se suma a la ilegalidad del confinamiento
general de marzo-junio que exigía la declaración del estado de
excepción, y no el de alarma.
Esas medidas ilegales se traducen en coerción policial, aplicando un
inicuo régimen de sanciones. Y siento una pena inmensa por los miembros
de las fuerzas de seguridad, por los policías y guardias civiles a los
que se obliga a aplicar normas ilegales. Cuando has dedicado toda tu
vida a hacer cumplir la ley, a ponerte a la orden de los jueces, la
mayor humillación que pueden hacerte es convertirte en agente de la
opresión. Hoy nos multan, contra todo derecho; ¿qué harán mañana
nuestros policías y guardias civiles cuando les ordenen disparar contra
el pueblo, contra su propia gente? Porque la tiranía tiene muchos
grados, y empieza cuando los gobiernos se saltan las leyes que han
jurado cumplir; hoy nos atemorizan con multas, mañana, quizá, será a
balazo limpio o a golpe de morteros. Vamos de cabeza a un régimen
antidemocrático. Y al contrario de aquel personaje de George Lucas,
podremos afirmar "así muere la libertad, con un atronador silencio".