J'ai décidé d'être admirable,
en tout et pour tout.
en tout et pour tout.
Estoy harto de mencionar en este humilde blog a gente repulsiva e insignificante; políticos mediocres que no tengo el disgusto de conocer, por no hablar de verdugos como Franco, Bolívar, o los sátrapas de la China, que en el fondo carecen de cualquier interés y cuyo poder se puede medir en hectólitros de sangre. Así que voy a cambiar de tercio y escribir sobre aquello y aquellos que conmueven, elevan y entretienen nuestras avejentadas almas; ya he dedicado alguna entrada a jóvenes valientes y a reyes santos, a los pies de Madre Teresa o a la extraordinaria reconstrucción de la catedral de Cristo Salvador en el corazón de Moscú. Toca hablar ahora de personajes de ficción que son modelos absolutos de grandeza.
Por ejemplo, se cumple el próximo día 20 el vigésimo aniversario del estreno de la versión española de Cyrano de Bergerac, quizá la mejor película francesa de su generación. La obra de Rostand ofrece en sí misma la perfección de la obra clásica, cuyos versos repiten de memoria los aficionados; pero es que los actores y la ambientación son tan maravillosos que esa ingeniosa patraña nacida en la mente del dramaturgo se convierte en aparente realidad histórica.
Por ejemplo, se cumple el próximo día 20 el vigésimo aniversario del estreno de la versión española de Cyrano de Bergerac, quizá la mejor película francesa de su generación. La obra de Rostand ofrece en sí misma la perfección de la obra clásica, cuyos versos repiten de memoria los aficionados; pero es que los actores y la ambientación son tan maravillosos que esa ingeniosa patraña nacida en la mente del dramaturgo se convierte en aparente realidad histórica.
El personaje literario de Cyrano -no viene a cuento aquí hablar del Cyrano que existió, el de verdad- ofrece varios rasgos, alguno tan negativo como su esterilizador complejo de feo o tan antipático como su agresiva chulería de castigador, que lo asemeja a un vulgar matón; y junto a estos defectos, un torrente de virtudes: su ingenio, su valor, su extraordinaria delicadeza enfundada en su corpachón de guerrero y esa generosa locura que fluye del amor absoluto, verdadero, tan auténtico como desesperado que le lleva a ayudar a Christian a seducir a Roxanne, la mujer que Cyrano ama por encima de todo, su dulce prima; y es que para Cyrano, es más importante la felicidad de su amada que la suya propia.
Cyrano destroza su vida, hombre que pudo serlo todo y acaba convertido en nada. Es consciente en todo momento de su decadencia, de su absurda existencia, de su catastrófica trayectoria.
Sin embargo, el público está con él. Millones de corazones en el mundo se han enternecido con la última escena de Cyrano, cuya muerte supone un último fracaso: "J'aurais tout raté, même ma mort". No fallece con las armas en la mano defendiendo su honor o el de su Rey sino a consecuencia de un cobarde atentado, de un leñazo traidor que le propinan unos lacayos. Justo antes del inminente final, desenvaina su espadón para encontrarse con la Muerte; la agonía le hace adivinar entre las sombras la maligna presencia de sus viejos enemigos: la mentira, los compromisos, la cobardía, la estupidez... Y se enfrenta a ellos: "Je me bats, je me bats, je me bats". Lucha inútil y admirable: "Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès. Non! Non! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile". La traducción inglesa que acompaña a las imágenes es pésima; mejor no entender bien el texto francés que entenderlo mal.
Y tras ver la película me pregunto si también yo sería capaz de asumir como programa vital esa voluntad de ser admirable. "J'ai décidé d'être admirable, en tout et pour tout". ¡Qué programa para una vida! ¡Qué envidia me da! Incluso Marco Aurelio hubiese sonreído...
Yo también admiro al personaje de Rostand, que conmueve, emociona y, sobre todo, inspira.
ResponderEliminarAhora bien, querido amigo, ¿quien te ha dicho que no seas admirable?
Abrazos
El personaje es encantador, por muchos motivos.
ResponderEliminarLa peli estaba muy bien, e incluso el doblaje estaba cuidado.
PERO la peli trastoca completamente el relato: aparecen unos españoles hoscos y tridentinos, mientras que en Rostand son el admirado y admirable enemigo al que hay que imitar para vencerlo.
La escena de la chica llevando las provisiones a los cadetes está completamente tergiversada sobre el original: nada de lucha, los caballerosos españoles la dejan pasar sin problemas, sabiendo a donde va y lo que hace.
Y es que la "Leyenda Negra" aún colea, aunque tú pienses lo contrario.
¿Habrá algo más conmovedor que: "... varios rasgos, alguno tan negativo como su esterilizador complejo de feo o tan antipático como su agresiva chulería de castigador, que lo asemeja a un vulgar matón; y junto a estos defectos, un torrente de virtudes: su ingenio, su valor, su extraordinaria delicadeza enfundada en su corpachón de guerrero y esa generosa locura que fluye del amor absoluto?
ResponderEliminarEsa combinación no es en absoluto banal. El vulgar matón es un mediocre, y esa mediocridad es su rasgo definitorio. Se puede ser cualquier cosa menos mediocre. Pero, ¿se es mediocre cuando se es capaz de se battre "pas dans l'espoir du succès. Non! Non! C'est bien plus BEAU lorsque c'est inutile"?.
Uno que se educó en el espíritu del héroe de comic: valeroso, honesto, generoso, fuerte, inteligente, individualista, amigo de sus amigos y desdeñoso de aquellos modelos del triunfo que eran los de sus adversarios, uno, digo, no tiene nada contra esos personajes que aspiraban a ser "admirables", aunque esa aspiración encerrase,seguramente, una poco favorable estima de uno mismo (¿fealdad?). Con el tiempo eso se cura.
Añoro esa búsqueda de la estética (como lenguaje de la ética) de la aparentemente gratuita (inutile) defensa de una causa noble. Ese afán por reconocerse "bueno en todo", a través de la mirada del otro... Que es la única forma de identificarlo.
La añoro porque, hoy, a esa actitud se la calificaría de chulería. En un mundo que goza refocilándose en esa despreciable búsqueda autodestructiva de la condena de toda virtud o cualidad.
¡Viva Cyrano!¡Viva Terry and The Pirates!
Querido PLA, se agradece la suegerencia. Tas invitao a todo.
ResponderEliminarQuerido anónimo, no sé qué has leído pero soy de los pocos que subraya la interesada pervivencia de la leyenda negra y su reanimación interesada: guerra del fletán, caso Odyssey... A mí los españoles de la peli me parecían bien representados con su disciplina y su misa de campaña. No percibí nada especialmente caricaturesco -no se veía españoles comiendo niños asados ni esas lindezas que cuentan en Holanda-
Mon cher Saco: yo no leí Terry and The Pirates. Mi héroe era El Santo, creo que me leí todas sus novelas en el mismo verano. Y de Salgari sólo te diré que en mi pandilla ¡yo era Sandokán! Y mis amigos, respectivamente, Yáñez y Kamamuri... Y creo que también hay que gritar Viva Kamarazov! Peazo personajes...
Jatetú que no te imagino yo a ti de Sandokan...
ResponderEliminarBueno, venga, que sí.
Un abrazo.