Hoy he visto amanecer en Torrelodones. Las estrellas se han ido ahogando en el alba lechosa, aunque el fino perfil de la luna decreciente le ha aguantado algunos rounds al levante. Envidio el horizonte de quienes trabajan en las cuatro grandes torres que apuñalan Madrid. Deben disponer de una vista fabulosa.
Caigo en la cuenta de que hoy es el aniversario de mi eclipse personal. Un día demasiado largo para celebrar las tinieblas en las que desde entonces vivo, a la espera de una resurrección improbable, pero deseada.
Caigo en la cuenta de que hoy es el aniversario de mi eclipse personal. Un día demasiado largo para celebrar las tinieblas en las que desde entonces vivo, a la espera de una resurrección improbable, pero deseada.
Sistemas complejos, revoluciones siderales... Yo fui el sol de alguien -eso me decía- pero se ve que me apagué antes de tiempo. Al fin y al cabo, planeta significa errante, y en nuestro caótico idioma errar es deambular y también equivocarse o divagar. ¡Fui el error de alguien! Esa es la verdad. Descubrir que eres un error, y error ajeno para más señas, no es nada agradable.
La geografía del amor no debe nada al plano de la eclíptica ni a ningún eje de rotación. O quizá sí. Quizá los cuerpos celestes son vulgares onanistas que sólo sienten amor por sí mismos, y giran, desesperados, como un perro buscándose el rabo.... O a lo mejor es que dentro tienen un misterioso corazón y al tratar de alcanzarlo dan vueltas y más vueltas, sin llegar a ningún sitio, como el hámster en su rueda...
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