Imagínate un español tan objetivo que sirviera lealmente al bando republicano durante la Guerra Civil pero que hiciera todo lo posible para contar la verdad, entonces y después; alguien capaz de inventar la fórmula "los que merecieron perder y los que no merecían ganar"; alguien capaz de mirar hacia atrás sin ira para mirar para adelante con esperanza.
Imagínate a uno que fue víctima del franquismo pero que nunca fue de víctima; que habiendo estado encarcelado durante meses y represaliado a lo largo de toda la dictadura, sin la menor posibilidad de gozar de cátedras, cargos públicos, prebendas y sinecuras del Régimen, era, sin embargo, tan discreto y tan modesto que jamás alardeó de su condición.
Imagínate al más brillante estudiante de su generación, al que por orden superior le suspendieron la Tesis en el mismo tribunal, caso único en la historia de nuestra Universidad.
Imagínate la excelencia: una persona que domina las lenguas clásicas y las modernas, lector infatigable y con curiosidad universal, con asombrosa capacidad para asimilar y comprender lo ajeno.
Imagínate el valor de un joven que fue a ver a su amigo el anciano Julián Besteiro para que no estuviera solo en el momento en que lo hacían prisionero los nacionales, y fue a verlo convencido de que, a su vez, lo harían prisionero a él también..
Imagínate a alguien tan veraz y tan auténtico, que no se pueda concebir que pudiera mentir en ninguna ocasión ni expresar un sentimiento que no albergaba; un hombre que siempre dijo lo que quería decir y lo que le parecía que debía decir cuando había que decirlo, a pesar de las presiones y de las amenazas.
Imagínate a un hombre honrado, sin cargos públicos, sin canonjías, que vivió toda su vida de su trabajo, de sus libros, de sus conferencias.
Imagínate a un católico abierto a la verdad, instalado en una visión de la fe tan sólida, moderna y personal, que, décadas antes del Concilio, nunca claudicó ante el miedo a la libertad del pensamiento tradicional; un católico discípulo del descreído Ortega, capaz de conjugar el catolicismo de Zubiri y de García Morente con las dudas de Unamuno, capaz de vivir su fe con ejemplar sencillez y veracidad.
Imagínate a un filósofo español que nada debe a la corriente marxista o estructuralista, un amigo de los EE.UU. en una época en que se edificaba la leyenda negra antiamericana, un filósofo completamente ajeno al fanatismo, al odio y a los prejuicios, un hombre de la Escuela de Madrid que siguió su propio camino, capaz de acuñar una Antropología metafísica, capaz de dedicar un espacio específico a la mujer en la visión del ser humano, capaz de centrarse en esa misteriosa realidad que llamamos persona, un hombre que rechazó de plano la visión deplorable que quiere reducir las personas al estado de meros animales o de cosas.
Imagínate a un historiador fascinado por la historia de España, por la forma de ser de los españoles, que se atrevió a dar un argumento de nuestra Historia, una España inteligible, un hombre que no participó de ninguna moda historicista, de ninguna visión negrolegendaria de nuestra realidad.
Imagínate a un escritor y conferenciante capaz de expresar las ideas más complejas del modo más sencillo y claro.
Imagínate a un hombre que vivió su siglo, y que comprendió que el Cine era un vehículo excepcional de miradas y de historias, otra forma de expresar la realidad y de inventarla, un señor miembro de varias Academias que hacía de crítico de cine...
Imagínate a un hombre recto y justo, permanentemente difamado por la ralea falangista y la caterva marxista, envidiado por los mediocres y los cobardes, sobre el que se hicieron circular bulos monstruosos porque siendo irreprochable y limpia su trayectoria, había que desacreditarlo como fuera...
Imagínate a un hombre entusiasmado por la Transición, que siendo designado Senador por el Rey, fue una de las pocas y sensatas voces que se elevaron contra la estupidez de nuestras Autonomías y que defendió la libertad de los centros educativos.
Imagínate a un hombre radicalmente enamorado de su esposa.
Imagínate a un liberal, casado con la libertad, alguien capaz de ser libre cuando nadie lo es y de elegir como divisa por mí que no quede.
Imagínate, el valor, la rectitud, la veracidad, la responsabilidad, la honestidad, la pulcritud, el sentido del humor, el cristianismo y el patriotismo, todo junto en forma de señor educado, con traje y corbata, un par de gafas y una frente despejada.
Imagínate a uno que fue víctima del franquismo pero que nunca fue de víctima; que habiendo estado encarcelado durante meses y represaliado a lo largo de toda la dictadura, sin la menor posibilidad de gozar de cátedras, cargos públicos, prebendas y sinecuras del Régimen, era, sin embargo, tan discreto y tan modesto que jamás alardeó de su condición.
Imagínate al más brillante estudiante de su generación, al que por orden superior le suspendieron la Tesis en el mismo tribunal, caso único en la historia de nuestra Universidad.
Imagínate la excelencia: una persona que domina las lenguas clásicas y las modernas, lector infatigable y con curiosidad universal, con asombrosa capacidad para asimilar y comprender lo ajeno.
Imagínate el valor de un joven que fue a ver a su amigo el anciano Julián Besteiro para que no estuviera solo en el momento en que lo hacían prisionero los nacionales, y fue a verlo convencido de que, a su vez, lo harían prisionero a él también..
Imagínate a alguien tan veraz y tan auténtico, que no se pueda concebir que pudiera mentir en ninguna ocasión ni expresar un sentimiento que no albergaba; un hombre que siempre dijo lo que quería decir y lo que le parecía que debía decir cuando había que decirlo, a pesar de las presiones y de las amenazas.
Imagínate a un hombre honrado, sin cargos públicos, sin canonjías, que vivió toda su vida de su trabajo, de sus libros, de sus conferencias.
Imagínate a un católico abierto a la verdad, instalado en una visión de la fe tan sólida, moderna y personal, que, décadas antes del Concilio, nunca claudicó ante el miedo a la libertad del pensamiento tradicional; un católico discípulo del descreído Ortega, capaz de conjugar el catolicismo de Zubiri y de García Morente con las dudas de Unamuno, capaz de vivir su fe con ejemplar sencillez y veracidad.
Imagínate a un filósofo español que nada debe a la corriente marxista o estructuralista, un amigo de los EE.UU. en una época en que se edificaba la leyenda negra antiamericana, un filósofo completamente ajeno al fanatismo, al odio y a los prejuicios, un hombre de la Escuela de Madrid que siguió su propio camino, capaz de acuñar una Antropología metafísica, capaz de dedicar un espacio específico a la mujer en la visión del ser humano, capaz de centrarse en esa misteriosa realidad que llamamos persona, un hombre que rechazó de plano la visión deplorable que quiere reducir las personas al estado de meros animales o de cosas.
Imagínate a un historiador fascinado por la historia de España, por la forma de ser de los españoles, que se atrevió a dar un argumento de nuestra Historia, una España inteligible, un hombre que no participó de ninguna moda historicista, de ninguna visión negrolegendaria de nuestra realidad.
Imagínate a un escritor y conferenciante capaz de expresar las ideas más complejas del modo más sencillo y claro.
Imagínate a un hombre que vivió su siglo, y que comprendió que el Cine era un vehículo excepcional de miradas y de historias, otra forma de expresar la realidad y de inventarla, un señor miembro de varias Academias que hacía de crítico de cine...
Imagínate a un hombre recto y justo, permanentemente difamado por la ralea falangista y la caterva marxista, envidiado por los mediocres y los cobardes, sobre el que se hicieron circular bulos monstruosos porque siendo irreprochable y limpia su trayectoria, había que desacreditarlo como fuera...
Imagínate a un hombre entusiasmado por la Transición, que siendo designado Senador por el Rey, fue una de las pocas y sensatas voces que se elevaron contra la estupidez de nuestras Autonomías y que defendió la libertad de los centros educativos.
Imagínate a un hombre radicalmente enamorado de su esposa.
Imagínate a un liberal, casado con la libertad, alguien capaz de ser libre cuando nadie lo es y de elegir como divisa por mí que no quede.
Imagínate, el valor, la rectitud, la veracidad, la responsabilidad, la honestidad, la pulcritud, el sentido del humor, el cristianismo y el patriotismo, todo junto en forma de señor educado, con traje y corbata, un par de gafas y una frente despejada.
Te acabas de imaginar a Julián Marías. Nació hoy hace cien años en Valladolid.
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