De paso recupero artículos míos en los desaparecidos portales suite101.net y asturiasliberal.org o artículos borrados de la versión electrónica de abc, preservados por archive.org o por la memoria caché de google.
LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac
"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "
Hay quien ve a Dios en la Naturaleza. Pero a mí la Naturaleza me da miedo. Cuando veo a un babuino comerse viva una cría de impala, me digo que mi Dios no se parece a la Naturaleza. Ni de coña. La Naturaleza es un dios indiferente al dolor o al amor...
Lo más parecido a mi Dios es la familia. La familia que quiere, rodea, perdona, apoya, se ríe, juega, regaña y abraza. Por eso es mal asunto llevarse mal con la familia; es como si Dios se volviera malo...
Hace unos días vi en una playa una perfecta exposición de lo que es la familia.
Vi muchos papás y mamás que cogían en brazos o de la mano a niños muy, muy, muy pequeños, asustados o encantados descubriendo las olas. Para algunos de esos chiquitos, sería el primer día de playa de su vida...Con su pañalón, su palita y su gorrito, supongo que entienden que Mamá es lo más parecido a Dios que tendrán en su vida, y que Papá es algo así como un sub-Dios o un dios con minúsculas, pero importante, oiga.
Vi también señoras y señores muy, muy, muy mayores, verdaderos dinosaurios, monumentos a la arruga, a los que sus hijos o nietos acompañaban dentro del agua, cogiéndolos de los brazos. Nadan bien pero hace años ya que tienen el equilibrio fumigado por los achaques y no pueden meterse solos dentro, lo difícil para ellos es entrar y salir del agua con la arena que se escapa bajo los pies...
Me pareció admirable. Redondo. Perfecto. Los niños pequeños lloran; la gente mayor refunfuña, todo el mundo se queja pero también se ríe. La familia es un Dios amable, como una película española con Alberto Closas y José Luis López Vázquez...
SEÑOR,bendice a los que escriben libros, a
quienes los editan, imprimen, distribuyen o venden, y muy especialmente a
quienes los compran. Y el día de mi muerte llévame contigo a la
Biblioteca del Cielo, donde los bibliotecarios son ángeles amables que
usan gafas y las nubes cómodas poltronas donde puedes fumarte millones
de puros y beberte ríos de café sin que te siente mal. Amén.
Hace unos años me llamó la atención la obra de Javier Pruszyński, En la España roja. Una sentencia suya, lapidaria: "Las principales víctimas de la Revolución francesa fueron los aristócratas y cortesanos; las de la Revolución rusa los terratenientes y las de la revolución española, los curas". Y es cierto: la católicaspaña tiene el record de curas y monjas liquidados
durante el siglo XX, fusilamos el Cristo del Cerro de los Ángeles y
dinamitamos la catedral de Oviedo. ¡Qué ejemplo para las generaciones venideras!
Cámara Santa, Oviedo (octubre 34)
Un odio perenne
A veces me digo, "¡Basta, gordo inmundo, no me hables más de la Guerra Civil, de la Memoria Histórica ni del toro que mató a Manolete!" Pero es que aquí seguimos repitiendo la historia. El antisemitismo, en Alemania, es una constante desde Lutero, pero hoy día se guardaría mucho un intelectual alemán de atacar a los judíos o al judaísmo. Aquí, en cambio, todavía hay gente que sigue obsesionada con el catolicismo, a un profesor de Somosaguas le parece cojonuda la ocupación de una capilla por tías en topless (véase aquí el artículo enPúblico) y otra gente de la misma cuerda trata de pegarle fuego a una iglesia en Majadahonda o montan procesiones blasfemas en Madrid. Podeis observar vosotros mismos la alta calidad de su pensamiento visionando el vídeo: "la Virgen María, ha follado", "menos rosarios y más bolas chinas", etc.
Coincidiendo con la visita del Papa Benito, los carcamales, con todos los carnés de la vida caducados y el alma remendada, han proclamado la Jornada Mundial de la Senectud: sé viejo, piensa viejo y utiliza argumentos viejos. Y el argumento más viejo y pasado que ya huele, en España, y no precisamente a rosas, es el anticlericalismo
A usté le engañan en la cantidad de gasolina, le suben el IBI, le obligan a respirar humos de diesel, le ponen de patitas en la calle, le quitan el piso por no pagar la hipoteca, le pone los cuernos su churri, le anuncian que tiene cáncer y le dan cita para dentro de seis años... Responsable: el catolicismo, ese mal endémico y universal que tantos querrían borrar de la faz de la tierra. Suprimamos el catolicismo y el mundo avanzará hacia un horizonte de felicidad y sabiduría, tralalá, ojalá que llueva cafeeee nel campooo.
Declaraciones de José Luis Sampedro
Que ese tipo de cosas las diga un gilipollas, carece de importancia. Gilipollas somos muchos y uno más no se va a notar. Pero que las diga un grandísimo escritor y reputado economista como José Luis Sampedro ya es más inquietante. En el siguiente vídrio podéis ver a Sampedro identificando al Gran Enemigo del pensamiento y de España: ¡la Iglesia! ¡La conjura judeocristiana internacional!
Fijaros en sus argumentos, que llegan a ser divertidos:
Doce millones de españoles, son pocos
A Sampedro le parece escaso ese 27% de la población que según él va a Misa los domingos. Dime tú qué espectáculo reúne al 27% de la población un domingo -por usar su argumento- es decir a algo más de 12 millones de personas, redondeando por lo bajín. ¿Le parecen pocas?
Según esa misma regla de tres, los gobiernos debieran dejar de promover el fútbol, que no reúne ni de coña 12 millones de personas los domingos
El valor educativo del fúrbol
Yo os lo explico pa que me entendáis: la última vez que el Madrí ganó una copaduropa, la capital de las Españas quedó paralizada por la noche, simpáticos mozalbetes le pegaron fuego a los contenedores e hicieron pis en nuestro portal, había hogueras en la calle de Alcalá. Al día siguiente hubo más jolgorio, desfiles, etc. Todos se hicieron la foto con Florentino y la copa: el Alcalde, el Presidente, la Presidenta y el Ministro Plenipotenciario de los Estados de Andorra. ¡Eso está bien! Porque claro, el fútbol es cultura y educativo, que se lo digan a Maradona, Diegooo, Diegooo, el hombre que trató de esnifarse la mediana de la Autovía del Cantábrico ¡y lo consiguió! El fútbol estimula tanto el amor por el arte, que amables jóvenes, para celebrar una victoria de España sobre Suiza -gran potencia futbolera- le arrancaron un día de cuajo el brazo a la Cibeles y se dedicaron a enseñarlo a sus amigos, ¡qué proeza! Recuerdo que cuando España ganó el Mundial, pensé con cierto temor que quizá la gran fiesta del puro fútbol iba a terminar con el Museo del Prado en llamas. Y eso que me gusta el fúrbol...
La religión deforma la mente de los niños
Más impactante todavía es el daño que según Sampedro hace la educación cristiana a los tiernos cerebros infantiles. Claro, es obvio que la fe deforma las neuronas e impide pensar, por eso el pobrecito Alberto Einstein fue tan tonto de mayor, las pérfidas ondas neurocastradoras que experimentó en la Sinagoga, cada vez que iba a tocar el violín, le impedían pensar... Y no te digo todos esos reconocidos deficientes, esos estúpidos teólogos protestantes como Leibniz o Newton, esos pobres chochos como el católico Galileo, cuyas mentes quedaron devastadas por la fe...
En Alemania, país donde las Universidades tienen facultades de Teología, les va de pena, como todo el mundo sabe. Menos mal que Sampedro, Zapatero y los quincemeneros les van a explicar a los alemanes como salir de la crisis, a base de cartelas de cartón y manifestaciones. ¡No a la visita del Papa! ¡No a la Autovía Burgos-Calatayud! ¡Todos contra la Sequía! ¡Condones gratis! ¡Concha, llámame a las cuatro que estoy en un atasco! También se lo van a explicar a los norteamericanos; no sé qué hace Sampedro que no va al Congreso de los EE.UU a contarles que no debieran entonar las preces juntos y quesunavergüenza yunescándalo que el presidente Obama use tanto la palabra Dios en sus discursos.
Las profundas razones de Sampedro
No creo que el autor de la Sonrisa Etrusca haya sufrido abusos a manos de algún obispo coruñés, porque habría compartido esa información con nosotros. Así que ese anticlericalismo ¿delatará un complejo por el apellido? ¿Preferiría llamarse Matadios en lugar de Sampedro? A lo mejor es antimadridismo, y resulta que Sampedro es colchonero o del
Barsa: en el fondo, lo que le molesta del Papa, ¡es que vista de blanco!
En estos tiempos de zozobra espiritual y gilipollez universal en que prohiben fumar tabaco los mismos que querían legalizar la marihuana, en que Europa se queda yerma de futuro y seca de niños, en que se legaliza o protege judicialmente la pederastia y el desamor está de moda, creo que la lectura regular del Evangelio es la única forma sana de renovar ese motorcito del alma que llamamos fe, que no sólo es un gran estimulo personal sino que por ello mismo constituye una poderosa dínamo social sin la cual resultan imposibles, por no decir risibles, el compromiso o el optimismo. Ya decía Julían Marías: si la vida termina con la muerte, la felicidad es un engaño. Muchos de mis amigos carecen de fe, o la han perdido, o creen cosas raras. Por eso mismo, puede ser interesante indagar acerca de qué creemos y por qué, y yo os digo lo que siento y os transmito mis reflexiones, por si os pueden resultar de alguna utilidad, aunque sólo sea para llevarme la contraria. De entrada, afirmo que no se puede hablar de Dios sin ver primero de qué Dios se habla. Porque hay muchas versiones de Dios, para todos los gustos.
El Dios de Setién
Si debiéramos creer a sus sicarios, la maldad de Dios es ilimitada. El genocida Yahvé de los antiguos judíos, el sádico Jehová de tantos protestantes, siempre con la garrota preparada, el Gott mit uns, Señor de la Victoria y la Matanza, monstruoso Alá de los mahometanos, pérfido Jaungoikoa del cura Santa Cruz o el obispo Setién, no es que sea malo, es que es lo peor. El monoteísmo entendido por un etarra, un carlista, un jeznizaro o un macabeo no es distinto del paganismo nazi, en nada se distingue de los homicidas dioses aztecas o del Moloch de los fenicios, dioses que beben lágrimas y se alimentan con la carne de sacrificios. Para el carlista, hay que sacrificar liberales, para el moro hay que exterminar infieles, para el nazi hay que matar judíos, para el etarra hay que inmolar españoles, para el fenicio, hay que abrasar niños. Cambia la víctima, la mentalidad es la misma. Y a la víctima ¿qué le importan los fines del verdugo?
El Dios Tentador y Castrador
También hay un concepto de Dios como tentador, algo así como la "tetera para masoquistas" del famoso diseñador. Dios, según esa mentalidad, sería un sádico perverso que se dedicaría a tentar a los hombres. Debe estar muy aburrido Dios en su Gloria para dedicarse a ponerle la zancadilla a un pobre ciego a ver si se cae o no se cae. Es el Dios que permite que el Demonio machaque al pobre Job y mate a sus hijos para demostrarle a Satán que Job, a pesar de todo, le quiere. No añade la Biblia si Dios y Satán se jugaron unas cañas o una de callos con garbanzos al resultado.
El Dios Castrador es otra evolución del Dios Tentador: te doy un sexo y un cuerpo y unos instintos, pero sobre todo, no los uses, que te condenas. ¿Cuántas veces, hijo mío? Ese tipo de pensamiento es en el fondo tan débil que permite su fácil caricatura. Recuerdo el discurso de Al Pacino en "El abogado del Diablo" en que el actor interpretaba nada menos que a Satanás, que se nos disfrazaba de humanista.
El Dios de los Filósofos
El Dios de los Filósofos es muy distinto; carece de crueldad, o de bondad, porque es un Dios lejano y abúlico, al margen de la física, que ni pesa, ni tiene carga, ni medida, ni realidad material. Resulta todavía más absurdo que el "Ser Supremo" del sanguinario Robespierre, que te arranca la fe del alma: un dios con minúscula, que ni siente ni padece ni me importa tres narices, ni le importo yo un ardite.
Ese es también el Dios de los teólogos, "causa primera de todas las causas", función originaria de una cósmica ventosidad llamada Big Bang. Es el Dios que te despachan bajo el cuidadoso celofán de las palabras, a ver si picas, porque pasar de ser deísta a ateo es muy fácil: basta con pensar durante diez segundos seguidos y decirse que la definición negativa de Dios, que ni es blanco ni es tinto ni tiene color es sencillamente la definición de la Nada. La Nada tampoco es blanca, ni es tinta, ni tiene color; ni siquiera es el vino que vende Asunción.
Los cursis le añaden a esa Nada una frase que queda muy bonita: "Dios es Amor". Pero decidme qué clase de amor puede tener la Nada. La Nada no se inmuta, es como un besugo disecado en la pared del comedor. Tiene narices que nos definan a Dios por su Ausencia cuando pretendemos hablar de su Presencia...
Un Dios llamado Jesús
Finalmente los que tenemos la suerte de ser católicos y creérnoslo -que es lo más difícil- sabemos que, efectivamente, Dios es Amor, sí pero no el Dios de los filósofos, ni el de los teólogos, ni el de los chiflados sanguinarios. Dios no es un nombre, es un hombre, una persona: me refiero claro está a Jesucristo, un Dios cercano porque compartió mi naturaleza, porque como a mí le cambiaron los pañales de niño y buscaba el pecho de su madre cuando lloraba y tenía hambre.
Jesús rió, y se alegró en las bodas de Caná, y también sufrió mucho cuando le clavaron unos enormes clavos en pies y muñecas después de someterlo al bestial tormento del flagelo.
Jesús tuvo miedo, mucho miedo, la noche antes de la Pasión, porque sabía muy bien lo que le esperaba. Y creo que Jesús todavía sufre con mis penas y se alegra con mis alegrías y que cuando me llegue la última hora -que a todos nos llega y a todos acojona- me cogerá de la mano y me llevará con él. Llamadme loco si queréis pero prefiero recurrir a la vieja estrategia de Tertuliano, "creo porque es absurdo". Y lo más absurdo de todo: que millones y millones de seres humanos han seguido a Jesús, han tratado de imitarlo, de atenerse a su voluntad, haciéndose pobres entre los más pobres, como la madre Teresa. Si todos esos millones y millones se han equivocado, ¡menudo desastre! ¡Qué timo!
Historicidad de una traición
Muchos piensan que Jesús no existió, como tampoco existió Napoleón. Para otros Jesús no fue más que un hombre, un farsante, sin duda el mayor mentiroso de la Historia, puesto que pretendió una condición divina, precedente inmediato de Calígula.
Pero a mí me da que los Evangelios son la verdad pura y dura, porque no relatan una succes story, no cuentan que Cristo después de anunciar la Buena Nueva, nuestra salvación, se retiró a vivir con los elfos o se casó con la rubia más guapa de su pueblo y fueron felices y comieron perdices.
El Evangelio nos cuenta una historia de traición: a Jesús lo entrega uno de los suyos, lo vende por treinta monedas; y el mismo al que adoraban y glorificaban unos días antes acaba torturado y crucificado del modo más bárbaro y cruel. ¡Como la vida misma! Algo tan perverso sólo puede ser cierto. Los Evangelios son un relato de esperanza, sí, pero no nos transmiten una visión ahistórica o edulcorada de las cosas, sino cargada de realismo. Cristo resucita, pero primero lo traicionan, lo "juzgan", lo torturan y lo asesinan.
El camino de Judas y el de los mártires
La historia de esa traición no ha terminado, lo seguimos traicionando los que confesándonos cristianos no seguimos Su camino sino el de Judas, que lo besamos en público para entregarlo, como los tarados que llevan siglos odiando en su nombre.
La Injusticia para labrarse necesita del amparo del silencio de los buenos. ¿Qué me decís de San Pedro, en aquella noche del Prendimiento? ¿Qué será sino la fiel descripción de algo tan humano como el miedo y la cobardía? Ya decíamos aquí que Judicial no viene de Judas, pero...
Los primeros cristianos fueron desde luego más valientes que los discípulos del Señor, porque ellos no habían vivido junto a Jesús, y sin embargo se dejaron comer por las fieras y ardieron vivos por confesar su fe en el Salvador y todavía, a lo largo del mundo, es el cristianismo la fe más perseguida. Es como para meditarlo, ¿no? Afortunadamente, sabemos también que la Fe derrotará siempre a la Tiranía, no es más que una cuestión de tiempo, como en la sufrida Rusia.
Quizás no sea tan absurdo creer. En cualquier caso, siempre al final volvemos a la pregunta del Rabí Jesús: "¿Y vosotros quién decís que soy yo?".
Todas las culturas han tratado de pintar la Trascendencia, al Dios Único o a los diez millones de dioses de la India. Dioses con cara de Mono o de Elefante, Dioses griegos atléticos marcando chocolatina en el mármol, Dioses nórdicos armados de la cabeza a los pies y haciendo el bestia.
A Dios hay quien incluso se lo imagina como unmonstruo de espagueti volador, pero bueno, es que hay gente muy rara a la que le gusta la cerveza tibia o conducir por Madrid. Mirameba me confesaba que él creía haber visto a Dios entre dos electroshoks, y que le parecía un gran conejo rosa con un tambor, pero yo creo más bien que justo antes de que le soltaran los voltios vio un anuncio de Duracell.
Yo no consigo ponerle cara a Dios, aparte de la de Jesús, y a veces me complace imaginarlo como un Gran Tahur muy parecido a Juan Tamariz, con una inmensa chistera barajando cartas, seiscientas a la vez; Dios me guiña el ojo y me pide que me siente a su mesa, y siempre hace trampas a mi favor, y me sirve ases y reyes de los muchos que se le caen de las mangas o se le derraman del sombrero. ¡Anda, pero si tengo póker y escalera de color! ¡Qué mano más rara! En el fondo la vida consiste en saber jugar las cartas que te tocan y darte cuenta de cuándo tienes un par de ases.
Decía Julián Marías que uno de los problemas del cristianismo consiste en la gran imaginación de los artistas para pintar el Infierno pero la escasa creatividad para imaginar el Cielo. Te vas al museo del Prado y ves unos demonios muy vistosos, como marisco de colores a los pies del San Miguel del Maestro de Zafra.
En cambio los cielos de los artistas son terriblemente tediosos -con la excepción de El Bosco- y suelen mostrar un Dios normalmente barbudo -por lo visto Dios no sabe que existen las maquinillas de afeitar- sentado todo el día en un trono entre nubes rodeado de Ángeles silenciosos y santos tocando el arpa, francamente, no parece muy atractivo.
De hecho, Ramón Menéndez Pidal le preguntó a Julián Marías si a su juicio, llegaría a ver en el Cielo los juglares. Yo estoy seguro de que don Ramón está ahora mismo pasándoselo pipa en un Cielo medieval, tomando nota de las vocales deformadas de un trovador y hablando con el mismísimo Campeador. Y don Julián, con su Lolita, y con el chiquito que se le murió, vaya Vd. a saber lo que estará planeando, tras esa discusión con Unamuno y Plotino en el Ágora celeste.
Sin duda el Cielo debe ser maravilloso y como tal un lugar divertido y lo que aquí es pecado allá estará autorizado. A la monjita nonagenaria que entrega el alma le sorprenderá sin duda renacer como un bombón quinceañero vestido sólo de espuma y saliendo como Venus de una gran almeja. Los que sean castos en este mundo quizá en el otro se divertirán mucho, a calzón quitado; además en el Cielo no hay SIDA ni enfermedades raras.
No te digo la alegría de los ateos contumaces que tras cerrar los ojos para siempre, pensando en su aniquilación y en la Eterna Nada que les aguarda, de repente ven a San Pedro, sonriente, con un pedazo de llave en la mano y a su Ángel de la Guarda que les coge de la mano y se los lleva a descubrir las maravillas de la Eternidad.
En el Cielo tiene que haber perros, lógicamente, porquetodos los perros van al Cielo -de los gatos no estoy tan seguro- y también hay extraordinarias bibliotecas con kilométricas estanterías cargadas de libros, y cines en que las películas no estén cortadas, y la verdad es que el Cielo se tiene que parecer mucho al Retiro cuando te paseas con la chica de la que estás tonto perdido; se tiene que parecer a un amanecer entre sábanas, cuando tienes todavía las neuronas en standby y sientes a tu lado la tibia presencia de tu amor.
Tengo días en mi memoria que no me importaría repetir una y otra vez, y supongo que a los demás os pasará algo parecido. Pues el Cielo son mil millones de trillones de días parecidos, y las sábanas están siempre como recién hechas, siempre huelen a limpio y con un toque de lavanda.
El Cielo tiene que ser como si tuvieras un Billete para Cualquier Vuelo en régimen de Gratis Total por Europa y por el Mundo, en que puedas visitar Praga, Florencia o París sin tener que hacer cola ni despelotarte bajo el arco detector ni problemas de delayed, ni las butacas son para enanos anoréxicos, ni te dan ganas de hacer pis justo en el momento del despegue. En el Cielo sobra tiempo y no envejeces, así que puedes estudiar lo que te dé la gana y ser fontanero durante diez años, vulcanólogo otros treinta, y si te apetece le pides al Jefe que te haga ángel durante un par de millones de años y te vas de galaxia en galaxia visitando mundos y ayudando al personal.
Y, sobre todo, puedes comer lo que quieras, cuando quieras y cuanto quieras, y no te pones malo ni engordas; y puedes fumar lo que té la gana sin que nadie te dé el coñazo.
O quizá es mejor no tratar de imaginar cómo será el Cielo y esperar aquel deseado principio tras el seguro final, y que sea Dios quien nos dé la sorpresa. Seguro que vale la pena.
Los debates entre fe y ciencia suelen nacer de la incomprensión de los límites respectivos del conocimiento
¿Necesito a Dios para hacerme el café?
Esta mañana me tomé un café como me gusta, solo, negro y abundante. Puse agua en la cafetera, no la puso Dios. Puse café molido en el filtro, no lo puso Dios. El café salió humeante de su filtro y se derramó en la jarra. No lo puso Dios. Conclusión: Dios es innecesario para hacerme un café.
Eso sí, podría añadir que el café sabía como Dios y que como todas las mañanas di gracias a Dios por todo, incluido por el café.
Leo en la portada del ABC electrónico que Stephen Hawking, el famoso genio inglés, ha descubierto que Dios no figura en ninguna fórmula de la física cuántica, nuclear, subatómica o miramebiana. Efectivamente, el conocimiento de Dios es perfectamente innecesario para explicar cómo se forman las estrellas, al igual que es perfectamente prescindible para explicar cómo me hago el café.
La Ciencia y la cocina
Las fórmulas de los científicos son, básicamente, recetas de cocina; la Ciencia trabaja con los hechos y le gusta aquello que es comprobable y repetible. A veces incluso consiguen una teoría para explicar los hechos. El científico es como al Hannibal Smith del Equipo A, le gusta que los planes salgan bien, y que los huevos fritos no se agarren a la sartén.
¿Por qué saben los científicos que los gases se licuan a medida que desciende la temperatura y vamos alcanzando el cero absoluto? Porque siempre que se ha hecho, es exactamente lo que ha sucedido. Una y otra vez. Que se trate de un gas noble o proletario, si consigues robar energía al gas -es decir, enfriarlo- el gas se licua.
¿Por qué no cocemos un pollo durante tres días a fuego alto ni durante diez minutos a fuego bajo? Porque la experiencia demuestra una y otra vez, siempre, que en el primer caso el pollo se quema y en el segundo se queda crudo. Y nada de ello tiene que ver con Dios.
Epistemológicamente no hay diferencia entre afirmar que los gases se licuan al acercarse al cero absoluto o que un huevo cocido durante más de veinte minutos se pone duro.
A veces las cosas no salen redondas, porque el cocinero soy yo y la elaboración del pollo asado acaba generando explosiones devastadoras y nubes de humo que cubren Madrid y eclipsan el Sol; también ocurren cosas raras si el científico es Mirameba: el pobre Paco usualmente ve unicornios en su habitación o ratones coloraos al otro lado del microscopio. Vamos, no llegaré a decir queMirameba está chiflado, a pesar de vivir en el sanatorio de Ciempozuleos, pero reconozco que participa de una visión alternativa de la realidad. Incluso esas excepciones a la regla no son en absoluto inexplicables: en mi caso hay una explicación clarísima y es que Dios me concedió diez salchichas de Frankfurt en lugar de dedos.
Pretender la demostración científica de la existencia de Dios es perfectamente inútil: no existe ningún experimento que empiece por pelar gallinas o poner uranio en una probeta y que al final produzca no sé cuántos gramos de Dios a la plancha o a la riojana.
Dios está totalmente ausente de las ecuaciones de la Física y la afirmación de Hawking es absolutamente congruente y no entiendo bien qué clase de debate se quiere abrir ahora.
La Historia y el conocimiento indirecto
La historia de la Creación, la historia del hombre, nuestra historia reciente, no es materia de conocimiento directo. No tengo bolas de cristal para mirar el pasado ni puedo imaginar un experimento para demostrar que Napoleón perdió Waterloo. Usamos el carbono 14 para fechar cosas, con sus limitaciones; nos basamos en testimonios, reconstruimos verdades y hechos a partir del estudio crítico de las fuentes.
El conocimiento que tengo de la batalla de Waterloo o de Napoleón no es el mismo tipo de conocimiento que me dan la Física o el recetario de Arguiñano. Tampoco puedes producir a Napoleón en una probeta, y no significa que no existiera.
¡Napoleón no existió!
En el siglo XIX se quiso empezar a dudar de la existencia de Jesús a partir del estudio comparado de las religiones: la resurrección de Jesús era un mito basado en la de Osiris, etc. Un genio local, el Sr. Jean-Baptiste Pérès (1752-1840), profesor de matemáticas y de física, magistrado y conservador de la biblioteca municipal de la ciudad francesa de Agen, publicó en 1835 un opúsculo famoso que se reeditó más tarde con el subtítulo primero y luego el título De cómo Napoleón nunca existió, en francés Comme quoi Napoléon n'a jamais existé. El enlace es con una versión seis lustros posterior a la primera. Los que sepáis francés, lo disfrutaréis como lo disfrutó en su día Anatole France, un ateo con sentido del humor que cita ese opúsculo en sus obras.
En conclusión, deducir que Napoleón no existió porque no usé a Napoleón para hacerme el café por la mañana, es una chorrada equivalente a pretender que Dios no existe porque no figura en las ecuaciones de la física. A quien le interesen estos temas, le recomiendo escuchar al padre Carreira, físico jesuita que las explica mucho mejor