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LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

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sábado, 18 de septiembre de 2010

Imaginar a Dios, imaginar el Cielo

¿Cómo os imagináis a Dios? ¿Y el Cielo?

Todas las culturas han tratado de pintar la Trascendencia, al Dios Único o a los diez millones de dioses de la India. Dioses con cara de Mono o de Elefante, Dioses griegos atléticos marcando chocolatina en el mármol, Dioses nórdicos armados de la cabeza a los pies y haciendo el bestia.
A Dios hay quien incluso se lo imagina como un monstruo de espagueti volador, pero bueno, es que hay gente muy rara a la que le gusta la cerveza tibia o conducir por Madrid. Mirameba me confesaba que él creía haber visto a Dios entre dos electroshoks, y que le parecía un gran conejo rosa con un tambor, pero yo creo más bien que justo antes de que le soltaran los voltios vio un anuncio de Duracell.
Yo no consigo ponerle cara a Dios, aparte de la de Jesús, y a veces me complace imaginarlo como un Gran Tahur muy parecido a Juan Tamariz, con una inmensa chistera barajando cartas, seiscientas a la vez; Dios me guiña el ojo y me pide que me siente a su mesa, y siempre hace trampas a mi favor, y me sirve ases y reyes de los muchos que se le caen de las mangas o se le derraman del sombrero. ¡Anda, pero si tengo póker y escalera de color! ¡Qué mano más rara! En el fondo la vida consiste en saber jugar las cartas que te tocan y darte cuenta de cuándo tienes un par de ases.
Decía Julián Marías que uno de los problemas del cristianismo consiste en la gran imaginación de los artistas para pintar el Infierno pero la escasa creatividad para imaginar el Cielo. Te vas al museo del Prado y ves unos demonios muy vistosos, como marisco de colores a los pies del San Miguel del Maestro de Zafra.
En cambio los cielos de los artistas son terriblemente tediosos -con la excepción de El Bosco- y suelen mostrar un Dios normalmente barbudo -por lo visto Dios no sabe que existen las maquinillas de afeitar- sentado todo el día en un trono entre nubes rodeado de Ángeles silenciosos y santos tocando el arpa, francamente, no parece muy atractivo.
De hecho, Ramón Menéndez Pidal le preguntó a Julián Marías si a su juicio, llegaría a ver en el Cielo los juglares. Yo estoy seguro de que don Ramón está ahora mismo pasándoselo pipa en un Cielo medieval, tomando nota de las vocales deformadas de un trovador y hablando con el mismísimo Campeador. Y don Julián, con su Lolita, y con el chiquito que se le murió, vaya Vd. a saber lo que estará planeando, tras esa discusión con Unamuno y Plotino en el Ágora celeste.
Sin duda el Cielo debe ser maravilloso y como tal un lugar divertido y lo que aquí es pecado allá estará autorizado. A la monjita nonagenaria que entrega el alma le sorprenderá sin duda renacer como un bombón quinceañero vestido sólo de espuma y saliendo como Venus de una gran almeja. Los que sean castos en este mundo quizá en el otro se divertirán mucho, a calzón quitado; además en el Cielo no hay SIDA ni enfermedades raras.
No te digo la alegría de los ateos contumaces que tras cerrar los ojos para siempre, pensando en su aniquilación y en la Eterna Nada que les aguarda, de repente ven a San Pedro, sonriente, con un pedazo de llave en la mano y a su Ángel de la Guarda que les coge de la mano y se los lleva a descubrir las maravillas de la Eternidad.
En el Cielo tiene que haber perros, lógicamente, porque todos los perros van al Cielo -de los gatos no estoy tan seguro- y también hay extraordinarias bibliotecas con kilométricas estanterías cargadas de libros, y cines en que las películas no estén cortadas, y la verdad es que el Cielo se tiene que parecer mucho al Retiro cuando te paseas con la chica de la que estás tonto perdido; se tiene que parecer a un amanecer entre sábanas, cuando tienes todavía las neuronas en standby y sientes a tu lado la tibia presencia de tu amor.
Tengo días en mi memoria que no me importaría repetir una y otra vez, y supongo que a los demás os pasará algo parecido. Pues el Cielo son mil millones de trillones de días parecidos, y las sábanas están siempre como recién hechas, siempre huelen a limpio y con un toque de lavanda.
El Cielo tiene que ser como si tuvieras un Billete para Cualquier Vuelo en  régimen de Gratis Total por Europa y por el Mundo, en que puedas visitar Praga, Florencia o París sin tener que hacer cola ni despelotarte bajo el arco detector ni problemas de delayed, ni las butacas son para enanos anoréxicos, ni te dan ganas de hacer pis justo en el momento del despegue. En el Cielo sobra tiempo y no envejeces, así que puedes estudiar lo que te dé la gana y ser fontanero durante diez años, vulcanólogo otros treinta, y si te apetece le pides al Jefe que te haga ángel durante un par de millones de años y te vas de galaxia en galaxia visitando mundos y ayudando al personal.
Y, sobre todo, puedes comer lo que quieras, cuando quieras y cuanto quieras, y no te pones malo ni engordas; y puedes fumar lo que té la gana sin que nadie te dé el coñazo.
O quizá es mejor no tratar de imaginar cómo será el Cielo y esperar aquel deseado principio tras el seguro final, y que sea Dios quien nos dé la sorpresa. Seguro que vale la pena.

9 comentarios:

  1. Visión de agnóstico :
    el cielo es un lugar(?)donde todo dios es inmortal.Ergo no hay relojes que midan "lo que falta".
    El infierno es eterno, y eso, aunque no lo parezca, es una medida(aunque muy grande)del tiempo.
    Y, porque toda esperanza de salir de ese lugar (?)está descartada por definición, ¿Cabe una condena más terrorífica que la de tener la certeza de un tiempo infinito sin esperanza?
    Menos mal que aquellos cuya moral laica coincide esencialmente con la LEY, entraremos también en ese hipotético Paraíso. Y, a lo mejor, antes que los creyentes, pues al no tener carnet, no se nos exigirá examen de ingreso.
    Amén

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  2. Me ha encantado Luis, tu visión tan divertida del Cielo. Yo mas que pensar en como es, me he planteado mas quién va al Cielo. Siempre me he imaginado que entre los primeros en llegar estarán, los pobres y desafortunados que han muerto consecuencia de todos los desastres naturales, las guerras .... Todos los inocentes, y el resto dependerá de nuestros méritos y de su clemencia, Eso si allí hay sitio para todos. De echo no existe ni el tiempo ni el espacio.

    Un abrazo,


    Lady Teresa

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  3. O meu caro amigo:

    E Zapatero? veremos a Zapatero no ceu? Que é o que tu pensas? Ha masones no ceu?

    Um forte abraçinho

    OTdB

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  4. Querido Luis:

    Me encantan tus artículos, ya lo sabes. Y aunque no siempre te escribo comentarios -últimamente llevas un ritmo de escritura frenético-, sabes que los leo toditos todos.

    No sé si estaré igual de loco que tú, pero yo no imagino el Cielo como una ciudad en la que todos pasearemos y nos reencontraremos entre flores y canciones alegres; más bien lo imagino como una eternidad muy distinta a la terrestre, en la que las casas no sean casas ni los coches sean coches, sino algo sin formas claras, sin parangón en el día de hoy, en el que las almas se comuniquen con el viento y aniden en todos sitios y en ninguna parte. Imagino el Cielo como cuando observas un pantano y ves a las hojas flotar, que se rozan y encuentran, y de pronto vuelven a alejarse para encontrarse con otras.

    Hace poco vi una película interesante en el Videoclub de Imagenio, "Increíble pero falso". No creas que es digna de anotar en los anales de la historia del cine, ni tan siquiera merecedora de un solo premio. Es malilla, para qué engañarnos. Pero me sorprendió el tema central: un mundo en el que no existe la mentira. ¿Imaginas un mundo así, en el que los hombres no conocen la mentira y siempre son sinceros? Se dan situaciones muy cómicas, en las que los personajes se reconocen a la cara sus impresiones como quien habla de la lluvia. Por ejemplo, un camarero reconoce a sus clientes haber bebido de sus copas antes de llevárselas. Algo así como: -Aquí tienen sus bebidas, señores. He dado un sorbo a sus vasos mientras las servía.

    Y una gran parte de la película desarrolla algo parecido a tu artículo. El protagonista tiene un fogonazo en el cerebro mientras acude al banco y miente. Miente por primera vez en la historia. Es el inventor o descubridor de la mentira, y nadie más puede hacerlo. De modo que, tras una serie de complicaciones, el hombre habla al mundo sobre cómo es el Cielo, pues dice que se le ha revelado Dios. Evidentemente, al no existir la mentira, todos lo creen a pies juntillas. Así que todos conversan sobre cómo piensan que puede ser el Cielo. Muy parecido a tu artículo.

    ¡Un abrazo!

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  5. Luis,

    Tal vez la pregunta no es como nos imaginamos a Dios o el Cielo, pero si seremos capaces, o mejor dicho si somos capaces de reconocerle y reconocerlo, porque ambos ya existen.

    Con tales preguntas, tal vez te convendría conversar con un cura.

    Ol.

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  6. Querido Saco, ya sabes que estoy convencido de que todos los ateos van al Cielo porque, obviamente, si desconocen al Legislador, no se les puede exigir que respeten sus Leyes salvo las del derecho natural: no te comerás al prójimo y cosas así. No me gusta que pienses que la eternidad dichosa es un castigo; ¿cuál es la alternativa? La muerte, que siempre será eterna puesto que si no es eterna en realidad no es muerte sino sueño. Francamente entre la eternidad de ser y la del no-ser, me quedo con la del ser. A lo mejor en tu cielo -el cielo estará adaptado a cada uno- te ofrecerán perder de vez en cuando la memoria para que te sientas otro, o te brindarán la posibilidad de renacer. Si no le ponemos puertas al campo, tampoco vamos a ponerle valladares al Cielo.
    Además, Lady Teresa tiene razón: el tiempo es una propiedad del espacio así que vete tú a saber cómo experimentamos ambos en el Cielo.
    Tocajinho, naturalmente que hay masones en el Cielo, tengo amigos de la Orden como Guillermo Oncíns que están ahora seguramente disfrutando de lo lindo en alguna enorme Biblioteca Celeste o guisando unas cocochas con patatas de quitar el sentido... De hecho de los muchos masones que conozco la gran mayoría es gente estupenda, aunque como en todas partes hay chiflados. No vamos a cerrar el cielo a los curas porque alguno -excepcionalmente- sea pederasta, ¿verdad?
    Querido Nacho, no creo que estés tan loco como yo -no se deben exigir imposibilidades matemáticas- pero sospecho que lo de no ver las formas claras es un problema de gafas, no de locura. Yo era miope sin saberlo y durante años me pasó lo mismo, que veía a los demás difuminados. No sé si me apetece tirarme tres millones de siglos como hoja sobre un estanque, a lo mejor tu imagen es una forma oculta de erotismo y lo de las hojas que se rozan una elegante metáfora... Veré la película que me comentas porque siempre sigo tus recomendaciones; lo que me parece débil en ese guión es que un tío descubra la mentira al ir al banco, cuando todos sabemos que las entidades de crédito son un modelo de credibilidad.
    Querido Ol. Efectivamente, converso a veces con curas. Y hasta con arzobispos. Procuro aprender de todos y cada uno y sobre todo pasarlo bien que, como insisto en todos mis artículos, nuestro destino es una cajita o un cenicero, así que me hice hace años admirador de la canción de Baloo, esa donde dice "Forget about your worries and your strife".

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  7. No le deis tantas vueltas, imaginar no vale de nada. Yo simplemente me conformo con ver desaparecer a ZP de La Moncloa... ¿puede haber algo más parecido al Cielo en la Tierra?

    Abrazos.

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  8. Gibbon se permitía algún guiño socarrón sobre la manera en que Mahoma no se definía, a caso adrede, sobre la pervivencia del matrimonio en el más allá. ¿Al profeta, le hubiera llegado el rumor acerca de la vida doméstica de Aristóteles?
    Charlie

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  9. Amigo mío,
    no creo que seamos nada diferentes tú y yo. Simplemente no creo en la existencia de una intención, un propósito o un proyecto en nuestra existencia. Esa es la única diferencia. Soy un poco mayor que tú, pero me educaron, como a tí, en una cultura cuyo código moral desconozco quien lo legisló, pero sé muy bien que fué un hombre de carne y hueso quien mejor lo divulgó, Jesús, y no dudo un istante que las leyes naturales por las que se rigen mis actos, se inspiran casi literalmente en sus recomendaciones. No creo que vuelva a nacer, ni falta que me hace. Sólo intento cumplir con mí papel de partícula cósmica, y vivir de la forma más acorde posible con la marcha general de la evolución.
    ... et tachânt de ne pas trop emmerder le monde.

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