Hace exactamente 220 años, proclamaba la Convención francesa un nuevo tipo de calendario cuyo objetivo era el de laicizar y descritianizar el cómputo del tiempo. En ese "calendario laico" el 25 de diciembre se convertía en el Día del Perro, mira tú qué cosas.
Napoleón quiso reconciliar Francia con la Iglesia tras casi dos décadas de ruptura y no sólo firmó un Condordato sino que le dio el finiquito al calendario revolucionario, en 1806. Adiós Floréal, Fructidor y demás meses...
Aunque el uso del calendario era obligatorio, no prosperó. Como toda obra nacida al margen y en contra de los sentimientos de la gente, el calendario revolucionario murió como han muerto tantas cosas que se han querido imponer a base de decreto y de subvención. Sólo renació durante dos semanas con ocasión de la sangrienta Comuna de París de 1870. Los dirigentes de la Comuna asesinaron al arzobispo de la capital y a varios sacerdotes, y restauraron el dichoso calendario.
Aunque el uso del calendario era obligatorio, no prosperó. Como toda obra nacida al margen y en contra de los sentimientos de la gente, el calendario revolucionario murió como han muerto tantas cosas que se han querido imponer a base de decreto y de subvención. Sólo renació durante dos semanas con ocasión de la sangrienta Comuna de París de 1870. Los dirigentes de la Comuna asesinaron al arzobispo de la capital y a varios sacerdotes, y restauraron el dichoso calendario.
La marcha atrás de Napoléon era característica en un hombre inteligente. En cambio los mentecatos confunden la determinación con la testarudez, el valor con la inconsciencia y la personalidad con la impertinencia, y esa confusión siempre resulta letal.
Lo primero que aprendes cuando te inicias en las sendas de montaña, es que dar marcha atrás no sólo no es deshonroso sino saludable: ¡vives más! Pretender seguir erre que erre y por narices suele ser mala idea cuando te has perdido o te enfrentas a la nevada del siglo.
Las naciones no son muy distintas al montañero solitario. Pueden pasarlo bien o perderse y morir. Y los dirigentes deben saber cuando tirar palante y cuando dar marcha atrás. Las autonomías han fracasado, son una amenaza, han sufragado el separatismo. Necesitamos urgentemente un cambio constucional que liquide un modelo territorial fallido.
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