Comentaba en mi entrada anterior que, si nos atenemos a su discurso, Rajoy no tiene previsto realizar nada en el ámbito familiar -al margen de sacarnos del paro- ni luchar contra el aborto -más de ciento diez mil niños cortados a cachos en España el pasado año, de los cuales 20.496 sólo en Madrid- a pesar de catástrofe demográfica española. Pues yo ya sé quién va a disfrutar de esa prometida prosperidad: los españoles musulmanes, benditos sean.
El Islam imprevisto
Estoy aburrido de recibir incontables emilios denunciando el supuesto peligro de la islamización de Europa. Sobre todo porque no se trata tanto de una victoria de los hijos de Agar como del fruto de dos siglos de anticristianismo feroz en el Continente cristiano por antonomasia.
Francia, por ejemplo, ha sido la patria del laicismo desde la separación, brusca y dramática, de la Iglesia y del Estado. Los laicistas han estado particularmente obsesionados contra la Iglesia Católica, el enemigo a batir desde que Voltaire proclamara "Écrasez l'Infâme". Y durante ese dos veces secular combate contra la Cruz, que llevó a tantos clérigos y monjas a la guillotina o al paredón, se han olvidado de que había otras religiones, otros credos, a los que no se perseguía.
Hace algo más de un siglo, el presidente Loubet y el ministro Combes expulsaban a miles de sacerdotes, disolvían congregaciones enteras, y ponían trabas a la tarea evangelizadora de los misioneros católicos en el África del Norte bajo dominio francés. Fruto inesperado de ese anticatolicismo es la victoria del Islam que nadie esperaba ni previó, cosa de lo más normal en el curso de la Historia. El Principio de la Responsabilidad Histórica de Mirameba y su corolario lo dicen claramente:
1. el que tiene el poder nunca se entera de nada
2. el que se entera de algo, carece de poder.
En España hemos seguido los pasos de Francia, pero la responsabilidad no es sólo de los laicistas sino de la propia Iglesia. En Cataluña, por ejemplo, la iglesia no es más que un instrumento al servicio del separatismo. Así, mientras los prelados catalanes se entregan al nazi-onanismo catalanista y permiten que se aborte en sus hospitales, sus calles se han llenado de musulmanes. Si lo piensas bien, no deja de tener su gracia, suena como a castigo bíblico; pero dado como está el patio, el Islam no es un castigo, sino una bendición.
Calle de Marsella |
"Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia".
Curiosamente, ese artículo que muchos musulmanes se pasan por las narices -al apóstata, al que deja el Islam, Mahoma autoriza a matarlo, así como suena- sin embargo les protege en las naciones que asumen la obligación de respetar tanto la fe como sus manifestaciones.
Sin futuro
La verdad, es que no tengo especial simpatía por las creencias islámicas o el modo de vida de los musulmanes. Islam significa sometimiento y musulmán significa sometido; y yo soy muy rebelde; cada día más. Pero el hecho es que nuestros queridos hermanos musulmanes tienen hijos a racimos; yo no. Podría deciros lo mismo de muchos gitanos ejercientes, judíos ortodoxos e incluso de movimientos cristianos ultrasupermegacarcas. Su modo de vida no me atrae en absoluto, ni su visión de la mujer, ni sus costumbres, ni sus creencias. Pero ellos tienen hijos, y yo no; ellos tienen futuro y yo no. ¿De quién es la culpa? Solo mía, suya no.
La verdad, es que no tengo especial simpatía por las creencias islámicas o el modo de vida de los musulmanes. Islam significa sometimiento y musulmán significa sometido; y yo soy muy rebelde; cada día más. Pero el hecho es que nuestros queridos hermanos musulmanes tienen hijos a racimos; yo no. Podría deciros lo mismo de muchos gitanos ejercientes, judíos ortodoxos e incluso de movimientos cristianos ultrasupermegacarcas. Su modo de vida no me atrae en absoluto, ni su visión de la mujer, ni sus costumbres, ni sus creencias. Pero ellos tienen hijos, y yo no; ellos tienen futuro y yo no. ¿De quién es la culpa? Solo mía, suya no.
La niñofobia de la España oficial
A los españoles en general les encantan y divierten los niños. Pero la España oficial es niñófoba. A una española le ponemos más fácil abortar que encontrar una guardería para sus hijos, y lo de conciliar la vida laboral con la familiar suena a chiste malo: si pides permiso de maternidad en una empresa, te echan. Así de claro.
Para daros una idea del alto grado de gilipollez de nuestras autoridades, os diré que en el corazón de Madrid hay edificios públicos gigantescos como el Banco de España o el Ministerio de Sanidad, que no tienen guardería. Si por casualidad alguno de los miles de hombres y mujeres inteligentes y currantes que trabajan en el Banco de España o en Sanidad comete el desliz de tener algún hijo, no puede llevárselo al curro. Hablo de un ministerio y de instituciones que debieran dar ejemplo y ser la pauta del comportamiento, bla, bla, etc., tralalá. De verdad, si yo tuviera una fracción de poder, os garantizo que iba a convertir medio Madrid en una inmensa guardería repleta de churumbeles, pero no os preocupéis, no se dará el caso.
En España, toda la estructura familiar ha sido asesinada a sangre fría desde hace más de un cuarto de siglo por los responsables de mantener un entorno económico cuyo objeto es claramente antifamiliar: sin guarderías y con pisos imposibles de adquirir. Dos generaciones de españoles sin nido. Los ricos sí tienen hijos y sus mujeres pueden incluso trabajar, que para eso hay otras mujeres que atienden al niño a cambio de un sueldo. ¡Gran modelo! La libertad de una persona a cambio de la servidumbre de otra... Así, nuestra sociedad va a su colapso; las parejas machistas triunfan y las mujeres más brillantes, las que trabajan y estudian, una de dos, o pueden pagar una sustituta o se quedan sin hijos o tienen uno solo, y ya tarde. Por eso somos el país que más adopciones realiza de todo el mundo. Ya hace un montón de años, recuerdo que escribí en un libro ahora obsoleto el siguiente párrafo:
Por otro lado la pretendida gran familia europea, más que familia parece un asilo de personas mayores, enfermas, egoístas, cascarrabias y sin hijos, que sólo tienen fuerzas para discutir entre ellas y amargarse mutuamente lo que les queda de vida. Tras el suicidio demográfico occidental, el viejo Continente es un continente de viejos. El futuro de Europa consiste en la paz de los cementerios y de las cunas vacías. Así que el debate monarquía-república, en el deprimente contexto del ocaso general de Occidente, no reviste la menor importancia.
Un trabajo de 1997 publicado en 1999, doce años ya... ¿Véis algún cambio?
El islam es el futuro
Por eso, si muchos ven a los musulmanes como una amenaza, yo prefiero verlos como un ejemplo. El islam es el futuro.
Ellos han acertado; nosotros nos hemos equivocado. Después de trece siglos, Tarik, finalmente, ha regresado, y esta vez para quedarse. Por si las moscas, yo me he comprado un método de árabe sin esfuerzo, para ir adaptándome. Porque musulmanes serán los me cuidarán y musulmanes serán los que me limpien el culo si llego a viejo y sobrevivo a los neonazis de la eutanasia; porque los enfermeros no se llamarán Pepe, Marichús o Manolo, sino Mohammed, Dris o Fatima. Ya sé que serán españoles y hablarán español, pero el Corán hay que leerlo en árabe clásico, así que tendré que aprender cómo se dice en V.O. eso de Lā 'ilāha 'illā-llāhu Muhammad rasūlu-llāh.
¡Vaya por dios! Este fervorín paterno-demográfico que te ha atacado en este prólogo del invierno ha extraído de tus esencias una especie pensamiento sofisticado en el que me parece que te permites correr riesgos inhabituales. Naturalmente, solo a los ojos de este observador seducido por el que me tengo.
ResponderEliminar¿Estais seguros, tú y tu compinche Mirameba, de que funcionará la hábil provocación?
Si realmente me viese obligado a tragarme mi islamofóbia y mi temor al turco; a reconsiderar la amenaza que se está acrecentándose para nuestra civilización, segun creo; o a sospechar que una paranoia senil me está devorando ese sentido común que me ha permitido sobrevivir a mís más que peligrosas tendencias al disparate; y todo para confiar el proseguimiento de no sé muy bien qué a unos djihadistas que se reproducen furiosamente... pues mira creo que habría sonado esa hora fatídica, a la que llevo años rehuyendo, de ir a sentarme al famoso diván.
Que cualquier individuo crea en aquello que más le relaja el colon simpático que todo occidental padece (por efectos de la puta angustia), me sirve. Que además le dé por despreciar, o abominar en su caso, del cerdo ibérico y sus productos derivados, será siempre para mí una especie de extravagancia incomprensible, pero que asumiré sin arrugar la nariz;etc,etc...
Ahora bien; todo ser comprendido en la declaración universal de los derechos del hombre, invento occidental y judeo-greco-cristiano donde los haya, obliga sin la más remota duda a todos los catecúmenos o aspirantes a vivir entre los hombres civilizados, y sin escepción:
1º, a observar todas y cada una de las reglas que rigen en ese mundo.
2º, a convertirse en un apostol de esos principios mediante un comportamiento individual ejemplar y una dedicación esforzada en la ayuda a la inmersión en ellos de su descendencia.
3º, a contribuir activamente en la defensa de su nueva realidad vital, mediante la atenta vigilancia y denuncia, si fuese aconsejable, de los posibles adversarios que pudieran camuflarse entre sus congéneres de origen.
4º, a depurar sus creencias de cualquier precepto que contradiga gravemente los principios de la sociedad que lo acoje.
Y todo esto amparado por unas leyes implacables que determinarían la expulsión sin contemplaciones de cualquiera que las contaviniese.
De esta sencilla manera nos encontraríamos con una sociedad llena de pelos de todos los colores, pero que no producirían mohamedes, sino hombres libres.
Si el aprecio que nos profesamos me lo permite te diré, con incondicional afecto, que tu alternativa no es más que una linda provocación, con unos poéticos tintes un pelín decadentes.
Ni menos.
Me lees demasiado bien, listísimo tocayo. Me expones a la luz, me arrancas la careta... Y yo que pretendía ser un Lord decadente para convertirme en Pimpinela Escarleta por las noches... Aparte de nuestros juegos florales, lo cierto es que los hechos son los hechos. Y que no hay niños. Que hemos hecho todo lo posible para no tenerlos. Y en cambio los países musulmanes rebosan de gente joven y por lo tanto tienen futuro. Lo demás, paparruchas.
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