Vuelvo a ocuparme de mi blog

De paso recupero artículos míos en los desaparecidos portales suite101.net y asturiasliberal.org o artículos borrados de la versión electrónica de abc, preservados por archive.org o por la memoria caché de google.

LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

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domingo, 7 de marzo de 2010

Un momento interesante

Me acuso de ser un irreductible optimista, como todos los que hemos sido amamantados en el cristianismo auténtico. El mundo cambia, quién lo duda,  y aunque surgen nuevos problemas jamás tuvimos tantos medios para remediarlos o paliarlos y cualquiera de nosotros tiene más comodidades en su cuarto de baño de las que disponía Felipe II en el Escorial.
Los pesimistas son como los dinosaurios: pesados y muy aburridos.
Siempre que oigo a jóvenes insensatos decir pestes del régimen constitucional de los últimos treinta años pienso para mis adentros e incluso expreso para mis afueras, que son afortunados, que no han conocido otra clase de realidades.

El final del separatismo
Al nacionalismo separatista se le acabó el rollo. Le queda poder y se ha salido con la suya en Baleraes, Cataluña, Galicia País Vasco y Valencia en el sentido de crear una superestructura que vive de las Lenguas Inútiles, esas que te obligan a hablar pero que no sirven para nada fuera de España y aquí sólo permiten vivir a quienes viven de la enseñanza, la comunicación (tele, cine, radio y prensa en vernáculo) o la traducción. También se decanta a favor de ese contradiós lingüístico algún figurón académico agraciado con premios o canongías en función de su alieneamiento incondicional con la estupidez. El mismísmo Mirameba llegó a proponer la creación de una lengua diferencial para Madrid, el madroso...
El proyecto de futuro de los separatistas consiste en devolvernos a los tiempos del Cid, conseguir una hora diferencial, y restaurar el sistema de medidas tan chanchipiruli que conocieron nuestros tatarabuelos: la blanca de la carne, la alcabala del viento, las pipas y calabazos de vino, los ferrados y portazgos.
Pero la España de las Autonomías ha fracasado y ya nadie lo niega, salvo los que viven de ese sistema, esencialmente altos cargos y chupópteros a la sazón. Las Autonomías han servido sólo para encarecer una administración gigantesca, financiar el separatismo y multiplicar por diez el número de parásitos enchufados.

Transformación de los partidos tradicionales
A los partidos tradicionales les queda un telediario. Entendedme bien: no van a desaparecer, pero sí  a transformarse.  Su poder es inmenso, en el sentido de que sus miembros electos controlan todos los resortes políticos y gran parte de los económicos, sumando al sector público los recursos de las cajas de ahorros; y al retirarse se colocan en consejos de administración de grandes consorcios privados que dependen de las bendiciones estatales. Las estructuras aguantan el paso de los años, pero no nos engañemos, sin ideas, ni ideología, ni nada. Se limitan a fomentar grupos jerarquizados de poderosos que recogen votos en función del "si no me votas a mí ganarán los otros". Un argumento tan estúpido tenía que ser eficaz, así que al cabo de tres décadas sigue funcionando, y seguirá, por mucho que chirríe.
El PSOE es un partido zombi; fue un muerto resucitado, un partido histórico y revolucionario con las manos ensangrentadas en la Revolución del 34 y la Guerra Civil. Fue un error recrear el PSOE en lugar de fundar algo nuevo. De hecho, toda la labor de Felipe González en los congresos de 1979 consistió en enmendar aquel error transformando el PSOE en un partido socialista democrático que renunciaba al marxismo como doctrina oficial, es decir un partido nuevo con un nombre viejo. En cambio nuestro actual presidente se empecina en devolverle su vieja impronta revolucionaria, evocando con trémulos orgasmos vocales la Guerra Civil o dando una coba ridícula a los Tiranos Banderas de Hispanoamérica.

Ahora mismo te vas a la página web de la Fundación Pablo Iglesias y en lugar de ofrecernos análisis sobre la actualidad te hablan de batallitas del pasado, de la España de hace setenta años o un siglo. O sea, la fábrica de ideas del PSOE, diseñada por el abuelo Cebolleta. El PSOE tal y como está es irreformable y sin duda algún socialista inteligente -no es incompatible- creará algo nuevo a partir de la ruina de unas siglas desacreditadas que no sólo huelen a paro y a fracaso, sino a locura pura y dura. Rosa Díez ha abierto la veda, en este sentido, y supongo que algún día los cuatro socialistas con cerebro que no estén pringados en el chapapote oficial decidirán crear un socialismo new wave que no se masturbe mirando fotos de Negrín.

El PP ha alcanzado tal punto de congelación que parece el primo tonto de Hibernatus. Hace un cuarto de siglo que debiera ser el partido del futuro, y no sólo por el prestigio que podrían concederle los ocho años que estuvo en el poder a nivel nacional y que fueron años exitosos en el campo económico; es que su base de votantes es la España que paga impuestos, trabaja y se esfuerza en mejorar. Es por definición, la España más progresista puesto que pretende dar un futuro a sus hijos.
Sin embargo el PP es un partido dirigido por funcionarios y en toda su Junta Nacional no hay un solo empresario de verdad; me refiero a alguien que hiciera su empresa y no la heredara.

Esto es aún más asombroso si consideramos que el  PP, fundado en tiempos democráticos, nada debe al pasado; pero sus fundadores históricos, de cuando se llamaba AP, fueron Manuel Fraga y otros distinguidos franquistas que evolucionaron en demócratas y la estructura del partido del futuro quedó fuertemente condicionada por aquellos orígenes. ¿Puede estar orgullosa AP de haber tenido como candidato al Senado por Madrid al carnicerito de Málaga?
¿Qué me decís del ex-ministro favorito de Franco recibiendo al tirano de Cuba?
El criptofachismo es perfectamente inútil y electoralmente contraproducente; además su desmesurado peso pervierte la evolución de la organización, ahogando a los liberales y ninguneando a los democristianos. Hoy por hoy las tres tendencias peperas -liberal, cristiana-democristiana y criptofacha- conviven difícilmente en la Nada genovesa. Me reconoceréis que Rajoy es un genio que lleva ocho años sobre un bidé poblado de pirañas sin tener que dedicarse a la ópera barroca. Pero lo tiene difícil, difícilísimo: ¿cómo pedirle a los que te han aupado que se suiciden dejando sitio a lo nuevo? ¿Y cómo justificar tu propia permanencia en el cargo tras dos derrotas electorales consecutivas?
El futuro peposo pasa, irremediablemente, por la democratización interna, condición sine qua non para permitir aflorar nuevos valores que sustituyan a los émulos de don Tancredo que piensan -es un decir- que se puede regresar del Limbo; pero ¿podemos imaginar que quienes viven del sistema digital de nombramientos se sumen a la revolución democrática interna? En el mar corren las lieeebres, en el monte las sardinas, tralalá...

Fuertes movimientos ciudadanos
Mientras el sistema bipartidista se consolida en lo formal pero desaparece en lo ideológico, surgen nuevos fenómenos, y el más interesante son los nuevos movimientos ciudadanos. De entrada, la AVT y Hazte Oír han sido las responsables de algunas de las mayores movilizaciones que se recuerden en la España democrática. En España existe una sociedad civil. Y cada día se hace más fuerte.
Habiendo abandonado a su suerte el PP y el PSOE a los hispanohablantes en Baleares, Cataluña, Galicia, País Vasco  y Valencia, también han surgido voces alternativas; tenemos a DENAES, Libertad linguística o Convivencia Cívica Catalana. Ellos son el futuro y el PPSOE el pasado, un pasado de rendición genuflexa y armisticios preventivos. Asombrosamente, y en contra de la obsesión de los ayatolás del  catastrofismo, los movimientos más fuertes de ciudadanos no pertenecen a la izquierda, son pacíficos y democráticos, y la izquierdona los identifica con la derechona.

Nuevas formas de socialización y comunicación
Por si fueran estas pocas las novedades, vivimos un momento clave en el campo de la imbricación de lo tecnológico en la vida corriente. Me refiero a fórmulas como facebook, twitter o el democubo. Son instrumentos nuevos que sin duda serán claves para la política del futuro.
Por otro lado los blogs, por muy limitada que sea su influencia, permiten a sus autores comunicar sus opiniones sin pasar por las horcas caudinas de la prensa comercial, donde sin duda llegas a muchos lectores pero a cambio tienes que vender tu alma a cambio de treinta bocatas.

Así que no tenemos derecho a desmoralizarnos. Estamos viviendo el principio de algo nuevo. De nosotros depende que además de nuevo, sea bueno.

lunes, 15 de febrero de 2010

De la elegibilidad de los chimpancés

Con el vigente sistema de listas cerradas, ¿podríamos llegar a elegir un chimpancé?

Los estudiantes de medicina siempre han sido propensos al cachondeo, porque eso de estudiar a fondo el gran libro de recetas de la Muerte y la Desesperación, acaba pesando sobre el carácter. Participar de una disección humana no tiene ninguna gracia; abrir como si fuera un pollo a un señor o una señora que se llamaba Manolo o Sonsoles, resulta tremendo; los muertos, por poca sensibilidad que tenga uno, siempre dan pena; son lo que queda de una persona, y un amigo mío nunca ha olvidado la primera autopsia de un niño a la que asistió... Algunas experiencias enseñar no sé si enseñarán, pero son prescindibles, ¿no?
Este rollete previo para justificar que los médicos suelen ser gente divertida, fumadora y fornicaria; se divierten todo lo que pueden, cuando les dejan, conjurando a carcajada limpia o mediante terremotos de carne trémula el espanto de la realidad.
No cabe extrañarse, pues, de que a los ocurrentes estudiantes de medicina de la Universidad Complutense se les ocurriera matricular una vaca. La apellidaron Larrubia y la presentaron a distintos exámenes.  Corrían los años ochenta del fenecido siglo, la Universidad estaba todavía más masificada que ahora, las Secretarías de las Facultades eran un desastre y los profesores no se enteraban de quién iba a clase y quién no iba, porque había trescientos alumnos en aulas pensadas para cien y además por cada profesor titular había no se sabe cuántos penenes sustitutos (penene, deriva del bajo latín penenius, "esclavo sin esperanza") que se turnaban para dar clase y se enteraban todavía menos.

Podían haber matriculado a un búho y llevarlo a clase, y nadie se habría dado cuenta de nada; quizá algún penene se habría percatado de que ese estudiante dormía todo el rato pero que cuando abría los ojos, ¡cómo se fijaba, oiga! Lo cierto es que Larrubia llegó a tercero con resultados si no brillantes al menos suficientes, gracias a voluntarias que, habiendo ya aprobado la asignatura, se volvían a presentar y firmaban el examen como Larrubia; en consecuencia, la vaca tuvo su expediente, que no sé si alguien habrá conservado...
Os cuento esto a colación de que como acérrimo defensor de las primarias, la democracia interna y todas esas tonterías que tanto molestan a las estructuras oficiales de nuestros partidos, me ha surgido una duda que no me ha dejado dormir durante las últimas noches: dado el carácter mecánico del sistema de listas cerradas, bloqueadas y golpistas, ¿podríamos, por ejemplo, colocar de candidato a un chimpancé, y que además saliera elegido? No me refiero a los cabeza de lista; normalmente los cabezas de lista, no sabemos si serán muy listos, ni si son grandes cabezas, pero por lo menos tienen lenguaje articulado y estación vertical, y como les hacen entrevistas y realizan declaraciones, por allí no nos pueden colar a Larrubia.
Pero, ¿y en los grados inferiores?  De los lectores de este blog, ¿cuántos conocen a los diputados de su provincia? Insisto: no me refiero al cabeza de lista sino a los que van por debajo, esos que nadie conoce salvo su señorito, el que los colocó, y que vienen a ser una innovación cromática: lo gris más allá de lo gris. Supongamos que uno de los PMGLL (Poderosos que Meten Gente en Las  Listas) algo pasado de copas decide incluir en la candidatura a su gata Chispas, o a su perro Rintintín. ¿Podría hacerlo? ¿Podríamos llegar a ver a la mona Chita o a la cabra del Tercio asistiendo a los debates de alguna compleja comisión en la Carrera de San Jerónimo? Todos tenéis en mente el precedente de Incitatus, el caballo que llegó a cónsul...
Vamos a ver, todos esos que acaban adoptando una poltrona, ¿qué requisitos deben reunir para entrar en las listas? Oficialmente, los papeles que debe presentar un candidato al Congreso en España a la Junta Electoral, son las siguientes:

Fotocopia simple del documento nacional de identidad de cada candidato.

Escrito en papel común firmado por cada candidato en el que el mismo declare bajo juramento no estar sujeto a penas que le inhabiliten, bla, bla, bla [...]  Puede tratarse de un solo escrito firmado por todos los candidatos, o bien de un escrito firmado por cada uno de ellos, bla, bla, bla [...]


Así que os hago partícipes de UNA BUENA NOTICIA (lo pongo en mayúsculas, y en rosa, porque no es habitual);
La noticia es que técnicamente, no es posible que nos pongan de diputado, senador o concejal a un mandril, la tortuga d'Artagnan o un saco de patatas ya que ni los mandriles tienen DNI -a pesar del programa Gran Simio- ni las tortugas saben firmar y en cuanto a los sacos de patatas ni siquiera tienen partida de nacimiento (aunque sí código de barras). Para que el chimpancé fuera aceptado en la lista, debiera alguien firmar por él y falsificar un carné de identidad, es decir, incurrir en delito; y la verdad, es que ir a la cárcel por una tontería no vale la pena; por catorce millones de euros quizá sí, que se lo pregunten a Roldán.
Así que esta noche voy a poder dormir a pierna suelta al pensar en la gran calidad humana de mis representantes, que saben firmar (¡oooh!) y tienen DNI (¡aaaah!). Y espero que vosotros también, después de tomaros la leche con galletas y rezar vuestras oraciones, disfrutéis de la paz espiritual que nos proporciona ese pensamiento consolador. Amén.

viernes, 22 de enero de 2010

Zombis contra momias

No es razonable confundir los deseos de renovación interna del Partido Popular con la exigencia de un cambio de modelo constitucional

Una de las razones por las que en España tardan tanto tiempo en cambiar las cosas y somos la patria del concepto de Leyenda Negra son la exageración y el radicalismo con que se expresan los enemigos del statu quo. Y es una pena, porque muchas veces los críticos aciertan en un aspecto de sus diagnósticos, pero el tremendismo los convierte en elementos de risa, en émulos de Fray Gerundio cuyo destino definitivo es la Cacharrería del Ateneo de Madrid, donde todo fracaso tiene su asiento y toda soflama su eco. Esencialmente, las cosas no cambian porque los que hablan de cambios se recrean en un discurso incendiario, perfectamente estéril, que crea más aversión que adhesión. No es ultraderecha ni ultraizquierda, es ultramemez: si quieres intervenir en política, la primera regla que tienes que aceptar es que a la gente normal no le gustan los anormales, y que para llevarte a la cama al público tienes que seducirlo, no espantarlo. Siempre resulta patético ver a señores mayorcitos y vacunados jugar la carta de la provocación infantil: caca, culo pedo, pis… Son versiones castizas de Daniel Cohn-Bendit, encarnación perenne de la impertinencia, al que no le importaría destruir la galaxia para conseguir un escaño.
Hace años que apoyo, y seguiré apoyando, a quienes laboren para democratizar la estructura del PP: le hacen un gran favor al partido y, de rebote, a España. Me gusta la Política con P mayúscula, la de las ideas. Por eso ayer asistí a la presentación de un “Foro del Partido Popular” en el hotel Sanvy, foro que abordaba el tema "Crisis nacional y regeneración del sistema político surgido del pacto de la Transición".
Se habló de todo pero sobre todo se habló demasiado de demasiados temas porque en el fondo aquello era un popurrí de gente muy diversa: los partidarios de la democracia interna, ¡que Alá los bendiga!, y otros señores muy distintos que pretenden modificar España de cabo a rabo y que hoy por hoy son cuatro gatos y España no les hace ni caso porque ni siquiera sabe que existen.
De entrada, los organizadores en su página web nos proponían, para mejorar el partido, cambios constitucionales como acabar con la monarquía, elegir a los fiscales y optar por el régimen provincial en lugar del autonómico. El resultado de ese gazpacho era una sensación de irrealidad. Proponer cambiar España para cambiar el PP es como si para redecorar su boudoir Madame de Pompadour pretendiera arrasar Versalles. Es un concepto neroniano del poder: peguemos fuego a Roma, y así podremos echar a patadas a los gusanos gurtelianos.
Me daba pena que se desperdiciara esa oportunidad porque a lo largo de la farragosa exposición, hubo intervenciones brillantes como la de una diputada del parlamento catalán, Carina Mejías, y entre los asistentes se encontraban gente estupenda cuya trayectoria merece general respeto: políticos que apostaron su futuro a la carta de las elecciones primarias, entendidas como democracia interna, o Jesús Neira, apotegma del valor en todas las acepciones del término.
Me daba pena, también porque entre los organizadores tengo buenos amigos, y por eso les digo lo que pienso, porque amigo es el que te da buen consejo y no el que te anima a lanzarte al vacío.

En general todos los sectores críticos de cualquier tipo de asociación en España son clubs de rebotados; al oso goloso le fastidia que le quiten su jarrita de miel, y llora mucho en los rincones “tengo haaambre, tengoooo sed, sois malooooos, buaaaa”. Qué duda cabe que las estructuras de los partidos en España —y el PP no es ajeno a la regla— se asemejan a la Nueva Guinea del siglo XIX, una isla rodeada de tiburones y poblada de caníbales adeptos al famoso apotegma: de la mar el mero, y de la tierra el misionero. El grado de hijoputez de nuestros Vellidos Golfos hijos de Golfos Vellidos ofrece dimensiones cósmicas. Resulta estremecedor oír a las víctimas de la política con p minúscula relatar su experiencia personal, una historia de traiciones y puñaladas por la espalda con cuchillos cachicuernos.
Pero también es cierto que junto a los corruptos, los sicarios, los miserables correveidiles y clones de Pierre Nodoyuna, en el PP hay gente estupenda que cree en España, en la familia, en la democracia, en la libertad y en el trabajo; gente que espera con ansiedad e ilusión nuevos discursos, una estructuración de la diversidad ideológica de un gran partido en el que se juntan desde franquistas recalcitrantes a liberales y republicanos de derechas, pasando por los democristianos.
La verdad es que la gente que mejor me cae del PP son la base actuante, los chavales ilusionados y los nada jóvenes militantes que embuchan sobres, venden lotería para el partido, hacen de interventores en las elecciones o pegan carteles. Son la mejor gente, gente que se merece líderes limpios, líderes sencillos con ideas claras y creencias firmes que se limiten a pretender gobernar bien, sin estridencias, con justicia e ilusión; es una base siempre disponible, siempre voluntaria y que el partido no se merece.
Resulta ridículo pretender desenterrar cadáveres políticos para enfrentarlos a la embalsamada ejecutiva nacional del PP, no tan embalsamada como se cree, pero si muy calladita. Zombis contra Momias es una película que quizá pueda gustar a los amantes del cine gore, pero a mí personalmente me aburre.
Luis Español Bouché