Vuelvo a ocuparme de mi blog

De paso recupero artículos míos en los desaparecidos portales suite101.net y asturiasliberal.org o artículos borrados de la versión electrónica de abc, preservados por archive.org o por la memoria caché de google.

LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

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lunes, 29 de septiembre de 2014

Sólo los ángeles saben la verdad

¡Qué injusta es la vida, que inútil la Historia, qué fracaso el de nuestra memoria!
Más allá de piadosas leyendas, NADIE sabe quién se dio cuenta de que cuando las cabras comían unas bayitas rojas se animaban mucho... Tampoco recuerda la Historia el nombre de quien tuvo la genial ocurrencia de sacar de las referidas cerecitas los granos, ni de quien pensó en tostarlos ni de quien, finalmente, tuvo la ocurrencia de moler los granos tostados y hervirlos en agua, generando una negra pócima que llamamos café...
Como todas las mañanas, mientras disfruto de mi café negro, pienso en que los mayores benefactores del género humano son hoy día desconocidos y elevo mentales monumentos en su honor. Queridos Bolongo, Champacka, Meriem, Shamir o Timoteo, queridos nombes inventados que nos disteis el café y a los que no puedo poner cara...
Sólo los ángeles, los ángeles de Dios que están con nosotros desde el principio de todo, saben las cosas. Qué pena que no las escriban. Mis ángeles no tienen nada que ver con el Ángel de la Historia del pobre Walter Benjamin que era un pesimista de mil pares de narices. Mis ángeles apuntan las cosas en el gran libro de su cabeza, y quizá algún día, si me dejan entrar en el Cielo, pueda rogarles que me pasen la moviola de todo, y sabrán contestarme si les pregunto: ¿quién inventó el café?

sábado, 28 de diciembre de 2013

Breve tipología de la sonrisa

Existen dos variedades de sonrisa fundamentales: la del regodeo íntimo y la social.
- La del íntimo regodeo es la sonrisa que no espera nada a cambio, que se limita a expresar alegría y satisfacción; se trata sin duda de la mejor de las sonrisas, la más espontánea, la que expresa contento, que algo te hace gracia. En estos casos hay un sonriente pero no siempre un sonreído y esa sonrisa no tiene a priori ninguna intencionalidad.

- La sonrisa social entra dentro del campo de la comunicación. Se trata de anestesiar la desconfianza ajena. Es una sonrisa intencionada, en la que siempre hay un sonriente y un sonreído. En su versión pura o atávica es la sonrisa de un adulto para tranquilizar a un niño inquieto o la sonrisa que le dedicas a alguien que no entiende tu idioma para que no se desespere mientras buscas alguna forma de entenderos. Generalmente esa sonrisa sólo la conoces en su versión pervertida. Es la sonrisa de todos los que quieren sacarte algo, generalmente dinero, un favor, tu atención, momentos delicados de pasión... Es una sonrisa que aprenden los niños para obtener algo de sus padres; la sonrisa de los que te abordan en la calle para que te apuntes a algo, la sonrisa del baboso a su babeada, la del señor con gabardina que espera a los niños a la salida del colegio, la sonrisa del estafador, la del comercial invitándote a firmar, la del que te vende un seguro, la del Lobo a Caperucita.
Lo malo es que no existe ninguna forma de distinguir la sonrisa íntima de la social. Sólo por el contexto te enteras de la intención del sonriente respecto del sonreído. Mi opinión al respecto es que resulta vital sonreír más para uno mismo que recibir sonrisas ajenas e interesadas...

martes, 31 de enero de 2012

Conversaciones con Clotilde

Odio ir de compras; prefiero que me amputen dedos, que me saquen muelas a lo vivo o pasar una tarde de amor y rosas con Mirameba a ir de choping, pero a Clotilde le encanta y se puede pasar horas y más horas probándose trapos. El otro día tuve que acompañarla  y no sé qué tontería le solté sobre no recuerdo qué nombramiento en la Comunidad de Madrid, que Clotilde me puso rápidamente en mi sitio con unos breves pero fustigadores comentarios que deseo compartir con todos vosotros para ayudaros a crecer emocionalmente y salvar a las ballenas.

- Vamos a ver, Luisito, no sabes jugar al golf, no tienes título nobiliario, no eres multimillonario ni socio de Puerta de Hierro,  tampoco eres cuñado del sobrino de un antiguo prócer, ni miembro de ninguna secta cristiana ni has pasado por la piedra de Nuevas Gayneraciones –qué desperdicio, con lo monos que son- y sin embargo te permites opinar sobre el Pepé madrileño. Pero bueno, Luisito, ¿de qué vas? ¿Tú qué pretendes?

- Poupée, yo no pretendo nada, a mí la política que me interesa es la de las ideas, además yo creo que…

- Ahí está tu fallo, alma de cántaro, que tú crees esto, tú crees aquello... ¡Tú es que te lo crees todo! Y no te digo que no me guste eso de que tengas convicciones, bla, bla, bla, pero de tener creencias a ser crédulo, media tan poco…  Mira, bonito, los niños no nacen en las coles, ¿sabes? los trae una cigüeña, para que te enteres...

- Clotilde, yo…

-Además de que los hombres sois todos unos hipocritones y mentís como bellacos. ¡Es vuestra naturaleza! Tenéis el cromosoma del engaño... Y tú también, Luisito, tú también; ¡política de ideas! ¡Ja! A ti te encantaría el poder, como a todos, porque para vosotros es una droga, una prolongación freudiana, una obsesión. Así va el mundo, seis mil años lleváis gobernando a base de testosterona, y ni una sola neurona…

- Bueno, pero lo que te quería decir es que…

- Además que quieres que te diga, ¿que a Espe sólo le gusta la gente bien? Es cierto, ¿y qué? ¿Por ser gente bien lo van a hacer mal? ¿Lo van a hacer peor que toda esa gentuza que además de inútiles y mangantes cogen un país y lo crujen?

-Clotilde, la derecha también tiene sus chorizos. Piensa en la Caja...

- Mira, bonito, te diré una cosa sobre la gente bien, a ti que te entretiene la historia, Churchill era gente bien, ¿lo sabes, no? Lo más ultramegapijo que te puedas echar a la cara, un Spencer, descendiente directo de Mambrú, hijo de Lord Randolf y de una multimillonaria americana. Si tienes ocasión, no dejes de visitar la choza donde nació Winston, el palacio de Blenhaim... Fíjate que su tita Leonie, la hermana de Jennie, la mamá, tuvo un lío durante años con uno de los hijos de la reina Victoria… Y el bueno de Churchill era tío abuelo de Lady Diana, ¿sabes? Y estarás conmigo en que fue el mejor político de la historia de Inglaterra y si me apuras, de Europa...

- Tienes mucha razón, Clotilde, pero…

- Mira, Churchill de formación era oficial de caballería, y punto pelota; por lo menos Espe a sus consejeros les pide que tengan estudios y sepan idiomas, y sí, es verdad, que en general son chicos o chicas bien, educados, que no se meten el dedo en la nariz, que juegan al golf y no usarían el cuchillo para comer los huevos fritos, ¿y eso te parece mal? Yo prefiero políticos que no sean horteras, ¿sabes? Me gustan más las ministras que huelen a Shalimar y no a pies, y me gusta todavía más que toquen el piano y que si les hablas de Rajmaninov no te pregunten en qué equipo juega… Además tú eres mucho más esperanzista que yo y mil veces más carca que cualquiera, así que no te me hagas el remolón...

- Si no te digo que no, pero…

- Y además Dios está con los ricos, nobles y famosos. Mira tú el nuevo santoral, desde el hermano Rafael al marqués de Peralta o el emperador Carlos de Austria. El poder ilumina y el dinero santifica, y ya lo decía el marqués de Daroca, al cielo iremos los de siempre….

- Pero la libertad de oportunidades…

- ¡Tonterías! A Dios también le gustan los chicos bien y María era de la Casa de David, nada menos… Y no recuerdo qué evangelio empezaba con la genealogía de Cristo. ¿Y sabes lo que son las verdes praderas del Edén? ¡Campos de golf! Hasta hay una advocación mariana, Nuestra Señora de los Máster o la Virgen del Caddie, siempre me hago un lío…

- Clotilde, me abrumas…

- Lo que te abruma es la verdad, querido. Dale un portazo a tus nubes, bájate de la torre y échale un cerrojo a tus sueños y a tus tonterías. ¡Ponte las pilas, Luisito! Hablando de otra cosa, ¿me queda bien la nuisette con este deshabillé?

- (Sin palabras)

- Gracias, qué riquiño eres. Si al final haremos algo contigo...

viernes, 4 de noviembre de 2011

Héroes y ángeles de la vida corriente



El otro día entrevisté a Tintín, el de verdad, que a sus ochenta años tiene problemas muy serios de próstata y vive recogido por las Hermanitas de los Pobres en Guijarrón de los Manganeses; él no podría pagarse ninguna residencia. Me decía, cariñosamente, "Ay, Luis, si me hubiera ocupado a tiempo de mi pensión, otro gallo me cantara. Al pobre capitán le engañó su sobrino y ahora Moulinsart es un club de alterne".

En la misma residencia también está recogidito el capitán Trueno, que no sé si sabéis que en realidad se llama Martín de Secarral; lo de Trueno era un nombre artístico. Trueno tiene la vida interior de una coliflor desde el ictus aquel que le dejó babeando sobre un sillón. Las monjitas lo mueven, lo lavan, y lo sientan; mira la pared con sus ojos vacíos. Una vez al mes Crispín viene a visitarlo, el joven efebo es ahora un señor calvorota y entrado en años, con la pierna renqueante, que le habla a su viejo amigo de los viajes y aventuras que soñaron alguna vez, en las mazmorras de Bruguera. Pero Trueno sospecho que no se entera de nada. O quizá sí, nadie lo sabe, por eso seguimos hablándole, vaya Vd. a saber.

Tintín y Trueno eran valientes, osados, ingeniosos. En el mundo real, ese del que no hablan los medios, se lidian muchas batallas cada día, pero son batallas del Derecho, de normas, de cláusulas, de la letra pequeña, de seguros, de contratos, de pólizas... En esas batallas, Tintín y Trueno son vulnerables, están completamente desarmados. Lo suyo era la Aventura y por eso ahora están donde están.


Un amigo auditor
Hace unos días me tomé un café con un héroe. No es alguien conocido, ni falta que le hace. Es un hombre corriente, en apariencia, que sabe de cuentas. Está cada día más joven y entusiasta, le gustan más las señoras que comer con los dedos y nos parecemos en que se levanta feliz con ganas de zamparse la vida a mordiscos.
Es perito mercantil, auditor jurado de cuentas, antiguo profesor de la Complu que siempre ha estado del lado de la Justicia y de lo correcto cuando había que estar y no a toro pasado como hacen otros; es una de esas personas que se encargan de comprobar que las cosas se hacen como Dios manda, como se tienen que hacer, y punto. Como él, abogados, jueces, fiscales, procuradores, peritos y auditores, inspectores, profesores, notarios y registradores constituyen una categoría humana muy especial la de aquellos de los que depende que se haga justicia o que se consienta la injusticia. Pongamos unos casos muy sencillitos y sangrantes:
  • A esta viejita su sobrino la quiere liar para que firme unos papeles, "me vendes el piso por una renta vitalicia, fíjate, tita, con la de vida que te queda por delante a tus 93 años y te quitas de problemas..."
  • A esa mujer su ex-marido le ocultó pequeños detalles de la gestión de la empresa, y por eso le pagó cinco por lo que valía cuarenta.
  • Esa empresa va a cerrar porque sus clientes no pagan, dicen que son insolventes. Pero antes efectuaron un levantamiento de bienes que dejaría temblando a Curro Jiménez.
  • La viuda y la hija de uno tan golfo como tonto descubren que puso el piso donde viven como garantía de un crédito.
  • Una señora, hija natural de un hombre rico y sin conciencia, no recibe su parte de la herencia porque su padre donó antes de morir todos sus bienes a sus otros hijos.
Muchas veces las injusticias se consuman porque los buenos las consienten. Otras veces son los propios jueces los autores de injusticias flagrantes e inapelables. Dante me chivó, por cierto, que en el Infierno los magistrados prevaricadores tienen una piscina de pez y azufre hirviendo justo al lado de la de los curas vascos, a los que asan dos veces.
Otras veces intervienen esos anónimos ángeles de la Guarda y la Justicia toma cartas en el asunto; a veces, incluso, la mera presencia del ángel aborta una mala iniciativa o soluciona la situación sin que nadie tenga que gastar un duro en pleitos: actos de conciliación o reuniones familiares, mucho grito, mucha tontería, mucho te odio y ya no te junto pero salen todos de allí satisfechos y habiendo firmado. Ahora están enfadados, escocidos y encabritados, pero mañana se darán cuenta de que se han hecho a sí mismos un favor.
 
España está plagada de héroes
Sé de honestísimos directivos de instituciones financieras que fueron prejubilados por negarse a apañar cuentas o por informar de la situación a quien debían informar.
Sé de honestísimos interventores de organismos putrefactos, que han soportado lo insoportable y un mobbing monstruoso porque no se callaron.
Sé de secretarios municipales que han vivido infiernos por no tragar, por no firmar informes infirmables.
Me resulta simpática y digna de admiración la figura de Erik Martel, un cónsul de España en Miami que durante el Felipato sufrió una persecución en toda regla por negarse a dar su consentimiento y su aval a uno de los innumerables y escandalosos negocios relacionados con la Expo de Sevilla.
Sé de coroneles que no ascendieron a general, porque no se callaron.
Sé de políticos valientes y honestos, que nunca serán cabezas de lista porque, precisamente, por ser honestos, ¡no se fían de ellos! Y allí están. Tratan de hacer las leyes o sus enmiendas lo mejor posible; tratan de gobernar con equidad, tratan de trabajar en las Comisiones y cuando ven algo que no les gusta, lo dicen aunque les miren mal.

Otros tragan, otros transigen, otros como los tres famosos monos, ni ven, ni oyen ni hablan.
Allá ellos. Se irán de este mundo, como todos, pero con el sabor amargo de la derrota personal. Puedes tener mucho éxito, pero si te vendes, tú mismo te derrotas, tú mismo te crucificas.
De qué te sirve el dinero, el piso de lujo o las sábanas de seda si no puedes mirarte en tu espejo interior.... Incluso los que sin haber hecho nada muy malo sencillamente tampoco han hecho nada muy bueno porque prefirieron consentir con su silencio. En esa extraordinaria obra que es Cyrano de Bergerac, reconoce el duque de Guiche:
Voyez-vous, lorsqu'on a trop réussi sa vie, / On sent, -n'ayant rien fait, mon Dieu, de vraiment mal! / Mille petits dégoûts de soi, dont le total / Ne fait pas un remords, mais une gêne obscure [...]
No se puede decir mejor.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Unos horarios no tan absurdos


Uno de los atractivos de España son sus horarios absurdos

Cuando sales al extranjero por primera vez descubres que los horarios españoles son completamente distintos a los del resto del universo conocido e incognoscible.
No sé vosotros pero a mí me encanta levantarme temprano, cuando en Madrid no han puesto las calles, aunque a veces amanezca tarde por haber trasnochado. Desayuno poco -ya lo sé, hago mal, no vale la pena que insistáis- y me casco un enorme café; luego a las doce me sacudo otro latigazo de café generoso. Por lo general, hacia las dos o las tres de la tarde como algo y ceno tardísimo cuando en Madrid ya han quitado las calles. Mi horario de comidas y de vida es más o menos resumible en que me como lo que me da la gana, cuando me da la gana.
Cuando Europa come ¡a las doce! yo voy por mi segundo café; cuando yo ceno, toda Europa lleva horas dormidita. A veces me da por llevar una vida supuestamente más sana y me acoplo a lo de cenar a las ocho pero mi voraz apetito se limita a considerar esa temprana cena como una generosa y tardía merienda y a la una de la madrugada, tambaleándome medio dormido, secuestro la despensa, atraco la nevera y me hago una segunda cena, la de verdad... Un nutricionista elegiría ese tipo de vida como un perfecto modelo de lo que no hay que hacer y dicen algunos que los horarios españoles -no me refiero sólo a los de Luis Español- son inviables y aportan sesudos argumentos. No digo que no. Pero también sé que los extranjeros que vienen a España se adaptan perfectamente a ellos. Todos mis amigos extranjeros, ya sean norteamericanos, belgas, británicos, daneses, italianos, suizos, etc. o también mis queridos compatriotas franceses, cuando se instalan en verano en Madrid, se dedican básicamente a pasarlo de miedo, a salir, a ligar y a beber, y a comer, y a ligar más, y a beber otro poco y suelen dormir, rendidos, cuando no tienen más remedio.
En cambio a los españoles nos cuesta mucho más adaptarnos a los horarios del resto de Europa. No me habléis de biorritmos ni de onanismos cientificolegales: comer antes de las dos de la tarde es una horterada, algo apropiado para los niños y para los viejos que viven en el planeta Salud.
Los niños y los viejos no comen; se alimentan -lo cual es muy distinto- y absorben unas insípidas papillas que serán sanísimas, sin duda, con sus proteínas, sus vitaminas, sus calorías justitas, pero que ni la NASA se atrevería a darle a sus astronautas porque les montarían la primera huelga en el Espacio. También tienen horarios extrañísimos los eclesiásticos, que se levantan y acuestan a horas campestres aunque vivan en el corazón de las ciudades, y los hospitales, donde el personal sanitario conspira para fastidiar a los pacientes despertándolos a todas horas.
Mientras no tenga noventa años -dudo mucho que llegue- procuraré evitar los alimentos que llaman sanos y me entregaré a la alegría de los callos con garbanzos, los huevos estrellados con su morcillita y su chorizamen, en fin, las delicias que te ponen el colesterol a niveles estratosféricos y las arterias como cuerdas de piano. Algo bueno tendrán si llevamos siglos tomándolas y no creo que por comer porquerías como las acelgas rehogadas uno viva un solo día más, ni que ese día de más sirva para escribir el Quijote o descubrir la Penicilina. Ya expresé esas convicciones mías en las líneas que dediqué al Churro Alegre.
Nuestro sino es una cajita o un cenicero, donde acabaremos todos en plazo más o menos breve, y de lo que se trata es de pasarlo bien mientras no nos alcance el destino, procurar hacer algo útil para los demás y molestar lo menos posible.
No sé vosotros pero a mí me encanta viajar por una Europa a la que conozco mucho menos de lo que me gustaría. Lo único que lamento son esos horarios canallescos comunes a todo el Continente en que la gente se dedica a comer y cenar a horas que son un insulto para la inteligencia. Por eso me gusta viajar acompañado, porque imagínate lo que es llegar a una ciudad francesa o alemana a las siete de la tarde en que todo está más muerto que la momia de Lenin. Como mi escasa fortuna no me permite ir de restaurantes, me compro la comida en supermercados y me la como cuando quiero, es decir, a la hora de Luis. Si no viajas con alguien, a esa hora en que TODO incluido los museos y galerías está cerrado, acabas hablando solo en una esquina, como Mirameba antes de que le aticen su ración de electroshocks.
Se habla últimamente de modificar los horarios españoles para acoplarlos al resto de Europa. Indudablemente, la reforma que se propone es racional y bien intencionada. También era racional y bienintencionada la idea de suprimir las corridas de toros, prohibir el tabaco y los tigretones; es la política de Gedeón "qué bonito sería hacer las ciudades en el campo"; pues en breve convertiremos España en Suiza Bis, San Cugat se llamará Saint-Cucufat-des-Vallées y así ya seremos modernos y chanchipirulis.
Y digo yo, ¿no debiéramos más bien considerar seriamente la posibilidad de españolizar los horarios de Europa? Creo que los europeos serían más felices.

domingo, 24 de enero de 2010

El churro alegre


La mayor amenaza sobre España pudiera ser el aburrimiento.

Si alguna vez llegara a tener un duro -posibilidad puramente matemática que Alá nunca ha contemplado- montaría un pedazo de bar/cafetería y la llamaría El Churro Alegre. Sería una cafetería estupenda y sin borrachos, que son muy pesados, oiga; y no me armes bronca, Manolo, o te pongo de patitas en la calle.
Por la mañana serviría calentitos, como llaman a los churros en Sevilla, y porras, y bollos y madalenas que para qué te quiero contar, y océanos de café con leche, café bombón, carajillo y todo lo que haga falta para la felicidad humana; y mis pinchos, como en Donosti, pinchos enormes, de atún, de tortilla, de bacalao, pimientos, panceta y longaniza, ¡pero sin etarra, eh!, y hasta mi cazuelita de chorizos náufragos en un aceite milenario,  como dice Gastón Segura. El aire carecería de oxígeno -elemento muy aburrido que no sirve para nada- así que la atmósfera ambiental consistiría en una mezcla de morcilla sublimada, residuos de mil fritangas, aroma a café y todas las variantes de humo posibles, desde el Faria al Partagás pasando por el Malboro y los Ducados.
Sería el hogar de todos los desarrapados hijos de la gleba, todos los escritores frustrados, todos los fracasados de la vida, que irían a lamerse las heridas del ego a mi cafetería y a soñar... En El Churro Alegre el bedel sueña que es ministro y el pelmazo se imagina que sabe contar chistes...
Sería un bar de verdad en el que poder decir cualquier barbaridad, tosiendo humo, los tíos poniéndose el uniforme machista, hablando mal de las mujeres -“la mejor, colgá”- y subrayando los encantos de ese bombón que nos gusta tanto y -como es lógico, justo y razonable- no nos hace ni caso; las señoras dedicándose a despellejar y poniendo a caldo a sus novios y a sus maridos, ¡y disfrutando de lo lindo, y poniéndose moradas de setas a la plancha y tortilla de jamón! Y habría mucho ruido; no me refiero a las voces y berridos de los horteras sino a ese runrún de españoles hablando alto, que es como se habla en España de toda la vida de Dios y por eso tenemos magníficos cantantes...
Y no habría hilo musical -¡sufre esgae!- sólo una pantalla gigante para los momentos importantes y trascendentales de la vida: un Madrid-Barsa, la final de la Champions y tal.
Qué maravilla poder arreglar el país durante unos minutos degustando un cafetín bien cargado, o una copa coñá, insultar al gobierno y a la oposición, ofrecer a nuestros contertulios soluciones evidentes para la crisis que los grandes expertos mundiales no han sabido ver -omnisciente que es uno- y regodearse pensando que los que mandan son unos descerebrados, perversos y que huelen a pis... El pensamiento de que todos son idiotas, luego yo debo ser listísimo, no sé si es muy maduro, pero consuela cantidad.
Y también tendría a un Cipriano o a una Venancia vendiendo puros, cigarrillos, chicles, sellos, memorias ubs, y productos femeninos para las señoras que se olvidaron de la visita del Nuncio; lo que haga falta para la vida moderna, que en El Churro Alegre no tenemos prejuicios.
Y no te quiero decir los campeonatos de mus ni las locas partidas de dominó con viejos pellejos; todo el barrio me traería a sus abuelos en lugar de tenerlos encerrados acumulando horas y perdiendo el tiempo; y estarían encantados allí, fumando como bestias y con su copita de Campari; y caerían fulminados, felices e intoxicados entre dos sillas. Una buena muerte, si señor, y no las tristezas residenciales ni las torturas hospitalarias. Hasta los adoptaría legalmente. Si dos señores pueden adoptar niños, y suponemos que los tratarán bien ¿por qué una cafetería no va a poder adoptar a un viejo, eh? Y digo viejo, que no mayor, porque en El Churro Alegre, un cartel en la puerta pondría en letras bien gordas “Prohibidos los cursis y el hablar correcto” y los ciegos no serían invidentes, ni los gordos gruesos ni los negros de color...
¡Y qué baños tendría! ¡Como los chorros del oro!
Pero sé que mi sueño no se va a cumplir y que no se trata más que de melancolía por un pasado imaginado más que recordado. Sé que los sicóticos de la Administración, esos que fingen que curran a base de molestar, conseguirían al final tocarme las narices: el inspector de sanidad, el de alimentos hidrogenados, el de la inquisición antitabaco y el observador de libertades liofilizadas. Me pondrían multas y acabarían clausurando el chiringuito, en el supuesto de que me permitieran abrirlo, que lo dudo.
En verdad en verdad os digo, que el mayor problema de España no es el paro, ni el terrorismo, ni la corrupción, ni la desintegración territorial ni todo eso que aparece en la Prensa según las modas; el mayor problema es que nos estamos convirtiendo en un país aburrido. Y eso sí que es grave.
Luis Español Bouché