Vuelvo a ocuparme de mi blog

De paso recupero artículos míos en los desaparecidos portales suite101.net y asturiasliberal.org o artículos borrados de la versión electrónica de abc, preservados por archive.org o por la memoria caché de google.

LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

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domingo, 10 de enero de 2021

Carta abierta al Capitán Haddock

Le Crabe aux pinces d'Or
ed. 1976, pág. 16

Por un artículo de Olivier Delcroix, en Le Figaro, me entero de que ayer se cumplían ochenta años de tu aparición, mi querido capitán Haddock, en el suplemento "Jeunesse" de Le Soir, diario belga controlado en aquel momento por los nazis. Yo no leí esa versión, ni soy coleccionista de los antiguos tebeos de Tintín. Me gustan más las versiones que leí de niño, ya todas retocadas o redibujadas, que aquellas primeras viñetas...
¿Qué te podría decir, querido Capitán de los días en que has acompañado e iluminado mi infancia? ¿Qué te puedo contar de cómo te veo, de cómo me río, de cómo me conmuevo cuando pienso en ti?
De niño me he divertido mucho con tus misteriosas palabrotas que no insultos, tus Bachibouzouk, tus Mille Sabords, tus Moules à Gaufres, tus Tonerre de Brest, pero de mayor me interesas todavía más.
Le Crabe au Pinces d'Or fue mi primer contacto con el alcoholismo y su redención: tú, mi pobre capitán vivías sujeto a una botella, estabas borracho al fugarte del Karaboudjan, con Tintín; te emborrachaste de nuevo en el bote salvavidas, donde las musas perversas del alcohol te sugirieron quemar los remos; te emborrachaste en el hidroavión y le arreaste un tremendo botellazo a Tintín, provocando un accidente... Décadas más tarde un buen amigo me habló de la labor admirable de Alcohólicos Anónimos y descubrí a muchos hermanos tuyos, que se redimen todos los días diciendo las palabras mágicas "Hola, soy Laura, y soy alcohólica", "hola soy Manuel y soy alcohólico". Quizá lo más bello que hizo jamás Hergé fue contar tu historia, de cómo caído una y otra vez, te levantabas, querido Capitán, siempre a una sola copa de volver a recaer... Quizá también para Hergé, que no fue precisamente un héroe de la resistencia belga, tú venías a cristalizar lo que él era, un hombre con debilidades, y Tintín lo que quería ser, vete tú a saber...
Tintín a veces le parece demasiado perfecto a mi alma imperfecta, pero si por algo Tintín entrará en la Gloria será sin duda por ser amigo de sus amigos, por hacerlos mejores de lo que son: es el amigo de Tchang, de Zorrino, de los Dupond Dupont, del gran Tournesol, de Milou, pero, sobre todo, es tu amigo, Capitán. Es tu ángel bueno, que amablemente, sin soltarte sermones, te da el buen ejemplo y cuando le ofrecen una copa, contesta siempre "jamais d'alcohol, vous savez". Tintín, con verdadero amor, hace lo posible para ayudarte a vencer los demonios de tu adicción...
Y tú, Capitán, eres la única familia de Tintín, el señor mayor que de algún modo compensa en ese pobre huérfano eternamente joven la ausencia de padres, de hermanos o de un amor... Tintín ha llenado ese tremendo vacío familiar con el afecto que depara a sus amigos. ¿Y qué mejor hijo que aquel que se convierte en padre espiritual de sus mayores, convenciéndoles de comportarse bien?
Y, tú, mi Capitán, eres un hombre agradecido. Lo pudemos todos leer en Tintin au Tibet: ninguna obra de la literatura corriente puede expresar, como esa, toda la devoción y toda la lealtad que le has brindado a tu simpático redentor. Un San Pedro marítimo, aunque no pescador sigue a su Maestro a través de las cordilleras del Himalaya... Cuánto pudor, cuánto afecto, cuanto amor verdadero... Suena raro decirlo así, el gallo canta tres veces, pero tú, Haddock, sigues allí, junto a tu Tintín, protestando, refunfuñando, haces amago de marcharte, te marchas, pero al final siempre regresas y hasta estás dispuesto a cambiar tu vida por la suya. Eres el mejor amigo del mundo, Capitán, y un modelo para mí. Bon anniversaire, cher Capitaine, que Dios te bendiga y que cumplas muchos más, ¡mille sabords!

domingo, 25 de febrero de 2018

Vuelta a casa


Tarde en la Biblioteca Nacional, recabando textos que usaré para mis propios trabajos. Escritos que se insertarán en mis escritos, citándolos, eso sí, que una cita no es un saqueo sino un homenaje y un reconocimiento. Nuestras obras son humildes ladrillos que se insertan en la gigantesca pirámide que empezó hace miles de años en un lugar de Mesopotamia… Pones un ladrillo que se apoya sobre otros y algún día alguien usará tu ladrillo para poner encima el suyo.
Hacía tiempo que no iba a la querida BN. Todos son amabilidad y sonrisa, las camareras, las guardias de seguridad, el personal de la Biblioteca del que faltan muchos que conocí, que se han jubilado; ahora son otros los que sirven los libros. Me hacen sentir en casa. Me da igual tener que pasar, por milésima vez el control de seguridad, el escáner, siempre el mismo rollo, supongo que necesario. Ya no es una obligación molesta, es un rito de paso, una estación del más gozoso de los viacrucis. Porque sin duda Dios estará en cada sonrisa, en cada hoja que cae de un árbol, en cada estrella del Cielo, en cada átomo del Universo; pero Dios está sobre todo en las Bibliotecas. Aunque viviera mil años y leyera un libro al día, no llegaría a leer ni una fracción de los libros que tienen aquí guardados... La Biblioteca representa el verdadero Cosmos, todo lo bueno, todo lo malo, todo lo que los hombres han escrito, versos penosos y versos admirables, toda clase de textos sagrados o perversos, las primeras ediciones de Mein Kampf, las obras de Sade, las cartas de amor de Marie Curie, los Elementos de Euclides, las obras de Salgari y las de Proust, manuales, diccionarios, guías técnicas, clásicos de ayer y hoy… ¡Todo! Y es una totalidad abierta. Todos los días llegan nuevos libros, las últimas novedades por vía del Depósito Legal, y ejemplares donados o comprados… Una Biblioteca en un país libre donde no existe la censura también representa la Libertad. Nadie es tan libre como un lector en una Biblioteca, decidiendo de todos los libros del catálogo cuál va a leer hoy… El santo de Asís se emocionaba ante la Creación, hermano sol, hermana luna, hermano lobo, hermana agua, hermana muerte, yo me emociono ante la Biblioteca, donde aguardan todas las creaciones posibles a que alguien las lea...
Hoy he estrenado un libro que ha esperado setenta años a que alguien lo leyera. Estaba intonso. Un libro de 1938. Setenta años o quizá menos –quizá es el fruto de una reciente donación- esperando en un anaquel a que alguien lo pidiera. Lo llevé al control para que allí despegaran las hojas. Mis dedos han recorrido esas páginas vírgenes. Olía todavía a tinta, no diré que fresca, y al polvillo que generan los minúsculos parásitos que barrenaron algunas hojas…
Si no me falla la memoria entré por primera vez en mi casa allá por el año 1995. Todavía me acuerdo del número de carné de aquel entonces... Hoy vi un montón de amigos y conocidos leyendo, concentrados en sus trabajos. Me gustaría tomarme un café con todos y cada uno, preguntarles qué hacen, qué escriben, qué preparan, pero no quiero molestarlos. Están tan maravillosamente concentrados en sus labores... Con otros te topas en el pasillo o son ellos los que te saludan, pero no les dices nada, ¡van a leer! ¡Les esperan sus libros!
No sé qué están estudiando o leyendo, pero la única cosa que puedes hacer por un estudioso es ¡dejarlo en paz!
¡Asombraros! En el tercer milenio todavía hay gente que lee, todavía hay gente que goza de ese milagro que permite que un autor que ya no existe si no es en la Gloria, se comunique con nosotros. Quevedo lo dijo mejor que nadie: Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos, oyendo con los ojos a los muertos.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Bonga, bonga, bonga

Es curioso, una amiga dice que está acatarrada o sease, con trancazo e inmediatamente nos ponemos todos en Estado Curandero Activo (modo On). Si es que en el fondo todo español que se precie es un ministro desconocido, un abogado frustrado y un Premio Nobel de Medicina en ciernes. En apenas cinco minutos, todos los asistentes competimos con nuestros recetarios, yo soy Gárgamel, tú el Gran Pitufo y ella la Bruja de Blancanieves:
-Amosaver, te tomas un poco de uña de chancho viudo rayada con una infusión de alas de murciélago y hierbabuena; luego das tres vueltas alrededor de tu habitación pronunciando tres veces el sagrado nombre de Bitelchus y todas las noches un supositorio de guindilla para ayudar a sudar.
-No, no, mejor un limón abierto clavado a la puerta de tu habitación, airear por la mañana y la estampa de San Protasio con una hoja de coliflor.
-Pues a mí me dijo la portera de mi cuñado que en su pueblo todos se curan con media cebolla rehogada con miel,
-Lo mejor es el gamusino fresco. Tienes que cazarlo por la noche y apenas capturado no esperes, lo despellejas vivo, sí, ya sé, es algo que parece cruel pero es que si no, no funciona. Y con un pitufo disuelto en agua regia con los primeros rayos del sol, cueces el gamusino hasta que obtienes una plasta negra. Luego te pones la plasta por todo el pecho y esperas una semana
-Etc. Etc. Etc.
Lo más bonito de esas recetas que nacen de nuestra impotencia y nuestra portentosa imaginación, es que son una forma primitiva de decir:
-"Te quiero, ponte buena".
-"No soy indiferente a lo que te pasa".
Y es que el cariño reviste formas exóticas pero en el fondo admirables.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Apostar por la vida contra la muerte


Leo hoy en feisbuc un comentario de Santiago Abascal que me ha encantado: su abuelo, de 91 años, que estuvo con los nacionales, le hace llevarle al funeral de un amigo suyo de 94 que estuvo con los republicanos.

La amistad vence el Pasado
En el ejemplo del abuelo de Abascal, vemos que la amistad, esa forma tan púdica del amor, rompe las cadenas del pasado. Y eso es algo más importante de lo que creemos. La Historia toda está cuajada de ejemplos.
Por ejemplo, la familia de Francisco Jasso, el que conocemos como Francisco Javier, luchó, en Navarra, en el bando agramontés por la dinastía de los Albret, mientras que Iñigo López -de Loyola- luchó por sus castellanos reyes. A lo mejor la bola que le quebró la pierna a San Ignacio durante el sitio de Pamplona, la disparó uno de los hermanos de San Francisco Javier. Ignacio y Francisco se conocieron siete años después de ese sitio, en 1528, en la Universidad de París y se hicieron amigos, y con otros compañeros fundaron la Compañía de Jesús. Pertenecían a bandos distintos pero supieron reducir a cenizas las raíces del odio para abonar el árbol de la amistad.
En esa misma línea, Benito 16 y su predecesor, un alemán y un polaco, lucharon en bandos distintos y se apreciaban muchísimo. El primero perteneció a las Juventudes Hitlerianas y luego sirvió en las fuerzas antiaéreas del Reich, y el segundo curró en una cantera mientras los nazis acababan con sus amigos de infancia judíos, con sus profesores de la Universidad, con sus compañeros de teatro.
Una cosa es reconocer la injusticia, honrar a los muertos y a las víctimas en general, y otra muy distinta permitir que el odio se salga con la suya.
"Si el odio responde al odio, ¿cuándo el odio acabará?" Esta máxima atribuida a Buda y de la que tengo alguna referencia india y japonesa, es un buen planteamiento del desafío que el pasado le hace al futuro.
La respuesta a la pregunta del Buda la dio Jesucristo, hace dos mil años, lo cual no ha impedido que los cristianos nos hayamos odiado durante siglos en Su nombre. Afortunadamente, Jesús tiene seguidores como Antón Luli, para demostrar cada día que nuestra fe no se reduce a las paparruchas de los teólogos, a un mero ejercicio del poder y de la jerarquía.

Luchar contra el poder de los muertos
Hablando de poder, hace mucho tiempo que sabemos que el mundo lo gobiernan los muertos, y el pasado es como una hipoteca sub-prime: un montón de basura que a la primera de cambio te arruina para siempre.
Para vivir, debemos luchar contra los muertos. No se trata de mentir, de cambiar el pasado -del pasado no podemos cambiar ni una coma- sino de negarnos a hipotecar el futuro a golpe de memoria. Y eso es cierto en todos los ámbitos de la vida: no podemos clavarnos en la cruz de la memoria. Te quedas sin trabajo, te quedas sin casa o todavía peor, mueren los tuyos o te quedas sin tu amor, desarbolado, hundido, náufrago de ti mismo. Puedes recrearte en la suerte o tirar palante. Que se trate de tu vida o de la mía, o de la vida de las naciones, de la Historia misma. En otras entradas de este blog, planteaba los términos humanos de una verdadera memoria histórica, que desarrollaba al comentar el asesinato de Calvo Sotelo o los escándalos de Mauthausen y Paracuellos. Al final, todo se reduce a tirar palante.

El Tirano odia el Amor
Fijaros en que el Tirano y el Amor son incompatibles. El Tirano le tiene pánico al Amor; a todos los tipos de amor. Desde la pasión más carnal a la más espiritual de las amistades. Porque nadie puede controlar los sentimientos de nadie, ni siquiera los propios. El Deseo es algo salvaje. ¡Hay que enjaularlo y castrarlo! ¡Control, control! En Irán ahorcan a los homosexuales, y su triste versión del árbol de Navidad son tíos colgados de unas gruas. No estamos tan lejos de los iraníes, en España hace cuarenta años, les aplicaban la Ley de Vagos y Maleantes y hace poco el Z hablaba de alianza de laz zivilizacionez... En China te prohiben tener más de un hijo. En casi todo el mundo supuestamente civilizado puedes matar a tus niños antes de que nazcan y en breve podrás matar a tus padres, para hacerles un favor. El Tirano sabe muy bien lo que hace.
El Amor es invencible, implica una adhesión inquebrantable que el Tirano quiere quebrar.
Al Tirano, lo que le gusta, es controlarlo todo y para controlar las personas hay que reducirlas al estado de cosas. Arráncale a la gente su esperanza, pisotea sus creencias, dile  que nada tiene sentido puesto que todo está prometido a la Nada; acaba con sus sentimientos paternales, prostituye la amistad convirtiendo al amigo en espía, dile a las mujeres que la mejor forma de realizarse como mujer es cortando sus hijos a cachos... ¡Ese es el mensaje del Tirano, ese es el cebo con el que nos quiere pescar! En España somos tan listos que nos hemos tragado el cebo, el anzuelo, el sedal y la caña. Por muy poco no nos tragamos la barca...
Nos hemos olvidado de que por el amor se lucha, y nosotros no queremos luchar. Por eso somos un pueblo estéril. Las españolitas y los españolitos tienen grandes problemas para amarse, para procrear. No reconocen el amor cuando lo encuentran; y lo pisotean, tienen miedo al compromiso, miedo al futuro, miedo a todo:  así nos va... País de sicólogos de pacotilla y de masturbadores crónicos, nación sin hijos y sin esperanza, se nos pasa la vida con el temor a vivirla y el temor a equivocarnos y a no "realizarnos". El Tirano ha vencido. Y me diréis, ¿quién es ese Tirano? Para verlo con tus propios ojos, búscate un espejo.

viernes, 21 de octubre de 2011

Mis cachos íntimos

Hoy quiero hablaros de mis más fieles amigos, que son como yo mismo o, mejor dicho, son yo mismo, verdaderas partes de mí, mis cachos íntimos, mis entresijos.
Les tengo tanto cariño que estos días no leo la prensa, y así no me entero. Hay que cuidarse. Y es que decía Guareschi que hay cosas que el cerebro entiende pero el hígado no; y yo le tengo mucho cariño a mi hígado, nos hacemos compañía desde hace muchos años, y nos pasamos el día juntos. Con los años aprecias más esos fieles compañeros de celda que, contrariamente a las mujeres o los amigos, nunca te abandonan.

Por ejemplo, le tengo mucho respeto a mis cañerías internas, esos humildes pero eficaces intestinos que extraen lo mejor de cada alimento y no dan ninguna lata; amo mucho a mi valiente estómago, cementerio vivo de vete tú a saber cuántas piscinas de leche, cuantos rebaños de vacas y terneras, cuantas piaras de gorrinos, cuántos bosques de lechugas, cuántas arrobas de judías, garbanzos y macarrones, pozo sin fondo, agujero negro de insaciable apetito.
Le brindo verdadero afecto a mis pequeños pero eficacísimos riñones, que cumplen admirablemente su función; calculo que desde que Dios tuvo la ocurrencia de ponerme en este mundo, he debido evacuar cerca de treinta metros cúbicos de doradas aguas, mi pequeño Río Amarillo particular, el Hoang Ho de Luis. Treinta metros cúbicos es una piscina de chalecito.
Tengo, ya lo he dicho, auténtica reverencia por mi hígado, y también por mis pulmones, y por el pobre corazón que late todos los días más de ochenta mil veces, y no falla nunca... El día en que falle, no me enteraré porque unos segundos después, dejaré de estar.
Le tengo un gran amor a mi culo, esa carnosa y firme almohada que llevo incorporada, que me permite sentarme durante largas horas delante del ordenador para escribir idioteces.
Mis piernas son admirables, puedo andar kilómetros y kilómetros con ellas y me sostienen peñas arriba o peñas abajo a pesar de mi nada modesto tonelaje.
Le estoy muy agradecido a la vertebral columna que me sostiene sobre la base firme de mis enormes peanas. Tengo mucho cariño a mis callosas rodillas, mis codos, mi cuello, mi páncreas, mi píloro, mi bazo y hasta a mi ombligo, que todavía no le he visto utilidad pero algún día la averiguaré.
Por gustarme me gusta hasta Ulises, compañero inevitable de correrías, y traidor ocasional, que aunque no me sirve para nada, algo de compañía sí me hace; Ulises tiene ideas propias, un gran sentido de la independencia y el pobre cacarea por la mañana golpeándose el pecho como Tarzán, o se cimbrea cual elegante palmera, inútilmente, dicho sea de paso; pero el muy capullo todavía no se ha enterado...

La verdad es que hace lustros que no paso por la consulta del médico, ni falta que hace; todo me funciona como un reloj, pero no como un reloj cualquiera sino como los relojes de Ángel Manuel García, el Relojero Mayor del Reino, oiga.
Mis ambiciones se reducen a que durante las próximas décadas -la esperanza es libre- pueda seguir tomando mi tanque de café matutino y dormir como un saco de patatas por las noches, condición sine qua non de una salud perfecta. De hecho, como estoy tan harto de oír a los viejos hablar de sus achaques -que si la ecografía de la resonancia y la radiografía de la analítica- he decidido de una vez por todas que siempre estaré sano y de buen humor, hasta el día de mi muerte. ¡Me moriré sanísimo, seré el cadáver más sano del cementerio!
Hubo una época en que amaba a otros, ahora ya me limito a quererme yo mucho. Olé, olá, cada día me quiero más, como unidad de destino en lo universal y como conjunto de partes autónomas pero dependientes. Soy mi propia Península e islas adyacentes, un continente con un contenido que no te quiero ni contar.  Y como en breve no podremos gritar Viva España porque a nuestra patria le queda un telediario, pues yo gritaré, ¡Viva Luis Español! Y que viva por muchos años. Hala.

domingo, 28 de febrero de 2010

Los caminos del poder

Además del parentesco, otro tipo de relaciones permite alcanzar el poder

En la entrada anterior recordaba la constitución de redes familiares en el poder, tanto en las democracias como en los regímenes dictatoriales. El poderoso transmite a su prole su propia experiencia y comparte sus contactos y relaciones, permitiéndole saltarse las etapas de paciente espera en las antecámaras.
Una de las conclusiones que subrayaba es que esa actuación suele desmoralizar a quienes no gozando de esas prebendas familiares, difícilmente pueden aspirar a buscar un puesto bajo el sol. Lo que es verdad en política lo es también en todos los campos de la creatividad: en muchos negocios resulta fundamental la tutela familiar, es difícil que puedas poner una galería de arte, una sala de anticuario o una joyería si no cuentas con el asesoramiento de quien conoce los entresijos del negocio, o sea, el tío Benjamín.

El camino más directo
El que no tiene experiencia al final busca la del que sí tiene, alguien que le abra camino, que le muestre los secretos de la senda que lleva al éxito y la fama. ¡Cuánto ahijado sin padrino mataría para ser tutelado por quien llegó a buen puerto! Resulta conmovedor contemplar con qué inaudita inocencia, el recién saliente se imagina que quien ya llegó le va a brindar su amistad y su poder en un momento. “Hombre, Sr. Fernández, qué alegría recibirle en mi ministerio, espere un momento, que me levanto para que se siente Vd. en mi lugar; ahora mismo firmo un Decreto para que Vd. me sustituya”.
El novato pide el favor, pero los favores hay que pagarlos. Hay quien pone precio al culo; y no lo digo metafóricamente. Gran parte del poder en el mundo político o artístico de España reposa sobre esos peajes exigidos y consentidos. Sabemos de ministros, senadores, secretarios de Estado, músicos, bailarines y escritores que han pagado o cobrado su ración de culo recordando aquel retruécano de Ortega: “el camino más directo pasa por el recto”.

Mujeres y poder
Ortega escribía en un tiempo en que el poder era cosa de hombres. Ahora también es cosa de mujeres y la situación no ha variado sustancialmente: jóvenes ambiciosas supieron trepar a costa de seducir a hombres poderosos o a sus émulas adictas a la rica tortilla.
Recordemos a Teodora, influyente esposa de Justiniano, joven emperador que se enamoró como un chaval de aquella artista de pantomimas que debía ser más lista que el hambre, y conocer los secretos de la toma de Troya, el troncomóvil de Picapiedra o el cascabel de Maribel.
Y también se da la situación inversa: hombres que alcanzaron el poder acertando a labrar fanegas reales como aquellos favoritos de doña Isabel II o Catalina la Grande, constituyendo ministerios de los que sin mentir podremos decir aquello tan elocuente: “de aquellos polvos vinieron aquellos lodos”.
Hay muchas formas de entender y practicar el sexo: juego narcisista de seducción, capacidad de aprehender, ciencia del placer... En el caso de esas relaciones teledirigidas hacia el éxito, las relaciones carnales ya carecen de cualquier otra dimensión que no sea el puro ejercicio del poder: el toro dominante se tira al más débil de la manada, y ni siquiera le promete una luna de la que enamorarse. El instinto es así de burro.
La versión hétero es más prosaica; Promotion Canapé era el título de una peli francesa que describía cómo para alcanzar las mieles del triunfo hermosas jóvenes inmolaban sus encantos a la diosa Ambición, y no hace falta vídeos de ningún tipo: la imaginación basta y sobra, y de tanto vivirlo y observarlo, ya ni nos fijamos.

¿Debilidad o chulería?
En principio, debiéramos considerar ese ejercicio de poder como una prueba de debilidad; el gran jefe o la gran jefa, debiera abstenerse de promocionar a quien le procura íntimas emociones, y recordar aquella sentencia de Marco Aurelio, que hablando de su propio padre, alababa en él la “cesación de los amores por los mancebos” (Libro I, 16, uso la versión del mejicano Gómez Robledo). Pero el propio Marco Aurelio alcanzó el poder por decisión de Adriano, cuya pasión por Antinoo llegó a las crónicas; también es cierto que el bello efebo no entró en intrigas ni se interesó por el poder.
La carne es débíl y más la del político; si tratan de promocionar a su parentela no deja de tener su lógica que lleven al poder a amantes y amigos. Incluso al hacerlo con la más hortera publicidad, como sátrapas orientales o alcaldes marbellíes, se dan el íntimo gustazo de subrayar su poderío: "fijaos si soy chulo que he puesto a mi novio/novia de concejal. ¡Toma ya!".

Cayo Julio César
El político de raza, el que no se amilana ante las dificultades sino que se crece ante la adversidad, consigue abrirse camino a pesar de todo y de todos y los más brillantes activos reflejan un origen muy pasivo, y no me refiero a la contabilidad. Todos recordamos la trayectoria de Cayo Julio César, un señor tan importante que le dedicamos un mes del calendario y cuyo mote es ahora sinónimo de poder personal: Zar y Káiser son formas de César. Bueno, pues una de las primeras conquistas del amigo Cayo fue Nicomedes, rey de Bitinia, en cuya cama empezó a fraguarse tan prodigioso destino.

Pasiones inorgánicas
Subrayemos que también existen verdaderas pasiones al margen de lo orgánico. Por ejemplo, Luis XIII de Francia y su amado Cinq-Mars, mantuvieron una relación casta pero intensísima. Luis era muy cerebral y a Cinq-Mars le tiraban las señoras; y ¿qué decir de la afición que tuvieron Carlos IV y María Luisa por Godoy (cuyo retrato encabeza esta entrada)?
Nadie ha conseguido reducir al campo sexual esa Trinidad, y los que escriben al respecto nunca han presentado documentos convincentes, limitándose a barajar rumores.

El camino de la amistad
Igualmente, el periodista Luis Herrero ha destacado en un excelente libro cómo la profunda amistad entre su padre, Herrero Tejedor, y Adolfo Suárez fueron la base para el lanzamiento del segundo. De grandes amistades han surgido destinos asombrosos, y el arte de hacerse amigos es muchas veces más eficaz que el de prostituir los naturales encantos. La palanca de la amistad es sin duda el medio más simpático de proyectarse en el mundo, aunque no pretenderemos que sea el más objetivo. Ninguno lo es. La meritocracia no existe.
Así que mi consejo a los jóvenes ambiciosos es no dejarse desanimar por el nepotismo vigente; siempre hay espacio para el talento. Los caminos de Dios serán inescrutables, pero los del poder resultan diáfanos.
Luis Español Bouché