Vuelvo a ocuparme de mi blog

De paso recupero artículos míos en los desaparecidos portales suite101.net y asturiasliberal.org o artículos borrados de la versión electrónica de abc, preservados por archive.org o por la memoria caché de google.

LA CITA DEL MES: Cyrano de Bergerac

"Mais on ne se bat pas dans l'espoir du succès ! Non, non ! C'est bien plus beau lorsque c'est inutile ! "

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domingo, 11 de junio de 2023

Fanatismo de sustitución


Leo en El País un artículo sobre las declaraciones de dos historiadoras que quieren descolonizar el museo de América. La destrucción de cualquier tipo de historia a manos de los ideólogos con sus leyendas negras a mano, no es más que el reflejo de la sustitución de unos prejuicios por otros. Se sustituyen las leyendas negras tradicionales contra los negros, los asiáticos o los colonizados por otras leyendas negras no menos absurdas contra los blancos, los europeos o los cristianos, un hecho que no es más que la expresión misma de la imbecilidad de nuestra especie. Lo primero que hicieron los cristianos cuando tras el Edicto de Milán dejaron de perseguirlos, fue convertirse en perseguidores de quienes les habían perseguido... Un día se denigra a los homosexuales y hoy todo heterosexual es sospechoso de homofobia; se minusvaloró a las mujeres y hoy todo varón es sospechoso de ser poco menos que un violador; otro día se perseguía a los judíos y luego a los que no son sionistas los llaman antisemitas. ¿Homo sapiens? ¡Menudo chiste! Homo imbecilis, más bien. Julián Juderías no daría abasto hoy día...

viernes, 18 de julio de 2014

La Checa de Historia en el Gulag Complutense

Hoy es el cumple de un gran tipo, de uno de los nuestros, como era el desaparecido Nelson Mandela, un señor que supo luchar contra la discriminación y la persecución a lo largo de su nada estéril vida, de su larguísimo encarcelamiento. El ejemplo de Mandela me llena siempre de optimismo: es posible cambiar las cosas, aunque parezca imposible. Él mismo, en sus interesantísimas memorias, no se enorgullece de toda su trayectoria, de sus ideas de juventud, pero sí da testimonio de su perenne búsqueda de una sociedad más justa y más libre, y su éxito ha sido el éxito de miles de personas buenas que han luchado para erradicar algo tan intrínsecamente satánico como el fenecido régimen del Apartheid.

Libertas perfundet omnia luce
El lema de la Complu -escondido dentro del blasón jaquelado del cardenal Cisneros- es "Libertas perfundet omnia luce",  o sea , la Libertad lo llena todo de Luz. Y podríamos añadir, el Fanatismo lo llena todo de Sombras.
Me gustaría que la Complu fuera noticia por los Premios Nobel que le den a sus antiguos alumnos, por los descubrimientos de sus facultades científicas, por el éxito internacional de los libros de sus profesores. Pero la Complu se parece cada vez más al Ateneo, sólo sale en los periódicos con motivo de algún escándalo... El Gulag Complutense, que un día fuera Universidad, se compone de distintas Checas (antes Facultades) donde se persigue oficialmente la religión católica. El Sr. Otero, Decano de la Checa de Historia ha considerado oportuno y chanchipiruli cerrar la apacible capilla que no se metía con nadie; el Rector del Gulag, Sr. Carrillo, ya había expresado en su día su voluntad de cerrar las capillas católicas de la Complutense. Supongo que el Rector acariciará la mejilla del Decano y le dará un cariñoso pescozón en la oreja como hacía Napoleón con sus gruñones pero valientes soldados: "¡Tú sí que vales, chaval!". "¡Menos que tú, Hefe!". No existe en todo Occidente una sola Universidad digna de ese nombre en que se cierren las iglesias y las capillas de sus campus, salvo en el Gulag en que se ha convertido la que en su día fuera Universidad menos lamentable de nuestro tristísimo panorama universitario

Es inevitable que otros pesquen en aguas revueltas
El cierre de la capilla en la Checa al mando del Sr. Otero ha movilizado al lobby Hazte Oír y al partido Alternativa Española. Personalmente, no me fío de Hazte Oír desde que una sentencia judicial puso de manifiesto las relaciones de alguno de sus miembros con la secta secreta El Yunque. HO ha realizado fantásticas campañas a las que he apoyado y no sé si seguiré apoyando, porque no sé si me puedo fiar de ellos.
No me interesa AES, que busca en el caladero católico votos sumamente improbables, porque no me interesa nada de lo que pueda aportar en política el yerno y heredero espiritual (?) de Blas Piñar.
Que HO y AES quieran capitalizar el tema de las Checas del Gulag Complutense y la persecución oficial a la religión católica por parte de un Rector y un Decano que no tienen visiblemente nada mejor que hacer, me parece inevitable. HO es un lobby que vive de sus actividades como lobby. AES es un partido sin votantes. Me parece lógico que quieran medrar con el tema de los cierracapillas. También la Asociación Lagarterana de Fabricantes de Botijos de Metacrilato ha anunciado su apoyo a los actos de repudio contra esa acción intolerable, y vender de paso algún botijo.
La Iglesia Católica española somos millones y millones de españoles que nada tenemos que ver con Yunques ni Piñares, ni con HO ni con AES ni con la Asociación Lagarterana de Fabricantes de Botijos de Metacrilato. No nos representan. Nos representan sin duda mucho mejor nuestros obispos como el obispo César Franco que celebró misa en los pasillos de la Checa de Historia, puesto que no podía acceder a la capilla cerrada por orden del Sr. Otero.

Luchar por nuestra supervivencia
Personalmente pienso seguir escribiendo sobre el tema porque creo que la mejor forma de impedir que nadie nos utilice en su negocio como lobby, como partido o como asociación de fabricantes de botijos consiste en escribir y firmar nuestra más enérgica, reiterada y pelmaza condena de un acontecimiento que no tiene precedentes en toda la Comunidad universitaria occidental. En todos los medios posibles, en papel o electrónicos, por activa y por pasiva: ¡a por ellos! Que esa condena personal coincida con las actividades de los referidos lobby, partido o asociación no debe desanimarnos en absoluto. Podemos estar todos juntos en este causa, que es ni más ni menos que la supervivencia del catolicismo en España. El camino más largo empieza con un paso y el paso que ha dado el Sr. Otero con las bendiciones del Sr. Carrillo no tiene otro propósito que la persecución a una fe y a un sentimiento religioso. Son creadores de sombras. Lo demás, es sólo cacareo. Luchemos contra esa eclipse de la razón para que la luz de la libertad vuelva a iluminarlo todo...

domingo, 29 de diciembre de 2013

La Historia sobrevivirá a todos los historiadores

Las catedrales no llevan firma, ¿para qué? Tampoco llevan firma el viento que acaricia las amapolas de un trigal, ni la espléndida agonía del crepúsculo sobre la Sierra; no llevan firma las olas, ni los pájaros del cielo, ni la piel recordada de un amor. Y es que las obras son mejores que sus autores y las leyes mejores que los legisladores; Dios es infinitamente mejor que sus pastores y la Historia sobrevivirá a todos los historiadores.
Hace unos días leí un pesadísimo artículo de un famosísimo historiador -no le podemos negar ese título- que siguiendo su inveterada costumbre no cita ningún dato que vaya en contra de sus tesis a pesar de conocerlos perfectamente, porque se le puede acusar de todo menos de ser un indocumentado, y de tonto no tiene ni la sombra de un pelo. Pero él quiere vender su verdad, su versión de los hechos, su Cuento de la Buena Pipa... Y ya se sabe, si los datos contradicen una buena teoría, con suprimir los datos, hacemos buena la teoría.
Tanta estupidez me ha dejado asombrado, sobre todo por su profunda inutilidad.  Cuántos se molestan en mentir, en elaborar sabios embustes... Ardid estéril, al final la verdad se impondrá: ¡todo se conoce! ¡Todo se acaba sabiendo! Mentir no sólo es malo, además no sirve para nada. Por mucho ruido que metan los falsarios, Clio seguirá interpretando la música del tiempo.

sábado, 25 de junio de 2011

Pensamientos que consuelan

Hace unos meses que un equipo de investigadores franco-alemán descubrió una necrópolis clásica en los aledaños de Atenas. En una de las tumbas pertenecientes al llamado Estrato A, se encontraron fragmentos de un tratado perdido de Aristóteles titulado Libro del Consuelo cuyos apotegmas, traducidos por el famoso helenista japonés Ken Naboduro, han sido divulgados esta mañana por los principales medios del país.

Un primer grupo de máximas se inscribiría en el marco del pensamiento asertivo.

- Todo tío delgado y atlético que pratica deporte, liga, y tiene una tableta de chocolate en lugar de una tripa cervecera, es maricón.
- Toda tía que no me hace caso, es tortillera.
- Dicen que la arruga es bella; mecachis, ¡qué guapo soy!
- Las canas son una marca de distinción.
- Si la verdura fuese tan sana, veríamos vacas en las Olimpiadas.
- Yo bailo muy bien, lo que falla es la música.

En cambio otros aforismos consisten más bien en negaciones:

- No soy un gorrón, es que honro tu mesa.
- No es que sea pobre, es que soy minimalista.
- No son ronquidos, es el sereno descanso del atleta.
- No me canta el sobaco, es que soy muy viril.

La comunidad científica está pendiente de nuevos descubrimientos en el Estrato A, siempre y cuando Europa financie las excavaciones.

martes, 14 de junio de 2011

El éxito de la cultura que se expresa en inglés


Acaba de presentar un texto muy interesante Agustín Rodríguez González, en la línea de otros suyos- desmitificando a Francis Drake y la supuesta superioridad naval inglesa en el siglo XVI. En realidad, lo más subrayable del trabajo es que la política anti-española y anticatólica de Isabel Tudor se saldó por un fracaso final. Ni consiguieron entonces establecerse los ingleses en América, ni sus éxitos navales fueron duraderos o decisivos y la Drakomanía o el culto a la Reina Virgen son más bien resultados propagandísticos muy posteriores de la biografía victoriana aceptados acríticamente por inexpertos papanatas. Más detalles aquí.

El éxito utiliza el inglés
Los análisis históricos pueden ser muy distintos, tantos como ópticas. Pero, con todas las salvedades que queramos, el hecho de que hablemos todavía del fracaso de la Grande y Felicísima Armada, o de Isabel Tudor dice bien alto el triunfo final de la cultura que se expresa en inglés. Y eso sí que es una realidad incontrovertible. La construcción del mundo infantil con los productos Disney o Harry Potter, el imaginario cinematográfico, las series de televisión, empezando por "Los Tudor", todo nos cuenta el éxito arrollador de esa cultura que ha conseguido que las canciones pop y la economía se articulen en la lengua del éxito. No existen modelos españoles equiparables en éxito a la arrolladora victoria de la anglofonía, que ha conseguido incluso derrotar a la lengua culta universal que era el francés. Aparte de chiringuitos cutres en Sol, ¿qué aportamos que sea nuevo, entretenido y aceptable por el público internacional?

lunes, 6 de junio de 2011

Torrente historiador

España ha vivido en las últimas etapas y más todavía durante el demenciato una intensa inmersión en la vulgaridad. Cuando me hablan del señorío español y de sus históricas modalidades -el recio pero noble señorío castellano, el seny catalán y otras elegantes ilusiones, caídas ya, hace demasiado tiempo, del árbol del corazón, siempre contesto que "El señorío caducó con la televisión".
Porque hoy día el hablar grosero y decir tacos es una especie de deporte nacional liderado por esa perversa máquina que vomita en el salón de nuestra casa toda la fealdad del mundo, ya sea nacional o de importación. Por cierto, las series españoles son inexportables; en Hispanoamérica -nuestro mercado natural- no pueden soportar la vulgaridad de nuestros guiones.

El abismo educativo entre dos Españas
 Consecuencia de la nefasta dejadez en los colegios y de la conspiración televisiva para lobotomizarnos a todos, es que el abismo entre las personas educadas y los horteras es cada día mayor. Y eso no lo arregla ninguna revolución, ni liberal, ni socialista ni de las JONS. El que dice palabrotas se autoexcluye de determinados ambientes donde no se estila el hablar grueso. Hay jóvenes y viejos de muy distintas extracciones -unos pobres y otros ricos- que no dicen jamás tacos porque no necesitan ensuciarse la boca ni humillar la lengua para expresar lo que sienten. El profundo abismo que separa al hortera de la gente educada es particularmente cruel porque hay quien por culpa de padres y profesores ineptos se verá toda la vida al margen de gratas compañías exclusivamente porque no le enseñaron modales a tiempo ni le subrayaron a base de pedagógicos azotes y tirones de orejas el undécimo mandamiento, tan importante como los otros diez, que se reduce a dos palabras: "No molestar".

Torrente, arquetipo de la ordinariez
Signo de los tiempos que vivimos es el gran éxito de las películas de Torrente, personaje que no tiene modelo en la realidad porque nadie puede ser al mismo tiempo tan zafio, estúpido y cobarde. Se supone que Torrente es franquista, del Atleti, ex-policía, patriota español y admirador del Fari. Yo ni soy franquista ni del Atleti pero tengo mucha simpatía por el Fari -me hacía gracia su gitana vitalidad-, por España  y por la policía -carca que es uno, que le vamos a hacer- y maldita la gracia que me hace Torrente. Eso sí, como caricatura, hay que reconocer que Torrente es un hallazgo; sus rasgos recuerdan a esos patrioteros -que no patriotas- que ni tienen hijos ni trabajan, ni pagan impuestos pero creen que amar a la patria consiste en manifestarse como xenófobo y racista, mira tú qué bien. Torrente, como es lógico en un personaje de su calaña, odia a los franceses y a los ingleses. En Misión en Marbella, Torrente lanza un cohete sobre Gibraltar "Gibraltar español, o pa nadie" y cuando ve que el cohete funciona se lamenta "si llego a saber que funciona, lo apunto pa Francia". Nuestro patrioterismo es así de cutre; nos falta talento para inventar cuentos tan divertidos y entretenidos como La Bruja Novata así que preferimos recurrir a la estética de albañal y a la provocación de niños de cinco años repitiendo como conjuros caca, culo, pedo, pis.

Un artículo de Pérez Reverte
No sé por qué he pensado en Torrente al leer un artículo reciente de don Arturo Pérez Reverte, publicado en el semanario XL y que podéis leer en línea aquí.
Confiesa el autor de El maestro de esgrima, que le gusta de vez en cuando disfrutar "como gorrino en bancal de zanahorias". La verdad es que me divierte mucho la idea de ver a don Arturo todo rosa y hermoso, con un rabo a lo Buendía, come que te come zanahorias... La imagen no me cuadra bien con la idea que tenía del escritor, de rostro amable y barbado, pero a todos nos puede dar el siroco. El artículo en cuestión no hace mucho por la fama de su autor. Reproduzco -espero que la SGAE no me mande fustigar con látigos avinagrados- algunas líneas significativas:

Hace tiempo que no cuento una de esas historias de navegaciones y batallitas que me gusta recordar de vez en cuando. También llevo años sin mentarle la madre a la pérfida Albión; que, como saben los veteranos de esta página, siempre fue mi enemiga histórica favorita. Si como lector disfruto con los libros que cuentan episodios navales o terrestres, disfruto mucho más cuando quienes palman son ingleses. Como español -cada cual nace donde puede, no donde quiere- estoy harto de que todos los historiadores y novelistas británicos, barriendo para casa, describan a los marinos y soldados de aquí como chusma incompetente y cobarde que olía a ajo. Por eso, cuando tengo ocasión de recordar algún lance donde a los súbditos de Su Graciosa les rompieran los cuernos, disfruto como gorrino en bancal de zanahorias. A otros les gusta el fútbol.

Hombre, ese tipo de declaraciones, en un bar comiendo una ración de oreja a la plancha y con dos vinos, está bien. Yo las he soltado -y espero soltarlas- peores y muchísimo más gordas. Pero publicarlas, así, de sopetón, en el mejor y más leído semanario de España que es el XL no es una buena idea. Me imagino las rasgaduras de vestiduras de nuestros fariseos rojigualdas si un autor inglés escribiera, hoy, en el Times o en el Guardian que disfruta mucho con historias en las que los que mueren son españoles. Ya veo la reacción: "¡La Leyenda Negra! ¡Nos odian! ¡Nos despresian! ¿Por qué no nos quieren, señor?"

Charles Esdaile
Pero bueno, nadie me obliga a leer al Sr. Pérez Reverte, ni la revista XL; con no comprar ABC los domingos se ahorra uno muchos disgustos. Lo que sí me ha molestado es que el Sr. Pérez Reverte, en su agresiva logorrea, maltrate a un distinguido hispanista como Charles Esdaile, al tratar de una cruenta batalla de la Guerra de Independencia de la que sin duda sabrán mucho los especialistas pero lo que es un servidor, ni papa, oiga. Y entre esos especialistas se encuentra el Sr. Esdaile que para eso lleva décadas buceando y fisgando en los archivos para reconstruir aspectos de nuestra historia, archivos donde suponemos que el Sr. Pérez Reverte -que nos perdone si nos equivocamos- nunca ha puesto ni pondrá los pies. El Sr. Esdaile no escribe artículos incendiarios sino libros gordos con montoooones de notas al pie que es como escriben los historiadores. Hay otros especialistas sobre la Guerra de Independencia que, como el Sr. Esdaile, se han tirado años de su vida entre papeles y documentación original. Y naturalmente tienen esos señores todo el derecho del mundo a discutir los trabajos del Sr. Esdaile. Esos especialistas, y no el Sr. Pérez Reverte, pueden y deben criticar y autocriticarse, que precisamente el Conocimiento no nace de una divertida charla en El Churro Alegre sino de la exposición serena de los datos. En las ciencias históricas no hay ganadores ni perdedores, hay sencillamente datos, acreditados o no, y opiniones, justificadas o no, y tan importante es demostrar que una teoría es acertada como falsa, porque no se trata de ganar premios a la testosterona sino de desentrañar la esquiva y evanescente verdad.

La ignorancia es osada
España disfruta de magníficos historiadores foráneos o forasteros que a veces mantienen enfoques diametralmente opuestos pero se han ganado el respeto de la comunidad científica. Yo no le enmendaría la plana a Ozanam sobre el reinado de Fernando VI, ni a Diego Tello sobre Ricardo Wall, ni a Agustín Rodríguez sobre la historia de la marina española, ni a Fernando Puell sobre la historia social del Ejército, ni a Juan Pando sobre tantos temas en los que ha sido pionero, ni a Gibson sobre el asesinato de Calvo Sotelo o Paracuellos. Son los maestros, los primeros de la clase, los que saben. A Dios gracias, hay lugar para la excelencia en este mundo. Y para llevarles la contraria a esos señores, hay que atarse los machos y dedicar unos veinte años de la vida a los temas que han estudiado entre legajos polvorientos.
Stanley Payne y Paul Preston tienen ideas muy distintas sobre la Segunda República, pero ambos se han ganado el derecho a hablar ante sus colegas porque ambos han publicado, como Esdaile, libros gordos con muchas notas. Entonces, ¿a qué viene la diatriba de un gran escritor y periodista contra un distinguido investigador que, además, tiene una visión de la Guerra de Independencia renovadora?
Lo más lamentable del asunto es que el bueno de Pérez Reverte estoy seguro de que no sabe nada de Charles Esdaile, y que si se conocieran serían los mejores amigos del mundo, saldrían de copas por Madrid y acabarían cruzando la espada en alguna de esas divertidas batallas en las que participa el británico historiador, pero ya se sabe, Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.

Una opínión de Julián Juderías sobre los hispanistas
Supongo que ni siquiera Pérez Reverte en un momento de máxima exaltación se atreverá a despreciar la grandeza de Julián Juderías, inventor de la imagología y padre de una obra mil veces plagiada como La Leyenda Negra. Pues el discurso de ingreso de Julián Juderías en la Real Academia de la Historia fue un canto de amor a todos esos hispanistas que, como el Sr. Esdaile, en lugar de dedicarse a otros oficios más rentables como banquero, proxeneta o sexador de pollos, han elegido la rara vocación de estudiar España y los españoles. Vale la pena recordar algunas líneas:

¿No estamos en lo cierto afirmando que nuestra Historia la han escrito los extranjeros y que a duras penas se hallaría en nuestras bibliotecas libros nacionales que tratasen, no de todos, sino de algunos de los temas estudiados por los autores que acabamos de enumerar? Y si de los dominios de la Historia propiamente dicha pasamos a los de la literatura y del arte, comprobaremos que han sido los extranjeros quienes han escrito la Historia de nuestras letras, los que han analizado las obras de nuestros autores más famosos, que a ellos se debe no poca parte de la celebridad indiscutible de que gozan algunos de nuestros clásicos, y que también nos es forzoso acudir a sus obras para darnos cuenta cabal de la influencia que ejercieron sobre el mundo en los dominios del espíritu.

sábado, 12 de marzo de 2011

Salvemos la Historia sumergida

El caso Odyssey
Hace algo más de tres años en el Colegio de Abogados de Madrid se celebraron unas jornadas acerca del  patrimonio histórico sumergido y su necesaria defensa.
Intervine en esas jornadas con mi habitual entusiasmo y cierta agresividad porque nadie podía mostrarse moderado, blandito y conciliador ante el escandalazo que suponía y todavía supone la evidencia de que un barco de la empresa Odyssey -especializada en obtener beneficios a partir de restos arqueológicos- recalase durante varios años en nuestros puertos sin que nuestras Autoridades -por llamarlas de algún modo- mostraran el menor interés al respecto...
A ese escándalo se sumaba la tentativa de Odyssey, con la complicidad de un New York Times más amarillista que nunca, de involucrar al Perú, Gibraltar y el Reino Unido en un contencioso con España para alargar los procedimientos y dilatar ad nauseam la devolución de las monedas rapiñadas entre los restos históricos de un pecio, que ellos declararon ser La Mercedes, barco hundido el 5 de octubre de 1804 tras un alevoso ataque británico sin declaración de guerra, en lo que Agustín Rodríguez González calificó como "otro día de la infamia." Naturalmente, nadie salvo los responsables de la propia empresa cazatesoros sabe exáctamente de dónde se extrajeron aquellas monedas ni cuáles fueron los daños infligidos a los correspondientes yacimientos.
Algunos oscuros funcionarios y otros no tan oscuros políticos han contraído con España una ilimitada responsabilidad al no tomar las medidas oportunas para evitar precisamente lo que ocurrió, lo que no podía menos que ocurrir si no se intervenía.
El organizador de las jornadas era el abogado José María Lancho quien tuvo en el caso Odyssey una destacadísima actitud, proporcionando información crucial para la defensa de los intereses de España ante los tribunales de Florida -lo que contribuyó poderosamente a la victoria de nuestros representantes- y llevando la causa penal contra Odyssey abierta en los juzgados de la Línea de la Concepción.

Un manifiesto
Lo sucedido con Odyssey no es más que la punta de un gigantesco iceberg: el sistemático saqueo del patrimonio subacuático. Es un tema sobre el que ya me pronuncié hace años en un viejo artículo.
El pasado 9 de marzo se presentó en Marbella el Manifiesto por la Integridad de la Memoria Sumergida. En su proemio, el manifiesto subraya que la tecnología permite hoy detectar pecios seculares con el consiguiente peligro de que los neovándalos de las empresas cazatesoros destruyan inestimables restos arqueológicos con el solo fin de extraer algo de oro y plata. Es una atrocidad idéntica a la que supondría demoler a golpe de barreno la Gran Pirámide para ver si encontramos algún tesoro oculto... De hecho, esa atrocidad se llevó a efecto a principios del siglo XX cuando depredadores disfrazados de arqueólogos volaron con dinamita pirámides mayas buscando algún objeto qué vender... Sólo me queda desear que ese tipo de manifiestos llamen la atención, lo suficiente para que las autoridades salgan de su habitual estado de pasmación.

lunes, 8 de febrero de 2010

Simón Bolívar, traidor y genocida

Madrid honra en su parque del Oeste a uno de los mayores asesinos de españoles.

En la entrada anterior fijaba mi atención sobre todos esos compatriotas nuestros que a base de matanzas y escabechinas han alcanzado un cierto reconocimiento público, y proponía un Parque de los Verdugos para honrar su sangrienta memoria. Eso me recuerda que en Madrid tenemos un Parque del Oeste que bien pudiera llamarse de los Traidores, donde tienen su estatua tanto el cura Hidalgo como el ínclito Simón Bolívar.
Precisamente, en 2010 conmemoramos los primeros pasos de los “libertadores” del continente americano, aquellos españoles que mataron compatriotas a mansalva en nombre de la "Independencia". Si alguien merece pasar a la historia como Verdugo Mayor, será sin duda Simón Bolívar, epítome de la traición y celebrado genocida.

Bolívar, icono de Hispanoamérica
Bolívar es uno de los grandes iconos de la América española; por toda la América hispana y hasta en Canadá te encuentras estatuas y referencias, provincias y ciudades que aluden al siniestro personaje, como revela la wikipedia, y hasta un país entero llamado Bolivia. Los venezolanos incluso lo han convertido en su moneda y cuentan en bolívares, pero claro, es que nadie les contó quién era Bolívar de verdad.

Racista, cruel y genocida
Como tantos criollos, Bolívar sentía el mayor desprecio por negros o mulatos y el origen de la sublevación americana debe buscarse, dicen los sabios, en el hecho de que la Corona Española empezara a dar y vender cargos a los morenos. De hecho, cuando Fernando VII inicia la represión en América, enfrentó a negros contra criollos y las columnas de Boves se componían esencialmente de negros y mulatos, lo que en el Caribe llaman despectivamente la negrada.
Ese Bolívar del Parque del Oeste, a cuyos pies juegan niños inocentes, es el mismo Bolívar que mandó decapitar a los españoles prisioneros, el mismo Bolívar que decretó la Guerra a Muerte, es decir, el exterminio sistemático de todos aquellos españoles que no tomaran las armas contra España, el Bolívar que traicionó a Miranda. Al lado de Bolívar, los revolucionarios franceses de 1793 eran hijas de la caridad. El decreto de  Guerra a Muerte, modelo de cinismo sangriento, incluye estas líneas:

A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se digna, aún, abrirles por la ultima vez una vía a la conciliación y a la amistad; todavía se les invita a vivir pacíficamente entre nosotros, si detestando sus crímenes, y convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros a la destrucción del gobierno intruso de España, y al restablecimiento de la República de Venezuela. Todo español que no conspire contra la tiranía en favor de la justa causa, por los medios más activos y eficaces, será tenido por enemigo, y castigado como traidor a la patria y, por consecuencia, será irremisiblemente pasado por las armas.

Lo de pasar por las armas no era ninguna amenaza en vano. Bolívar ordenaba de modo habitual la ejecución de los prisioneros, culpables de ser "españoles o canarios". El antiguo senador colombiano Pablo Victoria le ha dedicado recientemente un libro a dicho asuntillo sin importancia...

Carlos Marx despreciaba a Bolívar
Uno de los mayores chistes de la Historia es que el actual histrión venezolano quiere hacer una república socialista alimentada a la vez en el pecho de Marx y en el de Bolívar cuando, precisamente, Carlos Marx sentía un desprecio inimaginable por la figura y la persona de Bolívar. La biografía que escribió Marx de Bolívar, publicada en The New American Cyclopedia y traducida por Juan R. Fajardo para marxists.org, es todo un poema y la podéis leer aquí.

La estatua de Bolívar, erigida por el franquismo
Dado que en Madrid tenemos una estatua en honor de Satanás, la del Ángel Caído, parece lógico que durante tanto tiempo la tuviese también Franco, o que ahora mismo Largo Caballero -el presidente de Paracuellos- disfrute de la suya. Mañana sin duda le dedicaremos una al etarra De Juana, tiempo al tiempo.
Precisamente la estatua dedicada al Señor Oscuro de América, el genocida Simón Bolívar, se elevó en tiempos de Franco, un 28 de octubre de 1970 con gran aparato oficial; la decisión se había tomado medio siglo antes: fue un empeño de Alfonso XIII bajo el gobierno del dictador Primo de Rivera, que por distintos motivos se retrasó. El punto en común entre los dos caudillos, el de allá y el de aquí, eran los océanos de sangre vertida; no se puede negar cierta lógica en el hecho de que el régimen de Franco, traidor y genocida, honrara la memoria de otro traidor y genocida. Y todos los capitostes españoles, demócratas u orgánicos, aceptan llevar condecoraciones infamantes como la Orden del Libertador, con el busto de Bolívar, igual que aceptan premios de la fundación Sabino Arana, aquel nazi avant l'heure fundador de la pesadilla vasca.

Los huesos de Bolívar
Leyendo un artículo de Ludmila Vinogradoff, me entero de que el ínclito Chávez no contento con humillar la infeliz Venezuela con el sangriento título de república bolivariana, quiere recuperar los huesos de Bolívar para captar su energía, en el marco de no sé qué creencias de la santería cubana. No sé si tragarme la mitad de la décima parte del artículo pero desde luego nos abre perspectivas insospechadas; quién sabe, si en el siglo XXII todavía queda algo de España seguro que tendremos facherío -inasequible al desaliento- y a lo mejor les da por robar los huesos del Caudillo en el Valle de los Caídos para hacerse caldos patrióticos... Ya me imagino a los descendientes de nuestros liberales-de-brazo-en-alto invocando al Caudillo por medio de queimadas funerarias: "¿Espíritu de Pacoooo, estás aquí?"

Convergencia entre españoles e hispanoamericanos
Este 2010 amenaza con ser duro. No quiero ni imaginar cuántos discursos y cuánto floripondio le vamos a dedicar a los sangrientos padres de la “emancipación” hispanoamericana, que empezó con una serie de degollinas y a la que siguió, en países como Argentina, el holocausto de sus indios.
Padres de la Patria y Libertadores supieron arrasar con profesional eficacia naciones que por sus recursos y circunstancias deberían ser un dechado de prosperidad. También es cierto que aquellos traidores se enfrentaron al Padre de toda Traición que fue Fernando VII, el rey felón por antonomasia, la encarnación misma de la doblez, la fatalidad y la crueldad.
Al final tenemos que aceptar que los hispanoamericanos son nuestros hermanos en todo, en lo bueno y en lo malo, y a ellos también les va la marcha y le dedican sendas estatuas a sus ogros locales.
Luis Español Bouché

viernes, 5 de febrero de 2010

El Parque de los Verdugos

La fama y memoria públicas parecen función de la sangre derramada.

Los de la Memoria Histórica están quitando un montón de estatuas del Invicto, y digo yo ¿qué harán con ellas? Tampoco es plan coleccionarlas: una estatua ecuestre del Caudillo puede pesar sus cinco toneladas y no hay álbum de sellos donde colocarla, así que con mi habitual generosidad brindo al Ayuntamiento la idea de aprovechar estos tiempos de bonanza económica para poner en pie un Parque de los Verdugos. Así, a las estatuas del Generalísimo les sumaremos las de Negrín y Largo Caballero, Iñaki de Rentería, Fernando VII o los “reyes” carlistas; también podemos pedirle a Bibiana Aido que pose con algún protobebé disecado. Y es que en semejante Parque, jóvenes y menos jóvenes aprenderían historia por ósmosis en medio de la galería de monstruos que constituyen la flor y nata de nuestro glorioso pasado, brillante presente e inmarcesible futuro. No me digáis que no sería conmovedor ver a las parejitas comerse a besos a la benigna sombra del Cura Santa Cruz o del General Queipo de Llano, perderse por el paseo de Margarita Nelken o disfrutar de una horchata en el Quiosco Fernando VII.
¿Y qué me decís de nuestros dulces reyes medievales? Fijaros sólo en los Ramiros segundos, el afectuoso Ramiro leonés que sacó los ojos a su hermano y a sus primos o el otro Ramiro, el aragonés, el de la Campana de Huesca... Ya imagino la Rosaleda de los Ramiros, la que desemboca sobre el Parterre del rey don Pedro... En ese Parque nuestros niños aprenderán que matar españoles siempre ha constituido un noble deporte amén de un próspero negocio que aporta toda suerte de réditos, y es que España recuerda con verdadero cariño a sus verdugos. No entender esa verdad es negarse a aceptar la dramática evidencia de nuestro discurrir histórico. La iniciación de todas nuestras figuras nacionales empieza con un holocausto, y el hispanicidio es una condición sine qua non para alcanzar la fama. No busquéis en Madrid estatuas en memoria de hombres de cultura y de paz como Julián Juderías, Julián Marías o Jiménez Fraud. No las encontraréis; por algo será: la inteligencia es sospechosa y la bondad repulsiva.

En nuestro parque tendremos la Avenida del Facherío, que ha hecho sobrados méritos. Y no hace falta memoria zapatera: Franco y su pandilla mataron españoles a patadas, usaron unidades de élite para liberarnos y desde el primer momento de sublevación, iniciaron una larguísima represión que incluyó miles de fusilamientos y la muerte en prisión por enfermedad de otros tantos miles de prisioneros (entre otros Besteiro y Miguel Hernández)

Naturalmente, nuestra parque tiene que ofrecer una Glorieta del Rojerío. A Largo Caballero, presidente del Gobierno cuando la matanza de Paracuellos, le pusimos en Madrid calle y estatua, igualito que a Prieto, que tuvo su papel en la cruenta sublevación de Asturias que tanto daño hizo a la II República. Pues trasladamos las estatuas de ambos a nuestro Parque, y en paz. Bajo el gobierno de Negrín, fue exterminado el POUM y secuestrado ¡en la cárcel! y más tarde asesinado, Andrés Nin. ¿Cómo es que Negrín no tiene todavía estatua? ¿Eh? ¡Hay que fundirla ya mismo! En cuanto a la ya referida Nelken, ángel exterminador de la retaguardia, tan amiga de Fernando Condés, uno de los asesinos de Calvo Sotelo, nadie podrá negarle el mérito de haber abogado por el exterminio de las mujeres de derechas, en un alarde de feminismo.

Imprescindibles, los Jardines de la Boina Roja, en honor de los pretendientes carlistas que asolaron España en distintas ocasiones en nombre de la Santa Tradición, tradición auténtica, podríamos añadir, ya que nada más tradicional para nuestros verdugos, que andar decorando árboles con ahorcados y tapias con fusilados. Si existe el Árbol del Pan, y el Árbol del Queso, seguramente existirá un Árbol de la Boina, con las raíces hundidas en la Ignorancia y los frutos teñidos en sangre...

Y no le negaremos a los hermanos Bonaparte un estanque al menos tan grande como el del Retiro. Considerad su admirable matanza de españoles... ¿Cómo quedó España tras la guerra de Independencia? Poca coba le dio Vallejo Nájera en su libro a ese José I que dejó España asolada -llegó a perder la décima parte de su población - pero se acordó de rapiñar las joyas de la Corona.

El monumento al Hijoputarri es inevitable; ETA ha hecho suficientes méritos para ello. Matar 828 españoles puntúa, aunque no sea gran cosa comparado con los grandes hispanicidas de nuestras guerras, pero bueno, hay que reconocerles a los etarras cierto mérito mediático: en lugar de matarlos de golpe lo hicieron poco a poco, para molestar durante más tiempo.

Un jardín de bonsáis recordará la labor de los abortistas que se han cargado un millón y pico de españoles por nacer en los últimos treinta años. El bonsai es también una criatura a la que no dejan desarrollarse sino que por medio de sabias torturas y refinados tormentos es reducido al estado de arbusto ornamental. Sin duda algún día esos menguelcitos de quirófano tendrán su monumento en nuestro Parque y les tributaremos generosos homenajes.

La fórmula de Mirameba

Iba a concluir con la siguientes líneas: ¡Honor a nuestros amos! Que nuestra sangre, vertida en abundancia proclame bien alto su perenne gloria; con razón nos recordaba el otro día Bin Laden: “Quien bien Osama os sabrá matar”.  Sin embargo me he dado cuenta del gran escollo que amenaza la flotabilidad de mi proyecto, y es que todavía no sé cuántos españoles hay que matar para pasar de asesino corriente a padre de la patria: ¿cuántos muertos vale una calle? ¿y una estatua? Se lo consulté a Mirameba, en el Ateneo, y me dijo que él ya había resuelto el problema, que lo que hay que combinar son el número de víctimas, con el número de páginas de Google y los litros de sangre derramados. Su ecuación ha recibido el nombre vulgar de Mirameba's Equation of Mass Killer Celebrities, y no la reproduzco porque entran en ella gradientes de vectores deslizantes y tensores diferenciales...
Mi consocio me reprocha centrarme en el caso español y me dice que Parques de Verdugos tienen que tenerlos todos los países, que en todas partes cuecen habas o empalan gente, según la época, que me fije en mi otra patria francesa, la de calles que tienen reyes homicidas, o los méritos de los revolucionarios de 1793; que al lado de la matanza de Vendée, nuestras guerras civiles fueron una gamba a la plancha y concluyó, arreándome un par de collejas, que haría mejor en fijarme en los defectos de los demás antes que en los propios: "Parece mentira, don Luis, Vd. precisamente Vd. consolidando nuestra Leyenda Negra. Qué pasa, Vlad el empalador, ¿acaso era español?"
¡Qué duda! ¿Tendrá razón Mirameba? ¿Serán la escabechina y la sangría especialidades internacionales de los líderes y no sólo una circunstancia más de nuestra idiosincrasia?
Tenemos que llevar a cabo algún experimento. Esta mañana he afilado mi hacha, pensando en mis amigos, todos esos queridos compañeros que van a sacrificarse para consolidar mi fama: quedamos en la puerta del Retiro a las doce.
Luis Español Bouché

sábado, 5 de julio de 2003

Juan Balansó: in memoriam

La muerte de Juan Balansó deja un hueco difícil de llenar en el campo de la bibliografía sobre Casas Reales.

La noticia de la muerte de Juan Balansó me ha sorprendido. Llevaba año y medio sin noticias suyas y no sabía que estaba enfermo. Juan tenía un círculo de amistades íntimas al que yo no pertenecía y nuestras relaciones consistían en vernos una o dos veces al año con ocasión de la salida de algún libro. Le dábamos a la hebra tres o cuatro horas seguidas, hablando de todo y de nada, y luego nos despedíamos. Su generosidad tenía en cuenta la diferencia entre nuestros recursos, y si tomábamos café invitaba yo y si era una comida invitaba él. Nuestras conversaciones eran muy interesantes porque no estábamos de acuerdo en casi nada, y nos tomábamos el pelo. Lo que más recuerdo de Juan son su sonrisa deslumbrante, casi carnicera, y su risa, una risa espontánea, aguda, y echando la cabeza para atrás. Juan sabía buscar el lado divertido de las cosas y me acuerdo, también, de sus carcajadas, cuando le entregué su título de caballero de la Real, Antigua y Muy Estupenda Orden del Santo Prepucio...

Periodista, relaciones públicas, escritor e historiador

De profesión, Juan era periodista y relaciones públicas. Conocía a fondo el mundo de la prensa y se movía como pez en el agua entre los distintos medios y las editoriales. Sus libros eran los de un periodista, con sus aciertos y sus defectos: si, de una parte, sólo en ocasiones recogía sus fuentes, de otra parte sabía destacar aquello que al público le podía interesar o entretener más. Sus libros tampoco tienen nada que ver con la llamada prensa rosa; estaba en otro nivel y más de una vez anduvo sumergido en archivos como el de Parma o en la Biblioteca Nacional. Dudo mucho que los historiadores profesionales o los tratadistas de derecho constitucional supieran tanto como Juan Balansó de temas como la casa de Parma, o de la monarquía en general. Su amor por la Historia le llevó a amasar una riquísima biblioteca en su piso de Madrid, plagado de recuerdos. Se podrá estar de acuerdo o no con sus escritos, —él mismo cambiaba de opinión y de actitud— pero nadie podrá reprocharle falta de valor, porque dijo siempre lo que quiso decir, y no le preocupaba a quién iba a molestar. Y me consta que molestó a muchos. Eso no fue óbice para que fuera capaz de guardar un secreto, durante años, o de cumplir una palabra dada.
La muerte de Juan deja un hueco difícil de rellenar, aunque imagino que otros estarán ya sacando brillo al teclado del ordenador, con la pretensión de sucederle en los éxitos de ventas. Porque Balansó consiguió entretener a un amplio público sobre cuestiones que, al fin y al cabo, no debieran interesar más que a un puñado de especialistas. Él era uno de los pocos supervivientes del joven equipo de talentos surgido alrededor de Historia y Vida. Con un libro al año en los últimos diez años, el éxito de Balansó ha sido perenne y se cuentan por cientos de miles los ejemplares que ha vendido en ese periodo.
Juan tenía un estilo mutable, ora desmelenado, ora repeinado, pero siempre entretenido. Le aconsejé que intentara escribir alguna novela, aunque fuera con seudónimo, porque en sus últimos trabajos se le escapaban elegancias literarias, de las que vale la pena reproducir un ejemplo: "sin haber perdonado a Inés lo que nunca se había rebajado a reprocharle"; "vivía sus enclaustrados amores prohibidos en un recoleto palacio, lugar de delicia, aunque prisión de silencios"; "El prelado adoraba los gatos, Ana los perros, y sus relaciones estaban en consonancia".

Un huérfano sentimental
 Juan no me hablaba de sus preocupaciones íntimas. Bueno, me contó una vez que era huérfano, y me consta que aún tomando sus distancias con el catolicismo, nunca renegó de su fe y compartía mi entusiasmo por la Compañía de Jesús. La religión no le era ajena, y, como su compatriota en lo catalán y en lo madrileño, Luis Carandell, dedicó más atención de la usual a la muerte. A Juan le preocupaban algunas sepulturas, sin duda porque estudió con atención y cariño la trayectoria de los sepultados, a los que revivió en sus escritos. Se fijaba en el desinterés de los vivos por los viejos y por los muertos y recogió la desolación del final de Isabel de Borbón, La Chata, en París. También reprodujo en alguno de sus libros que se molestó en depositar unas flores ante el sepulcro florentino de una Bonaparte, hija del Intruso. Siempre resulta honorable preocuparse por aquellos que ya no existen pero que en su día fueron mozos y mozas llenos de fuerza y ambición y ganas de vivir. Descanse en paz.

Luis Español Bouché
Publicado el 5.07.2003 en El Adelantado de Segovia